CONFIAR EN DIOS CUANDO SE TIENE ENEMIGOS, Por: Diego Teh.

CONFIAR EN DIOS CUANDO SE TIENE ENEMIGOS

Salmo 3

Elaborado por el Pbro. Diego Teh Reyes, y predicado por primera vez por el A.I. electo: Pedro Arcos López, en la sociedad femenil “Dorcas” de la Iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yuc; el día martes 07 de Junio del 2016, a las 17:00 horas.

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   INTRODUCCIÓN: En 2 Samuel capítulos 15-18 tenemos el relato acerca de Absalón un hijo controlado por su propio orgullo y envidia, quien se propuso quitar a su padre David del trono de Israel, a costo de matar aun a su propio padre.  Eso se llama traición.  Cada uno de nosotros en algún momento podemos ser víctimas de traición de alguna persona quizá de la propia familia que pudiera darse entre hermanos (como Jacob le hizo a su hermano Esaú), por parte los propios hijos (como Absalón lo hizo con su padre David), por parte de los suegros o yernos (como Labán le hizo a Jacob, y luego Jacob a su suegro Labán), por parte del cónyuge (como Dalila lo hizo a Sansón), o hasta por parte de los nietos (como …).  No se diga de gente extraña, y hasta de hermanos en la fe capaces de traicionar a uno.  ¿Alguna vez ha sido traicionado por alguien? ¿Cómo reaccionó usted a la traición?  ¿Cómo reaccionaría usted si se entera de que alguien está tramando algo en contra de usted?  No podemos evitar las traiciones, pero sí podemos asumir la mejor actitud que nos servirá para no caer en los lazos de los traicioneros.  No deberíamos nunca asumir una actitud de vengativos, pues la venganza de todos los males que uno recibe, siembre debe quedar a cargo de Dios, eso solo si Él considera necesaria su venganza.  Mientras tanto, nuestra mejor actitud debe ser la de confiar en que Dios va a actuar para librarnos de los malos y sus maldades.

Lo que voy a compartirles en este momento es que cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño por medio de su traición, debemos confiar en las acciones que Dios hará a nuestro favor.  / ¿Cuáles son las acciones que Dios hará a nuestro favor, y en las que debemos confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño por medio de su traición?  / El Salmo 3 nos proporciona una lista de las acciones que Dios hace por una persona, y que se debe confiar en ellas

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La primera acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

I.- NOS PROTEGERÁ ANTE LOS ADVERSARIOS.

A las personas que odiaban al rey David, a quienes le perseguían hasta la muerte, y a las que querían arrebatarle el trono que Dios le había concedido, él mismo en su oración les llama “mis adversarios” (v. 1a), y al respecto de ellos dice: “cuánto se han multiplicado mis adversarios” (v. 1a).  Estos adversarios están tan confiados en que David no tiene escapatoria que se atrevían a decir acerca de David “No hay para él salvación en Dios” (v. 2b).  Pero las cosas no son ni serían así como pensaban sus adversarios.

En un caso específico, cuando a David su propio hijo Absalón le andaba persiguiendo, David confiadamente le dice a Dios en su oración: “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;…” (Salmo 3:3a).  David ni siquiera está pidiendo ayuda o protección a Dios, sino simplemente le expresa que confía en Él al decirle “eres escudo alrededor de mí”.  Un escudo obviamente servía para defenderse de los ataques que uno puede recibir ya sea con lanza, flecha, espada, daga, dardos de fuego, incluso de pedradas.  Todos los escudos que conozco se manipulan con una mano posicionándolo hacia donde viene el ataque, sin embargo si uno se descuida o si uno es sorprendido por la espalda por el adversario, entonces uno puede perecer como víctima.  Pero en el caso cuando David llama a Dios como su escudo, le describe como un escudo especial o extraordinario que se encuentra no solamente en posición de cubrir y defender una área limitada del cuerpo, sino que su protección es total.  En palabras de David, le reconoce no como una escudo delante de mí, o detrás de mí, o arriba de mí, o a mi derecha, o a mi izquierda, sino que le reconoce como un escudo “alrededor de mí”, lo cual describe la excelencia de protección que uno puede recibir de Dios cuando algún adversario desea traicionarnos de cualquier manera.  Así es como Dios protege los 360 grados de alrededor de una persona que se encuentra en peligro, pero esta persona en peligro debe confiar en la protección que Dios brinda al que está en la mira de la gente malvada.

