JESÚS SE ENCUENTRA CON NIÑOS DEL REINO DE DIOS, Por: Diego Teh.

JESÚS SE ENCUENTRA CON NIÑOS DEL REINO DE DIOS.

Jueces 2:10;

Marcos 9:42; 10:13-16.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Siervos de Jesús” de Celestún, Yucatán; el día sábado 29 de abril del 2017, a las 19:30 horas; con motivo del día del niño que sería al día siguiente.

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   INTRODUCCIÓN: Hay suficiente registro en los evangelios acerca de la atención que Jesús brindó a los niños. Por ejemplo, intervino para resucitar a la hija de un señor llamado Jaira, una niña de tan solo 12 años (cf. Marcos 5:22,23, 35-42); a una mujer griega de nacionalidad sirofenicia, le sanó a su hija que estaba poseída por un demonio, no se dice si en realidad era una niña, pero quizá por su incapacidad espiritual de valerse por sí misma todavía dependía de su madre como una niña (cf. Marcos 7:25-30); a un padre de familia que trajo a Jesús a su hijo que tenía un espíritu mudo y sordo que “dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando” (Marcos 9:18a). Aunque la biblia dice que se trata de un muchacho, todavía es dependiente de su padre como un niño (Marcos 9:17-27). En la entrada de una ciudad llamada Naín resucitó al hijo único de una viuda, de quien se dice que era un joven, pero ambos dependían del uno al otra como madre e hijo (Lucas 7:11-15). En la ocasión cuando Jesús decidió hacer un milagro para alimentar a más de cinco mil personas, no habiendo ni un poco de comida disponible, “Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: / Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” (Juan 6:8,9). Aunque Juan dice que es un muchacho, la interpretación correcta es que en realidad se trata de un niño ya grandecito, sin embargo, no deja de ser niño. Jesús recibió de este niño los escasos cinco panes y dos peces que usó para bendecir y alimentar a tanta gente. En fin, su acercamiento, aceptación, contacto, e interacción con los niños fue muy notorio en su ministerio.

Nuestro texto de este momento comienza diciendo que a Jesús “le presentaban niños para que los tocase” (Marcos 10:13), pero les hago la aclaración de que no se trata de la presentación que los israelitas hacían de sus hijos porque eso se hacía en el templo de Jerusalén junto con el ofrecimiento de un sacrificio, rito por el cual hasta Jesús fue presentado por sus padres (Lucas 2:22-24); tampoco consiste en la práctica popular de presentación de niños que en la actualidad se hace en algunas denominaciones evangélicas cuando los padres llevan a su recién nacido al templo para que el pastor ore por él y sus padres, aunque me parece que es una práctica muy cercana a lo que Jesús hacía al recibir, tocar, abrazar, y bendecir a los niños.

Acerca de esta presentación y acercamiento de los niños a Jesús, que San Marcos relata en su versión del evangelio, he titulado esta predicación como: JESÚS SE ENCUENTRA CON NIÑOS DEL REINO DE DIOS, y analizando la actitud de Jesús hacia los niños tengo como objetivo predicarles que un adulto tiene responsabilidades con respecto al reino de Dios y los niños. / ¿Qué responsabilidades tiene un adulto con respecto al reino de Dios y los niños? / En este mensaje voy a predicarles tres de tales responsabilidades.

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La primera responsabilidad que un adulto debe tener con respecto al reino de Dios y los niños, es:

I.- PROCURAR QUE LOS NIÑOS TENGAN FE EN JESÚS PARA ENTRAR AL REINO DE DIOS.

