EL VERDADERO DISCÍPULO LLEVA SU CRUZ, Por: Diego Teh.

EL VERDADERO DISCÍPULO LLEVA SU CRUZ

Lucas 14:25-33.

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Predicado por el Pbro. Diego Teh, en la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán; el domingo 19 de agosto 2018, a las 18:00 horas.

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Corresponde al sermón # 6 de la serie del mes de agosto: Llamados a hacer discípulos.

 

   INTRODUCCIÓN: En nuestra lectura bíblica de este momento, Jesús es muy claro con respecto a quiénes no pueden ser sus discípulos, pero al mismo tiempo sus palabras indican quiénes sí pueden ser sus discípulos.  La primera mención de quiénes no pueden serlo dice: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26).  Intencionalmente, para enfatizarlo después, momentáneamente voy a omitir la segunda mención.  La tercera mención dice: “cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33).  Ahora sí, retomando la segunda mención acerca de quiénes no pueden ser sus discípulos, dice él: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27).  ¿Quién es el que no puede ser discípulo de Jesús?  En primer lugar, según Jesús: “el que no lleva su cruz”; y en segundo lugar, mucho más obvio, según Jesús: “el que no… viene en pos de mí” (obvio porque ser discípulo, originalmente y literalmente era ir a donde quiera que un maestro fuese.  Así que había que ir en pos de él).  Pero, en esta predicación el detalle relevante que voy a enfatizar es acerca del llevar la cruz para poder ser discípulo.

   Hay personas que piensan que la palabra “cruz”, es una palabra para representar sus propios problemas que les ha tocado experimentar en sus vidas, en su matrimonio y con otras personas. Cuando les toca padecer una enfermedad incurable, o tener un trabajo que a duras penas sirve para tener para el pan de cada día, suelen decir: “Esa es mi cruz que tengo que llevar”.  Pero, no es a eso que Jesús se refirió cuando dijo: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27).  Tampoco se trata de la costumbre religiosa de cargar una cruz en el pecho como un amuleto, o en el más sano de los casos como símbolo de su fe.

   En este mensaje me propongo predicarles que ‘llevar la cruz’ implica una variedad de requisitos para ser discípulo de Jesús.  / ¿Cuáles son los diversos requisitos implicados en el ‘llevar la cruz’, para ser discípulo de Jesús? / En este momento les comparto algunos de los requisitos implicados en el ‘llevar la cruz’, para poder ser discípulo de Jesús.

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   El primer requisito implícito en el ‘llevar la cruz’ para poder ser discípulo de Jesús, es:

I.- ESTAR DISPUESTO A MORIR SI ES NECESARIO.

   Desde luego que cuando Jesús decía: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27), no estaba diciendo que automáticamente el discípulo ya era una persona sentenciada a quien solamente le faltaba ser arrestado por los soldados romanos, ser llevado al pretorio desde donde le entregarían una cruz pesada de madera en sus espaldas, y que arrastraría hasta el cerro de las calaveras donde sería crucificado.  No, no era eso. En primer lugar, en los tiempos de Jesús era ampliamente conocido en todo el imperio romano, por lo tanto, también en toda la Palestina de aquellos tiempos, que la cruz era un instrumento de muerte vergonzosa porque uno de sus propósitos era que el sentenciado sea exhibido públicamente y que él sepa que todo mundo le está mirando como culpable de una falta gravísima.  También era un instrumento de muerte tortuosa porque eran horas de sufrimiento que el sentenciado pasaba colgado en la cruz bajo el intenso calor generalmente del medio día, después de haber sido traspasado en las manos y pies con clavos que causaban dolor y pérdida de sangre hasta que por fin el corazón deje de latir para dar paso a la muerte.  Jesús, les estaba diciendo a los que caminaban tras él, que ser discípulo no era solamente acompañarle a pie o en burro a donde quiera que él iba, sino que, para ser su discípulo, él les estaba requiriendo estar dispuesto a morir si llegase a ser necesario, por la causa del evangelio.

