UN BUEN SIERVO DE DIOS SIN DEUDAS
2 Reyes 4:1-7
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Siervos de Jesús” de Celestún, Yucatán; el domingo 23 de Marzo 2014; a las 18:30 hrs.
INTRODUCCIÓN: Nuestro pasaje bíblico para el mensaje de esta ocasión menciona como personajes involucrados, a una mujer viuda, a su difunto marido, al profeta Eliseo, a un acreedor, a unos vecinos de la viuda, y a dos hijos de la viuda. Pero en cuanto al difunto marido se nos dice: 1).- que fue “profeta” (hijo de profeta, no es que biológicamente fuera hijo, sino que es una manera de decir que estaba bajo autoridad del profeta Eliseo, como discípulo); 2).- que fue “siervo” de Eliseo; 3).- que fue “marido” de la ahora viuda; y 4) que fue “temeroso de Jehová” (V.1). Qué hermosa descripción de un hombre ejemplar en su relación con Dios, con su empleo, y con su propia familia; muy trabajador, y evidentemente consagrado; sin embargo, hay un gran problema con este gran hombre, pues recién fallecido viene “el acreedor” a exigirle a la viuda el servicio de sus dos hijos como garantía de un notorio gran adeudo que este gran hombre dejó como una herencia no muy deseada.
Muy similar a este gran hombre de Dios existen también en la actualidad no solamente hombres sino también mujeres creyentes que sin duda alguna han abrazado la fe en Jesucristo, y son bastante fieles y comprometido con el servicio a Dios, pero en la puerta de sus hogares no cesan de pasar semanal o varias veces por semana los cobratarios de las cosas compradas a plazos; o en su caso mensualmente llegan al buzón de correo domiciliario unos sobres con avisos para pago de cuentas de crédito departamentales o bancarios con cantidades que alteran el presupuesto familiar. Son hijos siervos de Dios muy fieles y consagrados, pero grandemente endeudados con cantidades difíciles de pagar, causando permanentemente inestabilidad económica en el hogar. Hay quienes se endeudan por razón necesaria y puede ser justificable, sin embargo, hay quienes también se endeudan de manera imprudente y exorbitante, afectando de esta manera hasta el patrimonio familiar. Si usted fuera de estas personas que se endeudan imprudentemente, aunque se diga que usted es un excelente músico, director de cantos, directivo de la congregación, seminarista, anciano, pastor, etc… usted viene siendo un mal mayordomo del dinero, pues como marido o mujer comprometidos con el progreso económico de la familia, nada justifica que usted le falle a su familia para el presente así como para el futuro para cuando usted falte para ellos.
A través de la Palabra de Dios, encontramos instrucciones para evitar endeudarnos irrazonablemente para que no afectemos la vida económica de nuestra familia, y poder tener así una economía estable, capaz de enfrentar en el futuro los retos que tocará enfrentar a nuestra familia. // ¿Qué instrucciones nos da la Palabra de Dios para no endeudarnos irrazonablemente? // Revisemos algunos versículos que nos dan esas instrucciones muy necesarias para que nuestra administración del dinero que ganamos sea bendición en el presente y en el futuro para nuestra familia, y no seamos como aquél gran hombre de Dios que a pesar de ser temeroso de Dios falló a su familia por causa de las deudas.
La primera instrucción es:
I.- NO COMPRES GASTANDO LO QUE ES DE DIOS. (Por: Javier Canché).
