PARA QUÉ NOS REUNIMOS LOS CRISTIANOS, Por: Diego Teh.

PARA QUÉ NOS REUNIMOS LOS CRISTIANOS

Varios textos.

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Sermón predicado por el Pbro. Diego Teh, el domingo 24 de junio 2018, a las 11:00 horas, en la célula de estudio bíblico, del fracc. ACIM II, de Umán, Yucatán.

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   INTRODUCCIÓN: En el imperio romano, durante los primeros cuatro siglos del cristianismo, quienes no sabían qué hacían los cristianos cuando se reunían, inventaban mentiras en contra de los cristianos, las cuales generaban confusión, mala información, y hasta prejuicio en la gente no cristiana.  Como en los primeros siglos el cristianismo era ilegal en el imperio romano, entonces, los cristianos se reunían secretamente a veces en las catacumbas de roma (galerías subterráneas que eran usadas como sepulcros o cementerios), pero mayormente se reunían siempre en secreto en las casas de los fieles.  Obviamente los que no se hacían cristianos, no irían a las reuniones de los cristianos, pero lo que sí hacían era difamar a los cristianos diciendo que hacían cosas impropias o indebidas.  Alrededor del año 200 d.C, Tertuliano (160 d.C. – 220 d.C.), que fue un presbítero cristiano en Cartago[1], y por cierto el primer escritor cristiano después de los apóstoles, escribió en su Apología Contra los Gentiles acerca de las mentiras que se decía de los cristianos de su tiempo con respecto de sus reuniones.  Dice Tertuliano: “Que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que están atados a los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impíamente con las hermanas o las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular, y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos”[2].  Desde luego que toda esa difamación no era cierta.

   Pero, eso es historia. Sin embargo, hasta el día de hoy se dicen mentiras y calumnias en contra de los cristianos con respecto a cosas que realmente no hacemos cuando nos reunimos.  Por ejemplo, hace unos 25 años escuché a un vecino hablar pésimamente y con mentira, de un grupo de cristianos que se reunían cerca de mi casa.  Quizá usted también ha escuchado este tipo de difamaciones.  Por eso, hoy voy a predicarles lo que titulé: PARA QUÉ NOS REUNIMOS LOS CRISTIANOS.  Específicamente voy a predicarles que los cristianos nos reunimos para llevar a cabo objetivos propios de nuestra relación con Dios.  / ¿Cuáles son los objetivos propios de nuestra relación con Dios que llevamos a cabo los cristianos cuando nos reunimos?  Considerando que son bastantes los objetivos, y que no podré presentarles todos en una sola exposición, en este mensaje solamente les voy a compartir algunos de los objetivos más relevantes.

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   El primer objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

I.- APRENDER LA PALABRA DE DIOS PARA NUESTRA VIDA.

   El apóstol Pablo, escribió imperativamente a los cristianos de Colosas: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, …” (Colosenses 3:16a,b).  Estas palabras recalcan la importancia para los cristianos de aprender la palabra de Dios y ponerlas en práctica con su propia vida. El apóstol le llama “La palabra de Cristo”, no solamente a los escritos registrados en los evangelios, sino en realidad a toda la palabra de Dios escrita aun antes de Cristo por los profetas, y aun después de Cristo por los apóstoles.  No hay libro de la Biblia que no presente a Cristo, aunque su nombre como Jesús, Cristo, o Jesucristo no sea literalmente mencionado.  Es por eso que cuando el apóstol Pablo se refiere a “la palabra de Cristo”, se refiere a toda la palabra de Dios contenida en la Biblia.

   Cuando el apóstol Pablo dice que la palabra de Cristo, “more en abundancia entre vosotros”, hay tres cosas que considerar en estas palabras: primero, cuando dice “more”, está indicando permanencia tal como está permanentemente uno que mora o vive en una casa, porque no es solamente un huésped temporal.  Segundo, cuando dice que more en abundancia, “entre vosotros”, esto de “entre vosotros” o “entre ustedes”, se refiere a los cristianos que deben tener “la palabra de Cristo” morando, o sea permanentemente en sus reuniones, en sus conversaciones, pero también en sus vidas individuales, etc…  Y tercero, cuando dice que more “en abundancia”, implica que cuanto más se pueda enseñar, así como cuanto más se pueda aprender “la palabra de Cristo”, mucho mejor.  Para eso nos reunimos los cristianos.

