EL MATRIMONIO COMO RELACIÓN DE PACTO
Malaquías 2:14-16.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Luz de Vida” de la col. Bojórquez, de Mérida, Yucatán; el día domingo 08 de Mayo del 2016, a las 18:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: El 23 de Julio del 1859 don Benito Juárez, presidente interino de nuestro país publicó como decreto la Ley del Matrimonio Civil, en el cual en el primero de treinta y un artículos, dice: “El matrimonio es un contrato civil que se contrae lícita y válidamente ante la autoridad civil”[1], originalmente en todos los estados ha sido considerado “entre un hombre y una mujer”, aunque en la actualidad algunos estados han modificado esta heterosexualidad; pero esto no será el tema de este mensaje, sino la cuestión de si debe ser solo o un contrato o no. El sonorense Lic. en Derecho, y gerente jurídico en varios estados, Javier Oroz Coppel, el 01 de Abril 2005 escribió un artículo al respecto de El Contrato del Matrimonio, en el que dice: “Jurídicamente hablando el celebrar una compraventa, pactar un arrendamiento, efectuar una donación o realizar un préstamo es lo mismo que contraer matrimonio. Esta similitud tiene una explicación jurídica que debe de analizarse partiendo de la premisa de que tanto el matrimonio como estas operaciones, son contratos”[2]. Si usted requiere una línea telefónica residencial, sola o con paquete de internet, TV, y llamadas a móviles, usted tiene que firmar un contrato con una compañía de su elección. Si usted requiere recibir en arrendamiento un predio para vivir solo o con su familia, tiene que firmar un contrato para que todo sea legal. Usted se ve en la necesidad de hacer contrato para la energía eléctrica, para el servicio de agua potable, y quizá hasta para el manejo de una cuenta bancaria y de una tarjeta de crédito. Casi todo funciona bajo contrato. Los contratos establecen costos, tiempo de duración, y otras condiciones. Pero con relación al tema que nos ocupa en esta ocasión, ¿debe considerarse el matrimonio solo como un contrato legal, o hay otra manera de considerar el matrimonio?
Nuestro texto bíblico para el mensaje de este momento, tiene su contexto en una serie de rebeliones que los israelitas tenían primeramente para con Dios y luego también para con su prójimo, y entre estos también para con sus respectivas familias y matrimonios. Los israelitas habían llegado al grado de desvalorizar la institución de la familia y del matrimonio, por lo que reciben una amonestación de parte del profeta Malaquías, quien les dice: “Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. / ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. / Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales” (Malaquías 2:14-16). En esta amonestación para corregir la vida matrimonial de un buen número de varones israelitas, el profeta Malaquías, describe a una esposa como “la mujer de tu pacto” (final del v. 14), con lo cual queda bien claro que el matrimonio debe ser una cuestión de pacto.
Pacto según el concepto bíblico que tiene que ver con la relación entre Dios y el ser humano, no consiste en que las dos partes se obligan a cumplir ciertas responsabilidades a favor del otro, sino solamente Dios es quien se obliga voluntariamente a favor del ser humano. El ser humano desde que comenzó a ser pecador, no tiene capacidad para cumplir ninguna obligación delante de Dios, así que no está en la capacidad de hacer pacto con Dios. Y en el caso de Dios, siendo Dios no estaba obligado por nada a obligarse con el ser humano para hacerle algún bien ya sea temporal o eterno, pero Dios voluntariamente se obligó mediante un pacto con el ser humano de bendecirle tanto con lo eterno como con lo temporal. Es en este sentido que la palabra de Dios habla de pacto. Entonces, entendamos el matrimonio como pacto, como la responsabilidad de comprometerse voluntariamente para amar al cónyuge de todas formas posibles y durante toda la vida, aunque no merezca ni valore este amor, e incluso si no corresponde a este amor.
En este mensaje voy a predicarles acerca de que cada persona debe considerar el matrimonio como una relación de pacto. / ¿Por qué debe cada persona considerar el matrimonio como una relación de pacto? / Las palabras del profeta Malaquías a los casados de Israel, les enseñó varias razones por las que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto.
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La primera razón por la que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto, es:
I.- PORQUE CONSIDERA EL MATRIMONIO PARA TODA LA VIDA.
