REY JOÁS: REFORMA PERSONAL EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES PARA LA OBRA DE DIOS, Por: Diego Teh.

JOÁS: REFORMA PERSONAL EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES PARA LA OBRA DE DIOS.

(Sermón para toda la iglesia)

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2 Crónicas 24:1-12.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Ebenezer” de la col. San José Tecoh, de Mérida, Yucatán; el domingo 8 de octubre 2017, a las 18:30 horas; como sermón de la serie: REYES REFORMADORES DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

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   INTRODUCCIÓN: El apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios, les dice: “téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. / Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:1,2).  Recalca que los cristianos somos “administradores de los misterios de Dios”, y que todos los administradores debemos ser fieles.  Por su parte el apóstol Pedro dice también en su primera epístola que: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).  La palabra clave que utilizan estos dos apóstoles es que los cristianos somos ADMINISTRADORES, según Pablo: DE LOS MISTERIOS DE DIOS; y según Pedro, DE LA MULTIFORME GRACIA DE DIOS.  Sin embargo, la iglesia en general, pero también los creyentes en particular no solamente tenemos la responsabilidad de administrar los MISTERIOS DE DIOS, y LA GRACIA DE DIOS, sino que al mismo tiempo tenemos también que administrar desde dinero y hasta bienes materiales pequeños o grandes que han llegado a nuestras manos pero que deben ser destinados a la obra de Dios.

   En la antigüedad en el tiempo de los reyes, en la casa de Dios, no solamente se administraban los misterios y la misma gracia de Dios, sino también se administraban los dineros y bienes materiales que se destinaban propiamente para la obra de Dios.  Tanto los reyes desde su trono y palacio, como los sumos sacerdotes en la casa de Dios, eran los responsables de administrar los dineros y bienes a favor de todo el ministerio de la casa de Dios, pero no siempre se hizo así, pues por ejemplo en el tiempo de la reina Atalía, ella y su familia desviaron los recursos de la casa de Dios para otros fines que a ellos les convenía.  Sin embargo, Dios siempre pone a las personas idóneas que promoverán los cambios necesarios que favorezcan su obra aquí en la tierra. Así fue como Dios providencialmente, en lugar de Atalía, puso a un niño de tan solo siete años para que reinará sobre todo Judá.  Este rey, cuando ya era todo un adulto, llevó a cabo reformas importantes con respecto a la administración de los bienes destinados para la obra de Dios. La historia de la obra reformadora de Joás, nos presenta un panorama general acerca no solamente cómo toda una iglesia debe administrar las ofrendas y lo bienes materiales que recibe o posee; sino también nos enseña cómo ser de manera personal buenos y fieles administradores de los dineros y bienes materiales que nosotros adquirimos mediante nuestro trabajo.

   Aclaro que este mensaje que es escuchado, posteriormente leído y compartido no solamente en esta congregación sino en las otras congregaciones hermanas, no tiene la finalidad de desacreditar a ningún directivo, tesorero, ministerios de recursos, sino que tiene la finalidad de hacer saber que de preferencia antes de que surja un desorden siempre se puede evitar, implementando oportunamente una reforma apropiada primeramente en nuestra manera de administrar lo que tenemos pero que no es nuestro sino que debe ser usado para la obra de Dios.

   En este mensaje voy a predicarles que todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios. / ¿Cómo debe todo creyente reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios? / Basado en la historia de las reformas que el rey Joás hizo para con la casa de Dios, les voy a compartir en este mensaje, algunas maneras de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios.

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   La primera manera de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios, es:

I.- NO MALGASTANDO TU DINERO, SINO OFRENDANDO UNA PARTE PARA LA OBRA DE DIOS.

   Uno de los detalles que se da a conocer en la crónica de las reformas del rey Joás, fue lo que hizo la malvada reina Atalía durante su corto tiempo de reinado espurio. Dice el v. 7: “Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová” (2 Crónicas 24:7).  El problema más escandaloso en esta historia es el que Atalía y sus hijos mal gastaron todos los dineros y utensilios que correspondían a la casa de Dios, usándolo para los templos de los ídolos que ella mandó a construir. El texto nos presenta a Atalía y a sus hijos como responsables de haber mal gastado “cosas consagradas de la casa de Jehová”, y a su vez no conforme con ello, dice la crónica que también “habían destruido la casa de Dios”.  ¡Qué reina malvada junto con sus hijos!, por cierto, no era legítima reina sino una usurpadora.

