Dic 15

ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR, Por: Diego Teh.

ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR

 Habacuc 3:17-18; Mateo 25:15-23.

Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 15 de diciembre 2019, a las 18:00 horas, en la congregación “Ebenezer” de la colonia San José Tecoh, de Mérida, Yucatán.

Este sermón corresponde al sermón # 6, de la serie: JESÚS MOTIVO DEL ADVIENTO.

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   INTRODUCCIÓN: La parábola que nos ocupa en este momento es una ilustración de cómo funciona el reino de los cielos durante la ausencia de su Señor (que en este caso es Jesucristo), quien yéndose lejos (se trata del regreso de Jesucristo a su cielo), dejó encargos a sus siervos (la proclamación del evangelio según los dones que él da a cada siervo suyo).  En la parábola, se habla de un siervo que resultó malísimo por no haber usado el talento que recibió de su señor, y en consecuencia cuando su señor regresó y le pidió cuentas, y al no entregar ninguna ganancia del talento (dinero, o sea dones) que él recibió, la orden que su Señor dio a los otros siervos fue: “… echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 25:30), lo que equivale a no tener ningún privilegio eterno en el reino de los cielos.

   Sin embargo, dos de los siervos, los que recibieron 5 y 2 talentos respectivamente, cuando su Señor regresó, ellos le entregaron un 100% de ganancias.  El primero entregó 10 talentos, y el segundo 4 talentos. El Señor de ellos, a ambos les dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (cf. Mateo 25:21,23). El gozo del señor de la parábola no era otra cosa más que una fiesta que el señor lleva a cabo, y como privilegio especial invita a sus siervos para que estén presentes en tal fiesta. Los siervos de aquellos tiempos de Jesús, no tenían derecho ni de entrar a comer en la mesa de sus señores, ni siquiera en una fiesta en donde participa una gran cantidad de personas.  Si alguna vez algún siervo es invitado a ser parte de una comida familiar o de una fiesta ofrecida por el amo, señor, o patrón, sin duda que era un gran honor que no era concedido a cualquier siervo sino solamente al que ha tenido algún mérito especial que haya dado tanta satisfacción a su señor.

   Pero, el relato que hemos leído es solamente una parábola que presenta la semejanza que existe entre una vida de siervo con la vida de un hijo de Dios que es miembro del reino de los cielos.  En este caso, en el reino de los cielos, la expresión “entra en el gozo de tu Señor”, no significa entrar a un desayuno, almuerzo, o cena en una hacienda, un restaurant, o en casa del patrón, sino significa el privilegio de entrar al aspecto eterno del reino de los cielos, al cumplimiento del gozo que ahora ya es una realidad pero todavía no plenamente.   Basado en la expresión “entra en el gozo de tu Señor”, que Jesús mencionó en su parábola de los talentos, lo que ahora les voy a predicar es que: Los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos. Y cuando me refiero a los siervos de Dios, no me refiero a pastores o evangelistas que somos a quienes se les identifica más como siervos de Dios, sino que me refiero a todos los creyentes que se supone somos servidores de Dios. / Entonces, ¿por qué los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos? / Encontremos en la parábola y sus contextos a través de las Escrituras, cuáles son las RAZONES por las que los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos.

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   La primera RAZÓN por la que los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos, es:

I.- PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS ES POR NATURALEZA UN LUGAR DE GOZO.

  En otra parábola de Jesús, el de la oveja perdida, al resaltar que cuando el dueño de una oveja perdida se goza al encontrar a su oveja; Jesús dice: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:7); y en otra de sus parábolas, el de la dracma perdida, al resaltar que cuando el dueño de la dracma perdida se goza al encontrar su dinero, Jesús dice también: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:10).  El gozo que se vive en el reino eterno de los cielos, es una razón valiosísima para desearlo, pues no es nada comparable con el gozo que se puede sentir aun de las mejores experiencias humanas en esta tierra.

   Amados hermanos, a nadie nos agrada los momentos que en esta vida nos roban el gozo, pero es inevitable que a pesar de que el gozo de Jesús está en nuestra vida, mientras estemos en esta tierra, no podemos disfrutar su gozo al máximo, el cual en su reino eterno sí se puede.  Procuremos entrar a ese gozo eterno.

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   La segunda RAZÓN por la que los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos, es:

II.- PORQUE EN EL REINO DE LOS CIELOS HAY GOZO PARA LOS SIERVOS FIELES.

   En la parábola de los talentos, el señor de esa parábola al corroborar que en la administración de lo poco que les confió a dos de sus siervos, ellos fueron responsables y productivos, dicho señor les dijo a ambos: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (cf. Mateo 25:21,23).  Lo que notamos que él señor observó en sus siervos es su fidelidad a su señor.  No fue porque uno ganó 5 talentos que entonces fue invitado a entrar en el gozo de su señor, pues si así hubiere sido, entonces el que ganó solo 2 no hubiese recibido el mismo privilegio. No fue una competencia de obras y esfuerzos.

   La aplicación que Jesús hace, pero con relación al reino de los cielos es, que Dios también no califica cantidades de esfuerzos o trabajos que uno realiza, sino lo que Él califica es la fidelidad que uno le tiene a Él.    Es evidente que la fidelidad a Dios es la medida con la cual aprobamos o en su caso reprobamos la calificación para entrar al gozo eterno de Dios.