   Si hay algo que no debe faltar en las reuniones cristianas, es la enseñanza y la predicación de la palabra de Dios.  Para ello, toda iglesia cristiana tiene o debe tener un programa de enseñanza.  Algunos les llaman Escuela Dominical porque funciona todos los domingos, generalmente por las mañanas. Nosotros le llamábamos así, pero ahora le llamamos Escuela de Formación Cristiana, porque no lo limitamos al día domingo, pues funciona en cualquier día de la semana incluyendo el domingo, o incluso todos los días de la semana.  Toda iglesia cristiana también debe predicar la palabra de Dios. Esto se hace en los cultos que se llevan a cabo, generalmente domingos, pero en algunos lugares en sábados y domingos, pero también en otros cultos como de acción de gracias, en cultos en células, como en cultos de evangelización en sitios públicos, etc…  En fin, la palabra de Dios es compartida por la iglesia para que quienes asistimos a las reuniones aprendamos a vivir bajo la voluntad de Dios.

   Amados hermanos, es por eso que desde hace unos meses que comenzamos a venir a este fraccionamiento, lo que hemos estado haciendo antes que cualquier otra función cristiana es enseñar la palabra de Dios.  Y en cuanto a la predicación, tuve el privilegio de ser el primero en predicar aquí ante ustedes, el viernes santo 30 de marzo de este año 2018, cuando les prediqué PARA QUÉ MURIÓ JESÚS.  Les invito a que sigan interesados en aprender la palabra de Dios, no para presumir que sabemos mucho la palabra de Dios, sino para vivir conforme a la voluntad de Dios.  Este es uno de las finalidades para las cuales nos reunimos los cristianos.

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   El segundo objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

II.- CANTAR HIMNOS QUE EXPRESAN LA FE EN DIOS.

    Para explicar esta razón por la que nos reunimos los cristianos, voy a citar palabras escritas por el apóstol Pablo a los Efesios, cuando les explica que cuando ellos se reunieran deberían estar “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5:19).  Los cristianos debemos cantar himnos que expresen nuestra fe, porque últimamente están surgiendo grupos religiosos que se identifican como cristianos, pero en sus reuniones cantan canciones que lejos de ser himnos que expresen la fe bíblica, solamente cantan canciones no espirituales en la que solamente expresan sus deseos carnales.  Sin embargo, la biblia dice que lo que los cristianos debemos cantar son “himnos y cánticos espirituales”.

   Estos cánticos, legítimamente pueden tener dos destinatarios.  El primero y más importante es Dios, pues el apóstol Pablo explicando el propósito de cantar himnos en las reuniones debe ser “cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”.   El propósito principal de cantar himnos es para alabar “al Señor”, haciendo esta alabanza no solamente de labios, sino como una expresión que provenga del corazón que reconoce a Dios como el Señor que merece ser alabado.  Sin embargo, los himnos tienen otro propósito de cantarse, acerca de lo cual dice el apóstol que se trata de usarlos para estar “hablando entre vosotros con salmos, y con himnos y cánticos espirituales, …”.  Esto de hablar “con salmos, y con himnos, y cánticos espirituales”, no quiere decir que vamos a desprogramar nuestro amplio uso del vocabulario de nuestro idioma para comunicarnos, y nos vamos a poner a recitar himnos y otros nos van a responder recitando otro himno, sino que con el mensaje de la letra que usan este tipo de cantos basados no en la experiencia personal sino en las verdades fundamentadas en la palabra de Dios, nos debemos recalcar unos a otros lo que aprendemos cuando se enseña y predica la palabra de Dios, con el objetivo de fortalecer nuestra fe en Dios.  Así que hay himnos que están dirigidos propiamente a Dios, pero también hay himnos que están centrados en Dios que se dirigen a las personas que nos escuchan.  Estos himnos que se dirigen a las personas, aclaro, no es para alabarlas sino para ayudarles a comprender los diferentes aspectos de la fe aplicada en la vida cristiana.

   Amados hermanos, les enfatizo que los cristianos nos reunimos para cantar himnos que expresan la fe en Dios.  En la misma ocasión que el apóstol Pablo les escribió a los Colosenses que: “La palabra de Cristo more en abundancia entre vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría …”, les añadió con respecto a esto de cantar himnos que deben hacerlo: “…cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16).

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   El tercer objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

III.- ORAR A DIOS POR UNO MISMO Y POR LOS DEMÁS.

