LOS LAICOS AMAN SERVIR EN LA OBRA DE DIOS, Por: Diego Teh.

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LOS LAICOS AMAN SERVIR EN LA OBRA DE DIOS

Nehemías 1.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la CXXV reunión presbiterial ordinaria del H. Presbiterio del Mayab, en la iglesia “Emanuel” de Ekmul, Yucatán, el día viernes 08 de Enero del 2016, a las 9:00 horas, como sermón de apertura de la reunión.

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   INTRODUCCIÓN: ¿Cuántos de los que están aquí presentes se consideran laicos? La palabra laico indica que algo o alguien no pertenecen a ninguna confesión religiosa.  Por ejemplo, se dice que la educación o la escuela son laicas porque su enseñanza no procede de la religión.  Se dice que el estado es laico, porque no es la religión la que reglamente su sistema de gobierno.  Pero, laico también se aplica para alguien que no ha recibido ninguna ordenación que otorga una iglesia.  Dependiendo del medio en el que se maneje el concepto, podría por ejemplo en el romanismo a los que no han sido ordenados para algún oficio religioso también se les llama legos, y hasta seglares, o simplemente seculares.  Sin embargo, laico también se entiende como aquella persona que aun habiendo recibido alguna ordenación como anciano o diácono de la iglesia, no se dedica de tiempo completo al desempeño de dicho oficio, sino solamente en parte de su tiempo después del que dedica a su trabajo y a su familia.  Prácticamente solo el pastor de la iglesia no es laico.  Así que muchos de los que estamos aquí son los laicos que están en las iglesias presbiterianas hoy representadas en esta reunión presbiterial: los ancianos de iglesia, las hermanas de las sociedades femeniles, los jóvenes de las sociedades de esfuerzo cristiano, los ministerios de alabanza, los coros, y todos los demás creyentes en Jesucristo miembros de la iglesia.

  Según mi estimación personal, aquí en nuestro contexto, aproximadamente solo 1 de cada 100 creyentes tienen el llamado de Dios para ser pastores de tiempo completo para iglesia de Jesucristo.  O sea, solo tenemos a uno de cada 100 creyentes que no es laico.  El 99% de los creyentes no tienen el llamado para ser pastores de la iglesia, y se puede decir que son laicos.  En la mayoría de las iglesias que aquí representamos, cuando mucho 6 a 10 de cada 99 laicos ha aceptado el privilegio de servirle como ancianos o diáconos.  Pero hay otros 89 de cada 100 laicos que deben amar más el servir a Dios, pero primero necesitan fortalecer su convicción de servir decididamente a Dios de alguna manera.

   En este mensaje les compartiré que un laico debe tomar en consideración diversos aspectos de su vida cotidiana para que pueda amar el servir a Dios. /  ¿Qué diversos aspectos de la vida cotidiana debe tomar en consideración un laico para que pueda amar el servir a Dios? / Basado en el libro de Nehemías capítulo uno, en el testimonio mismo de Nehemías un creyente judío que ni era profeta, ni sacerdote, ni rey, sino simplemente un laico, un copero de un rey pagano en la capital del impero Persa, les compartiré algunos aspectos de la vida cotidiana que tomó en consideración para contribuir de diversas maneras en la solución de diversas necesidades de la ciudad de Jerusalén en Judá

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   El primer aspecto de la vida cotidiana que se debe tomar en consideración para poder amar el servir a Dios como un laico, es que:

I.- TU PROFESIÓN NO DEBE QUITARTE EL AMOR POR LA OBRA DE DIOS.

   De la última frase de este capítulo, nos enteramos del trabajo que realizaba Nehemías.  En sus propias palabras dice: “Porque yo servía de copero al rey” (Nehemías 1:11c).  Ser copero era un puesto de trabajo privilegiado y de importancia. No consistía solamente en servir los vinos y alimentos de los reyes, sino al mismo tiempo por lo general eran consejeros de los reyes.  Pero el detalle más importante es que este hombre no era un sacerdote, y ni siquiera descendiente de sacerdotes; tampoco era un profeta, ni descendiente de los reyes de Judá.  Solamente era un laico dedicado a su trabajo al mismo tiempo que demuestra interés por servir en una obra para beneficio del pueblo de Dios.

   Como copero y hasta consejero de Artajerjes sin duda que tenía muchas cosas en qué pensar cada día. ¿Cómo se le ocurre estar pensando en la condición de una provincia y en una ciudad que jamás había conocido en su vida?  En su testimonio relata que: vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.  /  Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.  /  Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos” (Nehemías 1:2-4).  Lo que podemos observar en Nehemías es que no tenía un llamado a ninguno de los tres oficios antiguos: Sacerdote, profeta o rey, sino que era una persona dedica a su trabajo, un laico que mientras trabajaba amaba al pueblo de Dios y a la obra que Dios realiza por su pueblo.