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La segunda acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

II.- NOS SATISFACERÁ EL ALMA.

Como parte de su oración, después de reconocerle como su escudo, le dice a Dios: “Mas tú, Jehová, eres […] mi gloria,…” (Salmo 3:3b). ¿Qué significa esto de que Dios sea la gloria de una persona?  Significa que Dios es lo único que puede causar una total y perfecta satisfacción, porque Él siempre está pendiente de actuar a favor de una persona que confía en Él, no solamente en los momentos de paz sino también cuando llegan los momentos de perturbación.  David decía que Dios es su gloria porque se había dado cuenta que no le había fallado en el momento que más le necesitó, pues en momentos de angustia, de persecución, de abundancia de adversarios, Dios derrotó a todos ellos, haciendo victorioso y glorioso a David quien tenía verdaderamente anclada su confianza en Él.

En un testimonio del mismo David, testimonio que se encuentra registrado en otro salmo, dice: “En Jehová se gloriará mi alma” (Salmo 34:2) indicando con esta expresión que él encontraba en Dios la satisfacción más profunda y completa que ni siquiera su ejército de soldados podía darle ante la abundancia de sus enemigos lejanos y cercanos; pues su única gloria ante las adversidades es Dios quien le cuida, le defiende, y entonces su alma se gloría en Él.  Cuando uno tiene enemigos que aparecen de la nada, y que no uno se los buscó, no tomes venganza, no discutas con ellos, no les sigas la corriente.  Simplemente ora a Dios, y deja el asunto en sus manos, y entonces comenzarás a ver cómo Dios los va humillando uno por uno, y a ti te irá enalteciendo, y entonces tendrás que decir que Él es tu gloria.

En un masquil de los hijos de Coré, registrado también en otro salmo, leemos que expresaron: “En Dios nos gloriaremos todo el tiempo” (Salmo 44:8), indicando con esta expresión que la satisfacción que se siente en Dios al recibir sus bendiciones permanece no solamente en lo que dura un culto, ni solamente todo un día domingo, sino “todo el tiempo” de vida de una persona.  En el Salmo 3, David estaba reconociendo que Dios es lo máximo para él, por eso no podría cambiarlo por nada, porque fuera de Él no hay quien pueda ser su gloria o sea favorecerle de manera voluntaria, fiel y sin condiciones.  Gloriarse en Dios, o que Dios sea la gloria de una persona, no significa que le quitamos a Dios la gloria que le pertenece, sino al contrario, significa que no nos gloriamos en nuestros esfuerzos personales y humanos, sino que nos gloriamos en lo que Dios hace por nosotros, reconociendo que en cada triunfo que vivimos es Dios quien está actuando en nosotros y por nosotros.  Entonces, así no le robamos la gloria a Dios sino que cuando nos gloriamos en Dios, al mismo tiempo le estamos dando la gloria a Él.

Amados hermanos, lo mejor de todo es que Dios no solamente satisface nuestra alma cuando nos libra de nuestros muy seguros adversarios humanos, sino que hay una razón principal de profunda satisfacción que ha dado a nuestra alma que consiste en habernos librado de la condenación eterna, rescatándonos de las manos de Satanás mismo nuestro peor enemigo espiritual.  El apóstol Pablo le escribió a los romanos, diciendo: “Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere” (Romanos 15:17).  En el contexto de estas palabras el apóstol está expresando que la salvación de su vida para no ir a la condenación eterna, es gracias a la obra o acción de Dios por medio de Cristo.  Si esta es también nuestra experiencia, ¿no tenemos suficiente motivo para que nuestra alma esté satisfecha en Dios, y así nos gloriemos en Dios?   Pero hablando de David, al igual que Pablo, ellos también fueron personas que tuvieron adversarios humanos que planearon traicionarle y hasta les traicionaron en muchas ocasiones.  Pero para un hijo de Dios no importa los planes de traición que otros tramen en contra de uno, nuestra confianza debe ser en que si Dios ha querido librarnos de lo más peligroso que es la perdición eterna, NO nos descuidaría de las manos de los traidores, sino que actuará para librarnos de ellos.  Esta confianza en Él dará también satisfacción a nuestra alma, porque nos daremos cuenta que Dios está con nosotros en medio de las adversidades.

