OFRECER UNA SANA AMISTAD, Por: Diego Teh.

OFRECER UNA SANA AMISTAD

Filipenses 2:1-22.

Predicado por el Pbro. Diego Teh, en la iglesia “El Divino Salvador” de la col. Centro, de Mérida, Yucatán; el domingo 11 de noviembre 2018, a las 11:00 horas.

Corresponde al sermón # 3 de la serie: Deberes de un discípulo.

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   INTRODUCCIÓN: Aristóteles (384-322 a. C) el filósofo macedonio, discípulo de Platón, en sus reflexiones éticas sistematizó una serie de valores o virtudes que él consideró necesarios en la formación humanística y cabal de una persona.  Entre ellos resaltó los valores del bien, el amor, la justicia, la amistad, la sinceridad, la verdad y la honestidad.  La amistad fue uno de los temas en sus reflexiones éticas.  En cuanto a la amistad, la subdividió en tres categorías: La amistad de utilidad, la amistad accidental, y la amistad de lo bueno[1].  Al llamar “de lo bueno” a esta última categoría, da por no bueno, o malo, o por lo menos insuficientes las dos primeras categorías.  Más adelante, durante el desarrollo de este mensaje, explicaré un poco más acerca de estas categorizaciones de Aristóteles, pero como nuestra única regla para enseñarnos lo que debemos creer y practicar es Solo la Escritura, y para ello no se admite la filosofía humanista como fundamento para nuestra fe y práctica, el mensaje no lo basaré en las reflexiones éticas de Aristóteles, sino en la palabra de Dios usando como fundamento bíblico, Filipenses 2.  A propósito de la amistad como un subtema de la serie de este mes acerca de los deberes de un discípulo de Cristo, me ha correspondido exponerles acerca del deber de: OFRECER UNA SANA AMISTAD.  No voy a explicar cómo escoger a los que queremos que sean nuestros amigos teniendo que discernir quiénes podrían no ser tóxicos y peligrosos para nosotros.  Lo que voy a explicar en este mensaje, es cómo nosotros debemos estar correctamente formados con la influencia divina, para ser los mejores amigos tanto de nuestros hermanos en la fe, como de quiénes no lo son.  Se trata de cómo nosotros debemos ser buenos amigos, y no de cómo encontrar buenos y verdaderos amigos.

  El ofrecer una sana amistad es una virtud que puede ser cultivada por cualquier persona que se lo proponga, sin embargo, los cristianos apegados a la dirección de la palabra de Dios, somos las personas que con excelencia podemos ser los mejores amigos para cualquier persona con la que tengamos hasta la más mínima interacción.

   Siguiendo este tenor de ofrecer de nuestra parte una sana amistad, ahora específicamente les voy a predicar que: los cristianos debemos ofrecer una sana amistad tanto a creyentes como a no creyentes, mediante actitudes genuinas de la fe cristiana. / ¿Cuáles son las actitudes genuinas de la fe cristiana mediante las cuales debemos ofrecer una sana amistad tanto a creyentes como a no creyentes? / Basado en la enseñanza del apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses 2, les voy a compartir tres de estas actitudes genuinas de la fe cristiana.

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   La primera actitud genuina de la fe cristiana mediante la cual los cristianos debemos ofrecer una sana amistad tanto a creyentes como a no creyentes, es:

I.- DESCARTAR RECIBIR ALGUNA UTILIDAD A CAMBIO DE NUESTRA AMISTAD.

   Recibir alguna utilidad a cambio de nuestra amistad, no es sano. La amistad de utilidad, al que con razón se refería Aristóteles, generalmente se da solamente porque dos o más personas tienen un trato o negocio de por medio, entonces cuando este trato o negocio se acabe, y ya no haya beneficio o utilidad para por lo menos una de las partes, simplemente este tipo de amistad se acabó. Una de las características de este tipo de no sana amistad, es que la relación es muy fría, porque no comunica afecto hacia la otra persona.  La amistad con quienes hacemos tratos o negocios es necesaria, pero no es sana si solamente hacemos amistad porque algo nos interesa, pues una actitud así no va de acuerdo ni con nuestra doctrina con nuestra práctica bíblica y cristiana.  El apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses, haciendo una exhortación con respecto de cómo debemos tratar a las demás personas, dice que debe ser: no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:4), esto implica que no es sano de nuestra parte estar buscando o esperando recibir alguna utilidad que nos favorezca solamente en nombre o pretexto de una amistad en la que probablemente ni siquiera estamos siendo amigos.

