QUIERO QUE MI IGLESIA CREZCA, Por: Diego Teh.

QUIERO QUE MI IGLESIA CREZCA

2 Corintios 5:11-20.

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Predicado por el Pbro. Diego Teh, el domingo 22 de julio 2018, en la congregación “Cristo es el Camino”, de la col. Chuminópolis, de Mérida, Yucatán.

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Este sermón es el # 6 de la serie: EVANGELIZACIÓN.

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   INTRODUCCIÓN: Todos queremos que nuestra iglesia salga de su estancamiento de crecimiento, que crezca y se multiplique en nuevas misiones que también lleguen a ser iglesias. ¿No es así? Pero, no todos contribuyen con su testimonio, trabajo evangelístico y de discipulado, y aportaciones para que la iglesia crezca. ¿No es así también?  Es verdad que el crecimiento de la iglesia lo produce Dios y no ningún ser humano, pero esta verdad consiste en que Dios es quien produce la conversión desde el corazón de las personas para que estas sean verdaderamente cristianas, y así las prepara para unirse a su iglesia.  Sin embargo, se necesita que los cristianos vayamos a anunciar el evangelio a esas personas a quienes Dios mismo se encargará de darles la fe y ayudarles a creer en su Hijo Jesucristo.  Una iglesia cuyos miembros llevan a cabo su labor tal como Dios manda, es una iglesia que crece pronto, y que siempre seguirá creciendo, pero una iglesia cuyos miembros no demuestran interés ni siquiera en su propia preparación y crecimiento en el conocimiento de Jesucristo; y ni siquiera en su edificación espiritual, ¿qué se ha de esperar de una iglesia con esa actitud de irresponsabilidad de sus integrantes?  ¿Cuáles han de ser las experiencias de los cristianos que tienen iglesias crecientes?

  En este mensaje voy a predicarles que para que una iglesia crezca hay experiencias que necesariamente debe vivir cada cristiano que la representa.  / ¿Cuáles son las experiencias que necesariamente debe vivir cada cristiano, para crezca la iglesia que representa? / Basado en nuestro texto bíblico de 2 Corintios 5:11-20, les compartiré algunas de estas experiencias.

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   La primera experiencia que debe vivir cada cristiano para que crezca la iglesia que representa, es:

I.- EL TEMOR DEL SEÑOR.

   El apóstol Pablo, explicando cómo es que él y su equipo misionero habían sido exitosos en su labor de predicar a Cristo, y en consecuencia establecer nuevas y muchas iglesias en muchas ciudades del entonces imperio romano, les dice a los Corintios que su secreto es el siguiente: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias” (2 Corintios 5:11). ¿Qué es lo que antes de dedicarse a persuadir a los hombres con el evangelio, dice Pablo que tenían él y todos los que trabajaban junto con él? ¿Qué es lo que dice él que conocían? La respuesta es bien clara en las palabras de este versículo: “el temor del Señor”; y en consecuencia ese “temor del Señor” que había en ellos, les impulsaba a dedicarse a persuadir a los hombres para que crean en el evangelio de Jesucristo.  Así lo hacían, y como resultado pudieron ver el surgimiento y crecimiento constante de muchas iglesias en muchas ciudades del imperio romano.

   Amados hermanos, la expresión “el temor del Señor”, es una referencia a la entrega total de Cristo el Señor a su misión de dar la vida por nosotros los pecadores necesitados de salvación, pues de otro modo seguiríamos en condenación.  Las veces que Jesús fue tentado a abandonar su misión, fue por su temor reverente y obediente a su Padre celestial, lo que le llevó a la perseverancia para lograr y obtener nuestra salvación. Su temor a Dios su Padre, le hizo perseverar en su misión.  Cuando más estuvo tentado, Jesucristo le dijo a su Padre celestial con toda decisión: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42).  Cuando Pablo dice que “conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres”, lo que está diciendo es que, si Cristo no renunció su misión por nosotros, también nosotros tenemos que proclamar su evangelio sin renunciar este deber que también nos fue dado en la gran comisión.  El pensamiento que debería embargar nuestras mentes es: Si Cristo dio su vida por mí, o por nosotros, entonces, yo y cada uno de nosotros estamos en deuda con él; y lo menos que podemos hacer, es llevarles el mensaje de salvación que entrega el evangelio, porque lo haremos con la mentalidad de Cristo de que estamos haciendo la voluntad de Dios.  Si este temor del Señor fuese nuestro impulso para llevar el evangelio a otros, sin duda que muy pronto veremos el despegue y crecimiento de nuestra amada iglesia.

