CÓMO ENFRENTAR LA ADVERSIDAD, Por: Diego Teh.

CÓMO ENFRENTAR LA ADVERSIDAD

 Hebreos 12:1-11.

Bosquejo elaborado por el Pbro. Diego Teh, para la predicación del domingo 11 de marzo 2018, en diversas congregaciones de la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán.

Este bosquejo corresponde al sermón # 03 de la serie: UNA VIDA CENTRADA EN EL EVANGELIO.

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   INTRODUCCIÓN: ¿Cómo les fue la semana pasada que terminó ayer sábado? Es probable que a muchos les fue bien, pero a usted quizá no le fue muy bien.  Hay días que a pesar de toda la fe que usted ha tenido, aun cuando usted sigue creyendo que Dios es bueno, pero parece que con usted no es bueno. Hace un tiempo o recientemente quizá usted perdió su empleo, quizá su ser querido se fue de este mundo, quizá le robaron algunas pertenecías valiosas en su domicilio, quizá le asaltaron en la calle, quizá hasta le han secuestrado a algún familiar cercano; y así podemos hacer una larga lista de experiencias que, en realidad, así como les toca a los no creyentes, así nos toca a los que somos creyentes en Jesucristo. Pero, Dios ¿no que es soberano, y tiene el control de todo? ¿por qué no evitó que usted pase esas terribles e indeseables experiencias? Sí, Dios es bueno y también es soberano, y es por su mismo bien y soberanía que Él permite que nos ocurran semejantes adversidades.

   En nuestra lectura bíblica de Hebreos 2:1-7 tenemos una exposición apostólica que nos recuerda que las adversidades no han sido asunto solamente de nosotros los seres humanos, ni solamente asunto de creyentes o no creyentes.  Jesús mismo, el Hijo de Dios, en cuya humanidad residía toda la plenitud de la Divinidad, aun con todo ello no se libró de las adversidades que nos ocurren a los que solamente somos humanos, sino que, en su vida, especialmente en el aspecto de su vida que corresponde a su misión salvadora, sufrió adversidades como las nuestras y aún peores; por eso, de este texto bíblico aprenderemos cómo Jesús enfrentó sus adversidades, y cómo nosotros debemos enfrentar las adversidades que a nosotros nos corresponden.  De manera específica voy a predicarles, que las adversidades de la vida deben ser bien enfrentadas según el supremo ejemplo de Jesús. / ¿De qué maneras deben ser bien enfrentadas las adversidades de la vida, como Jesús? / El apóstol a los hebreos en nuestro texto bíblico explica cómo se puede enfrentar bien cualquier adversidad en la vida, tal como Jesús las enfrentó.

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   La primera manera de cómo enfrentar bien cualquier adversidad en la vida, según el supremo ejemplo de Jesús, es:

I.- TENIENDO EN CUENTA QUE TRAS CADA AFLICCIÓN SIEMPRE VENDRÁ GOZO.

   Lo primero que quiero que observen en nuestro texto bíblico, es el entendimiento que Jesús tenía acerca del sufrimiento. Según el apóstol Jesús tenía una perspectiva que va más allá de cada problema, más allá de cada sufrimiento, y más allá de toda mala experiencia que por propósitos de Dios, aunque podrían ser evitados por Él, necesariamente tenemos qué pasar por ellas.  El apóstol dice de Jesús: “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz” (Hebreos 12:2).  La Nueva Versión Internacional, es un poco más clara que traduce lo mismo diciendo: “por el gozo que le esperaba, soportó la cruz” (Hebreos 12:2; NVI).  La versión Reina-Valera de 1960 habla de “gozo puesto delante de él” y la Nueva Versión Internacional habla de “gozo que le esperaba”.  La adversidad, solamente es un recurso del mal que solamente oculta lo bueno que hay después; pero al mismo tiempo es un recurso de Dios, para que encontremos en Él la solución que necesitamos.

   Por lo general, cuando estamos en problemas, dificultades, adversidades, se bloquea nuestra visión con respecto a las soluciones.  Nos enfrascamos, o encerramos mirando solamente las complicaciones del problema, pero en Jesús nos damos cuenta que su manera de enfrentar las adversidades fue pensando en que aun cuando el problema sea realmente grande, siempre hay una solución preparada.  Tenemos que cambiar nuestra manera de ver las adversidades.  Según la versión Dios Habla Hoy, Jesús “sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría” (Hebreos 12:2).  Su gozo y alegría fue haber vencido la muerte, pero no solo por haber vencido la muerte, sino también por “destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14).  Y luego, recuperó su gloria que antes tuvo con su Padre celestial desde antes de la fundación del mundo (cf. Juan 17:5).  Y su gozo siguió siendo mayor cuando “se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1; cf. 10:12).  Ante todo este gozo que Jesús esperaba, su adversidad por más que fue dura y cruel, no fue nada comparado con el gozo que le llegó después.

