LIBRES PARA NUESTRA SALVACIÓN
Salmo 18:1-6; Gálatas 5:1-3.
Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 03 de noviembre 2019, a las 18:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
Este sermón corresponde al número 13, de la serie: EL VERDADERO EVANGELIO, basado en la epístola de San Pablo a los Gálatas.
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INTRODUCCIÓN: Dwight Lyman Moody, un evangelista estadounidense que murió hace 120 años (1837 – 1899)[1], cuenta que durante el tiempo de su ministerio, una antigua ex esclava … después de la Guerra Civil, que estaba confundida acerca de su situación, le preguntó al evangelista: Ahora ¿soy libre, o no soy? Cuando voy a mi viejo maestro me dice que no soy libre, y cuando voy a mi pueblo dicen que lo soy, y yo no sé si soy libre o no. Algunas personas me dijeron que Abraham Lincoln (12 de febrero de 1809 – Washington D. C., 15 de abril de 1865) firmó una proclamación, pero el amo dice que no lo hizo, que él no tiene ningún derecho a hacerlo[2]. Este caso, tiene su comparación en asuntos de fe para la salvación eterna de los pecadores. Muchos que ya siendo libres para ser salvos no saben que son libres de las cosas que temen no poder cumplir, pues aun teniéndola han sido engañados o simplemente no saben la verdad de que ya son libres.
Precisamente los gálatas en asuntos de fe para salvación, no sabían de qué los había libertado Cristo. En Gálatas 5, el apóstol Pablo hace una abundante explicación de que Cristo ya los había hecho libres de obligaciones que tiempo atrás fueron obligaciones para los israelitas y extranjeros que querían vivir en el territorio de los israelitas, pero que ahora, ya no eran obligaciones para ellos. Específicamente, tras la muerte y resurrección de Jesucristo, ya no se necesitaba más que los hombres israelitas y extranjeros se circunciden para poder vivir entre el pueblo de Dios en Israel. Es más ahora, el nuevo pueblo de Dios, la iglesia, ya no tenía que vivir en el territorio de los israelitas, sino que uno puede pertenecer al pueblo de Dios en cualquier lugar del mundo, sin ser descendiente de Abraham, Isaac, y Jacob, sin estar en territorio israelita, y sin tener que circuncidarse. Pero ahora, habían llegado con ellos los judíos conocidos como judaizantes, que también presumían ser creyentes en Jesucristo, que iban por todas partes enseñando que además de creer en Jesucristo era necesario que los varones se sometieran a la circuncisión, pues si no se circuncidaban, aun habiendo creído en Cristo, no podrían ser salvos. Como estos judaizantes veían que los creyentes en Cristo no desistirían de su fe en Cristo, lo que los judaizantes hicieron fue presionar y obligar a los verdaderos creyentes a que agregaran a su bendita fe la innecesaria práctica de la circuncisión. Y no faltaron creyentes en Jesucristo que cayeron en el engaño de los judaizantes.
En esta predicación que basaré solamente en las palabras del primer versículo del capítulo 5, les voy a predicar que: La salvación eterna no esclaviza a ninguna persona a obedecer ni una sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios sino solamente requiere a toda persona tener tres ELEMENTOS esenciales. / ¿Cuáles son los tres ELEMENTOS esenciales que se requiere a toda persona para su salvación eterna, sin ser esclavizado a obedecer ni una sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios? / Sigan conmigo el análisis de las diversas frases de Gálatas 5:1, y encontremos juntos cuáles son los tres ELEMENTOS esenciales que uno debe tener para su salvación eterna sin ser esclavizado a obedecer ni una sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios.
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El primer ELEMENTO esencial que se le requiere a toda persona para su salvación eterna sin ser esclavizado a obedecer ni un sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios, es:
I.- CRISTO, PORQUE ÉL NOS HACE LIBRES DE LO IMPOSIBLE.