   Amados hermanos, cada uno de ustedes están dedicados la mayor parte de su tiempo a sus propios oficios o profesiones, mediante los cuales también sirven y glorifican a Dios, pero no deben dejar que sus trabajos y otros compromisos sin duda también importantes les consuma todo el tiempo e interés de servir a Dios mediante la obra salvadora o misión que Él realiza mediante la propagación del santo evangelio de Jesucristo en las ciudades, municipios y comisarías.  No dejen que sus trabajos con el cual Dios les bendice para el sustento de la familia les absorba su tiempo y amor de tal manera que se olviden de amar también la obra de Dios a través de la iglesia de nuestra Salvador y Señor Jesucristo.  Al mismo tiempo que realizan sus trabajos con responsabilidad, con seriedad, con profesionalidad, amen la obra de Dios.  Más que a Nehemías, tenemos a Jesucristo como ejemplo de que aun siendo Dios mismo, suficiente honra en el cual debió haber estado ocupado, nos dice el apóstol Pablo que “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25b).  Su divinidad no le impidió amar a los pecadores por quienes dio su vida, y los ha constituido en iglesia (los llamados de Dios para salvación).  Por eso hermanos, no importa que tan grande honor, posición, o privilegio de trabajo tengamos, no debemos descuidar el interesarnos servir con amor en la obra de Dios.

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   El segundo aspecto de la vida cotidiana que se debe tomar en consideración para poder amar el servir a Dios como un laico, es que:

II.- LA DISTANCIA NO DEBE IMPEDIRTE DEMOSTRAR AMOR POR LA OBRA DE DIOS.

   Prestando atención a la historia observamos que en el v. 1 Nehemías nos indica el lugar donde vivía.  Dice: “estando yo en Susa” (Nehemías 1:1).  Susa era la capital de Persia.  El contexto de su relato hace evidente que físicamente estaba en Susa de Persia dedicado responsablemente a su trabajo, pero sus pensamientos, su amor, y intereses estaban en la ciudad de Jerusalén a uno 1570 kilómetros según una ruta actual por automóvil que se puede recorrer en 18 horas 11 minutos; pero caminando se estima un total de 318 horas (40 días, suponiendo que se aguante caminar 8 horas diarias, aunque podría llevar más días según las condiciones del tiempo, del camino, de la salud de los caminantes, y hasta de la carga que se lleva consigo)[1].

   Su pregunta por la condición de la ciudad de Jerusalén, sus lágrimas por la ciudad, su tiempo de oración y de ayuno, y todas las gestiones que realizó por aquella ciudad demuestran en la persona de Nehemías que la distancia en la que uno se encuentra de la obra en la que uno debería estar involucrado, no impide que por amor se busque la manera de hacer algo al respecto.  Como dato adicional, Nehemías ni siquiera conocía la ciudad.  El nació en Babilonia durante el cautiverio, allí creció y debió haber trabajado en algún otro oficio.  Ahora, la mano de Dios le había llevado a otro país donde seguía trabajando; sin embargo, un amor procedente del corazón de Dios se estaba desarrollando en su corazón para servir a Dios y a su pueblo en Jerusalén a no poca distancia de Susa.

   Amados hermanos, nunca hemos estado en una situación de exilio como lo vivieron los judíos, pero de manera similar nos toca oportunidades de ausentarnos de la población donde vivimos porque por cuestiones de trabajo es necesario trasladarse a veces cerca, a veces no tan cerca, y otras veces verdaderamente lejos.  Por necesidad de trabajo llegan ocasiones en la que uno se ve obligado a ausentarse también de la iglesia local de Jesucristo en la que estamos comprometidos a servir a nuestro Salvador en la propagación de su evangelio.  Algunos aprovechan estas situaciones como oportunidad para librarse de su compromiso de servir a Dios, manifestando un espíritu de irresponsabilidad, no dando muestra alguna de equilibrar su ausencia con su compromiso y servicio.  Sin embargo, también hay quienes mientras están distantes de la obra local del Señor donde están comprometidos, su corazón es como la del salmista que decía: “¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 42:2b).  Obviamente, primero anhelaba a Dios, pero también anhelaba estar en su pueblo o ciudad para servirle, pues en su auto reflexión también dijo: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:13).  Cuando estaba lejos estaba anhelando regresar donde junto con los demás canaliza su servicio para Dios.  De la misma manera cuando estemos lejos de la iglesia en la cual servimos debemos anhelar volver pronto para servir por medio de ella.  Quizá lo mínimo que uno puede hacer es enviar también las aportaciones económicas que se necesitan para cubrir los gastos que la obra de Dios requiere.

