EL DESAFÍO DEL AMOR CONYUGAL, Por: Diego Teh.

EL DESAFÍO DEL AMOR CONYUGAL

1 Corintios 13.

Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el sábado 19 de enero 2019, a las 18:00 horas, en la hacienda Teya, en la boda de los jóvenes David Ramos Uc, y Karimi Chablé, miembros de la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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   INTRODUCCIÓN:  David y Karimi, en algún momento de sus vidas ustedes comenzaron a sentir que tienen amor que compartirse mutuamente.  Dios les fue confirmando poco a poco que ustedes serían para siempre el uno para el otro, y Dios les ha concedido esta dicha de unirse en santo matrimonio, primero por lo civil, y hoy mediante esta ceremonia espiritual. A estas alturas de su relación, ustedes ya saben que amar en realidad es un gran desafío ni tan fácil pero tampoco tan difícil, pues amar es entregarse sin condición, pues si tuviese condición, no sería amor verdadero. El amor no es algo que debe exigirse o reclamarse sino darse.  Seguramente esto es lo que quieren hacer el uno para el otro, y por eso ustedes tomaron la bendita decisión de unirse en santo matrimonio. Qué bueno que al tomar esta decisión, ustedes son cristianos desde hace un buen tiempo.  Por eso, ya saben también que el amor que un hijo(a) de Dios debe manifestar en todas las áreas de sus relaciones, incluyendo ahora la de su matrimonio, debe ser mayor que cualquier otra actitud humana, pues no hay duda que es en la fe cristiana que ustedes han aprendido que después del amor no hay virtud más grande.  Es por eso que, en la Primera Epístola del Apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 13, el apóstol escribió acerca del amor señalándolo como la mayor virtud o el mayor don que el ser humano puede recibir y al mismo tiempo compartirlo.  El amor es mayor aun sobre las habilidades naturales o aprendidas, Y aun sobre los dones y valores espirituales esenciales y fundamentales de la salvación eterna como lo son la fe y la esperanza.  Por eso, el apóstol Pablo termina el capítulo 13, diciendo que “… ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).

Considerando esta verdad acerca de la preminencia del amor, lo que ahora les voy a predicar, es que en el matrimonio se debe tener el cuidado de no confundir las habilidades naturales o aprendidas e incluso dones espirituales que a pesar de cumplir con excelencia sus funciones correspondientes, no son suficientes para cumplir la función de amar, pues el don del amor es mayor que todo ello. / ¿Cuáles son las habilidades naturales o aprendidas y los dones espirituales que a pesar de cumplir con excelencia sus correspondientes funciones, no son suficientes para cumplir la función de amar, y que no deben confundirse con amor en el matrimonio? / Especialmente en los tres primeros versículos de nuestro texto base para este mensaje, encontramos algunas de estas habilidades naturales y aprendidas, y hasta dones espirituales, todos ellos excelentes, pero que son insuficientes para cumplir la función de amar, y que no deben confundirse con amor en el matrimonio. Este es el desafío que deberán tener pendiente todos los días de sus vidas.

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La primera habilidad natural o aprendida, o don espiritual excelente que no es suficiente para cumplir la función de amar, y que no debe confundirse con amor en el matrimonio, es:

I.- SABER HABLAR PALABRAS BONITAS.

El apóstol Pablo, comienza diciendo: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:1).  Estas palabras del apóstol se refieren tanto a la gente que tiene la virtud de saber más de un idioma, pero también se refiere al don de Dios de hablar las lenguas que al principio del cristianismo fueron un don relevante que muchos recibieron para la propagación del evangelio; aunque también se refiere a las personas que son expertas en elogiar hipócritamente a otros con palabras no están llenas de amor, sino de hipocresía, menosprecio, y hasta de traición.

Lo que el apóstol Pablo está enseñando en este caso, es que tal persona con todas sus habilidades de hablar bonito, con elogio y con sanas palabras, pero expresadas con un corazón falto de amor, no es más que ruido, “metal que resuena, címbalo que retiñe”.