   Amados hermanos, tiene razón el himnólogo que escribió: “Tras la tormenta, el arco iris, y tras la oscuridad la luz; tras la amargura, la alegría que a los creyentes da Jesús. […] Tras el invierno, primavera; tras el combate rudo, paz; tras triste valle, excelsa cumbre; tras cautiverio, libertad”[1].  Cuando llegue un grave problema a nuestras vidas, no miremos lo grandioso y complicado que es el problema, sino veamos la grandiosa solución que hay después de ello, y que Dios ha preparado para que disfrutemos. Enfrentemos las adversidades pensando que tan pronto se acaben sus estragos, las bendiciones que siguen serán mayores que el mal que hayamos experimentado.

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   La segunda manera de cómo enfrentar bien cualquier adversidad en la vida, según el supremo ejemplo de Jesús, es:

II.- NO HACIENDO CASO A LO DESAGRADABLE QUE ES ENFRENTAR UNA ADVERSIDAD.

   Después de enfatizar el motivo especial que mantuvo a Jesús fiel en su misión de dar la vida por los pecadores, tendiendo que sufrir la cruz (cf. RV60), o soportar la cruz (cf. NVI), el apóstol dice que otra manera complementaria de la esperanza de gozo de Jesús para enfrentar la adversidad, fue: “menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:2).  ¿Qué es esto de menospreciar el oprobio? La versión Dios Habla Hoy, dice que Jesús enfrentó el sufrimiento de la cruz: “sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte” (Hebreos 12:2; DHH). Ser crucificado, era una vergüenza pública, pues solamente los asesinos, ladrones, violadores, etc… que eran un peligro para la sociedad, eran los que la ley romana condenaba a la muerte de cruz.  Estar colgado en la cruz era un castigo solamente para la gente que era una vergüenza de vida y conducta.  Así fue visto Jesús por quienes injustamente le acusaron solamente por identificarse como Hijo de Dios.  Así le vieron por los que nunca supieron a tiempo las injustas acusaciones que fueron hechas en su contra, y por la incorrecta impartición de justicia de parte de Pilato quien juzgó su caso, dejando irresponsablemente en manos de religiosos malvados la decisión de que Jesús fuese crucificado.  Pero, ¿saben? A Jesús no le importó que lo consideraran una vergüenza pública. Lo importante en este caso es que él no era culpable de lo que se le acusó, y por el cual fue condenado por quien le juzgó, y por el cual fue crucificado y muerto, sino que era cien por ciento inocente, justo, y santo.

   La lección aquí para nosotros es que, si la adversidad no viene por nuestra causa, o sea que nosotros mismos lo hayamos generado, no debemos preocuparnos. De eso Dios se encarga de dar la solución.  A su propio Hijo, le resucitó porque su muerte no fue por culpabilidad ni ante la ley humana ni ante la ley de Dios. Jesús, no debía morir, aunque su muerte temporal fue permitida por Dios el Padre, solamente por razón necesaria para el pago de nuestras culpas de pecado; pero Dios mismo le tuvo que resucitar, primero porque Jesús como Dios no puede morir; segundo, porque como hombre perfecto por el auxilio divino, tampoco debe morir o permanecer muerto.  Por esa razón le fue devuelta la vida.  Así, a Jesús no le importó enfrentar cualquier adversidad durante su vida, aun cuando tuvo que ser crucificado, porque el que está bien con Dios, siempre será exaltado, siempre será rescatado de cualquier situación en la que se encuentre.  Finalmente Jesús, por su gozo ante las adversidades, y por no temer motivo para avergonzarse de lo que es vergonzoso, desde entonces y hasta ahora “se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).

