BUENAS NUEVAS A LOS POBRES
Lucas 4:18,19.
Predicado por el Pbro. Diego Teh, el domingo 29 de julio 2018, en la congregación “Luz de Vida”, de la col. Bojórquez, de Mérida, Yucatán.
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Este sermón es el # 7 de la serie: EVANGELIZACIÓN.
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INTRODUCCIÓN: En un recordatorio hecho a los israelitas por Moisés, les dijo lo siguiente: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; / que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. / Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Deuteronomio 10:17-19). Entre los israelitas, Dios está pendiente especialmente de los huérfanos, de las viudas, y hasta de los extranjeros. A través del Antiguo Testamento Dios manifestó en muchas ocasiones ser el defensor de las viudas, de los pobres, de los huérfanos, de los emigrantes, etc… En cuanto a los pobres y viajeros, Dios impuso a los israelitas una ley que obligaba a la gente que trabajaba en el cultivo a dejar ciertas partes de sus cultivos para que los pobres y viajeros tomaran con toda libertad cuando carezcan de la materia prima para hacer sus alimentos. La ley decía: “Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. / Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 19:9-10). Dios siempre estuvo pendiente de los pobres.
También Jesús, el Hijo de Dios, durante sus años de ministerio, desde el principio hasta el fin, estuvo enfocado en la atención tanto material como espiritual de los pobres, la gente que tenía necesidades que nadie podía o quería suplirle o solucionarle. La primera vez que Jesús predicó en una sinagoga, según San Lucas, Jesús leyó en el libro del profeta Isaías, el pasaje que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; / a predicar el año agradable del Señor. / Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. / Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:18-21). Con estas palabras, Jesús mismo anuncia que él estaba dando inicio a su ministerio, pero uno de los detalles relevantes es que el afirma que vino especialmente “para dar buenas nuevas a los pobres”. Él mismo, debiendo por naturaleza ser rico, antes que ser rico prefirió ser pobre, y aun en su pobreza anunció que también vino “para dar buenas nuevas a los pobres”, y lo hizo.
Por eso, en este mensaje les voy a predicar que Jesús en su misión desde el cielo para el mundo demostró de diversas maneras su interés por los pobres. / ¿Cuáles fueron las maneras en las que Jesús demostró su afecto por los pobres? / Ahora, me propongo compartirles algunas maneras como Jesús demostró su afecto por los pobres.
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La primera manera como Jesús demostró su interés por los pobres, es:
I.- ESCOGIENDO NACER EN UN LUGAR PEOR QUE LA POBREZA.
¿Habrá algún lugar peor que la pobreza? Los Evangelios dan testimonio de que Dios escogió la pobreza para el nacimiento de Jesús. Cuando Jesús nació, dice San Lucas en su narrativa que su madre María: “… dio a luz su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7). Dos palabras de este versículo expresan la magnitud de la pobreza en que nació Jesús: Mesón y pesebre. Mesón es la traducción para la palabra griega catalímati, usada por Lucas. Comúnmente se ha pensado que se trata de una posada, pero esta palabra también significa “habitación para invitados”. Estas habitaciones para invitados, solían tener un compartimiento para los animales que trajera el viajero. No había pared divisoria, pero el piso era más bajo en la parte dedicada a los animales. Así eran las casas de los humildes, de una sola habitación para humanos y animales. Para los viajeros era una morada temporaria, para los pobres era la vida cotidiana. Parecería que Jesús nació en un catalímati, pero en la sección destinada a los animales, porque la parte reservada para los seres humanos ya había sido ocupada por otros viajeros, “no había lugar en el catalímati”. En cuanto al “pesebre”, ¿qué es esto? La palabra que se traduce por “pesebre”: fatné, se refiere a una especie de caja donde se depositaba el alimento para que los animales coman. La cuna de Jesús no pudo haber sido un lugar más humilde, que un comedero de animales.
Algo que Jesús y su padre, bien pudieron haber planeado, siendo ellos los dueños de todo cuanto existe, fue que Jesús pudo haber nacido nada menos que en el palacio de los Césares emperadores de Roma, o por lo menos en el palacio de los Herodes en Jerusalén; y así no tendría ninguna necesidad de nacer en el rincón de un mesón en la parte destinada para resguardo de animales, y en una pila de alimentos, pero no sucedió así, sino que lo hizo asó para identificarse con la gente pobre que se encontraba privada de las cosas más elementales para la vida diaria y cotidiana. Quizá ni a las mismas personas que se encontraban hospedadas en el mismo mesón (catalímati), les importó o conmovió que aquel niño haya nacido en aquel rincón de aquella habitación; pero era nada menos que el Hijo del Creador y Rey del universo que no tenía necesidad ni siquiera de nacer como humano, pero en fin decidió nacer como humano, nada menos que en un lugar extremadamente más indigno que lo que un pobre podía tener acceso. Sin embargo, nosotros que ahora conocemos su historia, entendemos que era parte de lo que debería ser su experiencia terrenal de preparación “para dar buenas nuevas a los pobres”.