   Amados hermanos, lo anterior fue error de Atalía, pero qué tal cuando nosotros somos los que con sentido egoísta no contribuimos para la causa de Dios, y en vez de ofrecer nuestra ofrenda, también mal gastamos en cosas no provechosas ni para nosotros ni para otros lo que deberíamos ofrecer para la obra de Dios.  Los responsables de invertir para la obra de Dios somos cada uno de nosotros quienes por la gracia de Dios recibimos, aunque de vez en cuando algún sueldo, gratificación, o beneficiencia pública.  Lo que usted debe ofrecer como ofrenda para la obra de Dios, no debe quedarse con ello para mal gastarlo en fines ajenos a Dios.

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   La segunda manera de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios, es:

II.- OFRENDANDO OPORTUNAMENTE PARA LA OBRA DE DIOS.

   La mala reina Atalía que causó muchos males a la casa de Dios, había muerto desde hace 23 años.  Para este tiempo, Joás no era el niño que comenzó a reinar a tan solo siete años de edad, sino que ya tenía 30 años.  Desde sus siete años en adelante su consejero para tomar decisiones había sido el sumo sacerdote Joiada (cf. 2 Reyes 12:2). Poco a poco Joás fue tomando la responsabilidad de la toma de decisiones, y aunque Joiada había sido un buen consejero para él, e incluso aunque Joiada había sido un reformador en la casa de Dios, sin embargo, había responsabilidades bajo sus facultades que él mismo había descuidado durante 23 años. En el segundo libro de los reyes leemos: Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo” (2 Reyes 12:6). El responsable de la casa de Dios que era el sumo sacerdote Joiada, no había hecho lo suficiente para restaurar el funcionamiento óptimo de la casa de Dios; por lo que el rey Joás tendría que hablar con él.  La crónica dice: “Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio?” (2 Crónicas 24:6).  La pregunta que el rey le hizo al sumo sacerdote revela el atraso o la tardanza en animar al pueblo a traer la ofrenda que ya debió haberse traído desde hace mucho tiempo.  Era un reclamo de tardanza cuando le dice: “¿Por qué no has procurado?”

   Amados hermanos, esto nos enseña que no deberíamos quedarnos ni con el diezmo que corresponde todo para la obra de Dios, ni con la ofrenda que muchas veces tenemos posibilidad de entregar de manera voluntaria cuando nos damos cuenta de las grandes necesidades que siempre surgen en la obra de Dios.  Si usted se queda esta semana, o este mes con lo que usted bien tiene posibilidad de entregar como ofrenda para la obra, usted se va a mal acostumbrar a no darlo durante seis meses, luego durante un año, y así durante toda su vida, no contribuyendo ni lo suficiente, ni lo necesario para la obra de Dios.  Por esta razón, no posponga para más adelante su intención de dar su ofrenda para la obra de Dios. Debe ser ahora que se necesita.

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   La tercera manera de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios, es:

III.- OFRENDANDO PARA LA OBRA DE DIOS, A PESAR DE QUE ANTES HAYA SIDO MAL ADMINISTRADO NUESTRAS APORTACIONES.

   Ya hemos leído que: “…la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová” (2 Crónicas 24:7), pero a pesar de ello, el rey Joás no duda en instruir al sumo sacerdote Joiada de que es necesario “…que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio?” (2 Crónicas 24:6).  Seguidamente dice la crónica que “Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová; / e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto. / Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla” (2 Crónicas 24:8-10).  No cuestionaron si se va a volver a repetir la historia de que alguien va a desviar los fondos, sino que “se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla” (v. 10).

   Amados hermanos, la lección en este punto es que, aunque alguien haya mal administrado lo que corresponde a una obra de Dios, el pueblo de Dios aun en estos casos despreciables y desagradables, tiene la responsabilidad de proveer nuevamente para restaurar o reformar lo que se había destruido o desaparecido.

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   La cuarta manera de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios, es:

IV.- SIENDO EL PRIMERO EN OFRENDAR, ESPECIALMENTE SI UNO ES LÍDER EN LA OBRA DE DIOS.

   Quiero que observen un buen detalle mencionado al principio del versículo 10, que nos relata que “todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas” (2 Crónicas 24:10).  Además de indicarnos la unanimidad que se tuvo para ofrendar, se resalta que los primeros en dar fueron “todos los jefes”.  Ninguno se quedó sin dar lo que podía dar para que se pudiese solucionar las deficiencias que había en la casa de Dios en Jerusalén.