   Amados hermanos, el amigo cristiano no debe estar pensando: ¿qué utilidad voy a sacar de esta amistad?, sino lo que debe estar siempre pensando: ¿qué beneficio voy a aportar a la persona de quien soy amigo?  Una actitud genuina de la fe cristiana es descartar recibir alguna utilidad a cambio de nuestra amistad.  La amistad no es un negocio, es un no mirar(ando) cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.

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   La segunda actitud genuina de la fe cristiana mediante la cual los cristianos debemos ofrecer una sana amistad tanto a creyentes como a no creyentes, es:

II.- EVITAR PARTICIPAR DEL PECADO DE OTROS PARA MANTENER UNA AMISTAD.

   En nuestro texto bíblico, originalmente escrito por el apóstol Pablo a los Filipenses, dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas” (Filipenses 2:15).  Estas palabras, aparentemente no tienen que ver con amistad, pero sí tienen que ver con ello porque donde hay murmuraciones y contiendas es porque se ha perdido la virtud de la amistad, por lo que el apóstol insiste en que eso no debe ser así, y la razón que inmediatamente da para ello, es: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; / asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:15-16).  Los que somos cristianos, si bien es nuestro deber que incluso los pecadores sin Cristo sean nuestros amigos, debemos tener cuidado de que ellos no nos arrastren hacia sus pecados y placeres personales para que nosotros seamos los “irreprensibles y sencillos”, “sin mancha en medio de una generación maligna y perversa”, pues si nosotros somos sus verdaderos amigos cristianos, se espera que nosotros seamos quienes ejerzamos una sana influencia de amistad en ellos procurando sanamente rescatarlos de sus malos caminos, y no que nosotros seamos quienes tengamos que ser arrastrados por ellos.  Se espera que nosotros seamos para ellos “como luminares en el mundo”, y no que nosotros participemos de sus pecados.

   Aristóteles, se refirió a un tipo de amistad que él llama accidental, aunque en realidad para nosotros no es accidental, pues Dios permite este tipo de relaciones humanas, para fortalecer y mejorar nuestra vida cristiana.  Ya el apóstol Pablo nos ha recordado que es la oportunidad para ser “irreprensibles”.  Según Aristóteles, la amistad accidental es la que se da no porque haya alguna intencionalidad de ser un amigo o de tener un amigo, sino porque por las circunstancias espontáneas, momentáneas o brevemente temporales, estas personas aparecen en el camino de nuestra vida, en la escuela, en el trabajo, en el vecindario, etc…  A estos, no los estamos buscando para que seamos sus amigos, pero han aparecido en nuestra vida, y se hace necesario seguir en interacción con ellos.  La gran mayoría de ellos no son personas que sean de la fe, y siempre hemos recibido y vamos a recibir sus propuestas, invitaciones, y demás intentos de involucrarnos en sus estilos de vida que evidentemente no son apropiados para nuestra fe y vida cristiana.  Pero, no tenemos que evitar estar en contacto y amistad con ellos, solo porque nosotros somos cristianos, aunque tampoco tenemos que dejar que ellos nos arrastren a hacer cosas indebidas.

  Pero, incluso en las iglesias hay personas presuntamente cristianas que mal intencionadas, en vez de ayudarnos en nuestra fe, hacen todo lo posible en conducirnos, pero a fallarle a Dios. Estas personas se asemejan más a los que el apóstol Judas dice que han entrado encubiertamente entre los cristianos, y que los describe como: los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1:4).  Tenemos la responsabilidad de ser sus amigos, aun si ellos no dan muestras de vivir en la gracia de Dios, pero no tenemos que dejar que ellos nos arrastren al libertinaje.

