FORTALECEDORES DEL EVANGELIZADOR.
2 Corintios 10:1-5.
Elaborado por el Pbro. Diego Teh, para ser predicado el domingo 25 de noviembre 2018, en diversas congregaciones de la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Este sermón es el # 12 de la serie: EVANGELIZACIÓN.
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INTRODUCCIÓN: El texto bíblico que hemos leído hace un momento, consiste en palabras de defensa que el apóstol Pablo hizo ante los Corintios con respecto a cierto señalamiento que algunos de ellos hacían diciendo que el ministerio de Pablo y su equipo misionero no lo hacían conforme a la voluntad de Dios sino con métodos y procedimiento carnales, que obvia y evidentemente no era así. Por eso les dice: “ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne” (1 Corintios 10:2b). Pero antes que proceder contra esos “algunos”, mejor hace una explicación diciendo: “aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, / porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (1 Corintios 10:3, 4). Cuando habla de “milicia” que es un término militar, solamente está haciendo un comparativo con el poder que tiene un militar que se encuentra armado. Cuando habla de “las armas de nuestra milicia”, no pensemos en un escudo romano, en una espada, en una lanza, ni mucho menos en una pistola, metralleta, granada o bomba, sino que el apóstol Pablo usa esta frase para enseñar que los cristianos contamos con recursos que nos capacitan para hacer nuestros deberes cristianos, por más difíciles que estos parezcan. Observen que cuando habla de “las armas de nuestra milicia”, lo que dice al respecto de estas armas es que: “no son carnales, sino poderosas en Dios”. Entonces si estas armas son poderosas, lo que hace con nosotros es fortalecernos para militar poderosamente no en la inclinación, debilidad y esfuerzos de nuestra carnalidad, sino para militar poderosamente “en Dios”. Estas armas a las que se refiere el apóstol Pablo, son las que fortalecen a todo cristiano en todos los aspectos de la vida cristiana, incluyendo la responsabilidad de evangelizar a los perdidos. Es por eso que basado en el texto bíblico de 2 Corintios 10:1-6, esta predicación la titulé como: FORTALECEDORES DEL EVANGELIZADOR.
Así que la enseñanza central de esta predicación es que: Los cristianos que evangelizan, reciben fortalecimiento para llevar a cabo su tarea de evangelizar, cuando dependen de las armas poderosas del evangelio. / ¿Cuáles son las armas poderosas del evangelio que cuando un cristiano que evangeliza depende de ellas, recibe fortalecimiento para llevar a cabo la tarea de evangelizar? / Basado en una deducción o inferencia de nuestro texto bíblico, y del apoyo de otros textos bíblicos, les voy a presentar algunas de estas armas poderosas del evangelio que cuando un evangelizador depende de ellas, recibe fortalecimiento para llevar a cabo la tarea de evangelizar.
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La primera arma poderosa del evangelio que fortalece al evangelizador que depende de ella, es:
I.- EL ESPÍRITU SANTO.
Cuando en el versículo 3, el apóstol Pablo dijo que: “aunque andamos en la carne, no militamos según la carne” (1 Corintios 10:3). hay que entender bien qué es lo que está diciendo con la frase “aunque andamos en la carne”, pues no es un reconocimiento de vivir en abierta carnalidad. Otras traducciones nos pueden ayudar a entenderlo. Por ejemplo, la DHH dice: “Es cierto que somos humanos” (DHH); la NVI dice: “pues, aunque vivimos en el mundo” (NVI); y la TLA dice: “Es verdad que vivimos en este mundo” (TLA); así que la expresión “andamos en la carne” solo es una manera de decir que “somos humanos” o que “vivimos en el mundo”. Pero la afirmación que ahora me propongo enfatizar es cuando dice que, aunque somos humanos y vivimos en este mundo: “no militamos según la carne”. Esto primeramente quiere decir que: “no luchamos como los hombres de este mundo” (DHH), “no libramos batallas como lo hace el mundo” (NVI), “no actuamos como todo el mundo” (TLA). Entonces, cómo militamos, cómo luchamos, cómo libramos batallas, cómo actuamos, o en su caso, cómo evangelizamos.
