MIRA ADELANTE, A LA ETERNIDAD (II), Por: Diego Teh.

MIRA ADELANTE, A LA ETERNIDAD, (II)

 Hebreos 11:24-28.

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Bosquejo elaborado por el Pbro. Diego Teh, para la predicación del domingo 09 de septiembre 2018, en diversas congregaciones de la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán.

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Este bosquejo corresponde al sermón # 09 de la serie: UNA VIDA CENTRADA EN EL EVANGELIO.

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   INTRODUCCIÓN:  En el mensaje anterior, les dije que: “Hebreos capítulo 11 es un capítulo bastante hermoso que tiene que ver con la vida de personas que se mantuvieron fieles en el servicio a Dios que en su momento les correspondió”; pero en esa fidelidad y servicio que prestaron a Dios, todos ellos tuvieron que desechar de su vida muchas cosas que no valían la pena en consideración con lo que esperaban de Dios tanto aquí en la tierra como después en la eternidad.  Esperaban nada menos que “la ciudad que tiene fundamentos” (Hebreos 11:10), esperaban “el galardón” de Dios (Hebreos 11:26b).  Esperaban a Dios y a su Cristo.

   Para nosotros en la actualidad, esperamos lo mismo con respecto a lo eterno, y se nos exhorta a hacer lo mismo que todos aquellos antiguos temerosos de Dios hicieron para enfocarse en lo eterno.  ¿Qué hicieron para enfocarse en lo eterno?  Después de la larga lista de los considerados héroes de la fe, mencionados en el capítulo 11, inmediatamente a nosotros se nos dice: “nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia” (Hebreos 12:1).  Sí, la instrucción es clara: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia”.  Sin duda que el pecado es la primera cosa pesada contra lo que estamos luchando para que no nos impida servir a Dios, pero también hay otras muchas cosas pesadas que no nos conviene cargarlas, sino que es necesario despojarnos de ellas.  ¿De qué cosas se habrán despojados los antiguos?

   En el texto bíblico que leímos, se relata las experiencias de Moisés, un gran siervo de Dios, que vivió unos hace unos 3,500 años, y hallamos que en su caso tuvo que deshacerse, despojarse, o renunciar ciertas cosas que le hubieran sido un estorbo si su decisión era realmente servir a Dios quien le llamó para servirle, y enfocarse en lo que es eterno.  Basado en su caso, voy a predicarles que, una persona que enfoca su vida en lo que es eterno, debe necesariamente despojarse de los estorbos terrenales cuando se presenten en su vida como oportunidades. / ¿Cuáles son los estorbos terrenales de los cuáles una persona que sirve a Dios debe necesariamente despojarse de ellos, si en verdad desea enfocar su vida en lo que es eterno? / Permítanme compartirles algunos de estos tremendos estorbos terrenales que podrían perjudicar hasta al más aparentemente consagrado cristiano, por lo que por eso es mejor despojarlos de nuestra vida.

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   El primer estorbo terrenal del cual una persona que sirve a Dios debe necesariamente despojarse de ello, si en verdad desea enfocar su vida en lo que es eterno, es:

I.- EL PODER PREPOTENTE.

   Una de las primeras descripciones que leemos acerca de Moisés es que: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón” (Hebreos 11:24).  Ser el hijo de la hija de Faraón, le ponía en posibilidad de incluso ser heredero del trono imperial de Egipto.  Si eso no fuese posible porque hubiese otro heredero legítimo, hijo propio del Faraón, entonces, por lo menos tendría otra función en buena posición que le aseguraría no solamente buenos ingresos por estar en la familia real, sino que también le aseguraría el uso del poder para someter a la gente de su reino e imperio.  Así lo hacía su ‘abuelo-padre’ el faraón, padre de la muchacha que lo adoptó.  Así lo habían hecho algunos de los faraones que les precedieron.  Y si Moisés seguía escudado bajo la tutela de aquella familia, aun mientras su ‘abuelo-padre’ era el legítimo faraón, él tendría que hacer uso de su poder prepotente en contra de los israelitas, su propia raza y familia.  Y sin duda que iba a ser obligado por su propia función en servicio del rey egipcio, a tratar de manera prepotente y servil en primer lugar en contra de los israelitas, pero también a los propios egipcios, y en realidad a cualquier persona.  Pero, antes que cometer tal obra de injusticia contra los suyos, y hasta contra los extraños (los egipcios) que Dios usó para preservarle la vida, prefirió renunciar a su derecho de apellido, de dinastía, y de poder.

