YO SOY DE ARRIBA
Juan 8:21-23.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la iglesia “Ebenezer”, de Yaxhachén, mpio de Oxkutzcab, Yucatán; (AÑO 2012), un sábado a las 19:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: En una ocasión Jesús enseñando a un grupo de judíos, les dijo: “Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir” (Juan 8:21). No era una amenaza de Jesús al anunciar su regreso al cielo mismo de donde antes vino. Fue más bien una confrontación para que aquellos judíos se arrepintieran de sus pecados, para que entonces sí puedan ir al cielo a donde Jesús anunciaba que pronto regresaría. Pues sin arrepentimiento de los pecados de aquellos judíos, Jesús tenía razón al decirles que por ello no podrían ir a donde él iba. Sin embargo, estas palabras de Jesús, no fueron bien entendidas por aquellos judíos amantes del pecado, más bien ni les interesaba ni el cielo, ni Jesús, ni el arrepentimiento. San Juan nos relata que luego del anuncio de Jesús: “Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?” (Juan 8:22). Para ellos, seguramente qué mejor si se suicidaba, pues no les era muy agradable con sus amonestaciones contra el pecado. Luego, Jesús les hace una afirmación, de la cual he escogido una parte para enfatizar en este mensaje. Jesús les dijo: “Vosotros sois de abajo. YO SOY DE ARRIBA; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” (Juan 8:23). La afirmación de Jesús: “YO SOY DE ARRIBA” es la expresión que usaré para el desarrollo de este mensaje. Pero antes, observemos un par de detalles en este panorama que nos relata el apóstol Juan con respecto a estas palabras de Jesús a aquellos judíos. Primero, el contraste que Jesús dice acerca de aquellos judíos cuando les afirma que ellos son “de abajo” o de “este mundo” mientras él es “de arriba”. Segundo, el hecho de que cuando les anuncia que él se irá, a ellos no les dice que también se irán con él, sino que a ellos les dice: “pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir”. Esto, debería haberles dejado claro que si hay algo que hace que una persona, sea “de abajo” o “de este mundo” es el mismo pecado al cual uno mismo se entrega. Pero, ¿por qué Jesús dijo ser de arriba?
Para objetivo de este mensaje, voy a presentarles que Jesús tenía muchas razones para afirmar: “Yo soy de arriba”. / ¿Cuáles son las razones por las que Jesús afirmó: “Yo soy de arriba”? / Por medio de este mensaje, les voy a compartir algunas razones por las que Jesús dijo “Yo soy de arriba”.
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La primera razón por la que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, es:
I.- PORQUE ES DIOS MANIFESTADO EN CARNE.
El apóstol Pablo en su primera epístola a Timoteo, explicándole acerca de la piedad, lo primero que le explica dentro de una serie de seis elementos del misterio de la piedad, es que: “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). Su manifestación “en carne”, es la realidad de que Jesús siendo Dios tomó la decisión de ser no la carne de cualquier ser vivo sino la de un ser humano que pasó por el proceso de gestación, nacimiento, niñez, adolescencia, juventud, y edad adulta. Pero Jesús antes que humano, primeramente es totalmente Dios, y luego también totalmente humano sin dejar de ser Dios. Por eso, cuando dijo: “Yo soy de arriba”, lo que con ello estaba indicando, es que aunque es humano, en realidad es Dios, quien se considera habita arriba y no en otra dirección. Es a esto mismo que el apóstol Pablo les dijo a los Filipenses acerca de Jesús, que: “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6,7). Claro que es de arriba, pues es Dios quien voluntariamente se hizo semejante a los hombres.
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La segunda razón por la que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, es:
II.- PORQUE NO ADOPTÓ EL SISTEMA MORAL DE ESTE MUNDO.
Junto con su afirmación a los judíos cuando les dijo: “Yo soy de arriba”, hizo otra afirmación aclaratoria y complementaria diciendo “…yo no soy de este mundo” (Juan 8:23b). Obviamente, todo aquel que nace en este mundo pertenece geográficamente a este mundo, pero en la biblia la palabra mundo no siempre significa geográficamente el planeta tierra, sino que mundo significa en sentido bíblico y teológico el sistema de vida en el cual los seres humanos hacen un lado a Dios, diseñando su propia manera de vivir para ser felices, aun cuando vivan en abierta desobediencia a la voluntad revelada de Dios. Pero Jesús no era parte de ese sistema moral (o inmoral) de vida. En esa ocasión que a los judíos les dijo: “yo no soy de este mundo”; y la noche anterior a su crucifixión cuando a su propio Padre celestial al encomendarle a sus discípulos, le dijo lo mismo acerca de ellos que: “no son del mundo”, (pero insistió en decirle a su Padre “como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14,16), lo que en ambos contextos estaba afirmando es que Jesús aunque se había formado en medio de la cultura humana, no estaba siguiendo los patrones de la cultura humana, sino la formación que la misma palabra de Dios proporciona para que una persona no viva según ideas propiamente humanas sino en valores procedentes de la voluntad revelada de Dios. Eso hacía que Jesús no sea moralmente de este mundo, sino perteneciente al sistema de arriba que pertenece a la voluntad de Dios que ha sido revelada para los seres humanos.