En el versículo 4, al aclarar por qué “no militamos según la carne” (cf. v. 3), la razón que da el apóstol es: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios” (2 Corintios 10:4a). Entonces, si son “poderosas en Dios”, la primera arma para el que evangeliza, que por naturaleza no es poderosa sino Todopoderosa, y que por ello no se puede descartar, debe ser EL ESPÍRITU SANTO. El Espíritu Santo no es ajeno a la evangelización. Ahora es el poder principal de la evangelización. Con respecto al Espíritu Santo como arma (entiéndase como recurso), consideremos que Jesús les dijo a sus discípulos cuando él se fue de regreso al cielo: “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8). Ese poder es evidente desde el día de Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino sobre los creyentes de Jerusalén, poder con el cual hablaron lo que era necesario decir a la gente para que crean en Jesucristo. Hoy seguimos dependiendo del poder del Espíritu Santo de Dios para evangelizar a toda persona. Si usted no siente el efecto de ese poder, debe analizar si de verdad es cristiano, o en su caso no dude en decirle a Dios que le de poder para hablar de su evangelio. Eso fue lo que hicieron los primeros creyentes cuando sentían que les faltaba capacidad para hablar de Cristo; oraban, y luego recibían el poder del Espíritu Santo (cf. Hechos 4:31).
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La segunda arma poderosa del evangelio que fortalece al evangelizador que depende de ella, es:
II.- LA PROMESA DE CRISTO.
Según San Lucas, cuando Jesús les explicó a sus discípulos cuáles serían algunas de las señales de que el fin se aproxima, y que parte de las señales sería incluso la persecución en contra de los que son discípulos, el tenor de lo que él les dijo fue para que no se preocuparan por ninguna de estas cosas, pues les dijo que cuando identifiquen tales señales: “esto os será ocasión para dar testimonio” (Lucas 21:13); es decir, a como dé lugar, tenían qué hablar de él. Inmediatamente les añadió: “Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; / porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan” (Lucas 21:14-15). Jesucristo mismo les dijo que ni siquiera se preocupen por lo que tienen qué decir en caso de que sea necesario que tengan que defenderse del por qué predicaban de Jesús, pues Jesús mismo les prometió: “yo os daré palabra y sabiduría” (v. 15).
En uno de los salmos de David, recordando un evento divino que experimentaron en el Sinaí un grupo de israelitas recién salidos de Egipto, a quienes Dios utilizó para animar a su pueblo en el desierto, dice David: “El Señor daba palabra;
Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas” (Salmo 68:11). Esto mismo tan antiguo como desde los tiempos del éxodo, como desde los tiempos de Jesús, está vigente hasta el día de hoy, así como seguirá vigente hasta el último momento cuando llegue el fin del tiempo de la gracia. Solamente pruébelo usted, confiando en la promesa de Jesús, y usted verá que lo que nunca ha hecho usted para la causa del evangelio, usted lo estará haciendo sin ninguna dificultad, porque Cristo estará cumpliendo en usted su promesa.
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La tercera arma poderosa del evangelio que fortalece al evangelizador que depende de ella, es:
II.- EL EVANGELIO DE DIOS.
Retomando las palabras del apóstol Pablo a los Corintios, leemos que “las armas de nuestra milicia… son… poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, / derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4,5). Estas palabras enfatizan entre varios detalles, que algunos de los objetivos de las armas poderosas son primero para derribar “argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios”, y segundo para llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Esta lucha contra argumentos, contra toda altivez; esta lucha para que la gente “cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo” (2 Corintios 10:5; TLA); es lo que hacemos en la evangelización. Y esto, obviamente, no lo hacemos con cualquier información que tengamos almacenada en nuestra memoria, sino justamente con el “conocimiento de Dios”, es decir, con el evangelio de Dios.
