NUEVE PALABRAS ANTE JESÚS EN LA CRUZ
Mateo 27:39-43; Lucas 23:39-47; Juan19:23,24.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Getsemaní” del Fracc. Paseos de Itzincab, de Umán, Yuc; el día viernes de expiación 25 de Marzo del 2016, a las 13:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: Además de ser muy apropiado recordar las 7 palabras que Jesús pronunció estando en la cruz, las cuales son muy importantes para nuestra fe, y vale la pena recalcarla en estos días o en un día como hoy; también es igual de apropiado considerar lo que estaba sucediendo alrededor de la cruz de Jesús mientras transcurría el tiempo de su crucifixión hasta que llegó el tiempo de su muerte. Es por eso que para esta ocasión, realicé un estudio si no tan exhaustivo, pero sí con consideraciones que vale la pena que observemos para tomar en cuenta para nuestra vida. Hoy les voy a compartir en forma de sermón el resultado de mi estudio que he titulado NUEVE PALABRAS ANTE JESÚS EN LA CRUZ. Prometo no extenderme demasiado en presentarles cada una de las nueve palabras para que no pierdan el interés por la aplicación de la palabra.
Específicamente, en este mensaje les compartiré los calificativos de las palabras que fueron pronunciadas por la gente que pasaba por la escena de la crucifixión, por los líderes religiosos, por los ladrones que fueron crucificados junto a Jesús, por un centurión romano, y hasta por cuatros soldados romanos; todos presentes en el escenario de la crucifixión de Jesús. / ¿Qué calificativos merecen las palabras de cada una de estas personas o grupos de personas que hablaron en el escenario de la crucifixión y muerte expiatoria de Jesús? / En el desarrollo de este sermón, les compartiré los calificativos que merecen sus palabras.
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El primer calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
I.- PALABRAS DE BURLA.
San Mateo nos describe la escena de lo que ocurría con la gente que veía a Jesús crucificado en la cruz. La gente se burlaba de Jesús mal interpretando las mismas palabras que él mismo había antes utilizado para hablar de sí mismo. Hay por lo menos dos burlas de la gente hacia él. La primera burla consiste en que le estaban recordando “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo” (Mateo 27:40a). Lo había dicho pero en forma figurada refiriéndose con ello no al majestuoso templo conocido como templo de Herodes, sino a su propio cuerpo que sería colgado en la cruz para ser matado, y que tres días resucitaría. Pero basado en aquellas palabras antes dichas por Jesús, le estaban exigiendo burlonamente: “sálvate a ti mismo”. Luego recordando la gente que él habían dicho en repetidas ocasiones que él es el Hijo de Dios, que es uno mismo con el Padre, entonces también le burlaban diciéndole: “si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40b). La burla consiste en que nadie que esté crucificado puede bajarse solo de la cruz.
Pero la burla no era solamente de la gente que pasaba, sino también de los líderes religiosos de aquella época. Ellos mismos habían sido los promotores de la crucifixión de Jesús, y estaban allí no por casualidad, sino querían ser testigos de que Jesús terminaría muerto. La burla de ellos era todavía más profunda porque se trataba de personas con habilidad de interpretar profundamente el significado de cualquier palabra. Como Jesús se había dado a conocer como salvador, ahora en la cruz decían de él: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar “ (Mateo 27:42a). Lo que estos pobrecitos nos sabían es que la muerte de Jesús era necesaria para la salvación de muchas personas, y que de todas maneras Jesús se salvaría del poder de la muerte. Como Jesús también se había dado a conocer como el Rey de Israel, también decían de él burlonamente que “si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mateo 27:42b). Obviamente cualquiera que estuviese crucificado no podía bajarse de la cruz, aunque no dudo que pudo haber sucedido si Dios lo hubiese querido, pero entonces no se consumaría la salvación de ninguna persona. Eso de que estos religiosos creerían en él, no debió ser palabras salidas del corazón sino solamente de labios para afuera. Y así la burla seguía. Aprovechando que Jesús siempre se identificó como Hijo de Dios, y siempre demostró confianza en su Padre, ahora que veían que su Padre no hacía nada por él para bajarle de la cruz, pues estos religiosos aprovechaban para decir “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios” (Mateo 27:43).
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El segundo calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
II.- PALABRAS DE RETO.