En la actualidad hay personas que ven el matrimonio solamente como una cuestión de contrato civil, al grado que hay quienes se matrimonian con previo acuerdo de tiempo de duración para divorciarse sin pleitos de por medio. Hay quienes se casan para poder conseguir la nacionalidad de otro país, viven juntos un tiempo y luego se divorcian. Aunque también los hay quienes en cuanto surgen las primeras notorias diferencias, mejor recurren de una vez al divorcio, sin darse la oportunidad de corregir sus actitudes personales que han deteriorado su relación. El problema de los varones israelitas de la época de Malaquías, era que estaban repudiando a sus esposas, es decir, divorciándose de sus esposas judías para casarse con mujeres no pertenecientes al pueblo de Dios, mujeres que eran consideradas paganas e idólatras que al mismo tiempo desviaban a los hombres israelitas no solamente de su pacto matrimonial, sino también de Dios. Esto es lo que pasa cuando no se tiene en mente el concepto de que el matrimonio es para toda la vida. Uno piensa que ha encontrado lo que es mejor, cuando en realidad uno solamente ha caído en lo que es peor.
Por eso estos israelitas reciben la amonestación de Malaquías quien les dice: “Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (v. 16a). Este es el concepto de matrimonio como pacto que considerándolo para toda la vida descartando la necesidad de divorciarse por cualquier simple causa. Entre las enseñanzas que Jesús dio en el sermón del monte con respecto al repudio, dijo lo siguiente: “el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32). Jesús, solamente considera una causal que puede dar pie a la validez de un repudio o divorcio, la infidelidad sexual, aunque no necesariamente por ello se tiene que llegar al divorcio, pues si el cónyuge ofendido desea perdonar a su cónyuge ofensor, todavía es mucho mejor que tomar la decisión de divorciarse, pues perdonando se cumple la voluntad y el plan de Dios en cuanto a la duración del matrimonio, porque el matrimonio es un pacto que debe durar toda la vida.
Pero en cuanto a la persona que promueve su divorcio, si es el hombre, dice Jesús que “hace que ella adultere”, pues el hecho de que ella sea inocente de culpabilidad, el que él la repudie y se divorcie de ella, convierte a la mujer en adúltera por el resto de su vida, y si otro hombre se une con ella, también este se convierte en adúltero. Lo mismo ocurre si la esposa es la que promueve su divorcio, hace que mientras ella viva, su ex esposo se convierta en un adúltero, y si otra mujer se une con él, también ella se convierte en adúltera. Aunque afortunadamente, la iglesia no le cierra las puertas a ninguna mujer ni a un hombre que haya sido víctima de divorcio o abandono, sino que si uno es la parte inocente de este fenómeno familiar y social, todavía puede rehacer su vida contrayendo matrimonio nuevamente.
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La segunda razón por la que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto, es:
II.- PORQUE EXIGE LA MUTUA LEALTAD TODA LA VIDA.
Una de las ideas que los israelitas de la generación de Malaquías tenían en cuanto al matrimonio, es que si ya no eres joven, ya no me sirves. El reclamo de Malaquías a sus paisanos fue: “…Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud” (v. 14a). ¿Qué es lo que Jehová Dios atestiguaba entre los matrimonios de su pueblo Israel? Dios era testigo de lo que los esposos israelitas estaban haciendo en contra de sus esposas. Muchos de ellos comenzaron a ver con desagrado que sus respectivas y legítimas esposas ya no estaban en su juventud sino que estaban comenzando a envejecer, a tener arrugas en el rostro, y entonces iban en busca de otra mujer más joven. Otros a pesar de la juventud, hermosura, fidelidad, y más valores de sus respectivas esposas, comenzaron a tratarlas con deslealtad abandonándolas, engañándolas con otras, y hasta cambiándolas por otras mujeres de otras nacionalidades gentiles cuyos dioses eran ajenos al único y verdadero Dios. Por eso, la amonestación del profeta Malaquías para ellos fue: “no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud” (final del v. 15). Esa actitud de mujeriego, de infiel, de adúltero, es considerado por el profeta como una deslealtad al pacto del matrimonio.
En una relación que se considera de pacto, no se admite el tener que ponerle fin al matrimonio, ni cambiar al cónyuge, ni serle desleal engañándole con otra persona solo porque el espos@ ha comenzado a dar señales de envejecimiento, de bancarrota o pobreza, o enfermedad. Por eso cuando se contrae matrimonio, el señor ministro pide a ambos contrayentes que se ofrezcan su respectivo voto o pacto de fidelidad en palabras similares a estas: “Prometo amarte y honrarte, sean días de alegría o de dolor, haya prosperidad o escasez, seas san@ o enferm@, para acompañarte, cuidarte y gozarme contigo, hasta que la muerte nos separe”. Si el cónyuge ya no se ve joven como al principio, o si ya no tiene el mismo dinero de antes, o si se ha quedado sin buena salud, en ningún caso se puede tomar como pretexto para que uno sea desleal con el cónyuge porque hay un pacto o voto de por medio que debe respetarse por la dignidad humana del cónyuge. Pero cuando el matrimonio solo se ve solo como un contrato civil, puede no ser importante la lealtad, pero Dios no espera que uno abandone a su cónyuge, ni que uno le cambie, pero tampoco que uno le engañe con otra persona.