Comenzaré el desarrollo de este mensaje, observando que en una ocasión en la que Jesús seguramente se encontraba rodeado de niños, dijo a sus mimos discípulos: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar” (Marcos 9:42). Con estas palabras Jesús describe que el niño sin duda que, auxiliado por Dios mismo, puede tener la capacidad de creer en verdades y realidades divinas y espirituales, pues Jesús hace referencia de ellos diciendo que son “pequeñitos que creen en mí”. Así que más que la voluntad de sus padres de presentarlos a Jesús, eran los mismos niños que manifestaban deseo de acercarse a Jesús y ser bendecidos por él. Pero, acercarse físicamente a él en ese entonces, al mismo tiempo que llenos de fe en su persona y obra, lo que resultaba para ellos es que por su fe en Jesús también tenían entrada al reino de Dios. ¡Qué buena noticia para los niños! Los niños pueden creer en Jesús, con una fe verdaderamente real que conforme ellos vayan creciendo puede ir aumentando en ellos a una fe fuerte y madura.

Cuando leemos que a Jesús “le presentaban niños para que los tocase” (Marcos 10:13), suponemos que eran sus padres o por lo menos sus hermanos mayores quienes se los presentaban, interesados en que sus hijos o hermanos pequeños crean en Jesús y mantengan su fe en él. Creo que no presentaban a los niños a Jesús por alguna superstición, sino porque anhelaban para sus niños una bendición especial que no proviniera de un simple humano sino de Jesús a quien la gente en ese entonces ya comenzaba a reconocerle como verdadero Hijo de Dios, pues Jesús no les daba un simple toque como haciéndoles un ‘piojito’ de cariño en la cabeza, o solo un par de palmadas en el hombro o en la espalda, sino que “tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:16). ¡Qué bendita iniciativa de Jesús para los niños! En la actualidad somos los padres de familia y la iglesia de Jesús la que debe procurar que los pequeños crean en Jesús, se acerquen a él, y bendecirlos en el nombre de Jesús.

Amados hermanos, como aquellos que presentaban sus hijos a Jesús debemos hacer lo mismo con los nuestros, o con nuestros hermanos menores todavía en niñez. ¿Cómo? Si ellos demuestran interés alguno por acudir con fe a Jesús, debemos tomar en cuenta que no es por simple curiosidad sino porque Dios les está capacitando para garantizar su entrada al reino de Dios, por lo que entonces debemos apoyarlos a que se mantengan llenos de fe en Jesús. E incluso si observamos que los niños de nuestra familia ni por curiosidad quieren saber sobre Jesús y sobre Dios en general, con más razón debemos procurar que ellos crean en Jesús, proveyéndoles las circunstancias adecuadas para ello, como leyéndoles la palabra de Dios, llevándoles a los cultos y clases bíblicas de la iglesia, etc… Es nuestra responsabilidad como adultos creyentes procurar que a ningún niño sea o no de nuestra familia le falte la fe en Jesús para que ellos no pierdan la bendición de entrar al reino de Dios.

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La segunda responsabilidad que un adulto debe tener con respecto al reino de Dios y los niños, es:

II.- NO BLOQUEAR EL REINO DE DIOS A LOS NIÑOS POR NINGÚN MOTIVO.