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La segunda manera como Jesús demostró su interés por los pobres, es:
II.- DECIDIENDO TENER PADRES POBRES.
Digo, decidiendo tener padres pobres, porque siendo Dios que decidió encarnarse en humano, también tuvo la libertad de escoger a María una muchacha noble y temerosa de Dios, pero pobre, quien le concebiría para ser su madre. Al igual, que escogió quien le representaría como padre terrenal, decidiendo que sea José, un hombre, aunque legítimamente descendiente de una familia de reyes, para ese tiempo hace como 400 años que su dinastía ya no ocupa el trono de Israel. Era un simple carpintero que ni siquiera era de los más destacados que hacían grandes trabajos que le dejaran grandes ganancias. Es por eso que José y María para cumplir una sencilla ley de Dios de ofrendar un cordero en sacrificio al presentar a su recién nacido hijo a Dios en el templo, no tuvieron ni para ello, por lo que tuvieron que optar por la ofrenda reservada solamente para los casos de personas en verdadera pobreza. La ley de Dios que un padre de familia debería cumplir para la presentación de un hijo a Dios, en el templo, decía: “Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación” (Levítico 12:8). Y como en realidad José no era más que un pobre viviendo en Nazaret de Galilea, dice San Lucas que cuando él acudió en el templo para presentar a Jesús, llegó “… para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos palominos” (Lucas 2:24). Pero, quien había tomado la decisión fue Jesús mismo, de tener un padre y una madre pobres, porque así él se estaba identificando con los pobres por quienes realmente él había venido a este mundo, y que al iniciar su ministerio afirmó que vino “para dar buenas nuevas a los pobres”.
Otro detalle de la pobreza de Jesús como consecuencia de haber tomado la decisión de escoger a padres pobres, tiene qué ver con respecto a su aprendizaje escolar. José tampoco dispuso de los medios económicos para enviar a Jesús a la escuela de los escribas: El apóstol Juan, en su narrativa de la vida y ministerio de Jesús, describiendo cómo él enseñaba con sabiduría, dice también: “Y se maravillaban los judíos diciendo: ¿cómo sabe este letras, sin haber estudiado?” (Juan 7:15). Y en cuanto al oficio al que Jesús se dedicó durante su juventud, y que debió haber aprendido desde su niñez o adolescencia, fue la carpintería, igual que José su padre terrenal. La gente que conocía o sabía acerca del oficio de Jesús, decía: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?” (Marcos 6:3). Pudiendo, sin duda, por derecho divino, usar el mejor conocimiento de alguna ciencia administrativa, social, o política, pudo haber desempeñado alguna profesión de más prestigio en Palestina su propio país, e incluso en el extranjero, o hasta en roma la capital de imperio, pero en su pobreza voluntaria, prefirió la carpintería, lo que humildemente le enseñó el padre terrenal que él mismo escogió tener para que le representara. Ese fue el Dios hecho hombre que vino a ser pobre y “para dar buenas nuevas a los pobres”.
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La tercera manera como Jesús demostró su interés por los pobres, es:
III.- MOSTRANDO UNA BONDAD QUE LOS RELIGIOSOS NO MOSTRABAN.
Según San Lucas, Jesús usando una parábola que se conoce como la parábola del mayordomo infiel, un mayordomo que malgastó mucho dinero de su patrón, y por ello se encontraba en riesgo de ser despedido. Con respecto a este mayordomo infiel, Jesús dijo que este hombre se dio cuenta que había varios trabajadores que le debían al patrón de ellos, hasta cien barriles de aceite, cien medidas de trigo, etc… y como mayordomo se propuso cobrarles según las posibilidades y ofrecimientos de sus compañeros deudores. Todo esto, para beneficio del patrón con el fin de que no le despidieran a él. Entonces, les dijo a los deudores que, si debían cien barriles de aceite, que pagaran con urgencia hasta cincuenta barriles; el que debía cien medidas de trigo, que pagara con urgencia hasta ochenta medidas de trigo, y así sus cuentas quedaban saldadas. Así ocurrió, y el mayordomo infiel, ganó a muchos amigos por la oferta que él les propuso; y dice la parábola que el patrón se admiró de la sagacidad de su mayordomo en el esfuerzo de quedar bien con su patrón (cf. Lucas 16:1-15). Entre los que escucharon la respectiva enseñanza de esta parábola, se encontraban un grupo de fariseos de quienes san Lucas dice: “Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, …” (Lucas 16:14). Estos fariseos, no eran la membresía común de una sinagoga, sino que eran nada menos que el liderazgo, que se supone son los guías espirituales de la gente. Pero, la descripción que Lucas resalta de ellos es que eran “avaros”, es decir que les ganaba la ambición por el dinero antes que el bienestar de los pobres, de las viudas, de los huérfanos, etc…
Refiriéndose a un grupo de estos fariseos, que tenían el encargo de ser escribas, Jesús le dijo en otra ocasión a la gente que le escuchaba: “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; / que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación” (Lucas 20:46,47). Además de ostentarse en público, ¿notaron qué hacían ellos especialmente con las viudas? Jesús los denunció públicamente como personas “que devoran las casas de las viudas” (v. 47). Esa era la fama de la religión farisea de los tiempos de Jesús. Incluso en una ocasión, Jesús usando otra parábola, la del Buen Samaritano, evidenció que un sacerdote y que un levita, siervos de Dios que deberían estar al servicio de la gente, no les importó ver a un hombre herido tirado en el camino, sino que siguieron su camino sin hacer algo por él, no así el buen samaritano que no era considerado propiamente del pueblo de Dios, estuvo dispuesto a dar su tiempo, su cabalgadura, y hasta su dinero diciéndole al mesonero donde le encomendó: “Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese” (Lucas 10:35). Esto no lo hacían los fariseos de la religión oficial entre los judíos y demás israelitas.
