SI ES FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO
Gálatas 5:16-23.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Roca de la Eternidad” de la col. Díaz Ordaz, de Mérida, Yuc; el día domingo 17 de Julio del 2016, a las 18:00 horas; como sermón de apertura de su semana de Escuela Bíblica de Vacaciones para toda la familia.
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INTRODUCCIÓN: Hay mucha alegría en nuestros niños y jóvenes porque ayer inició oficialmente el período de vacaciones escolares. Muchas familias aprovechan este tiempo para salir de vacaciones familiares. ¡Qué bueno que Dios conceda a todas las familias un tiempo para vacacionar en familia! Sin embargo, quizá esta primera semana de vacaciones todavía permanezcan sin vacaciones y tengan disponibilidad de venir a las actividades de esta congregación. Esta semana tenemos Escuela Bíblica de Vacaciones, que esperamos sea aprovechada tanto por nuestros niños, adolescentes, jóvenes, y hasta de los que somos adultos. El tema de nuestra EBV será LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO. Ya sabemos que los frutos son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza, según nuestra breve lista de frutos en Gálatas 5:22,23; pero, ¿ha cultivado usted estos frutos? Los niños, adolescentes, y jóvenes de nuestras familias ¿están practicando estos frutos? Es probable que todos tengamos algunas dificultades para vivir bajo la influencia y bendición de estos frutos. Es más podría ser que alguien no esté viviendo bajo los frutos del Espíritu Santo, pero aunque esté viviendo bajo la producción de los frutos del Espíritu Santo, siempre será provechoso conocer más a fondo acerca de este tema durante esta semana de Escuela Bíblica de Vacaciones.
En este mensaje voy a compartirles algunas realidades acerca de los frutos del Espíritu Santo que puede servirnos de guía para evaluar si lo que está funcionando en nuestra vida en realidad se trata o no de frutos del Espíritu Santo. / ¿Cuáles son estas realidades? / Basado en nuestro texto de Gálatas 5:16-23, e interpretando las palabras del apóstol Pablo les compartiré tres de estas realidades para que analicemos si estamos viviendo bajo los frutos del Espíritu Santo.
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La primera realidad es que si es fruto del Espíritu Santo,
I.- DESTRUYE EL PODER DE LO CARNAL EN EL PECADOR.
Una primera lista que el apóstol Pablo presenta en esta porción de su epístola es la que él llama “las obras de la carne”. La presenta así: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, / idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, / envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;…” (Gálatas 5:19-21a). Cada ser humano tiene en su naturaleza la tendencia a inclinarse, a caer, y hasta a permanecer en estas depravaciones; y no hay nada en el ser humano que le pueda rescatar, librar de caer, o hacerlo permanecer lejos de estas cosas. Para la destrucción de cualquier poder pecaminoso que se encuentre arraigado en una persona, es necesario recurrir al poder de Dios para poder dominarlo. Uno de los problemas con el cual nos topamos en la vida, es que muchas veces usted quiere hacer el bien, pero pronto se da cuenta de que no lo pudo hacer sino que hizo lo contrario. Esto se debe a que todavía está predominando el poder de lo carnal en usted. El apóstol Pablo lo explica diciendo: “el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:17).
Amados hermanos, la explicación del apóstol nos deja claro que el deseo de la carne no solamente está luchando en contra de todo nuestro ser, sino también lucha en contra de lo que el Espíritu Santo quiere arreglar en nuestra vida. Sin embargo, la buena noticia es que usted no está solo, pues el deseo del Espíritu Santo es también luchar en contra de la carne. Lo que usted no puede, el Espíritu Santo sí lo puede. Todos necesitamos refrescar nuestro conocimiento y nuestra experiencia con el Espíritu Santo en cuanto a estos dones que necesitamos en nuestra vida cotidiana, familiar, social, y espiritual. Por eso, les animo a participar en las actividades de nuestra EBV para niños, adolescentes, jóvenes, y adultos, para saber cómo hacer real y efectivo en nuestras vidas los frutos del Espíritu Santo.
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La segunda realidad es que si es fruto del Espíritu Santo,
II.- HACE MÁS FALTA QUE UN DON DEL ESPÍRITU SANTO.