  Mucha gente cuando escuchaba estas palabras de Jesús, de ‘llevar su cruz’ para poder ser discípulo de él, y cuando se daban cuenta del alto precio que significaba ser un discípulo de él, muchos de ellos mejor dejaban de seguirle y se regresaban a sus casas en sus respectivas ciudades y aldeas; pues no estaban dispuestos a tomar riesgos que valen la pena.  Amados hermanos, ser un discípulo de Jesús siempre ha sido un compromiso de seguirle estando dispuesto a morir si es necesario por su causa salvadora.  Los líderes de las sectas judías de los tiempos de Jesús no toleraban saber que Jesús legítimamente autoproclamaba ser el Hijo de Dios, y que sus discípulos le aceptaran como tal, pues les parecía blasfemia en contra de Dios, porque según la misma ley de Dios indicaba que si alguien autoproclamaba ser Dios, el tal debe morir por blasfemo contra Dios; pero Jesús realmente era el Hijo de Dios, y por lo tanto no había blasfemia que ameritara su muerte por afirmar que él era el Hijo de Dios igual a Dios.  Pero, como no tenían el discernimiento espiritual para aceptarlo, no dudaron en planear cómo sentenciarle a la muerte de cruz, y cualquiera de sus discípulos podría correr el mismo riesgo. Jesús sabía esto de antemano, y alertaba a sus discípulos, que la muerte por crucifixión podría ser para ellos, el precio de ser discípulo de él.

   Otro detalle acerca de Jesús, es que la profecía indicaba que cuando él llegara a este mundo sería un rey.  Y efectivamente, por ser Hijo de Dios, era el Rey del Universo, pero también nació como descendiente de una dinastía de reyes de Israel.  Era legítimo rey.  Y eso nunca le convino al imperio romano, pues desde que el rey Herodes, un rey empleado del imperio, supo de su nacimiento, hizo todo lo que pudo para intentar acabar con la vida de Jesús, aunque por la protección divina Jesús nunca cayó en sus manos.  Por cierto, este fue uno de los motivos por el que más de 30 años después fue juzgado por Pilato, un gobernador en Judea en nombre de Roma, quien le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” (Mateo 27:11).  No está de más recordar que esa fue una de las causas injustas de su crucifixión, y para colmo, al ser crucificado, a manera de burla le colocaron un letrero que decía: “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS” (Mateo 27:37).   Jesús, visualizaba que en lo personal sería llevado a la muerte, y no les ocultaba a sus oyentes que también ellos podrían tener el mismo final de muerte, tan solo por ser sus discípulos.  Por eso, les decía: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27).  Si Jesús el maestro de discípulos, llevaría su propia cruz, ¿no es de esperar que sus discípulos estén dispuestos como su maestro a llevar su propia cruz?

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   El segundo requisito implícito en el ‘llevar la cruz’ para poder ser discípulo de Jesús, es:

II.- NO SER DISCÍPULO A MEDIAS POR CAUSA DE CUALQUIER COSA.

   Nunca fue fácil para nadie ser discípulo, sin embargo, sí se puede ser discípulo de él.  San Lucas nos narra la historia de otras tres personas que quisieron seguir a Jesús, pero que prefirieron dejar a un lado el privilegio de ser discípulo, por detalles que Jesús consideró como irrelevantes.  La historia va así:

   1.- Acerca del primero: “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. / Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lucas 9:57-58).

   2.- Acerca del segundo: “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. / Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:59-60).

   3.- Acerca del tercero: “Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. / Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:61-62).

   En otras palabras, detalles menos graves que la muerte de cruz, fueron las excusas de estas tres personas para no hacerse discípulos de Jesús.  Si para ser discípulo de Jesús es necesario estar dispuesto a llevar su cruz, y que quien no lo lleve no puede ser su discípulo, imagínese usted acerca de aquellos que por causas menos amenazantes optan por no querer ser discípulos de él.  Quedan totalmente descalificados.  Y esto incluye a quienes ponen sus propias condiciones para intentar conseguir ser discípulos menos comprometidos con Jesús.  Hay otros casos en los evangelios que describen a este tipo de personas.  ¿Se acuerda usted del joven rico que le preguntó a Jesús: Qué debo hacer para heredar la vida eterna? Cuando Jesús le respondió: “… vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. / Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. / Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! / Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Lucas 18:22b-25). Aquel joven, mejor abandonó el conversar con Jesús, y hasta dejó de seguirle, porque no podía desprenderse de lo que le impedía ser discípulo, pero eso sí se sabía muy bien los Diez Mandamientos, y quizá hasta era miembro de una de las sectas judías, pero con todo ello, sus riquezas le impidieron hacerse discípulo de Jesús.  En otras palabras, no estaba dispuesto a llevar la cruz que Jesús indicaba, sino que prefería llevar una vida centrada en sus propios intereses.

