SI CRISTO ES NUESTRO REFUGIO, POR QUÉ LOS TIEMPOS DIFICILES
Mateo 28:20.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en reunión de la Sociedad Femenil “Dorcas” de la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán; el día martes 08 de Abril del 2014, a las 17:00 horas.
INTRODUCCIÓN: ¿Quién no sabe qué son los tiempos difíciles? Los tiempos difíciles son un elemento ordinario de la vida. Es algo que de por sí tiene que estar presente en el ser humano aún antes de su nacimiento. Nada tiene que ver si eres una persona sin Cristo o con Cristo en el corazón. Nada tiene que ver incluso si eres preordenado para condenación eterna o predestinado para salvación eterna. Nadie se libre de los tiempos difíciles, ni el propio Hijo de Dios, Jesucristo estuvo libre de ellos. Acerca de Cristo mismo, dice el apóstol a los Hebreos que: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:10); acerca de la gente que no toma en cuenta a Dios en su vida, dice el salmista David: “Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia” (Salmo 32:10); y acerca de los que profesamos la fe en Jesucristo como nuestro Salvador y Señor, dice el mismo David: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmo 34:19). Como dije antes, los tiempos difíciles son un elemento ordinario de la vida no importando nuestro estado espiritual. Es como la gracia común del sol y la lluvia que se da sobre justos e injustos (Mateo 5:45)
En este mensaje compartiré con ustedes algunas razones por las qué Cristo a pesar de que dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”, permite que pasemos tiempos difíciles.
La primera razón por la que Cristo permite que pasemos tiempos difíciles a pesar de su presencia diaria, es:
I.- PORQUE QUIERE NUESTRA SANTIFICACIÓN PARA AGRADARLE.
En la Biblia tenemos la historia de los tiempos difíciles de Job cuando le dio una terrible enfermedad, que hasta su esposa con tal de no verlo sufrir más le pidió que maldiga a Dios, a lo que Job le respondió, “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”. La evaluación final del escritor acerca de Job fue que: “En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 2:10). Este es un propósito por el cual nos toca los tiempos difíciles: enfrentarlos y no pecar contra Dios. Aunque Satanás estaba involucrado de manera cercana para causarle males, Dios estaba también usando al maligno para probar la rectitud de Job quien finalmente ante los ojos de su esposa, de sus amigos, de sus vecinos, y de Satanás mismo, Job no le falló a Dios, a quien hay que aceptarlo no solamente cuando nos está yendo bien sino también cuando El deja que en nuestra vida lleguen los tiempos difíciles. Job, a pesar de su prueba muy intensa, nos dice la Biblia que “NO PECÓ”; es decir, su condición difícil le sirvió para que su vida sea más santa, rechazando fallarle a Dios.
Durante los viajes misioneros del apóstol Pablo cuando visitaba de nuevo a los creyentes de las iglesias en distintas ciudades, para confirmarlos en la fe les enseñaba que: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). Pero para entrar en el reino de Dios no se logra propiamente solo por haber padecido tribulaciones, sino por la fe y por la santidad como dice el apóstol a los Hebreos: “Sin santidad nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Tribulacion lo puede padecer cualquiera, pero el creyente que pasa por las tribulaciones al ser auxiliado por Cristo y el poder de su Espíritu Santo, aprende a ser más humilde, obediente, y santo, y eso le es útil para su vida aquí en la tierra y para entrar al reino eterno de Dios.
El compromiso de Jesús cuando dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20), implica que al estar presente con cada discípulo está contribuyendo “todos los días” para nuestra santificación y finalmente presentarnos sin mancha ni arruga sino santa (Efesios 5:27).
La segunda razón por la que Cristo permite que pasemos tiempos difíciles a pesar de su presencia diaria, es:
II.- PORQUE QUIERE QUE APRENDAMOS A AYUDAR A OTROS.
El apóstol Pablo cuando escribe a los Corintios les dice: “Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Corintios 1:6). Con estas palabras Pablo expresa que los tiempos difíciles forman a la persona que pasa por ellos para entender y comprender lo que sufren otros cuando pasan por la misma o por situaciones similares.
El compromiso de Jesús cuando dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20), implica que al estar presente con cada discípulo está capacitándonos para que podamos ser útiles a los demás que sufren sin esperanza, y entonces podremos consolarlos y orientarlos hacia la salvación en Cristo.
La tercera razón por la que Cristo permite que pasemos tiempos difíciles a pesar de su presencia diaria, es:
III.- PORQUE QUIERE QUE NOS INTERESEMOS EN SU PALABRA.
