EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD, Por: Diego Teh.

EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD

Isaías 9:6; Filipenses 2:1-11.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán; el domingo 24 de diciembre 2017, a las 11:00 horas.

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   INTRODUCCIÓN: Un hombre adinerado tenía la costumbre de sorprender a todos con sus regalos de Navidad. Siempre eran fuera de lo usual. Otros podían regalar corbatas, calcetines, y libros; el regalaba clases de paracaidismo o plantas exóticas. Un año, sin embargo, decidió que se iba a superar. Encontró como regalo para su padre un pájaro de una especie muy extraña que hablaba cinco idiomas y podía cantar las mañanitas parado en un pie. Esta ave tan extraordinaria le costó diez mil dólares, pero consideró que valía cada centavo para sorprender a su padre. Sería un regalo totalmente inolvidable. Una semana después de la Navidad, llamó a su padre para pedirle su opinión del regalo. – ¿Cómo te pareció el pájaro que te regalé? -le preguntó a su papá. – ¡Fue delicioso! -respondió éste[1].  Este hijo adinerado no consideró lo peligroso que podría ser su padre ante un ave que evidentemente era apetecible, aunque sea para unos cuántos deliciosos bocados.  Tampoco consideró qué era lo que realmente su padre podría estar necesitando para regalarle.

   En esta temporada de Navidad se dan y se reciben muchos regalos; probablemente usted ya tiene preparado su regalo porque recuerde que según el apóstol Pablo, Jesús dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35), por lo que ojalá que su regalo sea lo que su receptor realmente necesita, porque solo así es que un regalo vale la pena.  Pero hay un regalo que supera a todos, un regalo que satisface las necesidades más profundas del que lo recibe, un regalo que es el mejor regalo de todos. Es el regalo de Dios que dio motivo a la navidad.  Es el regalo del cual el profeta Isaías dijo: un niño nos es nacido, hijo nos es dado (Isaías 9:6); dijo que “no es dado”, porque no es como uno de nosotros, sino ajeno a nuestra naturaleza pecadora.  Es el regalo del cual San Juan en su relato del evangelio dice que: de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito …” (Juan 3:16); también dice que es “dado”, y que por cierto es el mejor regalo entregado a la humanidad.

   La lectura bíblica que hemos tenido en palabras del apóstol Pablo a los Filipenses, describe este perfecto regalo de Dios, cuando dice que Cristo Jesús: “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).  Basado en estas palabras descriptivas, les voy a predicar que: El regalo perfecto de Dios para la humanidad incluye varios detalles divinos que suplen nuestra gran necesidad de salvación. / ¿Salvación? Sí, porque el pecado tenía condenado a la humanidad, y este regalo de Dios fue la solución para el que cree en él. / ¿Cuáles son esos detalles divinos que suplen nuestra gran necesidad de salvación, y que constituyen el regalo perfecto de Dios para la humanidad? / Les voy a compartir algunos de estos detalles divinos.

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   El primer detalle divino que suple nuestra gran necesidad de salvación, es:

I.- LA HUMILDAD DE JESÚS.

   Antes que todo, primeramente, no me refiero a la humildad que le caracterizó y que le fue conocida aquí en la tierra tanto por sus discípulos como por la gente con quienes él estuvo relacionándose durante toda su vida, especialmente durante su ministerio. Me refiero a la humildad que tuvo desde que estaba en su naturaleza de ser solamente Dios.  Podemos apreciar su humildad, cuando el apóstol Pablo dice que Cristo Jesús: siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / sino que se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:6, 7a).  Si Jesús se hubiese aferrado a su naturaleza de ser solamente Dios, ¿no estaba en su legítimo y derecho divino?  Desde luego que sí, pero, esto es lo que precisamente ocurrió: “se despojó a sí mismo”.  No vaya usted a mal interpretar esta frase pensando que Jesús al hacerse humano dejó de ser Dios. No es así, sino que unió su naturaleza divina con la humana, siendo tanto Dios como humano al mismo tiempo.

   La traducción que hace la NVI, al respecto del despojo que Jesús hizo de sí mismo, la encuentro muy apropiada, porque de una manera más explicativa, dice que lo que ocurrió fue que: “se rebajó voluntariamente” (v. 7a), obviamente no para igualarse a nuestra condición, sino para ser semejante a nosotros, pero sin pecado.  Si Jesús no hubiese querido ser humilde, absolutamente nadie podría tener solución para las grandes y terribles consecuencias y estragos temporales y eternos como la condenación; pues era necesario ante la justicia de Dios que un hombre sin pecado pague por nuestros pecados, pero ese hombre no habría entre nosotros porque todos pecamos (cf. Romanos 3:23); por lo que la humildad de Jesús le hizo convertirse en el hombre perfecto que en su debido momento pagaría nuestros pecados; y así lo hizo. ¿No es esto un perfecto regalo para usted?

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   El segundo detalle divino que suple nuestra gran necesidad de salvación, es:

II.- EL SERVICIO DE JESÚS.