Se puede decir también que aquellas palabras que también eran de burla, al mismo tiempo algunas de las palabras que se decía de él o directamente a él, eran también de reto. El primer reto consiste en que de manera directa la gente le dice a Jesús: ““si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40b). El segundo reto aunque no dirigido a él sino dicho de manera indirecta hablando de el, fue: “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere “ (Mateo 27:43ª). Claro que era Hijo de Dios en sentido divino, claro que podría descender de la cruz, claro que podía ser librado, pero si lo hubiese hecho o si eso hubiese sucedido, no hubiese conseguido la expiación del pecado de la humanidad que era necesario que ocurriese por medio del derramamiento de sangre y muerte de un ser humano cuya vida sea verdaderamente santa. La gente o por ignorancia o por afán de solamente retar a Jesús y quedar satisfecha en sus palabras, olvidaba que Dios puede librar de la muerte no solamente a su divino Hijo, sino a cualquier persona aunque este sea meramente un ser humano.
Los israelitas, sean líderes religiosos o solamente ciudadanos, si conocieran bien las Sagradas Escrituras, deberían saber que en una ocasión Dios libró de una muerte estimada como segura, a un simple hombre mortal llamado Daniel, no permitiendo que leones feroces le quitaran la vida y se lo comieran calientito por pedacitos. También deberían recordar que Dios es totalmente poderoso para librar de la muerte aun en condiciones que al parecer no hay escapatoria como cuando tres amigos de aquel Daniel, llamados Sadrac, Mesac, y Abed-nego, fueron librados de un horno de fuego cuyo calor había sido elevado al máximo posible. Librarse Jesús de la cruz, o ser librado de la cruz por su Padre, en realidad no era la gran cosa. Por supuesto que podía suceder, pero la humanidad quedaría en eterna condenación. Además, Jesús no tenía que cumplir con el capricho de nadie, tal como al principio no satisfizo lo que Satanás quería que Jesús hiciera convirtiendo piedras en pan, o tirándose del pináculo del templo, etc…
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El tercer calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
III.- PALABRAS DE INGNORANCIA.
Observen el sentido de las palabras que la gente le dirigía a Jesús, diciéndole: “Si eres Hijo de Dios…” (Mateo 27:40). Y observen que las palabras de los líderes religiosos llevaban el mismo sentido acerca de Jesús porque decían de él: “Si es el Rey de Israel…” (Mateo 27:42). Lo que revela las palabras tanto de la gente como las de los líderes religiosos, era su ignorancia con respecto al Mesías prometido por Dios desde la antigüedad. No podían ver en Jesús el cumplimiento de la promesa de Dios.
Por supuesto que Jesús era y sigue siendo el Hijo de Dios, por supuesto que era y sigue siendo el Rey de los judíos, y más allá de los judíos. Esto lo sabían hasta los magos extranjeros que casi treinta y cuatro años atrás llegaron a Jerusalén averiguando con respecto a Jesús “Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido” (Mateo 2:2a). Pero para este tiempo, los mismos líderes, en su ignorancia habían elaborado su propia teología y enseñanzas que compartían a la gente para unirse en combatir a Jesús y sus doctrinas con respecto a sí mismo, y con respecto al reino de Dios, y la salvación. Líderes y pueblo estaban en una profunda ignorancia espiritual, aunque en su ignorancia, estaban dando causa a la muerte de Jesús que consiguió la salvación de los elegidos de Dios.
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El cuarto calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
IV.- PALABRAS DE CONDICIÓN.
Especialmente en las palabras de los líderes religiosos, se pudo escuchar palabras de condición para creer en Jesús. Parte de sus palabras fueron: “Si es el Rey de Israel, descienda de la cruz, y creeremos en él” (Mateo 27:42). Obviamente no querían creer en él, y estoy seguro que de todos ellos la mayoría no lo haría aunque Jesús se hubiese bajado por sí mismo de la cruz. Solamente era una manera de burlarse de Jesús. Sin embargo, la actitud de estos religiosos y sus seguidores revela la dureza del corazón humano, que es capaz de ponerle condiciones no solamente a sus semejantes sino has a Dios mismo.
Aun cuando alguien ha comenzado el camino de la fe, el camino del discipulado y de servicio a Dios, y a la causa del evangelio de Jesús, todavía sigue presente en el corazón humano la posibilidad de querer condicionar a Dios. Por ejemplo, Tomás, uno de los discípulos de Jesús, que no había visto a Jesús ya resucitado, aunque sus compañeros discípulos le contaron que personalmente ellos habían visto a Jesús vivo, él les dijo: “si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25). Esto debe ponernos en alerta de que podemos caer en esa mala actitud de condicionar a Dios y a su Hijo Jesucristo, cómo, en qué momento, y bajo qué circunstancias o condiciones estaríamos listos para creer en Jesús. Que ninguno de nosotros, por ninguna razón condicione el creer en Jesús.
