LA DISCIPLINA DEL LIDERAZGO (I), Por: Diego Teh.

 LA DISCIPLINA DEL LIDERAZGO (I)

Éxodo 17, 24, 33.

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Bosquejo elaborado por el Pbro. Diego Teh, para la predicación del domingo 4 de noviembre 2018, en diversas congregaciones de la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán.

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Este bosquejo corresponde al sermón # 14 de la serie: LAS DISCIPLINAS DEL HOMBRE PIADOSO.

   INTRODUCCIÓN: El líder principal en turno en Israel era nada menos que Moisés. Nadie más podía usurpar su lugar, y ni siquiera hablar mal de él.  Si alguien lo llegase a intentar o hacer, sin duda que se las verá directamente con Dios.  Así ocurrió cuando su propia hermana y su propio hermano murmuraron contra Moisés. Pero, algún día, otro tomaría el liderazgo del pueblo, por lo que Dios ya estaba preparando al siguiente líder, a Josué.  Moisés ya tenía la experiencia d orarle a Dios, de estar delante de su presencia, y adorarle, pero el que sería su sucesor todavía no tenía estas experiencias, por lo que Dios puso a Josué en manos de Moisés, primeramente, como su sirviente personal, pero es así como Dios estaría llevando a Josué a la preparación necesaria para ser el líder de la siguiente generación de israelitas.  Es junto a Moisés que Josué estará teniendo vivencias espirituales que le convertirán en un líder con todas las cualidades para llevar a cabo el liderazgo espiritual de todo el pueblo israelita.  Para aprender del caso de cómo Dios formó a Josué para el liderazgo, hoy les estaré citando varios pasajes bíblicos en el que Josué se encuentra aprendiendo con vivencias personales junto a Moisés.

   De los pasajes bíblicos que hoy les citaré, voy a exponerles la siguiente enseñanza: Para que un líder desarrolle las cualidades de un liderazgo espiritual, primero necesita experimentar las vivencias espirituales fundamentales para el liderazgo. / ¿Cuáles son las vivencias espirituales fundamentales que primero necesita experimentar un líder para que desarrolle las cualidades de un liderazgo espiritual? / En este mensaje que presentaré en dos ocasiones, me propongo compartirles ahora, tres vivencias espirituales fundamentales que un líder necesita experimentar primero para que pueda desarrollar las cualidades de un liderazgo espiritual.  En la segunda parte también con respecto a la formación del liderazgo espiritual de Josué, les estaré compartiendo más vivencias espirituales.

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   La primera vivencia espiritual fundamental que un líder necesita experimentar primero, para que pueda desarrollar en su ministerio las cualidades de un liderazgo espiritual, es:

I.- PRACTICAR LA ORACIÓN.

   En el transcurso del traslado de los israelitas hacia la tierra prometida, poco antes de llegar al Monte Horeb donde tuvieron la solución de Dios de ser provistos de agua para beber, en un lugar llamado Refidim, los amalecitas vinieron a hacerle guerra a los israelitas.  Allí, Josué, todavía comandado por Moisés, recibió la instrucción: “Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano” (Exodo 17:9).  Tengo que indicarles que es la primera vez que aparece el nombre de Josué en la historia bíblica, y precisamente recibiendo de su comandante una instrucción de reclutar soldados para una guerra de defensa que tendría que llevarse a cabo el día siguiente, si no es que desde la noche de aquel mismo día.  Pero, entre la instrucción Josué escuchó que Moisés le diga que: “mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano”.  No sé si Josué estaba entendiendo lo que Moisés le estaba diciendo, pero el versículo 10 dice que: “E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec” (Éxodo 17:10a).  Josué pudo haber pensado que Moisés quería ir “sobre la cumbre del collado”, solamente porque quería evitar la guerra, sin luchar.  Pero, quizá también pensó, y hasta quizá lleno de fe le habrá dicho a Moisés: “Bien Moisés, usa esa vara como la usaste apuntando al mar rojo que se abrió hacia los lados para darnos paso a los israelitas.  Si lo usas otra vez, Dios nos dará la victoria”.