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La tercera acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

III.- NOS ANIMARÁ SI CAEMOS EN DESÁNIMOS.

Se imagina usted cómo se sentía David al saber que uno de sus propios hijos se le había convertido en uno de sus traidores.  Debió sentirse afligido, triste, acongojado, etc… por lo que en su oración le dice a Dios: “Mas tú, Jehová, eres […] el que levanta mi cabeza” (Salmo 3:3b).  Con estas palabras David no estaba ignorando su condición del momento, pero tampoco estaba desesperado por ello como si su problema no pudiese ser solucionado.  Ni siquiera lo vemos pidiendo auxilio o fortaleza para enfrentar a su hijo que le perseguía, sino que solamente le expresa a Dios que confía en Él que le dará el ánimo necesario para enfrentar la situación lo más tranquilo posible.  La versión PDT en vez de decir “Mas tú, Jehová, eres […] el que levanta mi cabeza”, dice: “Pero tú, SEÑOR, me animas” (Salmo 3:3b, PDT).

No hay mejor ánimo que uno pueda recibir de Dios que escuchar de él mismo que no nos dejará abandonados cuando lleguen los momentos difíciles, como cuando Dios le dijo a Josué: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).  Josué mismo era testigo que a donde le estaban enviando por Dios, desde la primera ciudad que tenían que conquistar: Jericó, habían gigantes pareciendo ellos como pequeñas langostas; sin embargo, Dios le estaba animando de que estará con él, y eso es suficiente, pues en consecuencia aunque se presente un adversario con todo su tamaño, experiencia, y furia, en realidad “nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida”, pues quien se atreva a hacerte frente tiene las de perder.

Lo mismo cuando el profeta Elías se vio en la necesidad de huir de Jezabel la malévola esposa del rey Acab.  En algún momento, Elías le dijo a Dios: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. / Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. / Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. / Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. / Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (1 Reyes 19:4-8).

Amados hermanos, quizá no a cada rato vendrán los momentos de desánimos en la vida, pero en algún momento el desánimo causado por otras personas hace acto de presencia.  Cualquier acción que uno tome como lamentar, maldecir, llorar, entristecerse, deprimirse, etc…, que no derive de una expresión de confianza en Dios, no habremos hecho nada favorable para superar la situación.  Sin embargo, como Dios no está distante ni ajeno a nuestro estado de ánimo, Él siempre hará algo para animarnos de nuevo.  Solamente confiemos en que en su momento como lo hizo con David, levantará nuestra cabeza cuantas veces sea necesario.

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La cuarta acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

IV.- NOS RESPONDERÁ LA ORACIÓN.

Las palabras de David en el v. 4 dan a entender que esta no es la primera vez que David le ora a Dios, porque en estas palabras David expresa seguridad de que Dios responde las oraciones, porque le ha respondido antes.  Como un testimonio para las personas que acompañaban a David en aquel momento, dijo: “Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo” (Salmo 3:4).  La acción de Dios que David reconoce como uno de los fundamentos para confiar en Dios cuando uno se encuentra en la mira de los adversarios, es que Dios responde.  No importa si el adversario está tan cerca, o si está acompañado de cualquier cantidad de personas, Dios va a responder a la persona que como víctima clama a Dios.  La confianza de David consiste en que dice de Dios que “el me respondió”.