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   La segunda experiencia que debe vivir cada cristiano para que crezca la iglesia que representa, es:

II.- EL AMOR DE CRISTO.

   Luego de explicar que “el temor del Señor” es su primera experiencia que los impulsaba a predicar el evangelio de Cristo, y establecer iglesias, añade que hay algo adicional que él y su equipo también experimentaban.  Él dice a los Corintios: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron” (2 Corintios 5:14).  Se sentían constreñidos por el amor de Cristo, y eso les impulsaba a predicar el mismo amor de Cristo, lo cual hacía que la gente entregara sus vidas a Cristo, y se unían a alguna de las iglesias que ellos estaban estableciendo.  Ser constreñido por el amor de Cristo, significa que al saber por la palabra de Dios cómo funciona este amor primero en la experiencia personal, uno siente inevitablemente un impulso de hacer saber acerca de este amor a otras personas.  Así es como Pablo y su equipo, iniciaron y vieron crecer no una sino muchas iglesias en tan poco tiempo.

   Amados hermanos, cuando el amor de Cristo ya es una realidad en la vida de una persona, automáticamente uno se va a sentir impulsado a compartir su experiencia con otras personas.  Pero, si uno no ha conocido o valorado ese amor divino, es entonces cuando uno no siente el impulso y necesidad de compartir el mensaje del amor de Dios, porque o no lo tiene, o no lo valora; y entonces, ¿cómo contribuirá tal persona a que su iglesia crezca?   Sin embargo, quien ha conocido ese amor, y lo valora, se da cuenta que ello es un bien importantísimo no solo para su propia vida, sino que lo puede ser también para otros, y entonces se siente divinamente impulsado para hablar a otros de ese amor.  Y sin duda que habrá personas que necesitando de ese amor de Cristo, se apropiarán de ello, y se unirán a una iglesia. Por lo general la mayoría de las personas que creen en el amor de Cristo, se unen a la iglesia de la persona o personas que le hablaron de ese amor, y así es como usted verá el crecimiento de su iglesia.  Hágalo, y verá.  Estoy seguro que usted es constreñido por el amor de Cristo, solamente le hace falta valorar ese amor que usted ha recibido.

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   La tercera experiencia que debe vivir cada cristiano para que crezca la iglesia que representa, es:

III.- EL VIVIR PARA CRISTO.

  Extendiendo Pablo su reflexión acerca del amor de Cristo, indica que por ese amor Cristo murió por todos, y entonces inmediatamente señala también lo que se espera de aquellos por quienes Cristo murió. Dice él que Cristo murió: “… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15).  Pablo, explica bien claro que lo esperado por Dios para todos los que creen que Cristo murió por ellos, que entonces “ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. Es decir, todo aquel que decide hacerse discípulo de Jesucristo, ya no debe trazar su proyecto de vida para sus propios intereses, descartando a quien dio su vida por él.  O sea, que uno debe vivir para Cristo.  Y eso, es lo que Pablo mismo estaba haciendo.  Estaba viviendo para Cristo. Entonces, al vivir para Cristo, como lo hacen todos los que viven para Cristo, se interesaba en enfocar sus esfuerzos, para que otras personas se hicieran discípulos de Jesucristo.  Es así como el apóstol Pablo, y todos los discípulos que integraron su equipo misionero, viviendo no para sí sino para Cristo, vieron surgir y crecer por todas partes, no solamente una sino muchas iglesias.