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La tercera razón por la que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto, es:
III.- PORQUE CUMPLE CON UNA SOLA PERSONA TODA LA VIDA.
Como parte de toda la exhortación, el profeta Malaquías le hace dos preguntas a los israelitas. Son preguntas que juntas contienen en sí mismas la respuesta correspondiente. La primera de las preguntas fueron: “¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu?” (v. 15a). La primera realidad que los israelitas deberían recordar con estas preguntas tiene que ver con el origen del ser humano y del primer matrimonio, que según las Sagradas Escrituras, Dios solamente sopló aliento de vida en la nariz de Adán dándole de esta manera el espíritu que necesitaba para vivir; pero cuando creó Dios a Eva no dice las Escrituras que Dios haya soplado en ella un nuevo aliento de vida o espíritu, sino que del mismo espíritu de vida de Adán fue comunicada la vida a Eva. Por eso el matrimonio consiste no tanto en la unión física sino en unir la vida total en un solo espíritu, por lo que debe cuidarse en permanecer para toda la vida con la misma persona. Una vez que uno haya unido su vida en matrimonio con otra persona, no hay que andar buscando una nueva experiencia conyugal, porque Dios no hizo dos personas ni para el hombre ni para la mujer. Por eso la pregunta de Malaquías: “¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu?”. Dios hizo que Adán y Eva sean uno solo primeramente en la carne y luego también uno en el espíritu humano al ser hecha ella primeramente de la costilla y carne del hombre, y luego de vivir por la vida de Adán.
Por otra parte, aun cuando Eva fue la que primeramente pecó contra Dios comiendo del fruto del árbol prohibido, afectando así inmediatamente a su esposo, Dios no consideró cambiar a Eva por una nueva mujer que Él bien pudo haber creado inmediatamente. Pero la cuestión no es solamente para limitación del hombre sino también de la mujer, pues Dios no solamente no le trajo a Adán una segunda esposa que fuese mejor que Eva, sino que tampoco le trajo a Eva un segundo y mejor hombre que fuera más responsable en cuidar y velar porque ambos obedecieran a Dios en todo. Por así decirlo, ambos tenían que aprender a vivir con sus diferencias de opinión, de carácter, y decisiones. Muy pronto, Adán es el primero en quejarse ante Dios de que Eva fue quien le indujo a desobedecer el mandamiento de no comer de aquel fruto que le traería las sentencias correspondientes que incluían el cansancio, el dolor, y la muerte; pero Dios no consideró necesario disolver dicho matrimonio, sino que a pesar de sus diferencias, tenían que soportarse y amarse para el resto de sus vidas. Es así como funciona un matrimonio como pacto; ambos consideran cumplir con la misma persona no solamente por un poco ni por una cantidad considerable de tiempo, sino para toda la vida.
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La cuarta razón por la que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto, es:
IV.- PORQUE FAVORECE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS PARA DIOS.
Luego que Malaquías les explica la razón por qué Dios solamente hizo una esposa para Adán, y porque a Eva un solo esposo, les hace una segunda pregunta respondida por una razón de mucha importancia. La pregunta y su respuesta correspondiente es: “¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios” (v. 15a2). Uno de los propósitos del matrimonio es el tener hijos, pero los hijos no deberían crecer ajenos a Dios, sino deben ser “descendencia para Dios”. Dios hizo que Adán y Eva ambos fueran un solo cuerpo y un solo espíritu humano, para que posteriormente sus hijos no solamente sean producto de su unidad corporal, sino que también sean “descendencia para Dios” como producto de su unidad espiritual procedente del único soplo de vida que recibieron de Dios.