   Orar es otra de las razones por la cual los cristianos nos reunimos.  El apóstol Santiago, entre una serie de consejos y exhortaciones que él hace, dice con respecto a la oración: “…orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16b).  Esto de orar “unos por otros” se puede llevar a cabo en cualquier lugar donde estemos al momento de orar, lo cual podría ser en la casa, en el trabajo, o en cualquier otro lugar, pero también se hace cuando los cristianos se encuentran reunidos.  El contexto del versículo 16, sugiere que se trata del momento cuando los cristianos están reunidos, y no cuando están cada quien en distintos lugares. Y en cuanto a la oración que se ordena es para ser sanados, no solamente de enfermedades físicas, sino también de problemas espirituales que se generan en nuestros corazones y que se manifiestan en nuestras actitudes, que podrían llegar hasta a causar problemas a otras personas.  Esto hace importante y necesario que oremos por nosotros mismos, igualmente que por los demás.

   Algunas de las reuniones que hacemos los cristianos son exclusivamente de oraciones que normalmente se hacen entre semana, pero otras reuniones no son exclusivas de oración porque incluyen otros elementos como la predicación y el canto, etc… y les llamamos cultos de adoración.  Generalmente se hacen en días sábados como en días domingo generalmente.  Pero, lo relevante no es qué día se hace, porque tanto el culto como la sola oración se puede hacer cualquier día: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, o sábado.  Lo relevante es que la oración se puede hacer tanto por uno mismo como por los demás.  Estos “demás”, por quienes podemos orar pueden ser otros cristianos ya sea que se reúnan con nosotros o no, los conozcamos o no; o por personas que no son cristianas que están pasando momentos difíciles o aunque en todo les esté yendo bien, por lo que se puede orar por ellos para que se encaminen hacia Dios.

   Incluso, los cristianos cuando nos visitamos en nuestros hogares deberíamos compartir la palabra de Dios a quienes visitamos o a quienes nos visitan.  Los líderes de la iglesia siempre que iniciamos nuestras reuniones ya sean de directivas, de ancianos, de diáconos, o de alguna otra organización siempre hacemos oraciones.

   Amados hermanos, hagamos todo lo posible de asistir a las reuniones que hemos de estar llevando a cabo aquí con ustedes.  Estaremos haciendo oraciones de gratitud, de confesión, de intercesión, de petición, etc…  Vengan a los cultos que estamos planeando implementar aquí.  La oración a Dios va a fortalecer nuestra fe, y va a beneficiar nuestra vida cuando Dios comience a respondernos.

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   El cuarto objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

IV.- DAR TESTIMONIO ACERCA DE CÓMO DIOS NOS ESTÁ BENDICIENDO.

   En la historia de los Hechos de los apóstoles, hay muchas historias acerca de dar testimonio en las reuniones, pero voy a mencionar solamente uno.  En la ocasión de que los apóstoles recibieron un poder especial, el de sanar a los enfermos al tocarlos o al bendecirlos con palabras, después de haber participado los apóstoles Pedro y Juan en la sanación de un cojo de nacimiento, las autoridades civiles los encarcelaron. Afortunadamente fueron liberados, aunque bajo condiciones de no seguir predicando el nombre de Jesús.  Entonces, dice la historia del caso, que: “… puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. / Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; / que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? / Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo” (Hechos 4:23-26). ¿Qué hicieron Pedro y Juan? Primero, “vinieron a los suyos”, o sea que se reunieron.  Cuando dice que “a los suyos”, es una indicación de cuán importante eran los otros cristianos para ellos, pues los consideraban como parte de sus vidas.  Eran “suyos”, como parte de la familia en la que uno creció.   Segundo, Pedro y Juan “contaron todo lo que… les habían dicho” (las amenazas que les hicieron).  Luego, ¿qué hicieron los demás? Oraron por ellos.

   Una de las cosas que hacemos cuando nos reunimos es contar lo que nos sucede ya sea lo malo así como también lo bueno.  Obviamente debemos tener cuidado de no ocupar todo el precioso tiempo de nuestra reunión a contar absolutamente todo, y si todos tuviésemos qué contar lo nuestro, terminaríamos centrados en nosotros y no en adorar a Dios que es el principal motivo de reunirnos.  A veces se le da la palabra por unos dos minutos para contar nuestra situación o la bendición que recibimos.  A veces hay que pasar al frente, a veces desde nuestro lugar en breves palabras, y seguidamente se hace una oración de petición o de acción de gracias, según el tenor del testimonio compartido.

   Amados hermanos, esta es también otra de las razones por la que nos reunimos.  Al compartir lo que nos sucede, otros cristianos pueden orar por nosotros.  Al compartir lo que Dios ha hecho o está haciendo en nosotros, eso fortalece la fe de quienes escuchamos cómo otros han sido bendecidos.  Así que estemos siempre listos para que en otros cultos como el de hoy, podamos presentar breves testimonios de cómo Dios nos está bendiciendo.  Procuraremos implementarlo.