Uno de los primeros deberes de todo ser humano aunque no lo haga es cumplir con el precepto de entregar para la obra de Dios el diezmo de sus ingresos, y quien no lo hace está robando a Dios. En una ocasión, Dios a través del profeta Malaquías le reclamó a mucha pero mucha gente que pertenece al pueblo de Dios, diciéndoles: “vosotros me habéis robado, y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestro diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda me habéis robado” (Malaquías 3:8,9). Quedarse con lo que corresponde dar a Dios, es un robo, es una deuda, y es una indisciplina que revela lo capaz que es hombre hijo de Dios de no dar a Dios lo que por derecho divino le pertenece, y una vez gastado uno queda endeudado con Dios. Y cuando una persona toca el diezmo que corresponde dar a la iglesia para la obra de Dios, cuando lo entregue debe agregar de cada 10 pesos, dos pesos más; de cada 100 pesos, veinte pesos más; de cada 1000 pesos, 200 pesos más; pues la Biblia dice que la persona que lo tomara parar sí debe añadir “la quinta parte de su precio”, es decir, el 20% (Levítico 27:29-31); y quien no lo hace está endeudándose con Dios, y peor cuando esa cantidad gastada no es devuelta o al devolverla no se añade la quinta parte, uno además de ser deudor se convierte en ladrón. Y hermano, alguien que es capaz de robarle y/o endeudarse con Dios que es el Soberano, ¿cree usted que no lo haría con su propia familia?
Una ancianita que llegó en un vuelo, al pasar a la sala de llegadas para recibir su equipaje fue abordada por un joven con toda la intención de ayudarla, por lo que el joven le dice: Señora, ¿puedo ayudarla con su equipaje?, pero la ancianita le pregunta al joven: ¿usted entrega el diezmo de sus ganancias a alguna iglesia cristiana?. El joven le responde que no, y la ancianita le dice: Por favor, no toque mi equipaje, porque quien le roba a Dios es capaz de robarle a sus semejantes. De verdad, quien no está disciplinado en dar a Dios lo que es de Dios, pues no le tiene el suficiente temor a Dios, menos le parecerá importante administrar sus ganancias para el bienestar de su familia. Es capaz también de gastar lo que debe ser para su familia.
Amado hermano, como hijo temeroso de Dios, es necesario ser un buen administrador de nuestro dinero, dando a Dios primeramente, luego usándolo en lo que es prioritario, y ahorrándolo si hay un remanente disponible. Usted no debe tener deudas con Dios ni en cuestiones de diezmo, ni de gratitud, ni de servicio, ni de algún otro tipo. NO sea usted como aquel hombre de buen testimonio en su relación con Dios como profeta y temeroso de Dios, pero descuidando el presente y futuro de su esposa en hijos.
La segunda instrucción es:
II.- NO COMPRES ENVIDIANDO LO QUE OTROS TIENEN. (Por: Jeremías Kú).
El apóstol Pablo nos enseña que una persona creyente debe vivir contenta con lo que tiene, pues le dice a Timoteo “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:6-8). Esto no significa que uno no deba aspirar a renovar sus bienes, a adquirir nuevos inmuebles, etc… Lo que aquí se prohíbe es pensar con avaricia (es decir, desear tener, solo por tenerlo) yendo al grado de envidiar lo que otros tienen. Pues en la realidad hay gentes que no comprarían algo si no han visto que otro lo tiene. Estos solamente compran por envidia, para demostrar que también tienen dinero, y que también pueden tener uno igualito o quizá mejor. Estas personas movidas por la envidia por lo general compran endeudándose con altas cantidades que estarán pagando con muchas dificultades. Eso mismo les hará tener una inestabilidad económica personal y familiar, siendo aún un creyente comprometido y dedicado a servir a Dios. Su testimonio económico no es el adecuado para un creyente o familia de creyentes.