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   El tercer aspecto de la vida cotidiana que se debe tomar en consideración para poder amar el servir a Dios como un laico, es que:

III.- TU TRABAJO NO DEBE IMPEDIR TU TIEMPO DE ORACIÓN POR LA OBRA DE DIOS.

   Orar quizá es lo menos que puedes hacer, pero es lo más grande que puedes hacer porque primero toca las puertas de la bendición de Dios.  Un aspecto de la historia del involucramiento de Nehemías en trabajar para la obra de Dios en Jerusalén, consiste en que después de haber preguntado por la condición de los habitantes de Jerusalén y sus descendientes que 70 años atrás quedaron sin ser llevados en cautividad; y cuando se entera de la condición real no solo de los muros y puertas de la ciudad de Jerusalén, sino también de toda la provincia de Judá, nos relata él mismo que: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos” (Nehemías 1:4).  Estas palabras de Nehemías nos debe recordar a Jesucristo quien también lloraba cuando era necesario, ayunaba y oraba todos los días.

   Jesús también como Nehemías, lloró relevantemente por lo menos en dos ocasiones mencionadas en los Evangelios movido por un amor profundo hacia las personas a quienes principalmente vino a servir.  Una de las ocasiones fue cuando se enteró de la muerte de uno de sus mejores amigos, de Lázaro (cf. Juan 11:35).  La siguiente ocasión fue mientras realizaba su entrada triunfal a Jerusalén, nos dice San Lucas que “cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella” (Lucas 19:41).  En este caso por la incredulidad de los habitantes de Jerusalén y por las consecuencias que ellos mismos acarrearían sobre sí mismos por causa de su rechazo constante hacia la voluntad de Dios.

   Jesús también como Nehemías, ayunaba y oraba “delante del Dios de los cielos”.  Le vemos orando en el desierto, en el templo, en lugares apartados del bullicio de la gente, le vemos en el Getsemaní del Monte de los Olivos, le vemos aún en la cruz orando.  En cuanto al ayuno, era también una práctica acostumbrada y sagrada para él.  En una ocasión un padre de familia había acudido primero a los discípulos de Jesús para que estos liberaran a su hijo de una posesión demoniaca.  Sus discípulos simplemente no pudieron.  El padre de familia busca a Jesús y se queja de los discípulos.  Jesús inmediatamente reprende al demonio, y el demonio sale del muchacho quien queda totalmente sano.  Luego Jesús se dirige a sus discípulos y educativamente les exhorta diciéndoles que: “este género no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21).  Eso significa que Jesús estaba en aquel momento en estado de ayuno y sin duda que también de oración.

   Pero el detalle que quiero enfatizar en este punto es que Nehemías no era un sacerdote o un levita, ni un músico o cantor que se la pasaba en el templo dedicado a las disciplinas de la oración y el ayuno, sino era una persona sin duda que dedicado a su trabajo laico como copero y a su familia.  De hecho ni siquiera había un templo de Jehová ni en Babilonia ni en toda Persia, a donde ir a orar.  Así que Nehemías probablemente pudo haber orado como Daniel en su propio domicilio. El único requisito para orar cuando un judío o israelita se encontraba fuera de su país era tener su rostro mirando hacia la ciudad de Jerusalén mientras se hace la oración (2 Crónicas 6:34-39; Daniel 6:10,11).  Así que Nehemías aun siendo un laico trabajador como empleado de la corte persa, fue responsable en separar tiempo para orar pidiendo a Dios por la solución de los problemas que según Hanani era grave porque la condición de la ciudad es que los habitantes están en gran mal y afrenta” (Nehemías 1:3) por lo que ya llevaban para esa fecha casi un siglo sin poder reconstruir su ciudad.  Y después de orar, 4 meses después, de Nisán a Quisleu, Dios comenzó a mover cielo, mar y tierra en Israel, en Babilonia, y hasta en Persia mismo; a emperadores y reyes vasallos en toda la ruta de más de 1500 km dentro del imperio desde Persia hasta Judá.  Todo como respuesta a la oración de un laico que amó servir en la obra de Dios donde había una gran necesidad.  Finalmente no es la obra de Nehemías, sino Dios haciendo la obra correspondiente en respuesta a un hombre laico que dedicó tiempo para orar exponiendo a Dios las necesidades de su pueblo en Jerusalén y toda Judá.