   Amados hermanos, muchas veces en el trabajo que uno desempeña, le es confiada la administración de muchas cosas, la supervisión de personal de trabajo.  Uno tiene la autorización y poder para administrar y supervisar, siempre y cuando sea en beneficio del dueño, de la familia, o de la organización para la cual uno trabaja.  Pero, si un poder superior corrupto, ordena que uno haga algún tejemaneje ilegal, en el cual uno perdería su honestidad, su buen testimonio de ser cristiano, e incluso uno perjudicaría a otras personas al tomar decisiones incorrectas por ejecutar órdenes injustas; lo mejor es renunciar antes que ser involucrado en casos injustos, incluso ante la justicia, y salir culpable por obedecer órdenes perversas.  Eso fue lo que a tiempo hizo Moisés, y salió limpio, y agradable delante del Dios que le llamó a servirle.  La persona que está enfocando su vida en lo que es eterno, no debe procurar ser una gran persona poderosa con el fin de causar daño a sus semejantes.  Cuando alguna circunstancia le presente a usted ésta indigna posibilidad, lo mejor es renunciar porque hacer semejante prepotencia no es agradable delante de Dios.  Cuando somos puestos en alguna responsabilidad somos puestos por Dios para servir a los demás. Nuestro Señor Jesucristo, así lo hizo antes que usar su poder con prepotencia.  A sus discípulos les dijo a manera de observación y recordatorio: “Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27).

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   El segundo estorbo terrenal del cual una persona que sirve a Dios debe necesariamente despojarse de ello, si en verdad desea enfocar su vida en lo que es eterno, es:

II.- LOS DELEITES DEL PECADO.

   Acerca de la decisión de Moisés al rehusarse a llamarse hijo de la hija del Faraón, o sea de su renuncia a su inminente posibilidad de ejercer poder o autoridad sobre personas que pudieron haber sido los suyos a quienes por ello pudo haberles causado daño, leemos que su decisión fue: “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25).  Seguir bajo los criterios egipcios, sin duda que eso le garantizaba “gozar de los deleites temporales del pecado”.  No es que Dios no esté de acuerdo que uno disfrute lo sano de la vida y de sus generosidades.  Sino lo que no es sano que uno tenga como fuente de su gozo es el “PECADO”.  Todo lo que sea pecado.  Apropiadamente el apóstol explica que ciertamente son cosas que uno podría gozar.  Uno podría gozar un dinero ilícito.  Uno podría gozar sexo prohibido.  Uno podría gozar una venganza pendiente.  Uno podría gozar algo que fue un robo.  Uno podría gozar otras muchas cosas, pero mientras ello sea un fruto o una manifestación de entrega al “PECADO”, no deja de ser todo ello, únicamente “deleites temporales”.   Moisés, se dio cuenta por la gracia de Dios que mucho de lo que podría erróneamente gozar solamente serían los “deleites temporales del pecado”, y al darse cuenta de lo dañino y peligroso que todo ello era para él, prefirió despojarse, deshacerse, renunciarlos, para que todo ello no fueran estorbos en su decisión de servir a Dios y enfocar a su vida en lo que es eterno y que más vale la pena.

   Amados hermanos, sepan esto: Hay deleites no temporales sino esencialmente eternos, deleites que valen la pena porque de verdad porque no traen gozo falso sino verdadero, deleites que no son fruto del pecado sino de la provisión de Dios.  Estos son los deleites que debemos procurar buscar en nuestra vida.  David un rey que vivió unos 600 años después de Moisés, antes de renunciar a los “deleites temporales del pecado”, cometió inmoralidades y otros pecados, pero cuando se dio cuenta de lo dañino y ofensivo que todo ello era para Dios, él se arrepintió, y se dio cuenta que hay un gozo más apropiado que se debe anhelar.  Se llama: El gozo de la salvación.  David, había perdido ese gozo, pero al darse cuenta que lo temporal solo causa más insatisfacción en la vida, oró a Dios diciéndole: “Vuélveme el gozo de la salvación” (Salmo 51:12a).  Nosotros también deberíamos desear, obtener, y permanecer en este “gozo de la salvación”.  Pero eso, hace necesario que renunciemos a los “deleites temporales del pecado” como hicieron Moisés y David.  Pero nuestro mejor ejemplo es nuestro Señor Jesucristo, de quien nos dice el autor de la epístola a los hebreos que Jesús: “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15b).

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   El tercer estorbo terrenal del cual una persona que sirve a Dios debe necesariamente despojarse de ello, si en verdad desea enfocar su vida en lo que es eterno, es:

III.- LAS RIQUEZAS SIN CRISTO.