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   El quinto objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

V.- RECIBIR EL SACRAMENTO DE  LA SANTA CENA DEL SEÑOR.

   Esta es otra de las razones por la cual nos reunimos.  Y está basada en la ocasión cuando nuestro Señor y Salvador Jesucristo la instituyó no estando solo sino acompañado de absolutamente todos sus primeros apóstoles, estando presente incluso hasta el que le traicionó.  Fue una celebración no solitaria sino de grupo, es decir de una reunión.  En la epístola del apóstol Pablo dirigida a los Corintios, al instruirles sobre la necesidad de celebrar esta institución que también se conoce como sacramento de la santa cena, les dice: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.  Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.  Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios11: 23-26).  Esta entonces, es otra de las razones para la cual nos reunimos.  Consiste en recordar que Cristo murió por nosotros, consiste también en confirmar que deseamos permanecer en la fe, e igualmente consiste en renovar nuestro compromiso de esperar su regreso, y de anunciar el efecto y los beneficios de su muerte.

   Los discípulos que surgieron en Jerusalén donde primeramente se predicó a Jesús, dice la historia en el libro de los Hechos de los Apóstoles, que: Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).  Es decir, en sus reuniones aprendían y ponían en práctica la doctrina que los apóstoles les enseñaban; había entre ellos comunión, o sea compañerismo; había oraciones; pero también había “el partimiento del pan”, nombre de la acción de celebrar el sacramento de la Santa Cena.  También cuando el apóstol Pablo llegó a una ciudad griega llamada Troas, encontrando allí a creyentes, dice la historia que: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche” (Hechos 20:7).  Es claro que los cristianos estaban reunidos, en un culto donde se enseñaba la palabra de Dios, el santo evangelio, pero también se ‘partió’ el pan; es decir, se celebró la santa cena.   La Santa Cena, o partimiento del pan, vino a ser desde el principio de la cristiandad, una celebración que se llevaba a cabo en las reuniones de los cristianos.

   Amados hermanos, nosotros también en su momento comenzaremos a “partir el pan” de la Santa Cena de nuestro Señor Jesucristo, aquí en nuestras reuniones, solamente que lo haremos hasta cumplir los requisitos correspondientes, para lo cual se requiere comprometerse a asociarse formalmente como parte de un grupo oficialmente constituido.  Sobre esto hablaremos más adelante en otra ocasión.

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   El sexto objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

VI.- OFRENDAR DINERO PARA LOS GASTOS DE LA OBRA DE DIOS.

   La obra de Dios que se lleva a cabo por medio de los creyentes que formalmente se asocian constituyéndose formalmente en una iglesia, requiere de gastos.  Cuando está comenzando, necesita un terreno, un templo, salones de clase para niños y jóvenes, mesas, sillas, un púlpito, instrumentos musicales, equipo de sonido, pago de servicios públicos como luz y agua, etc…  Luego con el paso del tiempo hay que darle mantenimiento a todo ello.  También se provee de apoyo económico al pastor que va a invertir su tiempo de trabajo en la enseñanza, en la predicación, y en la evangelización.  Todo esto no es gratuito, por lo que los creyentes al reunirse ofrendamos para juntar dinero para cubrir todos estos gastos que se requieren.  Los creyentes por lo menos damos el diez por ciento de nuestras ganancias (lo que se conoce como diezmo), y luego voluntariamente damos como ofrenda cualquier cantidad que nazca de nuestro corazón.  La iglesia no establece ninguna cuota o tarifa para la ofrenda, es totalmente voluntaria.  Si alguna vez usted no tiene dinero para dar su ofrenda, no por ello se vaya a limitar a no presentarse a adorar a Dios.  No se cobra a nadie por adorar.  Lo que aportamos no es un pago, sino una colaboración para cubrir los gastos que naturalmente se generan al cumplir nuestras funciones como cristianos.  Pero, entre todas las cosas que hacemos cuando nos reunimos los cristianos, en el culto para adorar a Dios, es ofrecer nuestros diezmos y ofrendas.

