Nov 17

LA DOXOLOGÍA ¡ALELUYA! DEL SALTERIO EXPRESADO EN FORMAS PRÁCTICAS, Por: Diego Teh.

LA DOXOLOGÍA ¡ALELUYA! DEL SALTERIO EXPRESADO EN FORMAS PRÁCTICAS

Salmos 146 – 150 (146:1-2).

Juan 4:23-24.

Elaborado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, para predicar el domingo 17 de noviembre 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Este sermón corresponde al número 3, de la serie: VERDADEROS ADORADORES.

   INTRODUCCIÓN: Para empezar, tengo que explicarles primeramente qué es el salterio en el contexto del cual les voy a hablar en esta ocasión.  No lo confundan con la palabra salterío, de la acción de saltar desmedidamente; y tampoco lo relacionen con un instrumento musical que también se llama salterio.  Salterio, también es una colección de salmos dedicados a la alabanza a Dios; y es a este significado y uso que me referiré en este mensaje. Así que el libro de los salmos que usted sabe que contiene nuestras biblias, es un salterio.  Y una doxología, es una fórmula de exclamación o alabanza con la que se alaba la eternidad, y la gloria de Dios.  Puede incluir frases como: “Bendito sea Jehová”, las palabras: “Aleluya” (Alabado sea Jehová), y Hosanna, etc…  El libro de los salmos, que en realidad no es un libro sino 5 libros en uno, podría decirse que cada uno de sus libros es un salterio, pero también sus cinco libros en conjunto son un solo salterio.

Cada uno de estos cinco libros contiene doxologías, pero de manera muy especial cada libro concluye con una doxología corta.  Por ejemplo, el primer libro que consiste en los capítulos 1 al 41, concluye con una doxología en el 41:13 diciendo: Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén” (Salmo 41:13). Lo mismo ocurre al final del segundo libro en el Salmo 72:18-20; al final del tercer libro en 89:52; y al final del cuarto libro en 106:48; todos estos finales inician su doxología con la expresión: “Bendito sea Jehová”.  Y en el caso del final del quinto libro que es el Salmo 150, que es diferente al final de los 4 libros anteriores, se considera una doxología no corta sino larga, porque la componen 6 versículos en los que 11 veces invita a que toda, pero absolutamente toda la creación alabe (o sea, bendiga) a Dios; y concluye con un ¡Aleluya! que sería una respuesta a la invitación de alabanza a Dios.

Pero, como también dentro del contenido de cada uno de los cinco libros de los salmos, hay otras doxologías cortas, les invito que observen en sus biblias cómo empiezan y cómo terminan los salmos 146 al 150, los últimos 5 salmos del quinto libro.  ¿Ya encontró el 146? ¿Ya vio con qué palabra comienza en su encabezado y con qué palabra termina este salmo? Comienza y termina nada menos que con la palabra ¡Aleluya! que significa “Alabad a Jehová”.  ¿Puede usted observar con qué palabra comienzan y terminan los otros 4 salmos 147 al 150?  Seguramente ya lo ha descubierto. Todos también comienzan y terminan nada menos que con la palabra ¡Aleluya!   En el caso del 147 no comienza propiamente con la palabra ¡Aleluya! en su forma corta, pero siempre es un ¡Aleluya! en versión larga al decir en su versículo 1: “Alabad a JAH” (Salmo 147:1); JAH es solamente una forma más corta para decir Jehová.  El salmo 148 además de comenzar con la palabra: ¡Aleluya! en su encabezado, en su primer versículo usa también su forma larga al decir: “Alabad a Jehová” (Salmo 148:1).  En el Salmo 149 además de la palabra ¡Aleluya!, en su primer versículo usa la frase: “Cantad a Jehová” (Salmo 149:1) en vez de “Alabad a Jehová”, pero esto no afecta el sentido del ¡Aleluya!  Y en el Salmo 150, ocurre algo similar que con el salmo 149, que después del ¡Aleluya! del encabezado, el versículo 1 comienza diciendo: “Alabad a Dios” (Salmo 150:1), mas no dice: “Alabad a Jehová”; pero esto tampoco altera su valor como un auténtico ¡Aleluya!

Derivado de todo lo anterior, lo que en esta ocasión les voy a predicar es que: El uso de la palabra ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, debe expresarse no solamente de manera litúrgica sino también de MANERAS prácticas. / ¿Cuáles pueden ser las MANERAS prácticas con las que puede expresarse la palabra ¡Aleluya como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios? / Basado en algunos versículos de los Salmos 146 al 150, les compartiré algunas de las MANERAS prácticas.