Ahora, Jesús anuncia un cambio radical de su propuesta espiritual especialmente para la gente desprotegida. Jesús, en su primera predicación precisamente en una sinagoga de los fariseos, anuncia que con él inicia una nueva administración espiritual para los pobres, diciendo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; …” (Lucas 4:18a). En la práctica, Jesús siempre estuvo dispuesto a servir a los más desprotegidos por la justicia social. En la actualidad, la iglesia, amados hermanos también está para dar buenas noticias a los pobres, y para servir a los pobres. Así quiso Jesús que hicieran sus discípulos, a quienes dijo: “Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; …” (Marcos 14:7a). Cuando la religión hace a un lado a los pobres, Jesús se interesa por ellos, y Jesús nos encomienda hacerles el bien explicándoles el evangelio del reino de Dios, e incluso apoyándoles en sus necesidades más elementales para superar sus rezagos, dificultades, y problemas.
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La cuarta manera como Jesús demostró su interés por los pobres, es:
IV.- LLEVANDO SU EVANGELIO, AUNQUE SIN LUGAR PROPIO DÓNDE DESCANSAR.
Jesús mismo, a un escriba que al parecer quería seguirle, le dijo con respecto a las incomodidades de él mismo y de quienes le quisieren seguir, que: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:20). Esto no quiere decir que Jesús nunca tuvo un lugar donde pudiese vivir, sino que, al andar de un lugar a otro, no procuraba los mejores hoteles, mesones, etc… de aquellos tiempos y lugares, sino que dependía de la bondad de la gente, o simplemente pasaba la noche en algún lugar público. Es así como encontraría a los pobres a su paso. Por ejemplo, un día al medio día, a esa hora viajando a pie, y cansado del camino, su lugar de descanso y probablemente también de almuerzo, fue la orilla de un pozo donde aprovechó compartir su evangelio ilustradamente como el agua que corre como ríos de agua viva. Es bajo estas condiciones socioeconómicas, que Jesús llevó a cabo su ministerio que anunció en aquella sinagoga durante su primer sermón diciendo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; …” (Lucas 4:18a). Desde entonces, verdaderamente, los pobres fue su prioridad. Se interesó por los ciegos, por los leprosos, por los cojos, por los mancos, por los paralíticos, y por los enfermos de muchas causas. Ellos fueron, los primeros discípulos que siguieron a Jesús, y que dieron testimonio de su divinidad y poder. Él iba de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, predicando y sanando, sin importar donde le sorprendiera la noche, y sin importar dónde tenía que descansar. Así fue Jesús porque vino: “para dar buenas nuevas a los pobres”.
Amados hermanos, si al llevar el evangelio de Jesucristo también a los pobres, alguna vez se hace necesario estar en alguna incomodidad, no se sienta ofendido, siéntase privilegiado en saber que usted está representando dignamente la actitud y humildad de nuestro Señor Jesucristo. “Para dar buenas nuevas a los pobres”, alguna o muchas veces hará necesario arriesgar alguna de las comodidades a las que estamos acostumbrados.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo en su segunda epístola a los Corintios, para animar a los Corintios para que dieran voluntariamente alguna aportación económica para otros cristianos necesitados, les escribió: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). El apóstol indica que Jesucristo antes de venir a nacer era nada menos que “rico”, pero lo que más les enfatiza en estas palabras es que “por amor a vosotros (a ustedes) se hizo pobre”. Jesús, con propósito e intencionalmente escogió ser pobre aquí en la tierra. Su razón y motivación, bien lo indica también el apóstol Pablo cuando les dice a los Corintios que tal decisión de Jesús fue “para que vosotros (ustedes) con su pobreza fueseis enriquecidos”.
Jesús vino “para dar buenas nuevas a los pobres”, alcanzándonos aun a nosotros en la actualidad. Ahora, la iglesia y cada discípulo de Jesucristo que se ha enriquecido con el conocimiento de las buenas nuevas de él, somos responsables de seguir el ministerio de Jesús “para dar buenas nuevas a los pobres”.
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