   Acerca de la manera de dar la ofrenda, dice el apóstol Pablo en segunda epístola a los Corintios: Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).  Además, hay que tomar otras instrucciones dichas antes y dichas después de esta instrucción.  Antes escribió San Pablo: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9:6).  Y después escribió: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

   Amados hermanos, la obra de Dios no solamente necesita de dinero para su funcionamiento interno, sino también cuando es posible, también está para apoyar a los necesitados por alguna imperiosa necesidad, a los que están en gravedad de salud, a las personas mayores de edad con escasos recursos que no tienen a nadie que les ayude, y hasta las viudas que son parte de la iglesia.  Sobre este caso, la biblia dice: Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).  Obviamente, esto también lo podemos hacer de manera individual, pero también como iglesia si hay ofrendas destinadas para este tipo de ayudas.  Eso no quiere decir que se tiene que hacer una lista de necesitados, porque entonces tendremos que enlistar a todos nosotros y a toda la colonia, pero algo es cierto: ni la iglesia más grande es capaz de solucionar las necesidades de todos.  Por lo que solamente cuando es realmente necesario se dan los apoyos.  Además, aclaro, las ofrendas que damos como cristianos no son para dar préstamos personales, sino para invertir en planes y proyectos que contribuyen a la edificación espiritual de los creyentes, y para alcanzar a otros con el evangelio de Cristo.

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   El séptimo objetivo propio de nuestra relación con Dios, que llevamos a cabo cuando nos reunimos los cristianos, es:

VII.- ANIMAR A OTROS CRISTIANOS A CONTINUAR CON CRISTO.

   Una de las primeras descripciones que tenemos de los primeros cristianos, las tenemos en la historia consignada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, y dice acerca de ellos, que: “… perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).  Son cuatro las cosas en las que perseveraban.  La primera es “en la doctrina de los apóstoles”; la segunda es “en la comunión unos con otros”; la tercera “en el partimiento del pan”; y la cuarta “en las oraciones”.  Ya les he hablado de la primera, de la tercera, y de la cuarta, pero no de la segunda acerca de “la comunión unos con otros”.  ¿Qué es esto de “comunión unos con otros”?  Simplemente es compañerismo con los demás creyentes, pero un compañerismo responsable en el que todos debemos estar pendientes de ayudarnos a continuar con Cristo.

   Cuando nos reunimos es verdad que nos reunimos para adorar a Dios, pero no solamente para eso, sino para estar en “comunión unos con otros”.  No podemos ignorar que junto a nosotros están otros cristianos a quienes debemos hablar, a quienes tenemos que saludar, decirles: Dios te bendiga, orar por ellos, si es posible ponerse de acuerdo para visitarse, etc…  Así también nos damos cuenta de las necesidades espirituales que otros tienen, y debemos comprometernos voluntariamente a ayudarlos a vivir como cristianos.  El apóstol que escribe la epístola a los Hebreos aconseja muy apropiadamente: Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25).  Nos reunimos para animarnos a continuar con Cristo, para madurar nuestro amor con el que tratamos a las personas incluyendo a nuestra propia familia; y para planear juntos hacer cosas buenas (buenas obras).

   Amados hermanos, hemos comenzado a reunirnos en el culto de adoración donde juntos haremos todas las cosas propias para las cuales se reúnen los cristianos, o sea nosotros.  Dios nos conceda el amor necesario para tratarnos con respeto y seguir unidos en este proyecto de hacer cultos para adorar a Dios nuestro Creador, Señor, y Salvador.

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   CONCLUSIÓN: Espero en Dios que el mensaje que hoy les he compartido, les esté dejando claro para qué nos reunimos los cristianos, y así, cada uno de nosotros enfoquemos nuestras reuniones en objetivos de nuestra relación con Dios.  Ha sido para mí un privilegio haber sido el primero en predicarles la palabra de Dios en este lugar[3].  Hoy es el segundo culto que hemos organizado, en el que también he venido a predicarles[4].  Les animo en el amor y nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo que sigan animados a reunirse como corresponde a los que somos cristianos, para adorar a Dios en los cultos.  En esta ocasión transcurrieron 7 semanas desde nuestro primer culto, pero muy pronto lo estaremos haciendo mensual o quincenalmente, y luego semanalmente.  Anhelamos ser cristianos comprometidos con Dios para adorarle y servirle no de vez en cuando sino todos los días y semanas.  Dios les bendiga mis amados hermanos(as) hijos(as) de Dios.

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[1] Cartago, fue fundada por fenicios desde el siglo IX a.C. en el norte de África.  Desde el 29 d. C. pasó a ser la capital africana del imperio romano.  Hoy, la ciudad se encuentra en el pequeño país llamado Túnez (oficialmente: República Tunecina).

[2] Tertuliano, Apología, c.7

[3] El primer culto en el fracc. ACIM II, se llevó a cabo el viernes santo, 30 de abril 2018, a las 3:00pm, en casa de la hermana María; en el cual prediqué: PARA QUÉ MURIÓ JESÚS.

[4] Este segundo culto se programó llevar a cabo en la casa de la hermana Ester.

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