David y Karimi, cuídense de no usar solamente la habilidad del vocabulario, sino antes bien que sus palabras estén llenas de amor en sus conversaciones, en su trato mutuo, y en la resolución de los conflictos que pudiesen llegar a tener.

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La segunda habilidad natural o aprendida, o don espiritual excelente que no es suficiente para cumplir la función de amar, y que no debe confundirse con amor en el matrimonio, es:

II.- SABER COMUNICAR VERDADES DIVINAS.

En el versículo dos, el apóstol Pablo comienza diciéndoles a los Corintios: Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, [… (omitimos una partecita, y pasamos a donde dice:] y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2a, c).  La palabra “profecía” en este contexto no se refiere a las personas que de parte de Dios eran capaces de anunciar eventos futuros planeados por Dios, sino que profecía sencillamente era el don de interpretar y predicar el significado de la palabra de Dios revelada y escrita por profetas antiguos.  Es igual que como hacen los predicadores de la actualidad.  Más bien, se trata del don de la predicación.

Lo que el apóstol Pablo está enseñando en este caso, es que aun seas una persona que profesa la fe cristiana, y que has recibido incluso el don de ser predicador de la misma palabra de Dios, lo cual de alguna manera te da la imagen de ser una persona honorable, justa y recta delante de Dios, así como de una alta estima de las personas que son edificadas con la palabra de Dios que uno predica.  Sin embargo, aunque uno tenga ese don espiritual, o incluso alguna habilidad científica que te haga eminente, dice el apóstol Pablo “y no tengo amor, nada soy”.

David y Karimi, ustedes dos han tenido la experiencia de ser jóvenes conocedores de la palabra de Dios, y que la han compartido y la siguen compartiendo con jóvenes y adultos, pero eso es solamente la bendición de estar de acuerdo en tener unidad de fe y objetivos espirituales cristianos; mas su unidad de objetivo no significa que ya dominan amarse al 100%.  Además de su práctica de compartir o predicar el evangelio, tienen que integrar amor a su vida compartida.

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La tercera habilidad natural o aprendida, o don espiritual excelente que no es suficiente para cumplir la función de amar, y que no debe confundirse con amor en el matrimonio, es:

III.- SER UNA PERSONA CON FE ABUNDANTE.

Continuando con las palabras del apóstol Pablo en el versículo dos, [… pero ahora omitimos la primera parte del versículo, y comenzamos donde dice: “y si tuviese toda la fe”] y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2b,c).  San Pablo está hablando de la fe para salvación eterna que podría ser tan real y poderosa.  La salvación eterna de los pecadores, es por este requisito de tener solamente fe en Jesucristo.

A los creyentes de Éfeso, se los recuerda diciéndoles: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, …” (Efesios 2:8).  O sea, la fe no es poca cosa, sino de altísimo valor, pues sin ella uno quedará condenado para siempre en las llamas del infierno ardiente.  E incluso la fe, es el medio para obtener poder para hacer cosas que impacten a otros para que crean en Jesús como su salvador.  Esta fe, lo tienen todos los cristianos, lo cual sin duda incluye a ustedes como lo han estado demostrando.

Pero, David y Karimi, no consideren que el ser personas de fe, es algo en el cual confiar como suficiente para mantener la preciosa relación que hemos conocido de ustedes.  No solo crean en Dios, sino como dijera otro apóstol, el apóstol Pedro: “añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; / al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; / a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7).  La fe solamente es el cimiento, el principio de una mejor vida que debe ser construida con otros elementos hasta incluir el amor.  Crezcan siempre en fe, y añadan amor en su pacto matrimonial.

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La cuarta habilidad natural o aprendida, o don espiritual excelente que no es suficiente para cumplir la función de amar, y que no debe confundirse con amor en el matrimonio, es:

IV.- SER UNA PERSONA GENEROSA.

