CÓMO HABLAR SIEMPRE CON RESPETO
2 Reyes 2:23,24; Efesios 4:25-32.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Cristo es el Camino” de la col. Chuminópolis, de Mérida, Yuc; el día domingo 24 de Julio del 2016, a las 9:30 horas.
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INTRODUCCIÓN: Nuestra primera lectura nos habla del irrespeto que un grupo de muchachos tuvo hacia un profeta de Dios, a un hombre mayor que ellos, cuyo problema era la calvicie. Aprovechando la situación los muchachos se burlaron de él, diciéndole: “¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!” (2 Reyes 2:23c). El texto bíblico presenta el caso como una falta de respeto. El hecho de que la maldición que este profeta se atrevió a proferir en nombre de Dios, se haya cumplido en contra de 42 de aquellos muchachos montoneros que le habían tratado con falta de respeto, nos indica que Dios no se agrada de las acciones irrespetuosas de todas las personas. Especialmente los cristianos no debemos ser parte de esa infra cultura pecaminosa del irrespeto, sino que somos las principales personas que debemos demostrar el respeto hacia los demás. Estoy seguro que algunos se confunden en pensar que la cortesía es sinónima de respeto por el solo hecho de saber decir: “buenos días/tardes/noches”, o decir “con permiso”, “pase usted caballero/señora/señorita”. Respeto, va mucho más allá de formulismo de palabras. Tiene mucho que ver cómo tratamos a los miembros de nuestra familia, a nuestros maestros, a los compañeros de trabajo, aun a los desconocidos o transeúntes, a los de edad avanzada, a los discapacitados, etc…
El Nuevo Testamento contiene muchas indicaciones de cómo practicar el respeto hacia los demás. En esta ocasión he seleccionado Efesios 4:25-32 de cuyo texto les predicaré que el apóstol Pablo nos enseña que debemos hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás. / ¿Cuáles son algunas de las maneras de hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás? Basado en este pasaje bíblico y otros textos que usaré de apoyo, les compartiré algunas de tales maneras.
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La primera manera de cómo hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás, es:
I.- HABLA SIEMPRE CON LA VERDAD.
Lo primero que leemos en el texto de este mensaje, en palabras del apóstol Pablo dirigidas a personas que su vida sin Cristo habían llevado una vida irrespetuosa con su prójimo, es: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25). La persona que por medio de Jesucristo se ha integrado a la membresía del cuerpo de Cristo es responsable de desechar sus prácticas pecaminosas del pasado, como lo es la mentira. A cambio, lo que se le ordena practicar es: “hablad verdad cada uno con su prójimo”. El sentido de la orden es no solamente hablar toda verdad con respecto a cualquier asunto que no tenga que ver con la persona que habla y con la persona con quien habla, sino tiene que ver con el trato de hablar con toda verdad con cualquier persona incluyendo a otras personas que también pertenecen a la membresía de la fe en Cristo.
Cuando el texto apostólico dice que la razón de hablar con “verdad cada uno con su prójimo” es “porque somos miembros los unos de los otros”, enfatiza que la comunión con otros cristianos tiene como finalidad, en parte, fortalecer toda conducta digna de la fe cristiana. Los demás creyentes de los que nos rodeamos no están para que los mintamos y tras mentirlo saquemos maliciosamente algún provecho de ellos. Los demás creyentes están para que con ellos practiquemos y perfeccionemos el hacer todo bien, como es el caso de hablar con verdad y solo la verdad.
Amados hermanos, se puede decir que practicamos el respeto en nuestra comunicación con los demás cuando evitamos ser mentirosos y hablamos con verdad y solo la verdad con las personas con quienes interactuamos cada día, comenzando con los miembros de nuestra propia familia, luego con las personas de las que nos rodeamos en el trabajo, con los hermanos en la fe que vemos entre una o más veces por semana, etc…
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La segunda manera de cómo hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás, es:
II.- HABLA LO QUE ES EDIFICANTE.