David quien seguramente aprendió muchas cosas por experiencia propia, dice en uno de sus salmos de agradecimiento, que: Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia” (Salmo 103:6).  Sin duda que observó de su antecesor el rey Saúl quien era el responsable de hacer justicia en Israel, que este no hacía justicia, sino que con respecto a David mismo, al contrario, fue objeto de sus injusticias, persiguiéndole para matar.  Pero para el hijo de Dios, eso no es problema, pues aunque los encargados de la justicia no nos hagan justicia, Dios lo hará sin violentar el derecho moral, pues lo hará “a todos los que padecen violencia”.

Amados hermanos, a menudo quizá hemos sido o seremos víctimas de personas que ni siquiera por equivocación o accidente sino por malicia premeditada tienen intenciones de causarnos por puro placer algún daño.  Y en los casos cuando ni el ministerio público, ni la procuraduría de justicia, ni las autoridades eclesiásticas ni querrán ni podrán hacer algo por usted, no se preocupe.  En esos casos inesperados, lo único que le queda a usted y sí que es efectivo, es que usted confíe en que Dios hará justicia para usted.  Pero, no descuide usted clamar a Él para que entonces usted reciba de Dios la respuesta oportuna y apropiada que dará solución a los actos de injusticia que los enemigos nos traen a nuestra vida con sus malas intenciones de hacernos daño.  Si usted clama a Dios, muy pronto usted podrá decir como David que “el me respondió”.

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La quinta acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

V.- NOS DARÁ TRANQUILIDAD DÍA Y NOCHE.

Quien sabe cuántos días y noches David tuvo que huir en muchas ocasiones, no creo que por ser un miedoso, ni por temor a ser asesinado, ni por falta de confianza en Dios, sino por cuidar su integridad física, y esperar el momento en el que Dios va a intervenir, en vez de que David usara su legítima autoridad de rey para que su ejército de soldados imponga el orden necesario, como lo pudo haber hecho llevando a su propio hijo Absalón ya sea a la cárcel o a la muerte por intento de golpe de estado.  Pero cada noche para David, pudo haber sido una noche de pesadillas, una noche con dificultad de conciliar el sueño, sin embargo, en su testimonio él dice: “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba” (Salmo 3:5).  Aquí aparece la acción de Dios de sustentar la tranquilidad en el alma de una persona, que en vez de padecer insomnios por el estrés de la persecución del enemigo, que en vez de tener los nervios, el azúcar y la presión arterial alterados o elevados, uno puede estar completamente tranquilo sin temor a nada, porque se confía en la intervención de Dios quien queda a cargo de los adversarios.

En otra ocasión, sin duda que también en circunstancias similares, dijo: “En paz me acostaré, y así mismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).  Cuando una persona no tiene la conciencia tranquila porque sabe que ha hecho daño a alguien, razón tiene para no poder acostarse ni dormir en paz, pero sabiendo que uno tiene la conciencia limpia en relación con su prójimo, a pesar de los enemigos que sin causa ni razón de nuestra parte se levanten contra nosotros, mucho más si confiamos en el cuidado de Dios, dormiremos tranquilamente.

Amados hermanos, confiar en Dios es bueno porque hace que uno viva sin que nada nos preocupe, sea de día o aún sea de noche.  Si hay enemigos, quedan en las manos de Dios.  Si alguna vez, por causa de alguna persona que a usted le está causando problemas y por ello su sistema nervioso no le permite conciliar el sueño, encomiende el asunto a Dios por medio de una oración.  Él va a dar tranquilidad al alma de usted, y entonces aun por las noches usted disfrutará un placentero y reparador sueño y descanso.  Lo que hagan sus adversarios no es asunto de usted, sino que es asunto de ellos y Dios.

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La sexta acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

VI.- NOS SALVARÁ DE CUALQUIER ADVERSIDAD.