   Amados hermanos, Jesús también nos ha extendido la invitación de entrar a su gozo eterno y pleno, pero también requiere de nuestra fidelidad a él, pues al igual que en el caso de la parábola, en el reino de los cielos, solamente pueden entrar las personas que cuando creyeron en él no lo hicieron vacilantes para abandonarle a medio camino, sino con sentido de fidelidad, y así le sirven hasta el último día de sus vidas.  Estos son los que entrarán al gozo eterno de Jesús en el reino de los cielos.  Vale la pena ser fiel a Jesucristo.

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   La tercera RAZÓN por la que los siervos de Dios debemos desear el gozo eterno del reino de los cielos, es:

III.- PORQUE EL SER HUMANO POR NATURALEZA NECESITA EL GOZO DE DIOS.

   En la instrucción que el señor de la parábola dio acerca del hombre que no fue fiel a su señor, cuando dijo de él: “… echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 25:24), aun tratándose de una parábola, nos damos cuenta con que este hombre no fue nada feliz al ser echado afuera, o sea, despedido de su empleo en un horario que evidentemente ya era muy de noche y sin luces en los caminos y calles, además debió ser una noche muy fría.  Por todo esto, debió sentir momentos nada gozosos sino desagradables y crueles.  Sin duda que todo eso le haría llorar y crujir sus dientes de miedo y frío, y además, probablemente también se encontraba lejos de su casa y de la población más cercana, y las tinieblas de la noche no eran nada favorables para transitar bajo esas condiciones. Pero, era el resultado de su irresponsabilidad e infidelidad.

   Este siervo malo y negligente, como todo ser humano necesitaba experimentar en todos los aspectos de su vida, el gozo de ser un buen trabajador, un buen esposo, un buen padre, o un buen hijo, pero no hizo lo correcto para dar paso al gozoso en su vida.  Sus malas decisiones le llevaron no solamente a no sentir gozo, sino a sentir con toda fuerza todo lo contrario.  Esta ilustración de Jesús nos alerta de que literalmente, fuera del reino de los cielos el ser humano tiene y tendrá una gran necesidad de gozo, por lo que en consecuencia lo único que puede sentir es tristeza, lamentación, dolor no necesariamente en el cuerpo sino en el interior del alma.  Esto pasa en el presente a los que no pertenecen al reino de los cielos presente aquí en la tierra, y les será peor cuando en la eternidad queden fuera del reino de los cielos, porque allí sí será una eternidad sin gozo.  Los siervos fieles recibieron, y siguen recibiendo esta preciosa salud emocional y espiritual.

   Amados hermanos, por naturaleza el ser humano necesita de gozo, pero por causa del pecado en su naturaleza queda expuesto a padecer los sufrimientos de la maldad.  Y aun cuando ya hemos venido a la fe en Cristo, y estamos siendo restaurados en todos los aspectos, entre ellos, ya podemos ser gozosos en Cristo, nuestro gozo sigue limitado porque estamos aquí en esta tierra y porque seguimos siendo pecadores.  Pero, tendremos un gozo perfecto cuando Cristo vuelva por sus creyentes, y será cuando él nos diga a cada uno: “entra en el gozo de tu Señor”.  Allí será totalmente satisfecha nuestra necesidad de gozo.  Fuimos creados para vivir con gozo, y Dios nos lo da ahora, pero finalmente nuestra vida conocerá el gozo perfecto que por naturaleza ahora es una de nuestras grandes necesidades emocionales y espirituales.

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   CONCLUSIÓN: Amados oyentes, cuando Jesús vino a este mundo a nacer, trajo el gozo de Dios.  Recién había nacido, cuando ángeles celestiales vinieron a unos escaso metros de altura sobre un grupo de pastores cerca de Belén, quienes representados por uno de ellos, le dijeron a los pastores: “…No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: / que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:10-11).  Aquellos ángeles estaban gozosos con gozo del cielo por haber nacido en esta tierra el Hijo de Dios.  El mensaje angelical que propiamente es un mensaje para gozo de los que amaran el nacimiento de Jesús, decía: “os doy nuevas de gran gozo”.  Este recordatorio de la navidad de Jesús ocurrido hace poco más de 2000 años, trajo a este mundo el mejor gozo nacido del corazón de Dios para nosotros los seres humanos.  No pase usted estos días de remembranza de la navidad, sin encontrar en Jesús el gozo divino para esta vida, y para la eternidad.

   Amados oyentes, por favor, busquen desde ahora el gozo de Dios. Tal gozo está en Cristo.  Los que creen en él y le sirven con fidelidad, ya disfrutan desde ahora este gozo.  Los que siguen siendo fieles a él desde ahora hasta el último día de sus vidas, o hasta que Cristo vuelva (lo que ocurra primero), recibirán la invitación: “entra en el gozo de tu Señor”, pero no de un señor humano, sino del Señor Jesucristo, y entonces, tendrán el gozo jamás experimentado ni conocido por alguien aquí en esta tierra.  Es el gozo de Dios sin obstáculos terrenales ni infernales.  ¿Quiere usted experimentar ese gozo que tanta falta nos hace a todos los seres humano?  Crea en Cristo y tendrá el gozo de Dios.  Sírvale con fidelidad, y en su momento usted tendrá ese gozo perfecto para siempre.