Asaf, un ministro de música, en uno de sus salmos, habla de la experiencia de casi ser alcanzado por las consecuencias del pecado de la envidia. El testifica diciendo: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres” (Salmo 73:2-5). Este problema de la envidia muchas veces alcanza a los mismos creyentes que están al servicio de Dios, cuando observan que otros creyentes son más prósperos que ellos, o peor que eso, cuando ven que los pecadores poseen cosas que han conseguido sin dificultad alguna; entonces piensan, voy a conseguir uno para mí, aunque yo lo pague poco a poco. Recuerdo de un amigo mío que frecuentemente le pasa lo que le pasaba a Asaf. Cada vez que se entera que alguien consiguió algo para su uso personal o de su familia, él dice: “Yo también quiero conseguirme uno así”. Si ve que alguien se compra un helado, una ropa, o casi cualquier otra cosa, muchas veces le he oído decir: “Yo también quiero uno”. En la realidad nunca se ha podido conseguir todo lo que quiere, pero deseando tener lo que otros tienen ha hecho compras motivado por la envidia de lo que otros tienen y ha caído en deudas, y ha afectado a su familia que constantemente se queja de que no le alcanza el gasto familiar, pues cada tres o cuatro días tienen en la puerta de su domicilio una factura que solicita el pago de diversas deudas contraídas
Amado hermano, en el nombre del Señor les invito a no comprar para competir con aquellos que la gracia de Dios les ha concedido poseer otras cosas diferentes o más valiosas a las que nosotros tenemos. Sin embargo, si aquellas cosas no son un mal ni es pecaminoso tenerlos, uno es libre de adquirirlos, usando el dinero que tenemos o por tener, siempre y cuando el uso del dinero por tener no desestabilice la economía de todo ese tiempo de pago de nuestros adeudos. Una mala decisión de una compra solamente movido por la envidia de tener cosas como otros tienen puede resultar en un gran mal para nuestra familia. No seamos como aquel hombre de la historia que aun siendo profeta y temeroso de Dios, por sus deudas causó un gran mal económico a su viuda y a sus dos hijos.
La tercera instrucción es:
III.- NO COMPRES GASTANDO MÁS DE LO QUE GANAS. (Por: Luis Flores).
Jesús enseñó que para cualquier cosa que uno quiera hacer, primero hay que analizar si podemos con el costo. Él lo enseñó mediante un ejemplo, diciendo: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (Lucas 14:28). Con eso Jesús nos enseña que si no nos alcanza ni tenemos la seguridad de que podríamos más adelante alcanzar el costo de algo, mejor que ni lo hagamos (o compremos, en este caso). Primero hay que ver si se puede solventar para terminar libre de deudas.
Cuando usted acude a un supermercado es común que desde la entrada le aborden promotores de tarjetas departamentales y en pocos minutos le autorizan y le entregan a usted el plástico que le servirá para hacer sus compras llevándolo ahora y pagándolo después. Pero, si usted no la usa responsable o moderadamente, en unos cuantos minutos o en las próximas visitas al supermercado, usted se habrá endeudado con algo que si no fuera por la tarjeta, usted no estaba considerando adquirir pronto, y entonces cuando usted comience a pagar las quincenas o mensualidades, usted puede llevarse la sorpresa de que los gastos corrientes del hogar le han agotado sus ingresos, y comienza usted a no pagar una quincena o mensualidad, luego vienen los intereses moratorios, los cargos por cobranza, y usted está comprometiendo su dinero de las próximas semanas, quincenas, o meses para pagar obligatoriamente aquella adquisición voluntaria quizá no necesaria. Muchas veces, en este tipo de compras a crédito si uno no calcula el costo, uno podría terminar endeudándose con una cantidad superior a la que uno gana, y eso está mal porque le afecta tanto a usted como a su misma familia en ese momento, pero también en el futuro mientras sigan vigentes las mensualidades.