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El quinto calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
V.- PALABRAS DE REPRENSIÓN.
Otra de las palabras se dio en una breve conversación que hubo entre los dos malhechores que fueron crucificados a los dos lados de la cruz de Jesús. San Lucas nos relata que uno de los ladrones se comportaba como lo hacía la gente que pasaba y como los líderes religiosos, hablando negativamente en contra de Jesús. El otro malhechor conocido más como el ladrón arrepentido, interviene para interviene para intentar apaciguar las reacciones imprudentes e innecesarias de su compañero, a quien nos dice San Lucas que: “le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?” (Lucas 23:40). Si anteriormente desperdiciaron el tiempo de su vida sin temer a Dios, por lo menos ahora que estaban condenados a muerte, deberían por lo menos tenerle temor a Dios, sin embargo, el ladrón no arrepentido tuvo que ser reprendido para ver si reaccionaba, pero todo indica que ni en el momento de su muerte le interesó temerle a Dios.
En ocasiones es necesario que seamos reprendidos por otra persona que cuente con la autoridad moral para hacerlo. O a veces, tenemos que asumir la responsabilidad de reprender a otra persona. Pero para reprender a alguien es necesario como decimos coloquialmente, no tener cola para que nos pisen. Pero, estimados oyentes no debemos esperar que alguien nos reprenda, porque no suele ser agradable, sin embargo hay quienes al ser reprendidos responden favorablemente a las reprensiones y cambian para bien sus actitudes.
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El sexto calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
VI.- PALABRAS DE TEMOR A DIOS.
Dentro de esta reprensión que el arrepentido hace a su compañero, sus palabras también indican que él arrepentido estaba temiendo a Dios, cuando dice: “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?” (Lucas 23:40). Toda su vida había sido desperdiciada por vivir conforme a sus reacciones insensatas, ocupado solamente en hacer mal a sus semejantes. Sin embargo, a pesar de que estaba condenado a la muerte que le sería inevitable, no le sería un desperdicio comenzar a temerle a Dios, sino al contrario le sería una ganancia porque hay bendición por temerle a Dios.
El temer a Dios, según las Sagradas Escrituras es la mejor decisión que se pueda tomar en la vida, porque es así como una persona comienza a pensar con sensatez y ocuparse de manera correcta y legítima en el beneficio de su vida tanto material como espiritual, pues un antiguo proverbio escritural conocido entre los israelitas era que: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7a). A este hombre que se arrepintió aunque sea en los últimos momentos de su vida, su temor a Dios, le sirvió por lo menos para recibir un beneficio eterno, que su compañero no pudo recibir. De hecho fue a él a quien le aseguraron que “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43)
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El séptimo calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
VII.- PALABRAS DE RUEGO.
Pocos instantes de escuchar la conversación reprensiva entre el ladrón arrepentido y el otro que no manifestó ni arrepentimiento ni remordimiento por sus fechorías; se escucha otra palabra, del mismo ladrón arrepentido, pero ahora dirigido a Jesús, a quien le dice: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42). ¡Quién sabe si este hombre alguna vez escuchó a Jesús! ¡Quién sabe si estaba entendiendo de qué se trataba el reino de Jesús! Es probable también que su confianza en Jesús fue real y profunda llegando a pensar que si Jesús volvería a su reino, él también volvería a ser resucitado para que esté en el reino de Jesús, pues le dice que Jesús le tome en cuenta “cuando vengas”. Quizá en su pensamiento estaba la idea de que eso sucedería algún día, quizá ni siquiera muy cercano, pero manifiesta que estaba dispuesto a esperar ese tiempo y a creer en que es cierto todo lo que Jesús había estado enseñando. Por supuesto que Jesús no establecería un reino terrenal como también lo dejó claro en sus enseñanzas cuando dijo: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36).
Debió ser enorme y sublime su sorpresa que si bien no había muerto por la crucifixión, debió haberle dado un para cardíaco al escuchar la sorpresiva respuesta de Jesús, que fue: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). En realidad cuando se trata de beneficios eternos, Dios no es lento en asegurar a quien lo acepta que inmediatamente se cuenta con la gracia de tener el privilegio de disfrutar lo más hermoso de sus bendiciones. Al mismo reino, al mismo cielo, Jesús le llama “paraíso” para describir en términos terrenales, lo hermosísimo que es estar en la eternidad.