   Después de que el apóstol Pablo dice que Jesús se despojó a sí mismo, o que se rebajó voluntariamente, dice que ello ocurrió: tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7b), con lo cual da por sobreentendido que Jesús Dios, se hizo hombre.  Sin embargo, lo que ahora quiere enfatizar no es solamente que se hizo hombre, sino además que fue “hecho semejante a los hombres”.  Con esta frase el apóstol está enfatizando que Jesús siendo hombre, fue “hecho” o tratado como una persona sin derechos.  Pero, él sabía de antemano que así sería tratado aquí en la tierra, y que ese trato era parte del proceso de nuestra salvación, sin embargo, a pesar de saberlo, planeó ser “siervo”, por lo que no planeó nacer como el sucesor del gran emperador griego Alejandro Magno, tampoco planeó nacer como descendiente de alguno de los primeros once césares emperadores del imperio romano; ni siquiera como descendiente poderoso de la dinastía de los idumeo-judíos reyes Herodes controlados por los césares romanos.

  La decisión de Jesús al venir a nacer, que demuestra que “se despojó a sí mismo”, o que “se rebajó voluntariamente”, es que siendo él, el Soberano Señor, dueño de todo cuanto existe, se despojó de esta prerrogativa suya así que voluntariamente tomó “forma de siervo”.  Pues siendo el Creador y dueño de todo, ¿no pudo disponerse de una buena casa, o de todo un palacio para construirse un reino terrenal?, pero no, prefirió ser un siervo.  Por ello, ni su propia madre y padre representativo pudieron encontrar un lugar más digno para su divina dignidad, teniendo que nacer en un pesebre improvisado en el rincón de un establo. Y en el resto de su vida nunca de proveyó a manos llenas de ningún bien que por derecho divino pudo haber dispuesto. Finalmente, el poder estaba a su alcance. ¿No hizo que de la boca de un pez saliera un estatero (dinero de aquellos tiempos, equivalente a cuatro dracmas)?  ¿No hasta multiplicaba panes y podía así conseguir y evitar gastarse dinero y hacerse grandes ahorros, pudiendo invertirlo para ostentar grandes pertenencias?  Pero no lo hizo, sino que prefirió ser “siervo”.

  ¿Siervo, pero de quién?  Se va usted a sorprender.  No fue siervo de algún amo en particular.  Fue siervo de usted y yo, y de todos los pecadores en su conjunto.  Pues el servicio que él vino a realizar fue hacer el trabajo que nadie podía hacer, y solo por su trabajo tan especial, conseguiría para nosotros el beneficio de la salvación que nos sacaría de la antes segura condenación que ni nosotros ni nadie más nos podía quitar.  A este servicio se refirió cuando luego de haber observado el interés de dos de sus discípulos al igual que de la mamá de estos dos, que querían ser los primeros ministros del reino de Jesús; Jesús les aclaró a todos sus discípulos con respecto a él mismo que: el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28), por lo que sus seguidores no podrían darse el lujo de buscar solamente ser servidos.  ¿No es esto el mejor regalo para usted, que Jesús se haya hecho servidor de usted para rescatarle de la condenación eterna?

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   El tercer detalle divino que suple nuestra gran necesidad de salvación, es:

III.- LA ENTREGA DE JESÚS.

   A Jesús no lo sorprendieron, no lo tomaron en curva, sino que todo estaba así planeado por él.  Sabía a lo que vino a este mundo de hombres pecadores. Por eso, el apóstol Pablo dice de Jesús que: “estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).  Además de la humillación que tuvo desde un principio al tener que dejar sus prerrogativas divinas al abandonar voluntariamente su cielo, teniendo que ser eficaz en el cumplimiento de lo necesario para conseguirnos la salvación.  Nos recalca san Pablo que ahora “estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo”.  ¿Se dan cuenta?  Voluntariamente se siguió humillando a nuestro favor, porque su misión no era suficiente con encarnarse, no era suficiente con enfrentar tentaciones como cuando el diablo personalmente le dijo que convirtiera las piedras en pan, o cuando le dijo que le daría todos los reinos del mundo si se postraba para adorarle, etc…  Era necesaria su muerte.

   Antes de que él viniera a este mundo, los pecadores que buscaban el perdón de Dios se tenían que conseguir un cordero que llevaban al sacerdote israelita quien degollaba al animal y tomaba de su sangre para rociar al arrepentido y le declaraba perdonado, cuando el que realmente debería morir era el pecador, aunque este estuviese arrepentido.  Pero, esa sangre no libraba de la condenación eterna, e incluso para cada pecado era necesario sacrificar seguidamente otro cordero.  Por lo que Jesús viene a tomar el lugar de aquel cordero, pero más precisamente viene a tomar el lugar del pecador que merece la muerte y la condenación.  Esto, fue un acto voluntario de Jesús.  Por eso, cuando el apóstol Pedro predicó a los judíos de su tiempo, el día de la manifestación del Espíritu Santo para la iglesia, predicó diciéndoles: a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23).  ¿No es esto el regalo perfecto de Dios para usted?  Ya no hay necesidad de sacrificar corderos, “… porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Hebreos 7:27).

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, finalmente, todo esto representa una sola realidad: AMOR DE DIOS. Gocémonos no solamente en este tiempo litúrgico de la navidad, sino gocémonos siempre, de que el único Dios vivo y verdadero, es el mejor regalo para la humanidad, especialmente para nosotros.  Pero aprovechando el sentimiento que esta gracia de Dios nos comunica, compartamos humildad, servicio, y entrega a aquellos que tienen necesidades que por sí solos no pueden superar o solucionar.  Aceptemos, pero compartamos el amor de Dios, con todos sus divinos detalles.

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   ¡Que todos tengan una feliz navidad, con el perfecto regalo de Dios: Jesucristo, humilde, servidor, y entregado por cada uno de nosotros!

[1] http://www.iglesiatriunfante.com/sermon/sermon67.htm

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