Otra instrucción que el apóstol Pablo comparte a los Efesios es: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29). Quizá la mayoría de las faltas de respeto hacia los demás se da no por acciones sino por palabras. Mucho tiene que ver el respeto con nuestra manera de hablar, más bien por la decencia de nuestro vocabulario. Las palabras corrompidas a las que se refiere el apóstol Pablo es cualquier palabra que lleva el fin de ofender, lo cual puede ser una palabra obscena, un insulto a la dignidad humana, una grosería, etc… Pero la instrucción aquí es clara para no caer en ser irrespetuoso. El hablar de alguien que es cristiano, dice el apóstol que debe ser “la que sea buena para la necesaria edificación”, y luego añade también que se debe hablar con palabras buenas “a fin de dar gracia a los oyentes”. Esta instrucción no solamente indica que cuando nos comunicamos con los demás debemos ser en términos agradables, sino también que la persona con la que interactuamos en la comunicación reciba de nuestra parte una experiencia de edificación, especialmente por la experiencia de nuestra fe y conducta cristiana.
Amados hermanos, he tenido el desagrado de escuchar afortunadamente no a tan gran número de creyentes, pero si a bastantes que en su manera de hablar con otros cristianos lo hacen con palabras de doble sentido, de groserías que no son dignas de nuestra fe y conducta. Si hablan así, digamos que entre cristianos, cómo hablarían entre personas que no son de la fe. También he tenido el desagrado decepcionante de escuchar de gente que profesa la fe cristiana, conversaciones con gente a las que les deberían compartir el testimonio de la vida cristiana con palabras y conductas, pero las conversaciones han sido de un tono nada edificante, nada agradable, sino conversaciones realmente corrompidas. Hermanos, es necesario que si alguien de los que hoy hemos escuchado estas palabras apostólicas tiene esta mala costumbre de hablar corrompidamente, comience a considerar hablar lo que es edificante para los demás. Esto también es tratar con respeto a los demás. Un respeto que edifica a los que nos escuchan.
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La tercera manera de cómo hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás, es:
III.- HABLA SIN EXALTACIÓN DE ÁNIMO.
El apóstol Pablo siguiendo en el interés de orientar a los nuevos creyentes de Éfeso para que su nueva relación tanto con sus nuevos hermanos en la fe, como con cualquier otra persona con la que se relacionen, sea de respeto; les escribe: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31). Todas estas reacciones pueden considerarse como resultados de una exaltación de ánimo. Aunque este texto enlista varias maneras de exaltarse el ánimo con las cuales se manifiesta falta de respeto hacia alguien, no voy a hablar de ellas una por una. Solamente voy a enfocarme en la que aquí se menciona como en el versículo 31 como “gritería”. Una de las reacciones que debemos evitar los cristianos es la gritería. El apóstol Pablo en este mismo capítulo 4 de su epístola a los Efesios, les había dicho entre varias cosas: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:5). Cuando en ambos textos, el del versículo 5 como el del versículo 31, dice: “Quítense de vosotros”, además de sugerir que parece que ahora que ellos estaban en la fe y el compañerismo cristiano, todavía se trataban unos a otros con exaltación de ánimo, lo cual tiene que evitar a toda costa. Pero la instrucción “Quítense de vosotros”, también lleva una connotación de que cada quien en lo personal tiene que evitar caer en reacciones de mal carácter que le lleven a faltarle el respeto a los demás.
A continuación voy a ilustrar el distanciamiento del corazón que se da en dos personas que se gritan el uno al otro. Aunque utilizaré el nombre de un personaje de otra religión ajena al cristianismo que profesamos, no por eso significa que voy a promover su religión, ni tampoco significa que voy a minimizar el cristianismo. Un día Meher Baba (gurú indio que declaró ser el avatar[1], Dios en forma humana[2]) preguntó a sus mandalíes (discípulos) lo siguiente: ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados? Los hombres pensaron unos momentos: – Porque perdemos la calma, dijo uno. – Por eso gritamos, dijo otro. Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, preguntó Baba. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a Baba. Finalmente él explicó: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia. Luego Baba preguntó: ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. Baba continuó: Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuando están cerca dos personas que se aman. Luego Baba dijo: Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso[3].