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El octavo calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
VIII.- PALABRAS DE RECONOCIMIENTO.
En las palabras del ladrón arrepentido, no solamente hubo reprensión, y expresión de temor de Dios, ni solamente hubo un ruego. Como parte de su intento de hacer recapacitar a su compañero a quien estaba reprendiendo, para que aquel dejara de injuriar a Jesús, le tuvo que explicar que “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos” (Lucas 23:41a), sino que le tuvo también que explicar acerca de Jesús: “mas este hombre ningún mal hizo” (Lucas 23:41b). Esta es una indicación que aun en su agonía de muerte, este hombre con arrepentimiento tuvo la gracia de poder reconocer la santidad, la justicia, y la inocencia de Jesús.
La conversación del ladrón arrepentido con su compañero de malicias y con Jesús, se dio poco después de la crucifixión. Quizá durante la primera de las tres horas que duró el suplicio de la crucifixión hasta la muerte. Pero el tiempo había transcurrido, quizá poco más de dos horas después de la conversación del ladrón arrepentido. Ya habían transcurrido tres horas desde la crucifixión, ya era la hora novena, como las 3 de la tarde. Incluso Jesús ya había dicho su séptima palabra y ya había muerto, cuando muy cercano a la cruz, se escucha la voz no de la gente de paso, ni de los líderes religiosos, sino de un oficial romano que comandó el acto de crucifixión. Si ya Jesús no estaba vivo para escuchar las palabras del centurión, lo que es seguro es que el Padre si escuchó las palabras de este hombre que libre de prejuicios, y con una mente analítica, se vio en la responsabilidad de tener también que decir a viva voz: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47).
Qué mejores palabras que estas que se escucharon al pie de la cruz, delante de Jesús. No hay duda que sus conciencias fueron alcanzadas por la sublime gracia salvadora de Dios. A nosotros también nos toca la decisión de reconocer que Jesús es el Hijo del Dios viviente que vino a tomar nuestro lugar para pagar con su propia vida la pena que exige la culpabilidad de nuestros pecados, y la santísima justicia de Dios.
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El noveno calificativo de las palabras que se pronunciaron delante de Jesús estando en la cruz, fueron:
IX.- PALABRAS DE CODICIA.
Por último, también les compartiré que al pie de la cruz, ocurrió un momento vergonzoso, e indigno de repetirse de nuevo bajo cualquier modalidad o similitud. San Juan nos relata que “Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. / Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados” (Juan 19:23,24). Esto es lo que bien puede llamarse idolatría, que en vez de estar interesados en creer en Jesús, de tener a la persona de Jesús, en sus corazones, al contrario solamente se interesaron en tener una cuarta parte de la ropa que llevaba puesto el día de su crucifixión.
Hoy no debemos irnos de aquí solamente llevándonos el grato recuerdo de habernos reunido un viernes más de semana santa. No debemos irnos con la sola satisfacción de haber compartido una bebida tradicional que se suele repartir en estos días. Cada quien debe de salir de este lugar rumbo a su casa, que Jesús ya está instalado en su corazón. Si le has recibido antes que bueno, pero si nunca le has recibido como tu salvador, hoy debes tomar la decisión. No te llevarías una reliquia de Cristo. Te llevarías al mismo Jesucristo que dio su vida por ti.
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CONCLUSIÓN: Estimado oyente, qué bueno que viniste a este tiempo de adoración y exposición de la palabra de Dios. Ojalá hayas venido no solamente con la mentalidad de hacer un recordatorio con sentido tradicional. Ojalá hayas venido con la mentalidad y el corazón con el objetivo de encontrarte con Dios y su Hijo Jesucristo. Pero aún si no viniste con ese objetivo:
1.- Te ruego que en este momento decidas tomar la decisión no de burlarte de Jesús como siempre lo hace la gente que no le toma en cuenta en su vida.
2.- Toma la decisión de no de retarlo para que él haga lo que a ti te gustaría que él haga.
3.- Interésate en conocer más su palabra, pues estamos para ayudarte.
4.- Comienza desde ahora a servir comprometidamente a Dios, o renueva ahora mismo tu compromiso de servir a Dios, sin que le pongas condiciones como que lo harás hasta que te jubiles, o hasta que salgas de algún problema.
5.- Teme a Dios sobre todas las cosas. Tu temor no debe estar enfocado en las presiones de las personas.
6.- Reconoce a Jesús como el Hijo de Dios, que ha dado su vida por ti también.
7.- Que la persona y obra de Jesucristo reine en tu corazón.
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