Es interesante que hasta este momento de la oración de David, no ha hecho ni una sola petición, sino solamente ha expresado a Dios que confía en Él.  David estaba demostrando la experiencia que desde tiempo atrás ha tenido de confiar en Dios, y ahora que se hace necesario confiar también en él por la persecución que su hijo Absalón le está haciendo, simplemente sigue confiando en él.  Sin embargo, pronuncia la primera petición diciendo: “Levántate, Jehová: sálvame, Dios mío” (Salmo 3:7a).  David estaba seguro de que Dios no le va a fallar.  Su petición específica es “sálvame”.

Esto nos recuerda su testimonio que siendo un jovencito, antes de enfrentar al gigante Goliat, le comparte al rey Saúl que en su trabajo de cuidar el rebaño de su padre, ahuyentaba o mataba a los leones y osos, pero antes que la sola experiencia de David, él dice a Saúl que: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de las manos de este filisteo” (1 Samuel 17:37).  Desde su juventud había aprendido a confiar en Dios para cualquier detalle de su vida, por lo que ahora ante la persecución que le hacía su hijo, tenía razones suficientes para confiar en la salvación que Dios estaría haciendo por él.

Amados hermanos, no importa cuál sea la adversidad, o que, o quien sea el adversario.  En el caso de David, en algún momento fueron leones, en otros fueron osos, en otro caso fue un gigante filisteo llamado Goliat, en otro caso fue su propio hijo, y en otros casos sus enemigos se multiplicaban a grande números, pero en todos ellos, Dios siempre actuando para salvarle.  El mismo apóstol Pedro al tener miedo y comenzó a hundirse mientras intentaba caminar sobre las aguas del mar, utilizó la misma expresión “Señor, sálvame” (Mateo 14:30), Jesús, extendiendo la mano, asió de él” (Mateo 14:31), dispuesto a salvarle de su adversidad.  De la misma manera, nuestras adversidades y hasta nuestros adversarios (ojalá y usted no tenga ninguno) suelen ser diversos y diferentes a los de David y a los de Pedro, pero si usted acude a Dios como ellos lo hicieron diciéndole “sálvame”, de seguro que lo hará.

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La séptima acción que Dios hará a nuestro favor, y en la que se debe confiar cuando uno se encuentra en la mira de personas que tienen intenciones de causarnos algún daño, es que:

VII.- NOS BENDECIRÁ COMO SU PUEBLO AMADO.

Es interesante que al final de su oración David dice: “La salvación es de Jehová” (Salmo 3:8a), proclamando de antemano que la victoria ha sido favorable para él mismo.  Estaba dejando que no sea él mismo quien actúe con venganza, con odio, rencor, fuerza militar, sino que sea Dios quien actúe y le salve, aunque en realidad no solo a David sino a todo el reino de Israel que estaba en peligro de caer en manos de un hombre que no está capacitado para tomar el reinado sobre el pueblo de Dios.  Pero las últimas palabras de David en esta oración fueron: “sobre tu pueblo sea tu bendición” (Salmo 3:8b), lo que indica que la confianza que David tenía en Dios, es que Dios bendice no solamente a una persona sino a todo un pueblo, y de esta manera confiaba en que la traición que su propio hijo Absalón estaba planeando en su contra, Dios mismo le daría la solución para el bien del pueblo.

Amados hermanos, Dios no solamente actúa a favor de sus hijos como individuos, sino también por sus hijos como familias, y en el pasado como sus hijos de toda su nación escogida, y en el presente como sus hijos de toda su iglesia escogida y universal.  No importa de dónde o de quién venga el mal, Dios está listo para intervenir y bendecir en cualquier nivel ya sea personal, familiar, o de un grupo mayor.  Usted no haga venganza contra nadie, deje que “la salvación” venga “de Jehová”.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, confiar en Dios es una evidencia del grado de comunión que una persona tiene con Dios.  Confiar en Dios cuando los enemigos y los efectos de sus malas intenciones llegan a nuestra vida, requiere que uno no luche con sus recursos humanos que están empañados con el pecado.  Cero venganza, y cien por ciento acción de Dios, es igual a victoria sobre el enemigo.

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