   Amados hermanos, es evidente que un gran porcentaje de los creyentes que se congregan en las iglesias, incluyendo la nuestra, aquí, no se duda de que verdaderamente hayan creído que Jesucristo, pero en realidad no están viviendo por Cristo.  Espero que usted no sea uno de ellos.  Y si lo es, pues ya sabe usted que no solamente tiene que creer en Jesús, ni debe vivir no solo para los propios y legítimos intereses de usted, sino que también tiene que vivir para Cristo quien para sacarle de la condenación eterna murió por usted para darle no solamente salvación sino también vida eterna.  ¿No amerita todo lo que hizo por usted y por todos nosotros, que cada quien, pero todos a la vez, realmente vivamos para él, haciendo lo que nos ha comisionado hacer?  Cuando cada quien hagamos eso en esta iglesia, entonces se podrá ver los resultados de una iglesia que por voluntad de Dios surgió para crecer, y no para quedar estancada por más de 30 o 40 años. El crecimiento será notable.  Pero, por ahora, hace falta que usted, yo, y todos los que nos congregamos en este lugar, tomemos la decisión de realmente vivir para Cristo, pues solo así podremos hacer nuestra tarea y ver los resultados que tanto hemos anhelado, de tener una iglesia creciente.

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   La cuarta experiencia que debe vivir cada cristiano para que crezca la iglesia que representa, es:

IV.- EL PREDICAR A/DE CRISTO.

   Cuando el apóstol Pablo explicó a los Corintios acerca del conocimiento del temor del Señor que él y su equipo misionero tenía, agregó que por ello: “persuadimos a los hombres” (cf. 2 Corintios 5:11).  Y después de explicar acerca de la experiencia de ser impulsados por el amor de Cristo, y acerca de la necesidad e importancia de vivir para Cristo porque él fue quien murió por todos, añade también lo siguiente al final del versículo 18 diciendo que Cristo: “nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18).  Y al final de versículo 19 vuelve a recalcar que “… nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:18,19).  Todas estas frases son una indicación que para que la obra de Cristo se extienda, se propague, y en consecuencia para que una iglesia crezca, se requiere de persuadir, y reconciliar a las personas con Dios por medio de la palabra.  Es el equivalente de lo que en otras palabras diríamos que se trata de predicar a Cristo, o predicar de Cristo.

   Amados hermanos, una de las razones por las que una iglesia se estanca y no crece es porque deja de predicar el evangelio fuera de las cuatro paredes de su templo.  Es verdad que no dejan de predicar el evangelio, pero solamente desde el púlpito a los mismos creyentes que allí se congregan.  Solamente las iglesias que dan el paso de llevar el evangelio a la gente que están fuera de los templos, son las iglesias que crecen, porque es allá donde se persuaden a las personas para que acepten a Jesucristo como su señor y salvador.  Es allá donde se enseña a las personas a reconciliarse con Dios para recibir la salvación eterna.  Es solamente que yendo a donde la gente está, que podremos alcanzar personas que podrán venir, o más bien añadidas a esta iglesia; y así tendríamos una iglesia creciente.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, todos necesitamos experimentar: 1) el temor del Señor; 2) el constreñimiento del amor de Cristo; 3) el vivir para Cristo en gratitud por haber él muerto por nosotros para nuestra salvación; y 4) predicar a Cristo, y de Cristo a la gente que nunca por sí solos van a dar el paso de venir a escuchar de Cristo en este lugar.   Si cada uno de nosotros puede decir con toda honestidad y sinceridad: QUIERO QUE MI IGLESIA CREZCA, entonces, busquemos descubrir cada una de estas cuatro experiencias que hoy hemos encontrado en la enseñanza apostólica de Pablo a los Corintios.

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