Acerca de los dones del Espíritu Santo, ya conocemos la lista mencionada en Romanos capítulo 12, donde leemos: “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; / o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; / el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8). También tenemos la lista de 1 Corintios 12 donde leemos: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; / a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. / A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. / Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:8-11). Como podemos observar los dones del Espíritu Santo son una gracia que también se concede a los creyentes para poder desempeñar alguna función en el cuerpo de Cristo.
Pero en cuanto al fruto del Espíritu Santo, solamente con ver la lista que menciona “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, / mansedumbre, templanza;…” (Gálatas 5:22,23), no damos cuenta que tienen que ver con nuestro carácter personal. Así resulta que el fruto del Espíritu Santo tiene que ver con la misma gracia de Dios también para nosotros los creyentes, pero no para capacitarnos para las diversas funciones del santo ministerio sino para la santificación de nuestra vida personal, guiándonos primeramente para infundir en los más profundo de nuestro corazón el carácter que necesitamos para la vida diaria.
Amados hermanos, muchas veces, lo que nos falta no es un don del Espíritu Santo pues es evidente que lo tenemos, pues con ello servimos a Dios y al prójimo en nombre de Cristo. Lo que muchas veces se hace evidente que nos falta es algún fruto del Espíritu Santo, no porque Dios no quiera darnos tal fruto, sino porque precisamente usamos nuestra naturaleza carnal para bloquear que el Espíritu Santo deposite en nuestra vida el fruto que necesitamos.
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La tercera realidad es que si es fruto del Espíritu Santo,
III.- ES UNA APLICACIÓN DE LA OBRA SALVADORA DE CRISTO.
El apóstol Pablo concluye su explicación acerca de los frutos del Espíritu Santo, diciendo: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24). Quien comienza a dominar nuestra lucha en contra de los deseos de la carne, en realidad es Cristo, por eso dice San Pablo que “los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”, pero quien continúa la obra productiva de frutos que nuestra vida necesita, es el Espíritu Santo de Dios cuya función es aplicar los beneficios de la obra salvadora y redentora de Cristo. Cabe aclarar que los frutos o la transformación que ocurre en nuestra vida no son obra de la casualidad, eventualidad, o suerte, sino una aplicación privilegiada de la gracia de Dios por medio de su Espíritu Santo, gracia que solamente podemos disfrutar quienes hemos tenido la experiencia de creer salvadoramente en Cristo. Ninguna transformación redentora puede ocurrir en la vida de un ser humano, si Cristo no es el fundamento de la vida espiritual de tal persona. Si alguien se esfuerza en imitar un fruto Divino, usando su propia naturaleza sin Cristo de por medio, esta imitación al no ser genuina no va a ser duradera sino solamente por un breve tiempo. Este es el caso de personas que no se mantienen en el camino de la fe, porque en realidad no están en la fe sino que solamente están luchando a solas sin Cristo.
Una de las verdades centrales de la biblia que podemos darnos cuenta en este contexto, es que todo al plan de salvación de Dios está centrado en Cristo. Cuando Dios el Padre escogió a aquellos a quienes de pura gracia le plació salvar, dice el apóstol Pablo que: “nos escogió en él (o sea, en Cristo)” (Efesios 1:4). Cristo es el personaje central de la elección. E indiscutiblemente también es Cristo quien con su propia vida paga el precio por la culpa de nuestros pecados; pero es el Espíritu Santo que se encarga de convencer a las personas “de pecado, de justicia y de juicio” (cf. Juan 16:8), obviamente para que las personas acudan a Cristo con arrepentimiento de vida. Pero además, el mismo Espíritu Santo continúa proveyendo los dones que los creyentes necesitamos para continuar la obra de Dios en Cristo de llevar el mensaje del evangelio, al mismo tiempo que también nos provee los frutos que moldean nuestro carácter personal para convertirnos en personas de bendición para nuestros semejantes. Pero todo esto es una bendita realidad en la vida de los que somos creyentes en Jesucristo, gracias a la obra de gracia que Cristo realizó a nuestro favor. El Espíritu Santo aplica los beneficios de la obra de Cristo en todos y cada uno de los cristianos.
Amados hermanos, desde el momento que creemos en Cristo, quedamos enteramente capacitados para luchar y derrotar las obras a las cuales nos inclina nuestra carnalidad. Pero para ello nos es dado también el Espíritu Santo de Dios, no para operar con un enfoque distinto al de Cristo, sino para aplicar los beneficios de la gracia de Cristo a nuestra vida, para que podamos renunciar a nuestras pasiones y deseos pecaminosos.