En Gálatas 5, el apóstol Pablo dice a sus lectores: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, …” (Gálatas 5:1a). ¿Libertad de qué se está refiriendo el apóstol Pablo? El contexto de esta exhortación del apóstol tiene que ver con el hecho y realidad de que la salvación que antes les fue predicado por el apóstol de manera correcta, es solamente por medio de la sola fe en Cristo, sin que tengan que recurrir a algo más. Es solamente en Cristo, porque no requiere de algún compromiso de hacer algo más para que la salvación sea real. Pero, como un grupo de judaizantes habían llegado a su comunidad e iglesia para decirles que además de Cristo los varones necesitaban circuncidarse según una antigua ley; y porque muchos de ellos creyeron esta mentira de los judaizantes, el apóstol Pablo les recuerda que no es así, pues por eso les dice que: “Cristo nos hizo libres”, refiriéndose a aquellas antiguas condiciones que no eran para salvación ni para pertenecer a su iglesia, sino solo como requisito para vivir como israelita y entre los israelitas.
El apóstol Pablo les enseñó todas estas cosas cuando él estuvo con ellos hace como un par de años atrás, por eso ahora les escribe diciendo: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley” (Gálatas 5:3). ¿“guardar toda la ley”, será posible que alguien pueda cumplirlo? El apóstol Santiago, con respecto a esta situación de “guardar toda la ley”, dice que: “… cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10). “Guardar toda la ley”, nunca fue posible, pues ningún humano ni israelita ni extranjero jamás la pudo cumplir. Es a esta ley a la que se refiere San Pablo que servía solamente para demostrar que una persona es verdaderamente pecadora incapaz de ser perfectamente obediente. Así que circuncidarse, era más bien obligarse a cumplir toda la ley para ser salvo, cosa que era y sigue siendo verdaderamente imposible. Pero, ¿quién pudo en toda la existencia de los israelitas antes de Cristo, guardar toda la ley sino solo Cristo?
Amados oyentes, después de haber Cristo guardado toda la ley (cf. Mateo 5:17), ya nadie tiene la obligación de volverla a cumplir, sea israelita o de cualquier otra nacionalidad, sean en Israel o en cualquier otro país o ciudad del mundo. Cristo, por su previa obediencia “nos hizo libres” de la necesidad de la circuncisión, así como de todas aquellas antiguas obligaciones que impuso a los israelitas y que nadie jamás pudo cumplir al cien por ciento, pero que él (Jesucristo) ya cumplió antes por nosotros. Solamente nos toca disfrutar de esta libertad, acudiendo solamente a él con fe en él sin más requisitos o ritos para nuestra salvación.
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El segundo ELEMENTO esencial que se le requiere a toda persona para su salvación eterna sin ser esclavizado a obedecer ni un sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios, es:
II.- FIRMEZA, PARA NO ACEPTAR UN ENGAÑO QUE RECHACE A CRISTO.
El apóstol, no se estaba dirigiendo a los posibles incrédulos en la iglesia que escucharían el contenido de la epístola, sino que sus palabras fueron justamente para los que ya son o eran creyentes, a quienes les dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). Ya sabemos que eran libres de la antes obligación de ser circuncidados para pertenecer al pueblo de Dios como pueblo terrenal de Israel; y ahora, por haber creído en Cristo, también ya eran libres de lo peor, de la condenación eterna.
A pesar de la aparición de los engañadores que llegaban a su ciudad e iglesia o templo donde se reunían, los creyentes no solo de Galacia sino de cualquier otra ciudad, no debían hacerles caso a aquellos engañadores, sino que debían estar: FIRMES EN LA LIBERTAD que Cristo les tenía desde antes, pues, aceptar lo que decían y exigían los judaizantes era caer de la libertad a la esclavitud de rituales no necesarios. Muchos de los gálatas hicieron caso a los engañadores con su falsa doctrina, usando la ley de las Sagradas Escrituras fuera de su contexto. Por eso el apóstol Pablo les escribe para explicarles que: “si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (Gálatas 5:2). La salvación enseñada por Jesucristo y sus apóstoles, es solamente por medio de Cristo, sin añadidura alguna de cualquier otra práctica. Si alguien hace una fórmula de: Cristo + otra cosa, esto significa rechazar a Cristo, quedando la persona que así hiciere, sin provecho de salvación.
Amados hermanos, si Cristo nos evitó que nos compliquemos la vida con ritos y legalismos religiosos para acceder al beneficio de la salvación eterna; y si él en sus buenas noticias nos asegura que: “El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47); ¿por qué no permanecer firmes en estas gloriosas libertades que Cristo nos da para favorecernos? Para que las podamos disfrutar, se necesita nuestra FIRMEZA de no ceder a los engaños de las falsas doctrinas que surgen una y otra vez en las iglesias que abandonan la sana doctrina. No debemos combinar nuestra fe en Cristo, con cualquier otra práctica como si fuera complemento necesario para nuestra salvación u obediencia a Dios. Es necesario entender que Solo Cristo es suficiente para nuestra salvación. “Estad, pues, firmes”.