Ahora retrocediendo un poco en el texto observamos que cuando los adultos presentaban a sus hijos a Jesús, “los discípulos reprendían a los que los presentaban” (Marcos 10:13b). Llama la atención en esta situación de que no fueron ni los fariseos ni los saduceos ni los escribas quienes hicieron las reprensiones a los padres de los niños, sino los mismos discípulos de Jesús. Tal reprensión tenía la finalidad de que los dejaran de presentar, pero eso significa que los niños estaban siendo impedidos de acercarse no solamente a la persona de Jesús sino de poder acercarse y entrar al reino de Dios. Las causas por la que se propusieron impedir que los niños fuesen acercados a Jesús son diversas: 1).- En aquellos tiempos un niño era considerado como impuro, que si es tocado por un rabí o maestro de la religión, él también quedaba impuro, y por lo tanto no apto para seguir desempeñando su función a menos que se sometiera a rituales que le purificarían de nuevo. Y los discípulos estaban influenciados con el pensamiento popular de la época, y considerando que su Maestro era incluso superior a los rabinos de la época, pensaron que con más razón su Maestro Jesús no debería ser hecho impuro por causa de los niños. Los discípulos creyeron que deberían ser guardaespaldas de su Maestro Jesús protegiendo su santidad. 2).- Los discípulos teniendo una expectativa terrenal del reino de Dios “pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11), por lo que quizá pensaron que por eso Jesús no tendría tiempo para dedicarse a tratar con niños, pues eso retrasaría la constitución del reino que ellos en su confusión y mala interpretación esperaban ver. 3).- Además no teniendo los discípulos un claro entendimiento de la manera como ya se había manifestado el reino de Dios, pudieron haber pensado ¿qué aportarían los niños para el reino de Dios, si tenían que tomar armas para rebelarse en contra del imperio romano?, lo cual no sería necesario porque el reino de Dios funciona por medio de corazones humanos mas no por medio de armas, tronos e imperios terrenales. 4).- También pudieron haber tomado en consideración que los niños por naturaleza son inquietos, lloran, gritan, corren, etc… y podían perjudicar a los adultos que quisieran escuchar a Jesús en aquel momento; y lo peor es que 5).- pensaron equivocadamente que el reino de Dios es solo para los que han llegado a ser adultos. Por supuesto que pudieron haber tenido otras razones para reprender a los padres que presentaban a sus niños a Jesús, y así impedir que los niños lleguen a Jesús y los pueda tocar, abrazar, y bendecir, pero San Marcos dice que: “Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).

La gente se dio cuenta que Jesús tomaba en cuenta a los niños, y tanto padres como niños le llegaron a tener mucho afecto a Jesús, por lo que el día de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, especialmente cuando Jesús purificó el templo de Jerusalén, estuvieron allí con él “muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!, (pero los principales sacerdotes y escribas) se indignaron, / y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús (citándoles el Salmo 8) les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (Mateo 21:15b, 16). Los padres de los niños y los mismos niños conocían la teología de Jesús en cuanto a los niños y el reino de Dios. Sabían que él enseñaba que de los niños “es el reino de Dios” (Marcos 10:14c), por lo que si el reino de Dios es también para ellos, ninguna persona debe por sus propias credenciales bloquear el reino de Dios a los niños, ni con palabras, ni con acciones, aunque sea líder de una denominación o secta, mucho menos si uno es verdaderamente discípulo de Jesús

Amados hermanos, en vista de que el reino de Dios también es para los niños, cada adulto y con más razón si somos padres tenemos la responsabilidad de ayudar a los niños que crean en Jesús y puedan así entrar al reino de Dios. Jesús no espera que un religioso, o que un verdadero discípulo suyo, o que un padre de familia seamos causa de bloquear el reino de Dios a los niños. Especialmente somos responsables de guiar a los niños a que conozcan de Jesús y crean en él. Jesús indignado de la actitud de quienes no se preocupan por la fe de los niños, sino que al contrario hasta los conducen intencionalmente al error, dice que: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar” (Marcos 9:42). Un niño es valioso a los ojos de Jesús, e insiste en que ni un religioso, ni un discípulo, y ningún padre de familia debe causar tropiezo a un niño que demuestra interés por Jesús y las cosas de Dios; y si no demuestra interés, es necesario aportar nuestro esfuerzo para que le conozca y crea en él. Si un adulto no hace esto por el bien de un niño, según Jesús tal persona ni siquiera debería estar con vida. Hermano, asuma usted su responsabilidad comenzando con sus propios hijos. No les bloquee el reino de Dios.

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La tercera responsabilidad que un adulto debe tener con respecto al reino de Dios y los niños, es:

III.- RECIBIR EL REINO DE DIOS CON LA SENCILLEZ QUE UN NIÑO LO RECIBE.