   En cierto proyecto que se trabajó en una iglesia cuyo nombre no voy a mencionar, se detectó que la mayoría de sus miembros habían aportado donativos para llevar a cabo el proyecto que sus representantes habían diseñado.  Fue sorprendente saber que quienes no habían aportado cuando ya se estaba cerrando el proyecto, eran precisamente los mismos líderes que diseñaron y aprobaron el proyecto.  ¿Cree usted que así deberíamos conducirnos los que lideramos esta amada congregación?

   Amados hermanos, todo creyente tiene la responsabilidad de aportar no solo su ofrenda y sus diezmos para la obra de Dios, sino también su tiempo, sus dones, su fuerza, etc…, sin embargo, todos los creyentes que se encuentran en el llamado de Dios para ejercer el liderazgo y gobierno de la iglesia, somos los primeros responsables de dar el ejemplo con nuestras aportaciones cuando se convoca al pueblo de Dios para apoyar un proyecto; pero si usted no es llamado a ser un líder de la iglesia, de todas maneras es un deber bíblico y cristiano el ser ejemplo para los demás de que aportamos dinero, tiempo, fuerza, dones, etc… para la obra de Dios.

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   La quinta manera de cómo todo creyente debe reformar su manera personal de administrar los dineros y bienes que adquiere y que deben pertenecer a la obra de Dios, es:

V.- TENIENDO LA PALABRA DE DIOS COMO FUNDAMENTO DE NUESTRAS DECISIONES.

   En la pregunta-reclamo que Joás le hace al sumo sacerdote Joiada, diciéndole: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio? (2 Crónicas 24:6b), es claro que Joás no estaba pensando en una imposición de su propia autoridad como rey, sino que estaba pensando que, si había que reformar la condición de la casa de Dios y del funcionamiento de todo su ministerio sacerdotal, el fundamento incluso para pedir una contribución a la gente de Dios es la autoridad de la misma palabra de Dios.  Por eso le dice a Joiada que había un fundamento que él ya debió haber tomado en cuenta y le aclara que se trata de “la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio”.  Aunque aparentemente Moisés la “impuso”, es más bien imposición de Dios.  Pero, lo que Joás apelaba ante Joiada, consistía en que, si algo está escrito en la palabra revelada de Dios, eso es lo que se debe hacer.

   Con respecto a la decisión tomada por el rey Joás, dice la crónica: “Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová; / e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto” (2 Crónicas 24:8,9).  Esta crónica añade un detalle interesante a la ley de la ofrenda, al decir que se trata de lo que “Moisés siervo de Dios había sido impuesto a Israel en el desierto” (v. 9b).  El detalle que quiero señalar es que la ley fue dada “a Israel en el desierto”.  Esto quiere decir que la ley fue dada en el transcurso de los 40 años posteriores cuando sus antepasado fueron liberados de los egipcios; es decir alrededor de los años 1513 a.C[1]. al 1473 a.C., pero que seguía vigente durante el reinado de Joás rey de Judá entre los años 836 a.C. al 797 a.C; un promedio de 700 años después de haber sido impuesta por Moisés.  Esto quiere decir que aunque las circunstancias, costumbres, y hasta pecados cambien o aumenten, la palabra de Dios sin importar la antigüedad que haya sido dicha, tiene poder para reformar tanto la vida personal como la vida religiosa no solamente de líderes religiosos sino hasta de toda una nación.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, lo que he querido compartirles en este mensaje ha sido que:

   1) de lo que recibimos de Dios como nuestras ganancias por nuestro trabajo no debemos gastarlo para nuestro propio beneficio, sino que debemos entregarlo para la obra de Dios.

   2) nuestras aportaciones debemos ofrecerlas tan pronto tengamos ganancias de nuestro trabajo en nuestras manos, no debemos posponer su entrega para otra ocasión, porque usted corre el riesgo de finalmente usarlo para otros fines.

   3) si usted es un líder, usted debe ser el primero en dar el ejemplo a toda la iglesia.

   4) toda decisión que tengamos que tomar ya sea como personas o como iglesia, no debe ser según nuestra propia opinión sino según la palabra de Dios que en todos los casos debe ser el fundamento de nuestras decisiones.  Recordemos que uno de los postulados de la reforma del siglo XVI fue volver a la palabra de Dios como fundamento de la fe y de la práctica, y en la actualidad siempre se hace necesario que cada creyente y toda iglesia vuelva a la palabra de Dios como fundamento; y

   Finalmente recordemos que somos administradores de los misterios de Dios, y de la multiforme gracia de Dios.  Como cristianos debemos administrar lo que no es nuestro ni para nosotros sino para la obra de Dios para el extendimiento del reino de Cristo nuestro Salvador y Señor, aquí en la tierra.

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[1] https://atlasdelabiblia.wordpress.com/salida-de-egipto-2/

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