En la realidad de nuestra época, muchos matrimonios que son creyentes en Jesucristo, no han podido o no pudieron crecer a sus hijos como “descendencia para Dios”. ¿Se imaginan ustedes lo complicado que sería para una madre educar a sus hijos para Dios si sus hijos son de dos o tres padres distintos que no están con ella, aunque supongamos que el último de ellos todavía vive con ella? ¿Se imaginan ustedes lo complicado que es para un padre educar a sus hijos que los tiene con dos o tres mujeres distintas en que viven en diferentes lugares? Inevitablemente en ambos casos, los hijos van a crecer desorientados en cuanto ser “para Dios”. ¿Se imaginan lo más complicado que es educar a los hijos como una “descendencia para Dios”, si los dos no están en la fe de Jesucristo, y si además los padres no están verdaderamente comprometidos en pacto sino solamente por un contrato civil? Pero en un matrimonio en el que ambos cónyuges se tratan en una relación de pacto comprometidos el uno para con el otro, tienen el potencial necesario y suficiente para educar a sus hijos en el temor de Dios, y con mejor capacidad si ambos son creyentes en Jesucristo; pero los que solamente se sienten amparados por un contrato civil no siempre tendrán la capacidad suficiente ponerse de acuerdo para educar a sus hijos de manera que ellos aprendan a tener a Dios en primer lugar en sus vidas.
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La quinta razón por la que se debe considerar el matrimonio como una relación de pacto, es:
V.- PORQUE MANIFIESTA UNA BUENA ESPIRITUALIDAD.
Es interesante observar que en dos ocasiones, el profeta Malaquías les insiste a los israelitas: “Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales” (vv. 15b, 16b). El vivir el matrimonio como pacto de vida es evidencia de una buena y sana espiritualidad, que no se adquiere con solo firmar un contrato civil, pues se requiere de una decisión que va mucho más allá del papel y de la tinta, pues tiene que ver con la decisión del corazón de no planear causar ningún agravio hacia la persona que hemos escogido como el cónyuge de toda la vida. La verdad de las cosas es que la espiritualidad de una persona se puede medir no en qué tan bonito sabe uno hacer una oración en la iglesia, no qué tan bonito sabe uno predicar los sermones dominicales, no qué tan bonito sabe uno tocar un instrumento musical del ministerio de alabanza, ni qué tan bonito sabe uno cantar solo o en el coro de la iglesia. Con todo ello, uno podría ser tan desleal hacia su cónyuge, porque todo ello podría hacerse sin una actitud verdaderamente espiritual sino solamente mecánica.
La espiritualidad de una persona es más fácil medirla y observarla en la relación matrimonial. Nadie más que tu cónyuge conoce tus virtudes y tus defectos, y cuánto luchas por corregir tus defectos. Todos los problemas que surgen en el matrimonio y que amenazan su estabilidad, es por falta de una buena espiritualidad, pues cuando no hay una buena espiritualidad en el matrimonio, la relación se derrumba o se arruina. Pero esto tiene solución recurriendo con urgencia al Espíritu Santo de Dios para adquirir en él las virtudes espirituales que pueden sostener la relación matrimonial. Esta espiritualidad no viene automáticamente, sino mediante el cultivo de una buena relación primeramente con Dios. La espiritualidad de un hijo de Dios según el apóstol Pablo se nutre con las obras o frutos del Espíritu Santo, que son: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23), y estos frutos capacitan a todo cónyuge a cumplir con sentido espiritual su compromiso en la relación matrimonial.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, el hecho de que el matrimonio debe ser un pacto voluntario para toda la vida del cónyuge o de nuestra propia vida, nos debe recordar el amor de Jesucristo por cada creyente y por toda su iglesia. Primero, vemos en las Sagradas Escrituras que el apóstol Pablo ilustrando con el amor de Dios el pacto que se debe vivir en el matrimonio, dice que debe ser: “…así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). Luego, aunque Jesús se iba de regreso al cielo, le escuchamos comprometerse no solo con sus primeros apóstoles sino con toda su iglesia, para quienes dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Jesús es el modelo de nuestra manera de vivir toda relación humana, ya sea de amistad, de compañerismo, de hermandad, de familia, de matrimonio, etc…
Quizá usted se da cuenta que no puede seguir el ejemplo de Jesús, porque la forma de ser de usted no es como la de él. Eso significa que usted tiene que apegarse más a Jesucristo, pues el apóstol Pablo le dijo a los Corintios que los creyentes “tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Jesucristo está sembrando en nosotros su carácter divino, a la medida que también dejemos que su carácter y manera de pensar se plante en nuestro corazón. Solo podemos asumir la totalidad de nuestras responsabilidades en nuestro pacto matrimonial si Jesucristo es quien moldea nuestra forma de pensar y de actuar.
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[1] http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/3Reforma/1859LMC.html
[2] http://esfuerzocotidiano.blogspot.mx/2005/04/el-contrato-de-matrimonio.html
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