Los mismos discípulos de Jesús quienes sin duda tenían fe en Dios, y que reconocían que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, sabían que ya formaban parte del reino de Dios; sin embargo, tenían actitudes que no estaban siendo las apropiadas por causa de un mal entendimiento acerca de la naturaleza de este reino. San Marcos relata que un día que los discípulos de Jesús caminaron solos sin Jesús hacia Capernaum de Galilea, “en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor” (Marcos 9:34b). Los mismos discípulos equivocados en cuanto al reino de Dios solamente pensaban en categorías, rangos, puestos, y autoridad. Pensaban que el reino de Dios era una cuestión política. Pero cuando Jesús se reunió con ellos en una casa en Capernaum, sabiendo él la discusión que habían tenido en el camino, les enseño que “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Marcos 9:35). Y luego, para ilustrarles su enseñanza, Jesús “…tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: / El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a misino al que me envió” (Marcos 9:36-37). Lo que menos pasaba por la cabeza de los discípulos de Jesús era la importancia del servicio a los demás, por lo que Jesús trabajó con ellos enseñándoles que antes que ser mayor tienen que servir incluso a los niños. Esto evidencia que al mismo tiempo que seguían como discípulos a Jesús, tenían ideas preconcebidas y equivocadas acerca de lo que deberían hacer y de lo que esperaban como beneficio.

Pero los niños que se acercaban a Jesús quienes se sentían aceptados y bienvenidos en el reino de Dios no lo hacían pensando en ser las autoridades en el reino de Dios. Aunque quizá tampoco entendían todas las implicaciones del reino de Dios, pero no cuestionaban ni dudaban lo que escuchaban de Jesús acerca del reino de Dios. Ellos creían cada palabra de Jesús de todo corazón, sin cuestionarla porque afortunadamente sus mentes no habían sido influenciadas por el pensamiento familiar, social, y religioso, y así no tenían ideas equivocadas preconcebidas que choquen con las enseñanzas del evangelio de Dios que Jesús les compartía. Había en los niños una sencillez, fe, humildad, y pequeñez que mucho hacía falta no solo en los fariseos de aquel tiempo, sino en los mismos discípulos de Jesús que ya llevaban tiempo entrenándose con él. Por eso Jesús les dice a sus mismos discípulos que: “el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Marcos 10:15).

Amados hermanos, es necesario recuperar la sencillez, la humildad, la fe, y la sinceridad propios de un niño. Es verdad que ahora siendo jóvenes o adultos ya no hablamos, pensamos, y juzgamos como niños (cf. 1 Corintios 13:11), pero ante las verdades de Dios debemos recibirlas como un niño feliz de aprender algo nuevo porque si uno antepone la duda, la rebeldía, el rechazo, y la controversia a una verdad del evangelio de Jesús, ¿cómo esperaremos entrar al reino de Dios?

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, ser un niño es una etapa que a muchos de nosotros nos gustaría repetir, pero solamente una vez en la vida se pasa por esa maravillosa edad. Muchas felicidades desde hoy a todos los niños que están presentes en este culto. Mañana que será el día del niño, disfrútenlo al máximo con sus familias, pero no se olviden de que Jesús les toma en cuenta para que sean parte del reino de Dios. Muchas felicidades a todos los niños de esta amada congregación. Ustedes que son sus padres, hermanos, tíos, etc… ayúdenlos a creer en Jesús. Háblenles de él para que comiencen a tener fe en él o para que su fe en Jesús crezca. Recuerden que es solamente por Jesús que un adulto, así como un niño, podemos entrar al reino de Dios. El reino de Dios no es solamente una cuestión de adultos sino también para los niños. Por ningún motivo sea usted la causa humana de que un niño o incluso su propio hijo o hermano infantil no crea en Jesús. Ser tropiezo o estorbo para la fe de un niño, sin la cual el niño pierde el privilegio de entrar al reino de Dios que tiene una trascendencia eterna, es un agravio terrible que Jesús considera que la persona que lo haga es indigna de tener el privilegio de estar con vida. Recuerden siempre que de los niños “es el reino de Dios” (Marcos 10:14c).

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