La gente temerosa de Dios sabe que en los tiempos difíciles, la palabra de Dios es el elemento externo usado por Dios para comunicarnos el camino de salida de nuestras dificultades, o para darnos el correspondiente consuelo que necesitamos. El autor del Salmo 119 ora a Dios diciéndole: “Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado” (Salmo 119:49-50); y “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido” (Salmo 119:92). Cuando dice “ella es mi consuelo en mi aflicción” se refiere a la Palabra como el único consuelo que necesitamos. Cuando dice “tu dicho me ha vivificado” se está refiriendo a la Palabra de Dios como el vivificador que necesitamos en los momentos cuando los tiempos difíciles nos tienen agobiado. Y cuando el escritor de estas palabras dice que hubiera perecido sino fuera porque se deleita en la Palabra de Dios, enfatiza que la razón por la que Dios permite que pasemos por tiempos difíciles es para que acudamos a su santa Palabra.
El compromiso de Jesús cuando dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20), implica que al estar presente con cada discípulo todos los días es para sentir la responsabilidad de conocer la totalidad de la palabra de Dios revelada por medio de él, pues es nuestro deber conocer bien las palabras de él que nos mandó que enseñemos a otros para que “guarden todas las cosas que os he mandado”.
La cuarta razón por la que Cristo permite que pasemos tiempos difíciles a pesar de su presencia diaria, es:
IV.- PORQUE QUIERE QUE CONFIEMOS MÁS EN EL.
Los seres humanos tenemos la tendencia de que cuando en todas las cosas nos va bien, entonces sentimos que no necesitamos ayuda. Y esta es una razón por la que Dios deja que nos alcancen los tiempos difíciles para que pongamos más nuestra confianza en él. En los consejos de Salomón leemos lo siguiente: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5,6). Para que las veredas altamente difíciles sean enderezadas, es necesario confiar “en Jehová de todo tu corazón”. Cuando uno confía en Dios, finalmente los tiempos difíciles son quitados de nuestro camino, a menos que Dios quiera aumentar nuestro grado de confianza en Él.
Por ejemplo: El rey David quien pasó tiempos difíciles al ser perseguido durante muchos años por el destituido rey Saúl, confió en que Dios lo libraría de él y enfrentó sus tiempos difíciles de persecución confiando de todo corazón en Dios para que fuese librado, y posteriormente al escribir el Salmo 46, llamó a DIOS: Su amparo y su fortaleza y su pronto auxilio (Salmo 46:1). El pasar tiempos difíciles es un elemento ordinario para todos los seres humanos, pero solamente los creyentes ponemos nuestra confianza en el Señor seguros de que allanará o enderezará nuestras situaciones difíciles.
El compromiso de Jesús cuando dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20), implica que al estar presente con cada discípulo todos los días es para tener siempre disponible su persona divino-humana en quién confiar para que nos auxilie prontamente en nuestros tiempos difíciles.
CONCLUSIÓN: Para concluir hablemos de Cristo como nuestro refugio en tiempos difíciles. ¿Qué es un refugio? En el Antiguo Testamento existen tres palabras hebreas que significan refugio: Majasé (que significa: Lugar seguro); Miklat (que significa: Lugar preparado); y Misgav (que significa: Lugar elevado) [1]. Para este mensaje, usaré la acepción Majasé que se menciona en el Salmo 46:1 cuando leemos: “Dios es nuestro refugio…” Su significado en este caso es un lugar para resguardarse de lluvia, tormenta o peligro. Su raíz jasé es un verbo que significa procurar un lugar de refugio y protección, además de poner nuestra confianza en Dios. Un refugio es un lugar que nos ofrece protección de algún peligro de manera temporal o permanente. Jesucristo quiere ser nuestro eterno refugio. Un lugar de refugio no siempre es una casa para llegar a vivir, un lugar de refugio es donde llegamos para cobrar ánimo, tomar nuevas fuerzas y seguir en nuestro caminar. Cuando está lloviendo muy fuerte por lo general buscamos un lugar donde refugiarnos mientras pasa la lluvia y después continuar con nuestra marcha. Jesucristo es nuestro refugio en el podemos descansar cobrar fuerzas y seguir al frente de esa dificultad que se pudo haber presentado. Jesucristo no se compromete a fabricarnos un mundo aparte solo para nosotros, ni tampoco promete meternos en una burbuja de cristal donde nunca nos pase nada. Jesucristo dice que mientras estemos en este mundo tendremos aflicciones. Jesús mismo se pone como ejemplo de vencedor, dándonos a entender que si él siendo hombre pudo lograrlo también nosotros podremos lograrlo. Jesús enseñó: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33).
[1] Para una mayor explicación de estas palabras que significan refugio, leer el siguiente artículo: http://web1.bridgesforpeace.com/national/pr/PRTL88.html
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