Amados hermanos, en la familia tampoco estamos libres de la posibilidad de esta reacción de la gritería, más bien de “toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31). Es posible que alguna vez reaccionemos así. Por eso es necesario trabajar esta cuestión comenzando con nosotros mismos para que nosotros no seamos culpables de exaltación ni en el hogar, ni con los hermanos con quienes nos reunimos, pues con todos debemos demostrar el respeto.
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La cuarta manera de cómo hablar con respeto cuando nos comunicamos con los demás, es:
IV.- HABLA CON EXPRESIÓN CRISTIANA.
Al final del texto bíblico que estoy exponiendo, leemos que el apóstol Pablo les indica a los Efesios que como alternativa de “toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31), lo que deberían practicar los que son cristianos, se los dice de la siguiente manera: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Resalta la benignidad, la misericordia, y el perdón, como elementos que una persona necesita para practicar el respeto hacia los demás. Además, el apóstol Pablo aprovecha explicar a los Efesios que ese fue el carácter de Dios con ellos, y que ahora como cristianos su deber entre otras cosas es tratar a los demás “como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. La clave de esta última frase es “Como Dios…. en Cristo”. Esto quiere decir que tanto en nuestras acciones como nuestras palabras deben ser con una expresión cristiana.
Amados hermanos, ¡Qué hermosa decisión si usted en vez de devolver una ofensa, agresión, injuria, etc… mejor decide perdonar o hasta de expresarle personalmente perdón al ofensor! ¡Qué bueno si esa decisión de ser benigno o bueno, misericordioso, y perdonador lo hacemos acordándonos de que Dios nos ha tratado favorablemente, por los méritos solamente de su propio Hijo Jesucristo! Tratar a los demás con respeto, sabiendo que lo podemos hacer “en Cristo”, implica que si es necesario tenemos que bendecir a las personas que nos faltan el respeto, en vez de devolverles mal por mal. Una expresión cristiana en nuestro trato hacia los demás toma en cuenta el compartirles el amor de Dios y la gracia de Cristo que ya está funcionando en nuestras vidas.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, recordemos que respetar a nuestros semejantes es un deber básico e importante primero por el hecho de ser humanos portadores de la imagen y semejanza de Dios (cf. Génesis 1:26, 27). Respetar al prójimo equivale a tenerle respeto también a Dios. Luego debemos ser respetuosos porque aquellos que pasamos a formar parte del pueblo de Dios tenemos también la responsabilidad de vivir los mandamientos morales y espirituales que Dios mismo estableció en los últimos seis de los Diez Mandamientos (cf. Éxodo 20:12-17). Sin embargo, esencialmente los cristianos debemos ser respetuosos porque tenemos el ejemplo de Cristo nuestro benigno, misericordioso, y perdonador Salvador y Señor, de quien el apóstol Pedro escribió diciendo: “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; / el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; / quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; / quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia;…” (1 Pedro 2:21b-24a). En otras palabras, fue respetuoso con los demás a pesar de cómo fue tratado. Eso nos responsabiliza a nosotros “para que vivamos a la justicia”, y al respeto.
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[1] En el marco del hinduismo, un avatar es la encarnación terrestre de un dios, en particular Visnú. La palabra también se utiliza para referirse a encarnaciones de Dios o a maestros muy influyentes de otras religiones apartes del hinduismo, especialmente a los adherentes a tradiciones dhármicas cuando tratan de explicar a personajes como Cristo. Explicación consultada en: http://es.wikipedia.org/wiki/Avatar
[2] Nota de google en: https://www.google.com/search?hl=es&q=Meher+Baba&btnG=BUSCAR
[3] Ilustración tomada de: http://www.webselah.com/-por-que-la-gente-grita
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