En cuanto a los fariseos, precisamente a pesar de su religiosidad, Jesús les dice: “en vuestro pecado moriréis” (Juan 8:21). Eso es lo que ocurre en toda persona que vive bajo el sistema moral de este mundo, e incluso bajo solamente el abrigo ritual de la religión aunque esta se llama cristiana. Pero cuando Jesús afirma que es “de arriba”, estaba diciendo que él aunque estaba en este mundo no vino para vivir conforme a la moral ni pecaminosa de este mundo, ni de una moral religiosa, sino que vino para vivir los valores divinos, celestiales, y sublimes que pudieren existir. Es por eso que Pilato tuvo que decir de Jesús: “Ningún delito digno de muerte he hallado en él” (Lucas 23:22). Es por eso que el ladrón arrepentido también crucificado junto a Jesús dijo acerca de Jesús a su otro compañero ladrón: “mas éste ningún mal hizo” (Lucas 23:41). Es por eso que el centurión que comandó y escoltó la crucifixión de Jesús finalmente dijo: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47). Y es por eso que también el apóstol Pedro, en su primera epístola a los creyentes dispersos por todo el mundo les escribió acerca de Jesús que: “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22). Esta santidad de Jesús no propia del mundo sino de los valores de Dios, son las que hicieron afirmar a Jesús “Yo soy de arriba”.
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La tercera razón por la que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, es:
III.- PORQUE VINO A TRAER EL REINO DE LOS CIELOS.
Si era “de arriba”, entonces, ¿qué hacía acá abajo? San Mateo registra 32 veces a Jesús predicando algo acerca del reino de los cielos. Se puede decir entonces que vino acá abajo para traernos desde arriba un reino que es distinto a los reinos que este mundo ha podido tener durante toda su historia. El reino que Jesús predicó, siendo de los cielos, se puede decir que es el reino “de arriba”; y siendo él el Rey de dicho reino, entonces es entendible que él haya venido de arriba, por eso casi al final de su ministerio decía: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). Jesús, el Rey del reino que no es de aquí sino de los cielos, vino a nuestro planeta para traernos el evangelio de aquel reino de los cielos que se encuentra no aquí en este mundo sino allá arriba. Por eso Jesús dijo que viene y que es “de arriba”.
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La cuarta razón por la que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, es:
IV.- PORQUE EN TODO ES TOTALMENTE SUPERIOR.
El apóstol Juan nos relata un evento que ocurrió cuando Juan el Bautista, recientemente había bautizado a Jesús. Los judíos vinieron a los discípulos de Juan a quejarse entre varias cosas, que Jesús estaba bautizando también. Juan el Bautista fue muy claro al decirles: “No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. / Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. […] Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:27,28, 30). Y luego les añadió lo siguiente con respecto a Jesús: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos” (Juan 3:31). Juan tenía claro la superioridad de Jesús, a él se refería cuando dijo: “El que de arriba viene, es sobre todos”, y cuando dijo: “el que viene del cielo, es sobre todos”. Con estas palabras afirmaba que Jesús habiendo venido “de arriba”, o “del cielo”, “es sobre todos”. Entonces, es lo mismo que Jesús afirmaba al decir que él es de arriba.
Cuando San Pablo habla de Jesús como la imagen visible del Dios invisible, y lo relaciona con la iglesia, dice que Jesús “…es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18). Ser preeminente es ser siempre principal en todo, por lo que cuando Jesús dijo “Yo soy de arriba”, estaba diciendo que en todo él es totalmente superior incluso sobre su iglesia que estaba estableciendo. Con una simple hojeada a la epístola a los Hebreos, mirando los subtítulos que han sido agregados para identificar el tenor de los párrafos, podemos ver que Jesús es superior a los ángeles (Hebreos 1:5ss), que es superior a Moisés (Hebreos 3:1ss), que es superior al sacerdocio, que es superior a todo. Eso es lo que quiso decir cuando afirmó “Yo soy de arriba”.