   Amados hermanos, estos cuatro casos relatados en los evangelios, son la muestra de lo que no debemos hacer para ser discípulos de Jesús.  No debemos comenzar a caminar con él, y abandonarle a medio camino cuando nos damos cuenta que el mundo se va contra nosotros por el solo hecho de creer en el único Dios vivo y verdadero, y en su Hijo Jesucristo, cuyas enseñanzas no son aceptadas por la mayoría de la gente que ve en Dios una amenaza a sus intereses libertinos de vida.  Mi amado hermano(a), si usted ha comenzado a caminar en la fe en Cristo, le animo a no dejarle a medio camino, sino que usted continúe hasta el último día de su vida.  Es ese tipo de discípulo que Jesús espera de nosotros.

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   El tercer requisito implícito en el ‘llevar la cruz’ para poder ser discípulo de Jesús, es:

III.- VIVIR SOLAMENTE PARA LA CAUSA DE CRISTO.

   Llevar la cruz, significa estar dispuesto, si es necesario, morir por la causa salvadora de Jesús.  Cada vez que Jesús mandó a llevar la cruz, también decía: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. / Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:23-24).  El mismo cuando anunciaba la necesidad de su propia muerte, diciendo que sería el resultado de ser: “desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas” (Lucas 9:22), estaba diciendo con ello que estaba dispuesto literalmente a cargar con una cruz de muerte, la que los romanos utilizaban para quitar la vida a los delincuentes, aunque a veces también a gente inocente.

  De manera especial, les comparto un relato que el apóstol Pablo escribió a los Corintios diciéndoles que él se había enfrentado a lo siguiente: “… en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. / De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. / Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; / en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; / en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; / y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11:23b-28).  Con respecto a estos sufrimientos que el apóstol Pablo enfrentó por causa del evangelio de Jesucristo, bien se puede decir que Pablo experimentó lo que realmente significa ‘llevar la cruz’, estando dispuesto a morir si es necesario por la causa de Cristo.  Esto es vivir solamente para la causa de Cristo.  Por esto que había padecido, y por más, Pablo escribió a los gálatas, y con mucha razón, que: Con  Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi” (Gálatas 2:20).  Si se afirma “con Cristo crucificado”, es porque sin duda tomó y llevó su cruz.   Y por eso también podía decir: “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gálatas 6:17).  Así como él, toda la multitud de cristianos de aquellos tiempos y de tiempos posteriores estuvieron dispuestos a llevar la cruz, dispuestos a morir y dar valientemente toda su vida por la causa de Cristo.  No podemos olvidar a Esteban el primer discípulo mártir por vivir para la causa de Cristo.

   Amados hermanos, también nosotros en la actualidad somos llamados a ser discípulos que no solamente estemos dispuestos a cargar biblias e himnarios, guitarras, pianos, laptops, tablets, y otro sin fin de artículos religiosos, sino que somos llamados a tomar y llevar la cruz, dispuestos a dar toda la vida al servicio de Cristo.  Y si es necesario morir por él, el verdadero cristiano no negará la fe y a su salvador Jesucristo, sino mejor muerto por su causa que vivo habiéndole negado.

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   CONCLUSIÓN:  Amados hermanos, también en la actualidad, aunque ya no se lleve a cabo ejecuciones por crucifixión, sigue vigente el precio de llevar la cruz para poder ser discípulo de Jesús. Se requiere: 1) estar dispuesto a morir por Jesús si es necesario; 2) no ser discípulo a medias por causa de cualquier cosa; y 3) vivir solamente para la causa de Cristo.

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