Pasando a la primera parte del versículo tres, el apóstol Pablo dice: “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, [… (omitimos una partecita, y pasamos a donde dice:] y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:3a, c).  Esto es sencillo de hacer cuando uno es bendecido económicamente por Dios, con un trabajo bien pagado, con el cual uno no tiene problema para gastar cuando sea necesario.

Bajo esta condición no tenemos problema para ayudar a la gente menos privilegiada, dándoles algunas monedas o billetes de dinero, o una despensa, o regalándoles comida, medicina, becas de estudio, etc… lo cual hace que uno sea admirado y hasta respetado por los demás.  Puede que esto uno lo haga con amor, pero no es provechoso amar a otros, y no amar a las personas que uno tiene cerca de sí mismo, como es el caso del cónyuge que vive contigo.

David y Karimi, a ustedes Dios les ha dado el privilegio de tener una profesión con la cual servir al prójimo.  Ustedes son instrumentos en las manos de Dios.  Estoy seguro que harán mucho bien a muchas personas, y lo harán con mucho amor, pero eso no ha de ser el mayor éxito de sus vidas.  El mayor éxito de sus vidas deberá ser que ambos se amen de todo corazón, antes que cualquier otro bien que hagan a los demás.

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La quinta habilidad natural o aprendida, o don espiritual excelente que no es suficiente para cumplir la función de amar, y que no debe confundirse con amor en el matrimonio, es:

V.- SER UNA PERSONA HEROICA.

Continuando con el versículo tres [… ahora omitimos la primera parte del versículo 3, y comenzamos donde dice:] y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:3b, c).  Esto quizá no es un caso muy común que hayamos presenciado en toda nuestra vida, pero se da en actos de verdadero heroísmo motivado por un amor verdadero.  Sin embargo, también podría darse algún caso de aparente heroísmo de dar su vida por otro, no por amor sino por menosprecio de su propia vida.  En ese caso no se tendría nada de amor sino nada más sería un acto para llamar la atención de todos hacia uno mismo, y que sería lo último que uno haría solamente para hacerse fama o falso heroísmo, producto de un corazón egocentrista.

El pastor bautista, Sugel Michelén, comenta y con toda razón que: “cualquier cosa que hagamos que tenga apariencia de virtud no es más que hipocresía cuando es ejecutada sin amor. Si no es por amor que lo hacemos ya no hay sinceridad en nuestra actuación, ya sea en el contexto de nuestros deberes para con Dios, o de nuestros deberes para con los hombres. O queremos el aplauso y la buena opinión de los hombres, o queremos servirnos de ellos en el momento propicio. Así que mientras aparentamos estar preocupados por la gloria de Dios o el bienestar del prójimo, en realidad estamos preocupados por nuestra propia gloria y nuestro propio bienestar”[1].

David y Karimi, Dios les conceda la gracia de no hacer algo por el otro solamente para ser vistos, para que otros sepan que ustedes son los héroes.  El amor no busca promoción, el amor es silencioso pero seguro y oportuno, no jactancioso, no vanaglorioso, “no busca lo suyo”.  Sigan amándose, no para decirle nunca a su cónyuge: ‘Lo hice por ti’, sino ámense sin querer llamar la atención con lo que uno hace para el otro.

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   CONCLUSIÓN: David, Karimi, cuando el apóstol Pablo dice a los romanos con respecto a lo que Dios hace o ha hecho con todos los que creen en Jesucristo, dice: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).  Este derramamiento del amor de Dios, debe estar acumulado en sus corazones.  Ustedes son recipientes del amor de Dios, por lo que ahora son hechos capaces por Dios para vivir en amor.  Hoy inician el desafío de amarse todos los días de sus vidas como santo matrimonio.   No hay algo más grande que tengan que hacer, sino amarse mutuamente. Que Dios les bendiga siempre.

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[1] Michelén, Sugel; Más valioso que los dones, el conocimiento y la benevolencia; http://www.ayudapastoral.com/2011/06/25/mas-valioso-que-los-dones-el-conocimiento-y-la-benevolencia/

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