   Amados hermanos laicos, es importante trabajar en sus oficios o profesiones, pero también es importante orar por las necesidades de la obra de Dios en las iglesias donde el Señor nos ha ubicado para servirle.  Orar es tocar las puertas de la misericordia de Dios para bendecir su obra.  Nuestro Honorable Presbiterio del Mayab, desde su organización en 1954 hasta la fecha siempre ha dependido de la oración a Dios que creyentes responsables primeramente con Dios, han hecho para todos y cada uno de los proyectos presbiteriales que se han tenido en nuestra historia, e incluso han orado para todos los proyectos de cada iglesia local.  Han sido laicos que mientras trabajan y hasta mientras descansan consideraron importante buscar la voluntad y el favor de Dios mediante la oración.  Hoy nos toca a cada uno de nosotros.  Dios sigue respondiendo oraciones a favor de este presbiterio y a favor de las iglesias, congregaciones, centros misioneros, células, personas, y proyectos.

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  CONCLUSIÓN: Amados hermanos, hoy, la obra de Dios entre nosotros no consiste en la reconstrucción de muros de alguna ciudad, sino de alcanzar las metas de nuestro actual proyecto presbiterial.  Quiero recordarles que cada iglesia, cada pastor y cada laico, sea anciano, diácono, directivo, coordinador de algún ministerio, y todo miembro de la iglesia, hemos asumido la responsabilidad de trabajar en lo que hemos llamado: “Proyecto 10”.   Aunque analizándolo bien, nuestra visión todavía queda corta, porque por lo menos el proyecto debería llamarse “Proyecto 28”, para que no solamente 10 congregaciones lleguen a ser iglesia, sino todas las 28 actuales congregaciones que están bajo jurisdicción de las iglesias en las que servimos, lleguen a ser organizadas en 28 nuevas iglesias.  Ustedes hermanos ancianos, y todos los laicos (hermanos y hermanas) deben preguntar como Nehemías lo hiciera: ¿Cómo está la congregación de nuestro campo consistorial que debemos apoyar para que sea iglesia?  Pero como también hay 32 centros misioneros que tienen que trabajarse para que crezcan, los alcances del “Proyecto 10” no son suficientes, por lo que deberíamos tener activo otro proyecto que se llame “Proyecto 32” para que cada uno de estos centros misioneros pase al siguiente nivel de crecimiento y organización.  En total deberíamos tener por lo menos un “Proyecto 60”, pero como es necesario extender el avance de la obra salvadora de Dios abriendo nuevos proyectos de futuras iglesias por lo menos aquí en nuestro estado de Yucatán, entonces debemos pensar en un “PROYECTO 60 y MÁS”.  Pero todo esto se tiene que hacer tanto por el servicio de los pastores así como de cada uno de ustedes los laicos hoy presentes en esta reunión que mientras estén dedicados en sus respectivos trabajos, haya también en ustedes el deseo de trabajar en la iglesia local, en las congregaciones, y en los centros misioneros.

   En la historia bíblica de los 70 años de la cautividad de los judíos en Babilonia, y los años subsecuentes en Persia, encontramos a miembros del pueblo de Dios que favorecidos por la gracia de Dios, llegaron a ocupar trabajos y posiciones prominentes aunque al mismo tiempo se encontraban en calidad de súbditos.  Por ejemplo: Daniel, bajo decreto del rey Belsasar llegó a ser en Babilonia el tercer señor del reino (Daniel 5:29), y pasó a servir a Darío el Medo (Daniel 5:31), y luego también a Ciro el emperador Persa que derrocó al imperio babilónico.  Ester, llegó a ser la esposa del rey Persa Asuero, no pensando en su posición favorable de reina, sino interesada en el bien del pueblo de Dios a quienes sirvió librándolos de un gran genocidio que pudo haber sido mayor que el que Adolfo Hitler hiciera a los judíos de su época.  Nehemías, por su parte hizo lo suyo reconstruyendo los muros de la ciudad de Jerusalén, reorganizó la administración del templo y culto de su tiempo, gobernó a los judíos con temor de Dios (cf. Nehemías 5:14,15); e hizo mucho más siendo solamente un laico.  Hasta nuestro Señor Jesucristo se hizo laico al no aferrarse a su forma e igualdad de Dios sino despojándose a sí mismo tomó forma de siervo (cf. Filipenses 2:6,7) para servirnos de salvador a los pecadores.  Por eso, no es gran exigencia que de entre nuestras ocupaciones amemos la obra de Dios, dedicando nuestro tiempo, fuerzas, dinero, servicio, y oración, etc…

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[1] Usar la calculadora de distancias de la página http://www.distanciasentre.com/ poniendo como origen Jerusalén, Israel, y como destino Shush, Khuzestán, Irán. (Si se pone Susa, Persia, como destino, el sistema lo cambiará a Shush, Khuzestán, Irán.  Se puede utilizar las opciones de conducción, caminando, ciclismo, tren, autobús, rail, metro, y tranvía.

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