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La quinta razón por la que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, es:
V.- PORQUE SU PRESENCIA EN LA TIERRA SERÍA TEMPORAL.
Desde un principio Jesús nunca tuvo la intención de quedarse a vivir en esta tierra conforme al ciclo natural de la vida hasta que le llegue la muerte por vejez o por alguna enfermedad mortal. Cuando anunció “yo soy de arriba”, estaba afirmando que su estancia aquí en la tierra sería temporal, menor al tiempo normal u ordinario de vida. El plan de Dios no solamente por su antiguo pueblo Israel, sino también por su iglesia que ha estado formando a través de los siglos, tuvo su origen no en el tiempo, sino en la eternidad. Dios a través del profeta Jeremías le dijo a los israelitas que “con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3), y en cuanto a la iglesia dice el apóstol Pablo que Dios “nos bendijo […] en los lugares celestiales en Cristo, […] nos escogió en él […] para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (cf. Efesios 1:3-5). Si el afecto de su voluntad comenzó en los lugares celestiales que obviamente no están aquí sino en la eternidad, y luego Cristo vino a este mundo, entonces no vino para quedarse aquí todo el tiempo, sino solo el tiempo suficiente para hacer lo necesario para conducirnos hacia los lugares celestiales de la eternidad. Desde que anunció a los judíos que se iba, y por la realidad de su ascensión no por muerte sino por trasposición extraordinaria se confirma que solo tuvo la intención de estar aquí en esta tierra de manera temporal. La razón principal para no quedarse es porque él no es de este mundo sino que es “de arriba”.
Lo que tenemos que considerar en este aspecto de la temporalidad de Jesús, es que siendo Dios cuya esencia no pertenece al tiempo sino a lo eterno, no tiene razón alguna para que él como Dios se sujete al tiempo. Si es que tuvo que nacer como humano, fue solamente para que se identificara como uno de nosotros, porque si no fuera de entre nosotros no hubiese podido pagar con su vida nuestras culpas; pues si alguien tenía que pagar nuestros pecados tenía que ser un humano, con solo uno en representación de todos. Si hubiese aparecido de la nada, entonces no sería propiamente un humano, y si lo llegase a ser no sería de nuestra generación humana. Si es que vivió más de 30 años, es para cumplir la misma ley Divina que tenía establecido que la edad mínima para entrar al ministerio no sería antes de los 30 años. Su ministerio total lo terminaría en 3 años y medio. Por supuesto que lo pudo haber realizado desde sus 20 años o desde antes, pero como no vino para infringir ninguna ley de Dios, sino para cumplirla, por eso tuvo que esperar los 30 años de edad para iniciar su ministerio, y terminarla en un plazo relativamente corto. Si lo hubiese comenzado mucho más tarde de los 30 años, a los 35 o 40 o más, solamente hubiese demostrado que no tendría interés genuino por nuestra pronta y oportuna salvación. Pero comenzó en el momento justamente apropiado, y terminó con lo que necesariamente tenía que hacer; ya después de ello, no había necesidad alguna de permanecer más tiempo aquí en la tierra, sino que era necesario que regresar al cielo, porque en realidad él no es de la tierra, sino “de arriba”.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, hay más razones por las que Jesús dijo: “Yo soy de arriba”, pero basten las razones anteriores para reconocer y aceptar la naturaleza Divina de Jesús, que nos trajo el mismísimo cielo a nuestra vida con el mensaje de arrepentimiento, salvación y vida eterna del reino de los cielos. Que el Jesús no inventado por imaginación humana, sino al Jesús de la biblia que es el verdadero y único Hijo eterno de Dios, reconozcamos que si él “es sobre todos” y “cabeza” de su iglesia”, sometamos nuestra vida a su soberano gobierno, cuya finalidad no es someternos con tiranía terrenal, sino conducirnos al mismo reino eterno de los cielos de donde él vino.
Él es de arriba porque es Dios manifestado en carne, porque no adoptó el sistema moral de este mundo, porque vino a traernos el mensaje del reino de los cielos, porque en todo es totalmente superior, y porque su presencia en la tierra solo sería temporal, pues ahora nos dice el apóstol Pablo que desde que Jesús resucitó, está “sentado a la diestra de Dios”, y por lo mismo nos exhorta con las siguientes palabras: “buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1). Busquemos las cosas “de arriba”, al Jesús “de arriba”.
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