Cuando el apóstol Pablo oraba por los Efesios, según les escribe en su epístola, les dice: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones” (Efesios 1:16), pero la razón principal es la siguiente: “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (Efesios 1:17). Cada cristiano para llevar a cabo la tarea de evangelizar a otras personas, necesita “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (de Jesucristo), por lo cual es importante leer, estudiar, memorizar, y hasta escuchar la predicación de la palabra de Dios, porque eso capacita, fortalece al que habla del plan de salvación de Dios por medio de Jesús a otras personas.
Cuando Pablo escribe también a los Colosenses, les dice: “no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, / para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; / fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad” (Colosenses 1:9-11). El motivo de la oración de Pablo por estos Colosenses es que estos sean “llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (v. 9), y que estén entre otras cosas “creciendo en el conocimiento de Dios” (v. 11).
En otras palabras, el evangelizador si quiere ser mejor capacitado para evangelizar, tiene que ser conocedor del evangelio, antes que cualquier otro conocimiento. Quizá una causa por la que algunos, o quizá muchos creyentes no saben evangelizar es porque no leen la palabra de Dios que les traerá conocimiento del evangelio de Dios que les capacitará para hablar de ese mismo evangelio a otras personas.
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La cuarta arma poderosa del evangelio que fortalece al evangelizador que depende de ella, es:
IV.- LA ORACIÓN
Cuando Jesús observó que no eran pocas sino “multitudes” las personas que “estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (cf. Mateo 9:36), dijo a sus discípulos: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. / Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38). Esto nos presenta una gran verdad. ¿Queremos que haya más evangelizadores o evangelistas que contribuyan a la conversión de más personas para Cristo, que podrían resultar incluso para el crecimiento de nuestra congregación o iglesia?, hay que orar. Es lo que Jesús indicó cuando comparativamente dijo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a sus mies”. No solamente hay que orar para que haya más evangelizadores, sino también hay que orar antes de evangelizar.
La oración es uno de los fortalecedores del evangelizador. A manera de ejemplo, les recuerdo el caso de los primeros creyentes en Jerusalén que fueron amenazados juntamente con los apóstoles para que no predicaran acerca de Jesucristo. Ellos, se sintieron acongojados por ello, tristes de alguna manera, porque no podrían seguir evangelizando. Sin embargo, cuando usaron el recurso de la oración a Dios, fueron fortalecidos, y pudieron superar no solamente las amenazas, sino sus propias insuficiencias. San Lucas, en la historia de esta naciente iglesia de Jerusalén, nos lo narra de la siguiente manera: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, / mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. / Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:29-31).
Amados hermanos. quizá ahora u hoy no tiemble este lugar donde estamos reunidos, o el lugar donde usted se encuentre cuando le ore a Dios, pero lo que es seguro es que Dios nos capacitará para decir con toda eficacia y seguridad lo que es necesario decir al oyente que con urgencia necesita ser salvado por Cristo.
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CONCLUSIÓN: Para concluir con este mensaje mis amados hermanos, les insisto: Nuestra capacidad y fortaleza para llevar a cabo la evangelización de nuestros semejantes, familiares, amigos, y hasta vecinos, no depende de nuestras habilidades verbales o de comunicación, pues “las armas de nuestra milicia no son carnales”. Depende de las armas que son “poderosas en Dios”, y me refiero por lo menos a 1).- el poder del Espíritu Santo; 2).- las promesas de Cristo; 3).- el evangelio de Dios; y 4) la oración a Dios.
Cuando usted se da cuenta que no tiene poder para evangelizar, recurra a estas armas “poderosas en Dios”. Usted podrá alcanzar a otras personas para su salvación en Cristo. Dios nos use a todos para llevar el evangelio a las personas que nos rodean.
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