   Amados hermanos, cuando hemos de mostrarnos amigos, es para que seamos influencia espiritual cristiana a las personas en general, no para que ellos sean una influencia espiritual pecaminosa para nosotros.  La amistad que nosotros debemos ofrecer a las personas, para que sea sana, aunque estemos en contacto con ellas solamente por breve tiempo, debe tener el objetivo de mostrarles con nuestra vida que vale la pena someter nuestra vida a Dios por medio de la fe en Cristo.  Si no hacemos algo para que ellos dirijan su vida Cristo, nuestra amistad hacia ellos no es sana porque no es suficientemente objetiva hacia sus más profundas necesidades espirituales.  En este proceso, también tenemos que cuidar nuestro propio buen testimonio “como luminares en el mundo”.

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   La tercera actitud genuina de la fe cristiana mediante la cual los cristianos debemos ofrecer una sana amistad tanto a creyentes como a no creyentes, es:

III.- SERVIR INCONDICIONALMENTE COMO CRISTO PARA OFRECER UNA SANA AMISTAD.

   Aristóteles, habló de una tercera categoría de amistad que me gusta cómo le llamó. Le llamó: Amistad de lo bueno.  Y la describió como una amistad que no busca algún favor o beneficio a cambio.  La persona que practica este tipo de amistad, antes que recibir un beneficio, está más presto a servir, ayudar, apoyar, dar de sí mismo para el bien de la persona a quien le está brindando su amistad.  Esta sí que es una sana amistad.  En nuestro texto bíblico tenemos el caso del supremo ejemplo de Jesús el Hijo de Dios, de quien dice el apóstol Pablo, que: “… siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).  La actitud y decisión de Jesús, es la de un verdadero amigo, que en vez de esperar para sí mismo, se dio a sí mismo para solución de nuestro antes problema eterno de condenación, obteniendo para nosotros el perdón eterno de nuestros pecados.

   En este texto de Pablo a los Filipenses capítulo 2, el apóstol destaca también la actitud genuina de Timoteo, en ese tiempo un joven comprometido con el evangelio, cuya actitud tanto para quienes están lejos de él como para quien está junto a él, es la de ser un buen amigo, cuya amistad es verdaderamente sana porque antes que esperar algún beneficio a su favor, primero está dispuesto a servir antes que ser servido.  Cuando Pablo anuncia a los Filipenses que tiene planes de enviarles a Timoteo, les dice algo que describe la personalidad cristiana y amistosa que este joven ha estado desarrollando en su vida. Lo que Pablo dijo de Timoteo fue: “pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. / Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. / Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (Filipenses 2:20-22).  Estas son las características de una persona que ofrece una amistad “de lo bueno”.  Lo hace por Cristo Jesús, y por el evangelio.

   Amados hermanos, un amigo que ofrece una sana amistad es aquel que no se aferra a la dignidad que tiene o cree tener; es aquel que como Jesús está dispuesto a despojarse a sí mismo hasta de sus propios derechos; es aquel que está dispuesto a ser un siervo; es aquel que está dispuesto hasta a humillarse si es necesario; es aquel que está dispuesto hasta a dar la vida por el bien del que recibe su amistad; es aquel que sinceramente se interesa por el bienestar de los demás; es aquel que no busca lo suyo propio; es aquel que sirve y hace méritos de confianza.  Eso es lo que se espera de quienes hemos conocido el evangelio de Jesucristo.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, somos por la obra de Dios en nosotros, las personas con una mejor calidad moral y espiritual para ser buenísimos amigos con las personas que tratan con nosotros, comenzando con los más cercanos de nuestra familia, con los parientes, con los vecinos, con los compañeros de la escuela o del trabajo, y hasta con los mismos hermanos en la fe.

  Nuestra amistad debe: I.- DESCARTAR RECIBIR ALGUNA UTILIDAD A CAMBIO DE NUESTRA AMISTAD.  Nuestra amistad debe: II.- EVITAR PARTICIPAR DEL PECADO DE OTROS PARA MANTENER UNA AMISTAD. Y nuestra amistad debe: III.- SERVIR INCONDICIONALMENTE COMO CRISTO PARA OFRECER UNA SANA AMISTAD.

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[1] https://tn.com.ar/salud/actitud/que-clase-de-amigo-sos-segun-los-3-tipos-que-definio-aristoteles_856779

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