Un caso específico en el que se podría gastar más de lo que uno gana es el caso de cierto televisor que cuesta $ 9,600 pesos al contado y en efectivo, pero se ofrece a plazo de 36 mensualidades de $ 400 pesos mexicanos ( $ 200 pesos quincenales), haciendo un total de 14,400 pesos para pagar. ¿Cuánto dinero se le iría a usted de las manos si lo compra bajo esta modalidad? $ 4,800 pesos que un trabajador con dos o hasta tres salarios mínimos le llevaría aproximadamente un mes para ganarlo, y/o varios meses para ahorrarlo. Sin embargo dentro de poco que en nuestro estado se acabe la señal analógica y exista solamente la señal digital, ya se verá usted en esos aprietos para conseguirse una televisión digital, probablemente acudiendo al endeudamiento. Esto es solamente como ejemplo, pues muchos se endeudan simultáneamente con ropas, cosméticos, muebles, hipotecas, etc… y luego les llegan las facturas que no logran pagar, luego las llamadas o visitas del departamento de cobranzas, los intereses moratorios, etc…
Amados hermanos, seamos razonables con nuestras decisiones de compra, pues un error emocional puede causar daños durante semanas, meses, o años de problemas económicos a nuestra vida económica personal y familiar, como le pasó a aquel hombre de nuestra historia bíblica que a pesar de estar comprometido en su relación con Dios y en el servicio en Su Nombre, su familia estuvo en graves apuros económicos por sus deudas irresponsables.
La cuarta instrucción es:
IV.- NO PRESTES LO QUE TU FAMILIA PUEDE NECESITAR.
En proverbios 6 leemos la siguiente instrucción: “Querido jovencito, si algún amigo te pide que respondas por él y te comprometas a pagar sus deudas, no aceptes ese compromiso, pues caerás en la trampa. No dejes que tu amigo te atrape; ¡mejor ponte a salvo! Te recomiendo que vayas a verlo y le ruegues que no te comprometa. Que no te agarren de tonto; mejor ponte a salvo, como huyen del cazador, las aves y los venados” (Proverbios 6:1-5 TLA). Cuando se refiere a “caerás en la trampa” indica que hay probabilidad que aquello que uno presta ya no se lo regresen a uno. Usted tuvo un buen corazón para ayudar, pero finalmente las finanzas de su familia quedarán afectadas. Por eso dice: “Que no te agarren de tonto; mejor ponte a salvo,…”.
Desafortunadamente hay personas abusivas, estafadoras, etc… en nuestro derredor donde vivimos, trabajamos, y hasta donde adoramos. Ocasionalmente he conocido personas con estos malos vicios, y una vez que uno caiga en sus manos, las consecuencias se reflejan en la vida económica del hogar. Por supuesto que no es malo ayudar al necesitado ni el ser voluntariamente generoso cuando uno desea y pueda hacerlo. Solamente que, sea por los estafadores o por una generosidad voluntaria, hay que ser sabios de no comprometer el dinero que la familia puede estar necesitando ahora o pronto.
Amados hermanos, hay que tener sumo cuidado de no sacrificar el presupuesto familiar prestando a amigos y desconocidos, como dice nuestro texto bíblico en proverbios 6, de que “si algún amigo te pide que respondas por él y te comprometas a pagar sus deudas, no aceptes ese compromiso”, porque el dinero familiar NO es para los amigos. No es adecuado para un creyente dar a los amigos y faltar su provisión en su propia casa.
CONCLUSIÓN: Amado hermano, Dios es grande en misericordia. Siempre da la salida a nuestros problemas aun tratándose de cuestiones económicas. En el caso de la viuda, Dios intervino aumentado milagrosamente los litros de aceite contenidos en una sola vasija que ella tenía, lográndose llenar muchísimas vasijas más. Eso fue el favor de Dios para que la viuda y sus hijos pudieran salir de su problema económico. Luego de llenas las tinajas, el profeta Eliseo le dijo a la viuda: “Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede” (v. 7). La lección aquí es clara y práctica. ¿Qué se debe hacer cuando uno recibe dinero por su trabajo, ventas, apoyos de gobierno o instituciones, donativos, recompensas, etc…, teniendo deudas pendientes? R= Lo primero que se debe hacer es pagar a los acreedores. Bueno, pues, la conclusión de todo este discurso es si usted tiene deudas páguelas puntualmente, y después o en caso de que no las tenga, no se endeude usted poniendo en inestabilidad económica a su familia, y poniendo en riesgo el patrimonio mismo de su familia. Un buen y fiel siervo de Dios debe vivir sin deudas que haga vivir indignamente a su familia.
Deja una respuesta