DEBERES DE UN BUEN SIERVO, Por: Diego Teh.

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DEBERES DE UN BUEN SIERVO

Mateo 25:14-20; Lucas 17:7-10

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Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Luz de Vida” de la col. Bojórquez de Mérida, Yuc; el día domingo 10 de Julio del 2016, a las 18:00 horas.

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   INTRODUCCIÓN: En la actualidad, especialmente en el medio cristiano usamos la palabra siervo únicamente como una expresión coloquial, cuyo significado muchas veces es desconocido tanto por quien la usa como por quien es referida. Muchos cristianos se refieren al pastor como el siervo de Dios.  También se ha vuelto popular en algunos círculos cristianos referirse a los hermanos y a las hermanas, como siervos y siervas; incluso hay quienes se refieren a los niños como los siervitos y las siervitas.  Algo que no está mal es que a esta palabra se le ha dado un sentido de alta espiritualidad, pues cuando usted escucha que a alguien le llaman siervo, como que se trata de una persona altamente espiritual.  Hay personas que cuando los tratan con el título de siervo de Dios, hasta se enorgullecen pecaminosamente por ello. Pero en la época de Jesús, así como en la época de los apóstoles, un siervo se trataba de un esclavo, no de un hombre espiritual.  Ser siervo era una referencia a una condición social y laboral en el que una persona se ve obligado a trabajar sometiendo toda su voluntad a la de su amo.

   En la época de Jesús y de los apóstoles en toda palestina y en todo el imperio romano había siervos o esclavos en muchas casas de gente adinerada, por lo que Jesús utilizó aquella condición de vida para ilustrar sus enseñanzas acerca del reino de Dios.  Es más Jesús mismo se identificó como siervo cuando dijo que “no vino para ser servido, sino para servir” (cf. Mateo 20:28; Marcos 10:45).  Posteriormente se predicaba de Jesús como el Dios que “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Filipenses 2:7).  Luego, hasta el apóstol Pablo aun siendo un hombre libre, se describió a los creyentes romanos como “siervo de Jesucristo” (Romanos 1:1), para dar a entender que de manera voluntaria sometía su voluntad a Jesucristo mismo.

   En la parábola de los talentos que hoy hemos leído, Jesús enseña que un buen siervo tiene deberes propios de su condición.  / ¿Cuáles son los deberes de un buen siervo?  / Basado en esta misma parábola en la cual Jesús ilustra la manera cómo una persona que pertenece al reino de Dios debe cumplir sus deberes para con Dios, les compartiré tres deberes de un buen siervo.

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   El primer deber de un buen siervo es:

I.- RENDIR RESULTADOS AL 100% EN LO QUE SE LE ENCOMIENDA.

   La parábola que hemos leído según la lectura en San Mateo 25:14-20 es muy clara y enfática en su narración al decir Jesús que aquellos siervos de cierto patrón terrenal que recibieron cinco y dos talentos respectivamente, al rendir cuentas a su amo de lo que hicieron con tal cantidad de dinero, entregaron otros cinco y dos talentos respectivamente como ganancia. Los talentos en épocas antiguas tenían pesos distintos en cada época y países como en Grecia, en el Ático, en Roma, Egipto, y Babilonia. En tiempos de la parábola de Jesús, un talento era el equivalente a 21.6 kg de plata o a seis mil dracmas[1].  Un dracma era la ganancia de un día de trabajo, así que un talento es la ganancia de seis mil días de trabajo, o sea de dieciséis años y medio de sueldo; o sea que no es poco dinero que recibió el siervo a quien le dejaron un talento.  Cinco talentos era el sueldo como de ochenta años de trabajo, dos talentos era el sueldo de casi treinta y tres años de trabajo.  Los talentos eran mucho dinero.

   Lo relevante aquí es que los siervos que recibieron cinco, y dos talentos respectivamente, rindieron un resultado del cien por ciento, y eso es lo que Jesús elogia, y con ello enseña que los siervos de Dios así debemos ser de productivos con los dones espirituales que se reciben en el reino de los cielos presente ahora aquí en la tierra.  En la actualidad a los creyentes en Jesucristo, Dios no nos da dinero por kilos, sino dones espirituales para servir en el reino de Dios.  Dios espera que los dones que cada quien ha recibido de él, sean utilizados para rendir resultados no escasos sino por lo menos al cien por ciento, pues deberían ser hasta más del cien por ciento, pues en otra enseñanza en la que Jesús habló de llevar fruto, dijo también que como los discípulos como si fueran racimos de uvas deberíamos llevar no pocos sino mucho pero mucho fruto (Cf. Juan 15:8).

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   El segundo deber de un buen siervo es:

II.- SER ALTAMENTE EFECTIVO EN LO QUE HACE.

   Lo que observamos en la parábola es que tanto al siervo que entregó cinco talentos de resultados, como al que entregó dos talentos de resultados, su amo primeramente les dijo: “Bien, buen siervo” (vv. 21, 23).  Esto es un elogio a la alta efectividad que tuvieron en sus respectivas inversiones.  No fueron mediocres.  En cambio el que recibió un talento, dinero de dieciséis años de trabajo, y que solamente devolvió lo que recibió sin ninguna ganancia, según Jesús, el amo en la parábola le llama: “Siervo malo y negligente” (v. 26), y finalmente fue llamado “siervo inútil” (v. 30).  La inefectividad de una persona radica esencialmente en su negligencia, pues simplemente no hace lo que debería hacer, y entonces su resultado siempre será 0 (cero).  Pero un siervo de Dios no debe caracterizarse por ser malo y negligente en sus deberes.  Dios espera que un siervo de Dios, sea buen siervo, lo cual significa que debe ser altamente efectivo en lo que hace, para que sea considerado como un “buen siervo”, pues de lo contrario uno sería considerado como un “siervo malo y negligente” e “inútil”.