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La primera MANERA práctica de expresar ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, es:

I.- QUE DEBE SALIR DEL ALMA.

En palabras de reflexión personal del autor del salmo 146 en cuanto a la manera correcta de alabar a Dios, se dice a sí mismo: “Alaba, oh alma mía, a Jehová” (Salmo 146:1).  La alabanza a Dios, que es el dar la gloria a Dios por lo que Él es, debe ser expresado no solamente por una costumbre de exclamar una y otra vez un ¡Aleluya! durante el tiempo destinado propiamente a la alabanza.  La verdad, no es problema por el hecho de ser una exclamación espontánea o porque sea repetitiva en un breve tiempo. Es problema cuando el uso de la palabra ¡Aleluya!, así sea muchas veces o incluso una sola vez durante el tiempo de alabanza, no sale del alma, sino solamente es el resultado de una imitación de lo que escuchamos que otros dicen, o porque ya se ha hecho común usar esta palabra en el culto.  En realidad, cualquier palabra usada en la alabanza, que no salga del alma, es un verdadero problema, porque la persona que dice algo a Dios sin que salga de su alma, es que tal persona tiene una pobre e insuficiente espiritualidad para alabar a Dios.

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La segunda MANERA práctica de expresar ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, es:

II.- QUE DEBE SER TODA LA VIDA.

En el mismo Salmo 146, pero en el versículo 2, el salmista expresando su compromiso con la alabaza a Dios, o sea, con el vivir o poner en práctica el ¡Aleluya!, dice: Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Salmo 146:2; RV60).  En esta frase es claro que la decisión de este salmista quien no solamente invita a todo mundo que alabe a Dios, sino que él mismo está dispuesto a alabarle, primero, dice: “en mi vida”, es decir, no solamente en el efecto de la emoción espontánea en el que no es nada difícil exclamar ¡Aleluyas! (o: “Alabado sea Jehová”) en una reunión masiva de alabanza, sino que aun después de haber exclamado ¡Aleluyas!, la alabanza debe ser con la propia vida, y lo menos que uno puede hacer es cantar salmos o alabanzas a Dios; y esto, no de vez en cuando, sino en palabras del salmista: “mientras viva”.  La NTV lo expresa de la siguiente manera: “Alabaré al Señor mientras viva; cantaré alabanzas a mi Dios con el último aliento” (Salmo 145:2; NTV); o sea, que alabar a Dios, debería ser lo que estemos haciendo en los momentos previos al abandonar este mundo. Alabar a Dios es, o debe ser nuestra suprema ocupación durante toda nuestra vida.

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La tercera MANERA práctica de expresar ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, es:

III.- QUE DEBE CANTARSE SALMOS (ALABANZAS) A DIOS.

Ya desde el Salmo 146:2 se dice que una manera de alabar a Dios, o sea, poner en práctica con la vida, el ¡Aleluya!, es el cantar salmos, pues es la manera en la que el salmista se compromete a alabar a Dios. Él dice en su decisión: “cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Salmo 146:2b).  En el Salmo 147, al exhortar a alabar a Dios, el salmista dice: Alabad a JAH”, y explica que esta alabanza puede ser con el cantar salmos, y dice del cantar salmos: Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza” (Salmo 147:1).  De estas palabras hay varias lecciones, pero quiero limitarme al énfasis que hace con respecto del “cantar salmos a nuestro Dios”.  Esto requiere intencionalidad, preparación, voluntad, y sentido de compromiso, pues exclamar un ¡Aleluya! o muchos ¡Aleluyas!, en realidad no requiere de tanto esfuerzo, pero “cantar salmos” requiere tiempo, aprendizaje, ensayo, seriedad para cantar bien, y a la hora de cantar, no solamente balbucear como si uno no tuviese ganas de cantarle a Dios, o como si uno no supiese el canto.  Saber cantos de alabanza a Dios, refleja qué tan interesados estamos en darle gloria a Dios.

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La cuarta MANERA práctica de expresar ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, es:

IV.- QUE DEBE DEMOSTRARSE ALEGRÍA.