   Entonces, la historia dice: y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. / Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec” (Éxodo 17:10b,11).  Para efectos de este mensaje, no hablaré del apoyo que un líder necesita, por lo que no hablaré del apoyo tan útil de Aarón y Hur, sino que solo enfatizaré el alzamiento de la mano de Moisés durante el fervor de la batalla.  Este acto de levantar la mano con la vara que ya el mismo Moisés identificaba como la vara de Dios, no era más que para ser visto, sino que al mismo tiempo era para interceder en oración a Dios. Moisés era un líder de oración, que le estaba enseñando a Josué la importancia de orar a Dios ante cualquier situación, especialmente cuando el peligro inminente parece que será devastador.  Josué debió haber visto hace poco, cómo cuando los egipcios les iban a atacar frente al mar rojo, Moisés no sabiendo siquiera que la vara que llevaba consigo le serviría de algo, él se puso nada menos que a orar, hasta que Dios le reprendió diciéndole: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo 14:15).  Moisés, no estaría solamente alzando la vara, o solo su mano, sino que debió estar orando a Dios.  Josué debió haber entendido que mientras él comandaba la guerra, Moisés estaría orando de intercesión por Josué y los israelitas.  Entonces, fue por el poder de Dios que los israelitas fueron favorecidos contra los amalecitas mientras Moisés oraba, porque la sola vara y el solo levantar la mano no tiene ningún poder propio.

  Amados hermanos, Josué estaba aprendiendo en aquella vivencia que orar a Dios es una de las vivencias fundamentales que un líder debe experimentar para ser el líder del pueblo de Dios. Fue lo mismo que enseñó nuestro Señor y Salvador Jesucristo a sus discípulos cuando les dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).  El líder para que lleve a cabo un liderazgo que sea verdaderamente espiritual, necesita primero vivir la experiencia de la oración, pues a falta de oración el liderazgo no puede ser espiritual, porque no será un liderazgo dependiente de Dios.

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   La segunda vivencia espiritual fundamental que un líder necesita experimentar primero, para que pueda desarrollar en su ministerio las cualidades de un liderazgo espiritual, es:

II.- TENER UN ENCUENTRO CON DIOS.

   Mientras Moisés seguía con vida, Josué pocas veces es mencionado.  Así que, desde la batalla contra los amalecitas, aprendiendo e impactado con el poder de la oración, su siguiente aparición en el texto bíblico es hasta mucho tiempo después, cuando ya los israelitas hubieron llegado al monte Sinaí donde los israelitas representados por Moisés recibieron los Diez Mandamientos.  La historia que quiero recalcar se encuentra en Éxodo 24, donde se relata que 74 personas fueron llamadas a subir al Sinaí, y entre ellos se encontraba Josué (cf. Éxodo 24:1 y 13).  Allá en el Monte, Josué estuvo los primeros seis días con Moisés, cubiertos por la nube de la gloria de Dios.  Debió ser un gran privilegio.  Luego Dios llamó a Moisés a internarse en la nube estacionada sobre el monte, y Josué esperó afuera de la nube, pero siempre sobre el monte, otros 40 días hasta que Moisés salió de la nube de la gloria de Jehová.  Aun al borde exterior de la nube de la gloria de la presencia de Dios, debió ser un gran privilegio, pues estaba a solamente milímetros gloriosos de su presencia.

   Este privilegio no fue dado a nadie más, pues hasta el resto de la gente del pueblo, no les fue permitido por Dios, no siquiera acercarse a la orilla del monte Sinaí, mientras Josué estaba casi en la parte de arriba, junto a la nube de la presencia de Dios.  Los 40 días solitarios de Josué nada menos que junto a la gloria, santidad, y poder de Dios, debieron generar en Josué una profunda reverencia hacia Dios.  Josué todavía estaba en proceso de formación de sus cualidades de líder, mediante esta vivencia espiritual fundamental de tener un encuentro con Dios.  Años después cuando Josué ya era el líder que dirigió a los israelitas a la conquista de Jericó, la primera de las ciudades que conquistaron, allí se le apareció a Josué el distinguido y especial Ángel de Jehová, que es nada menos que una de las formas amadas y preferidas por Dios de darse a conocer.  Era Dios mismo.  Pero lo relevante que quiero resaltar en cuanto a la vivencia de un buen líder, es que cuando Dios se le apareció, Josué no pudo hacer otra cosa, sino que “le adoró” (Josué 5:14), y entonces fue capacitado para dirigir la primera y todas las demás conquistas de la tierra prometida comenzando con la de Jericó (Josué 5:13-15).  Para este tiempo, Dios ya le había llamado a ser el nuevo líder en sustitución de Moisés quien ya había muerto.  Cuando le llamó, una de las primeras cosas que Dios le dijo, fue: “como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5b).  Y Dios, ahora estaba cumpliendo su promesa.  Estaba con él.  Y lo que también es relevante, es que Josué también quería estar con Dios.