   Amados hermanos, nuestro llamamiento de servir a nuestro Señor para la proclamación y extendimiento de su evangelio no debe ser hecho con un ánimo a medias, sino con toda la pasión que el mismo Espíritu de Dios pone en nuestros corazones.  Debemos ser efectivos en cada encomienda que recibimos de Dios.  Dios quiere mirar a sus llamados que se conduzcan como siervos buenos, no quiere descubrir cosas malas, negligencias, e inutilidad en ningún cristiano, en ninguno de sus llamados, y en ninguna iglesia.  Jesucristo mismo a una de las iglesias del Asia menor, a la iglesia de Laodicea, le tuvo que decir por medio del apóstol Juan: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!” (Apocalipsis 3:15).  No se puede servir a Dios a medias, o con mediocridad, o con tibieza, pues eso no produce resultados favorables ni para la obra de Dios, y ni siquiera para el propio bien del supuesto siervo.  Es necesario hacer las cosas con dedicación, compromiso, etc… para ser eficaces para el reino de Dios.

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   El tercer deber de un buen siervo es:

III.- SER TOTALMENTE FIEL AL SEÑOR QUE SIRVE.

   En la felicitación que el amo da a sus dos siervos buenos, además de decirles “Bien, buen siervo”, también les dice: “y fiel” (vv. 21, 23).  Cada uno de ellos fue fiel a su amo, porque cada quien se dedicó a trabajar no para sí mismo sino para su amo.  En cambio el que recibió un talento, solamente fue y lo enterró, para que se pueda dedicar a otras cosas de su interés personal.  Este hombre no fue fiel como los dos primeros.  Es posible que este siervo malo, negligente, e inútil, fue calificado así porque en vez de servir a su amo, se pudo haber ido a servir a otro amo, aprovechando que el primero estaba ausente.  Eso no se vale, menos cuando uno es siervo o esclavo.  Por eso, el objetivo de Jesús al narrar esta parábola a sus oyentes fue para hacerles conscientes de que para servir a Dios, hay que servirle verdaderamente a Él con fidelidad, no a otro, ni a Él y a otro al mismo tiempo, y ni a uno mismo.

   En las Sagradas Escrituras siempre que alguien o un grupo de personas demuestran indecisión entre servir a Dios o a otros intereses, hay una invitación a decidir por Dios.  Josué, el segundo guía de los israelitas, al ver que el pueblo que guiaba estaba siendo infiel en servir a Dios, sirviendo al mismo tiempo a otros dioses ajenos, les tuvo qué decir: “Escogeos hoy a quien sirváis” (Josué 24:15).  Dios espera fidelidad en ser servido; no se agrada de personas que quieren servirle un rato a él y otro rato a otro dios, objetivo, o interés.  Jesús, en su tiempo enseñó que: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

   Amados hermanos, si alguien se considera siervo de Dios o de Jesucristo, se requiere que su servicio sea totalmente fiel a Dios.  San Pablo en su testimonio a Timoteo, le dice que se siente agradecido con Jesucristo porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12).  Dios llama a una persona que ha sido perversa, entregada a servir al pecado, para que sea fiel en el ministerio de servir a Cristo.

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  CONCLUSIÓN: Mis amados hermanos, la realidad es que cada uno de nosotros, no solamente quien les sirve como pastor, somos siervos como del antiguo imperio romano, pero que sometemos nuestra voluntad no a hombre alguno sino a Jesucristo nuestro Salvador y Señor.  Por tal motivo tenemos que procurar que nuestro servicio no sea escaso, ni improductivo, sino rendidor lo máximo posible, y si es posible que rebase el cien por ciento de rendimiento.  De la misma manera tenemos que procurar que nuestro servicio no sea mediocre, no mal hecho, sino procurando que sea excelente, pues Dios no se agrada de lo que se hace sin excelencia, pero al contrario recompensa a los buenos siervos.  Y finalmente, tenemos que procurar ser fieles al Dios que por su gracia nos ha salvado de la condenación eterna.  No debemos cambiarlo por nada del mundo, del infierno, ni del cielo mismo.  Tenemos que serle fieles a Él.  Vale la pena serle fiel.

   Leí una historia de finales del siglo XXI, que decía que después de la guerra de Crimea, se celebró un importante acto en Londres en honor de los héroes heridos en la batalla.  La reina de aquel entonces, la reina Victoria se encontraba presente para entregar las medallas.  Algunos soldados aparecían con las mangas vacías, otros con muletas y otros con las frentes vendadas.  Cada uno recibió la misma sonrisa dulce y la misma alta recompensa.  Al final, un soldado terriblemente lisiado le fue presentado a la reina.  Le faltaban los brazos y las piernas.  Había sacrificado más que los demás.  La reina, con lágrimas en los ojos, se adelantó y colocó la medalla en el uniforme.  Luego, inclinándose, le besó en la frente y le dijo con gran emoción: “Bien hecho, buen siervo y fiel”.    Amados hermanos, si los amos terrenales como el de la parábola de Jesús, y si las autoridades de este mundo como la reina Victoria, recompensan a sus siervos por su desempeño, servicio, y fidelidad, ¡cuánto más no lo hará Dios por aquellos que se sometan a servirle a Él como siervos!

   Seamos siervos que rinden resultados a Dios al 100%.  Procuremos ser siervos altamente efectivos. Y seamos fieles al Dios que nos ha salvado de la condenación eterna, a quien hemos aceptado como nuestro Señor.

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[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Talento_(moneda)

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