El autor del Salmo 149, aunque no usa la palabra Aleluya en el encabezado del salmo, es obvio que él está considerando el canto a Dios como una forma de alabanza, pues al respecto dice: “Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos” (Salmo 149:1). Pero, inmediatamente añade: “Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey” (Salmo 149:2).  La exhortación del salmista dice: “Alégrese Israel”, y también dice que: “los hijos de Sion se gocen”.  La alabanza debe ser un momento especial de alegría, de gozo, especialmente porque los que son el pueblo de Dios, le tienen a Él como “su Hacedor”, y como “su Rey”.  En el momento de la alabanza, no deberíamos estar solamente exclamando ¡Aleluyas! sin entender ni razonar por qué las exclamamos, sino deberíamos tener siempre en nuestra consciencia que Dios es el Hacedor o creador de nuestras vidas, pero también Hacedor del pueblo actual de Dios que ahora se llama iglesia; y que Él por medio de Cristo, reina sobre nosotros para gobernar nuestras vidas con tal de que permanezcamos en su amor y servicio.  Esto debe motivar nuestra alegría para alabarle.  Igualmente sigue vigente para nosotros, la exhortación de presentarnos delante de Dios en alabanza, tal como en el Salmo 100, se dice: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. /  Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” (Salmo 100:1-2).  Alegres, alegría, y regocijo, son palabras que indican cómo Dios debe ser alabado.

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La quinta MANERA práctica de expresar ¡Aleluya! como doxología que alaba las glorias y la majestad de Dios, es:

V.- QUE PUEDE USARSE INSTRUMENTOS MUSICALES.

Primero debo explicarles que la palabra hebrea que en la antigüedad se usó para Salmo, es: Mizmor, cuyo significado es: Canto que debía entonarse con acompañamiento de instrumentos de cuerda.  Esta palabra aparece en el encabezado de 57 salmos, solo que en nuestras versiones ya está traducida al español, en su mayoría como Salmo de “David”, y otros como Salmo de los “hijos de Coré”, o Salmo de “Asaf”; o sea, en hebreo son: Mizmor de David, Mizmor de los hijos de Coré, o Mizmor de Asaf.   Esta palabra Mizmor deriva de la raíz hebrea zamar que se puede traducir como “cantar”, “alabar”, o “tocar un instrumento”.  En la primera traducción hecha del hebreo al griego, en la traducción conocida como La Septuaginta, se usa la palabra ?????? (psalmos) que a su vez proviene de la raíz ????? (psallô), que significa “tocar [las cuerdas] con los dedos”)[1].

Es por eso que el Salmo 150, es una gran doxología práctica que no se limita a pedir ¡Aleluyas! para Jehová Dios, sino que enfatiza el uso de instrumentos musicales para ejecutar la alabanza.  Cantar acompañado de instrumentos, es una manera práctica de alabanza a Dios.  Es por eso que, en 3 de sus 6 versículos, en 6 ocasiones exhorta a los adoradores que Dios sea alabado con diversos instrumentos.  Dice el salmista: Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. / Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. / Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo” (Salmo 150:3-5).  Lo más importante no es solamente exclamar ¡Aleluyas! sino expresarlas de maneras prácticas no inventadas por nuestra creatividad, sino con las que se encuentran autorizadas por la misma palabra y voluntad de Dios.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, decir ¡Aleluya! en nuestros cultos es correcto, apropiado, etc…, pero alabar a Jehová de manera práctica es más que solo exclamar ¡Aleluya!, es más que exclamar ¡Aleluya! acompañado de otras palabras como: ¡Aleluya, gloria a Dios!, o ¡Aleluya, Amén!  Alabar a Jehová, es una acción que procede desde el alma, que se puede alabarle cantándole salmos, que se le alaba con alegría por reconocer que Él nuestro Hacedor y Rey (no solo de los israelitas, sino también de su iglesia), puede hacerse con o sin instrumentos musicales; y no de manera emocional, ocasional, o temporal, sino todo el tiempo que dure nuestra vida.   Nuestra vida es la mejor doxología que se puede entregar a Dios, lo cual es mucho más valioso que una palabra ¡Aleluya!; sin embargo, decir ¡Aleluya! así como decir: ¡Amén! es importante siempre y cuando uno tenga la decisión de comprometerse como el salmista a alabar a Dios con la “vida”, y “mientras viva” (cf. Salmo 147:2).

Y finalmente, recuerden que nuestro Señor y Salvador Jesucristo, nos presentó ante su Padre para hacernos sus verdaderos adoradores (cf, Juan 4:23-24), pues sin él en nuestra vida, nada que digamos o hagamos le alabaría, pues según el apóstol Pablo, hablando de Dios y su Hijo Jesucristo, dice que Dios: nos escogió en él…  para alabanza de la gloria de su gracia” (Efesios 1:4 y 6). Jesucristo es el único mediador para entregar a su Padre nuestra alabanza.  Así que, si alguien la hace falta Cristo en su vida, no puede ofrecer ninguna alabanza a Dios, pues solamente cuando Cristo está en la vida de una persona, que sus palabras y acciones se convierten en alabanza para la gloria de la gracia de Dios.

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[1] https://eltextobiblicoat.blogspot.com/2007/03/3605c-salmos-bosquejo-iii.html