   Amados hermanos, este es el tipo de líder que Dios espera, uno que quiera estar en constante encuentro, adoración, y comunión con Él.  Todo aquel que va a ser líder espiritual, necesita un encuentro continuo con el Dios que siempre está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

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   La tercera vivencia espiritual fundamental que un líder necesita experimentar primero, para que pueda desarrollar en su ministerio las cualidades de un liderazgo espiritual, es:

III.- ESTAR EN DURADERA DEVOCIÓN CON DIOS.

   La tercera ocasión en la que se menciona a Josué en la historia bíblica, antes de ser llamado a ser el líder principal de los israelitas que se dirigen hacia la tierra prometida, es cuando ya estaba en funciones el tabernáculo donde Dios manifestaba su presencia entre los israelitas, y le encontramos allí dentro también acompañando a Moisés.  La historia la tenemos en Éxodo 33, un texto que adelanta que el tabernáculo ya estaba funcionando después de su construcción, aunque es en los siguientes capítulos donde se relata su construcción.  En esa historia se nos relata que: “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. / Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. / Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; …”, pero observen lo siguiente que dice: “pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” (Éxodo 33:9-11).  Eso es lo que precisamente forma a un líder, el que no se aparte del lugar de la presencia de Dios, pues más adelante, siendo el líder del pueblo, no deberá descuidar estar en el lugar de la presencia de Dios, pues este será siempre uno de sus deberes fundamentales.  Un líder no estará en el lugar de la presencia de Dios, por escasos momentos en su vida.

   En los evangelios, en la historia después de la resurrección de Jesús, San Lucas relata que los discípulos-apóstoles caminantes hacia Emaús, sin haberse dado cuenta que era Jesús quien estaba caminando junto a ellos, pero había algo que una simple cortesía que les llevó a decirle a este caminante “desconocido”: “Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado” (Lucas 24:29b).  Momentos después, mientras platicaban con él y él les hablaba de las Escrituras, sus corazones sentían un ardor extraño, pero fue hasta el momento de la cena que descubrieron que con quien estaban era nada menos que Jesús.  Hubiesen querido que por lo menos aquella noche, Jesús físicamente se quedara con ellos, sin embargo, él se desapareció de la vista de ellos, sin que hayan tenido tiempo para reiterarle su deseo de que él se quedara con ellos.  Cuando uno descubre, que está nada menos que delante de Dios en cualquiera de sus manifestaciones, ya sea en la zarza como Moisés se encontró con Dios, o ya sea con la apariencia de un varón como se apareció antes a Lot, a Jacob, y luego también a Josué cerca de Jericó a quien le dice que Él es nada menos que el Príncipe del ejército de Jehová, o ya sea en la persona de Jesús, uno no puede despedirse de Él, sino que siempre querrá estar con Él.

   Amados hermanos, un líder ya sea en formación, o en el desempeño de su función, debe desear con mucha más razón, pasar tiempo no se sobra sino de duradera devoción a Dios, pues es solamente estando en duradera devoción a Dios que uno es capacitado a ser el líder que tenga las cualidades para desempeñar un liderazgo espiritual.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos que tienen el privilegio de recibir la encomienda de ser directivos ya sea en la iglesia, congregación, centro misionero, o en alguna de las organizaciones; a los que tienen o tendrán el privilegio de ser oficiales tanto en el consistorio o en la junta de diáconos de la iglesia; a los que tienen el privilegio de ser constituidos como responsables de algún ministerio: Todos somos constituidos líderes, pero solamente podremos desempeñar un liderazgo espiritual, si primero tenemos las vivencias de practicar la oración a Dios por todo y en todo momento; si procuramos tener un encuentro personal con Dios todas las veces que Él nos ha puesto su disponibilidad; y si nuestro tiempo de devoción con Él es de tiempo suficiente, no condicionado por las prisas, por el tiempo, y por las circunstancias, ni por las demandas de nuestras mismas labores cristianas y espirituales.

   Que Dios dirija nuestras vidas para ser los líderes con las cualidades que él espera de nosotros; pero que cada uno de nosotros no descuide las vivencias espirituales fundamentales que formarán nuestras cualidades de liderazgo espiritual.

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