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El tercer ELEMENTO esencial que se le requiere a toda persona para su salvación eterna sin ser esclavizado a obedecer ni un sola de las antiguas exigencias de la ley de Dios, es:
III.- INTEGRIDAD, PARA NO CAMBIAR A CRISTO POR ESCLAVITUD.
En la misma exhortación del apóstol al decir: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”, añade en su última frase: “y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). ¿A qué esclavitud se está refiriendo? Obviamente, la peor esclavitud a la que uno se podría encontrar comprometido es a la esclavitud al pecado, lo cual todo creyente debe evitar. Pero, lo que el apóstol enfatiza con esta exhortación de no estar “otra vez sujetos al yugo de esclavitud”, se trata de la esclavitud a todo aquello que en su tiempo fueron requisitos para los israelitas cuyo requerimiento tuvo como límite hasta el día de la muerte de Jesucristo en cuya muerte se cumplió hasta el más mínimo detalle de lo requerido por la ley de Dios. Desde entonces, toda persona es libre de la responsabilidad de cumplir ni siquiera el más mínimo detalle de dicha ley, como si fuera requisito para salvación.
Y aún después de haber creído en Cristo no hay ninguna obligación de recurrir la obediencia y práctica de tales antiguas exigencias de la ley de Dios, menos el de la circuncisión que predicaban lo judaizantes, pues recurrir a ellas, es a lo que se refiere el apóstol Pablo como el estar “otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Lo que san Pablo les está indicando es que sean ÍNTEGROS en no combinar su fe en Cristo con cosas que no son necesarias para la salvación eterna, porque al hacerlo es como si estuviesen regresando a ser esclavos de su antigua manera de vivir sin salvación. Si verdaderamente creían en Cristo, tienen que seguir ÍNTEGROS creyendo solamente en Jesucristo para su salvación eterna.
Amados hermanos, gracias a Cristo que “nos hizo libres” de cosas que no son necesarias para nuestra salvación. ¿Por qué tendríamos que hacernos esclavos de cosas innecesarias? Cristo es suficiente para nuestra salvación. Habiendo sido ya salvados por él, nadie se obligue a hacer algo aun siendo propio de la vida cristiana, pensando que haciendo eso u aquello, uno todavía está ganando su salvación. Nadie se haga predicador, nadie cante solo o en un coro, nadie dirija un culto, nadie toque un instrumento musical para la adoración cristiana, nadie se bautice, nadie reciba la Cena del Señor, pensando que al hacer alguna o varias de estas cosas, uno está consiguiendo su salvación. La salvación solamente se obtiene creyendo en Cristo quien ganó nuestra salvación eterna, sin necesidad de que nos esclavicemos en cosas que no proporcionan ni contribuyen ni un solo poquito para ganar la salvación, pues quien quiere ganarla jamás la ganará, porque la buena noticia es que la salvación es gratuita, libre en Cristo.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, para concluir con esta predicación, tengo que enfatizar lo que les dije al principio, que: La libertad plena del evangelio, se experimenta cuando una persona tiene los ELEMENTOS indispensables, es decir: Cristo mismo para poder recibir la libertad de ritos y de la condenación, la firmeza para permanecer en la libertad que nos es entregada por Cristo, y la integridad para no abandonar la libertad regresando a nuestra anterior manera de vivir sin Cristo como Salvador.
Amados hermanos, es valioso tener a Cristo en la vida, porque por él dice la palabra de Dios que: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, …” (Romanos 8:1a). ¿No vale la pena estar firmes en Cristo para permanecer en esta libertad de no estar más bajo la condenación en el que están los que no tienen a Cristo como su Salvador? Por supuesto que vale la pena. ¿Vale la pena volver a esclavizarse en rituales y en pecados de donde Cristo ha querido sacarnos para hacernos libres? Por supuesto que no vale la pena. Lo que Solo Cristo hace por nosotros, eso es efectivo para nuestra plena libertad.
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