   Amados hermanos, no se aflijan cuando lleguen los momentos difíciles de la vida. Vienen porque vienen.  Son las consecuencias del mal presente en este mundo, y que alcanza sin distinción hasta a los más verdaderos y fieles creyentes. Algunas veces no hay manera de escapar de ello, porque Dios así lo ha dispuesto, sin embargo, Dios sabiamente después de la adversidad nos habrá capacitado para ser mejores personas y creyentes que podemos servir a otros a superar sus malas experiencias.  Por el momento, dejen que la adversidad haga sus estragos, no centren su atención en los problemas, adversidades, y sufrimientos. Eso significa menospreciar el oprobio. Ténganlo como nada. Y hagan lo que el apóstol dice al principio del versículo dos: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). En palabras de la NVI: “Fijemos la mirada en Jesús” (Hebreos 12:2a; NVI).

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   La tercera manera de cómo enfrentar bien cualquier adversidad en la vida, según el supremo ejemplo de Jesús, es:

III.- PERSEVERANDO EN LA META DE LA VIDA, A PESAR DE CUALQUIER OPOSICIÓN.

   Ahora, pasando al versículo tres de nuestro texto, leemos que el apóstol escribió: “Considerad a aquel que” (Que ¿qué?) “que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo” (Hebreos 12:3). Aquí, el enfoque del apóstol es informar a sus lectores que la condenación de Jesús, para sufrir la cruz, y otros muchos padecimientos previos, fue por causa de la maldad de los seres humanos que resguardados en los poderes de la religión, y en la política romana, hicieron todo lo que estaban de su parte para que Jesús fuese injustamente crucificado.  Pero, aun cuando todo ello, afectaría la vida de Jesús, él no huyó a la oposición, no renunció a su misión, sino que, según la traducción de la Nueva Versión Internacional, Jesús: “perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores” (Hebreos 12:3; NVI).  Y dicho en palabras más sencillas de otra versión, de la Traducción en Lenguaje Actual: “él siguió adelante” (Hebreos 12:3; TLA). En otras palabras, ni las tentaciones que tuvo durante su vida y ministerio, ni las amenazas que recibió, y ni la misma sentencia de muerte le hizo cambiar de opinión de aquello que tenía como meta en su vida: Morir por los pecadores.

  Amados hermanos, nuestra meta de vida como cristianos, obviamente no es la de morir por los pecadores, sino que la nuestra es mantenernos en la fe hacia la eternidad, perseverando en la fe ante cualquiera y ante todas las tentaciones, amenazas y adversidades.  Perseverar en la fe, es la responsabilidad que nos queda para enfrentar las dificultades de la vida. Una manera de perseverar frente a cualquier oposición, ya sea causadas por personas humanas, o aún por influencia directa o indirecta del mismo maligno, es orando a Dios.  Así hizo Jesús cuando sintió angustia pensando que su misión de dar su vida en sacrificio sería cruel y dolorosa. Dedicó por lo menos una hora en oración pidiendo fortaleza a su Padre celestial para enfrentar aquel trago amargo de la crucifixión, y así cumplir entonces toda voluntad del padre.  En su tiempo de oración fue fortalecido, y confirmó que no hará su propia decisión sino la voluntad de su Padre Dios.  Otra manera de perseverar frente a cualquier oposición ya sea de parte de nuestros semejantes, o del diablo mismo o de sus secuaces, es alimentando el alma con la palabra de Dios. Mucha falta hace el conocimiento de Dios cuando tenemos que enfrentar cualquier oposición del mal.  Jesús enfrentó la oposición del mismo maligno, trayendo a su memoria palabras del Antiguo Testamento, fortaleciéndose con ellas, y en su oportunidad explicándoselas al mismo diablo, quien por fin le dejó. Es por eso que el apóstol Pablo aconsejó a los creyentes “resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:17).  Esto implica que tenemos que aprender más la palabra de Dios que nos hará fuertes para resistir toda adversidad y hasta al mismo autor de las adversidades.

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   CONCLUSIÓN: Para concluir amados hermanos, quiero recordarles que las adversidades de la vida deben ser bien enfrentadas según el supremo ejemplo de Jesús.  Ahora que vivimos centrados en el evangelio, enfrentamos las adversidades tal como Jesús las enfrentó: I.- TENIENDO EN CUENTA QUE TRAS CADA AFLICCIÓN SIEMPRE VENDRÁ GOZO; II.- NO HACIENDO CASO A LO DESAGRADABLE QUE ES ENFRENTAR UNA ADVERSIDAD; y III.- PERSEVERANDO EN LA META DE LA VIDA, A PESAR DE CUALQUIER OPOSICIÓN.

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[1] Publicaciones El Faro; Himnario Solo a Dios la Gloria; Himno # 329: Tras la tormenta el arco iris.

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