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La cuarta reflexión es que si es fruto del Espíritu Santo, entonces:
IV.- NOS CAPACITA PARA LA VIDA COTIDIANA DE CADA DÍA.
Una de las ordenes que recibimos en esta instrucción apostólica es: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25). La infusión del fruto del Espíritu Santo nos prepara para que podamos andar conforme a la manera como Dios mismo desea que nos conduzcamos. Si alguien no vive “por el Espíritu” le es imposible salir de la carnalidad. Será altamente evidente que los placeres de la carne, los placeres promovidos por el pecado, son los factores que definen su estilo de vida. La instrucción apostólica es muy clara al decir que “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Este andar “por el Espíritu”, implica que se trata de poner en funcionamiento los frutos que el mismo Espíritu Santo dona a la vida de un hijo de Dios.
Observando bien la lista de los frutos mencionados en los versículos 22 y 23 observamos primero que hay frutos que son fundamentales para el desarrollo espiritual muy propio de la vida personal como los son el amor, el gozo, la paz, y la templanza. Son frutos del Espíritu Santo que todos necesitamos desarrollar en nuestros corazones, y poder con ellos reflejar un carácter digno de un hijo de Dios que no odia sino ama, que no se entristece por las adversidades sino que se goza en Dios en todo momento, y que no sufre conflictos mentales porque puede vivir en paz primeramente con Dios y consigo mismo. Luego observamos que también hay otros frutos que tienen como finalidad el usarlos para nuestras relaciones humanas interpersonales como lo son la paciencia, la benignidad, la bondad, y la manseumbre. Todos tratamos con otros seres humanos comenzando con los que están más cerca de nosotros en el hogar, luego con las demás personas de quienes a diario nos vemos rodeados. Entonces, nos damos cuenta que los frutos del Espíritu Santo no son solamente para nuestro beneficio personal sino también para ser de bendición para nosotros. Y finalmente nos damos cuenta que uno de los frutos que el Espíritu Santo pone a nuestra vida es la fe, para que bajo cualquier situación o circunstancia tengamos la capacidad no humana sino divina de poder recurrir a Dios en una total dependencia en Él. Todos estos frutos tienen la finalidad de capacitarnos para que todos nuestros deberes personales, familiares, sociales, y espirituales de cada día los podamos cumplir auxiliados por el poder de Dios mismo.
Amados hermanos, la vida cristiana se trata de caminar con Dios todos los días de nuestra vida, y en todas las situaciones particulares sean buenas o malas. En todos los casos no estamos abandonados a nuestro fracaso sino que contamos con el poderoso auxilio del mismo Espíritu Santo de Dios para actuar conforme a los que es digno y agradable al verdadero Dios Creador y Salvador a quien servimos porque nos ha dado a conocer los misterios de nuestra gloriosa salvación. No hay excusa para no vivir poderosamente nuestra vida cotidiana. Tenemos al Espíritu Santo de Dios que trabaja en nuestra vida, en nuestras relaciones con el prójimo y con Dios.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, es importante que analicemos si estamos viviendo y andando “por el Espíritu”. Es importante que confirmemos si nuestra conducta es el reflejo de nuestra relación con Cristo y de su Espíritu Santos, porque si solamente es el reflejo de una esfuerzo que va a resultar vano, entonces estamos en serios problemas espirituales. Necesitamos primeramente confirmar que verdaderamente hemos creído en Jesucristo como nuestro único y suficiente salvador y Señor. Si es así, entonces dejemos que el Espíritu Santo de Dios limpie el terreno de nuestro corazón, que plante los árboles de la santificación, y que produzca los frutos que divinamente deben transformar nuestra vida personal, familiar, social, y espiritual. Por último quiero aprovechar animarles a que no descuiden asistir a todas las clases de la Escuela Bíblica de vacaciones que se llevará a cabo esta semana del 18 al 22 de Julio. Vengan jóvenes, vengan adultos con sus niños, adolescentes, y jóvenes. Inviten a otras familias y niños. Conozcamos y busquemos en Dios los frutos que hacen falta en nuestra vida.
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