   Ahora, también observemos en nuestro texto bíblico que Moisés “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón” (Hebreos 11:26).  Una de las grandes renuncias que Moisés hizo fue “los tesoros de los egipcios”.  Aunque no era el dueño, o el administrador, tendría derecho de vivir de ello por ser casi un faraón, por la adopción que hiciera de él la hija del faraón.  Iba a ser como el junior consentido, que sin duda tendría acceso a derecho no escaso sino abundante de las finanzas de la tesorería egipcia.  En un antiguo documento egipcio conocido como Enseñanzas para Merikare, último de los faraones de la X dinastía, más o menos de la época de Abraham, su padre Jety VII[1], le aconseja lo siguiente: Deberás pagar muy bien a tus funcionarios públicos, para evitar la corrupción y tener el poder de exigirles honradez[2].  Solamente con esta instrucción, imagínese qué bien pagados estaban los funcionarios, y el faraón debería recibir mucho más, y no hay duda que sus familiares en servicio recibirán un buen sueldo.  Aunque con Merikare, se acabó la X dinastía faraónica de los tiempos de Abraham, y 500 años después en los tiempos de Moisés, la dinastía reinante era la dinastía XIX, pero la política económica para beneficio de los gobernantes y sus funcionarios no era nada menor sino seguramente más abundante con sus respectivos incrementos constantes.  Así que Moisés podría tener un futuro de riquezas abundantes y hasta quizá extravagantes aseguradas de por vida, pero también lo renunció.  Sería un estorbo para el plan de Dios para su vida y servicio a Dios.

   La descripción apostólica acerca de Moisés dice claramente que él tomó esa decisión: “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo”.  En otras palabras, su mayor riqueza fue Cristo en quien esperaba, aunque todavía faltaban unos 1500 años para que viniese a nacer y hacer su ministerio aquí en la tierra.  Esto indica que él estaba pensando en la eternidad, en lo eterno, y en el eterno, porque Cristo es El Eterno que vendría de la eternidad.  Otra razón de Moisés que describe porque prefirió a Cristo y no a las riquezas de los tesoros egipcios, fue porque “tenía puesta la mirada en el galardón”.  Y el galardón real en el que él tenía puesta la mirada no era ni siquiera la tierra prometida que en unos años después sería entregado por Dios a los israelitas, pero esto no era eterno, pues era solamente un bien inmueble que Dios les prestaba para vivir.   El galardón que él miraba era eterno, era su entrada al eterno cielo de Dios donde la vida es perfecta y totalmente centrada en Dios.  Por eso Moisés, como quiso enfocarse en lo eterno y no en lo terrenal, decidió por ello despojarse de las riquezas terrenales que solamente le serían un estorbo en su servicio a Dios y en espera de El Eterno y los bienes de la eternidad.  De qué le hubiese servido el tener a su disposición todos los tesoros de aquel antiguo poderoso imperio egipcio, si él mismo hubiese hecho a un lado a Cristo de su esperanza eterna.

   Amados hermanos, Jesús nuestro Señor, enseñó acerca de la necesidad de renunciar a las riquezas como objeto de confianza.  Por supuesto que no está mal tener dinero, bienes, y propiedades, etc… pero no pueden ser la seguridad del ser humano, mucho menos de uno cristiano que se enfoca en lo eterno.  Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24; Lucas 16:13), y también dijo con certeza que: el engaño de las riquezas ahogan la palabra” (Mateo 13:22). En otro momento dijo a sus discípulos: “Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Marcos 10:24; cf. Lucas 18:24). Así que las riquezas podrían no ser la mejor opción para el cristiano, a menos que las riquezas sean consagradas al servicio de los planes de Dios.  Moisés analizó bien su caso, y tomó la mejor decisión para él.  Hoy nos toca a nosotros no confiar en el dinero, los bienes, y otras riquezas, haciendo un lado a Cristo.  Las riquezas no son malas en sí, pero deberíamos tener a Cristo como la mejor riqueza para nuestra vida, y las riquezas terrenales pueden ser consagradas también a su servicio juntamente con nuestra vida personal.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, sin duda que hay otras cosas de las cuales es necesario que uno se despoje o las renuncie.  Si hemos decidido enfocarnos en lo que es eterno, entonces necesariamente hay que despojarse “de todo peso” dice el apóstol, o sea, de todo estorbo.  Pueden aparecer como oportunidades, pero serán solo tentaciones para desviarnos de nuestro enfoque.  Las palabras instructivas del apóstol de despojarnos “de todo peso y pecado que nos asedia”, es un llamado a estar alertas en nuestra vida.  ¿Qué es lo más importante para usted? ¿Lo que es temporal, o lo que es eterno?  Recordemos todos que debemos mirar siempre hacia la eternidad, a Jesús, El Eterno, y su correspondiente galardón igual de eterno disponible para los creyentes para toda la eternidad.

   Dios nos ayude a no perder el enfoque de nuestra vida con respecto a la eternidad celestial.

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[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Merykara

[2] https://www.sdpnoticias.com/sorprendente/2014/04/02/consejo-de-faraon-egipcio-buenos-sueldos-a-funcionarios-publicos

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