EL DESAFÍO DE RECIBIR EL PODER DE DIOS.
Joel 3:1-10; 1 Corintios 1:18-31.
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Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 20 de enero 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Este sermón corresponde al número 3 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.
INTRODUCCIÓN: Dios es el poder de los débiles que se reconocen débiles. En nuestra lectura de Joel 3:1-10, nos presenta a Dios relatando la triste historia de cómo muchos niños, niñas, jóvenes y adultos en general fueron cautivados por naciones vecinas, y vendidos a otras naciones más lejanas. Se puede decir que este era un grupo de personas débiles y vulnerables, así como su pueblo en general era débil porque no pudo hacer lo necesario para evitar que sus propios hijos fuesen cautivados y vendidos. Pero, Dios les envió un aviso a los que cautivaron a los hijos de su pueblo, identificándolos como Tiro, Sidón, y Filistea, a quienes les dijo: “yo voy a sacarlos del lugar donde los vendieron, y voy a hacer que ustedes sufran la misma suerte” (Joel 3:7); y luego le dice a los de su propio pueblo, a los débiles que no pueden defenderse de los enemigos: “… ¡Declaren la guerra santa! ¡Llamen a los valientes! ¡Que vengan y avancen los guerreros! / Que hagan espadas de sus azadones y lanzas de sus hoces, y que el débil diga: «¡Yo soy fuerte!»” (Joel 3:9b,10; DHH). Este final, en la versión RV60, la biblia que usamos, dice: “diga el débil: Fuerte soy” (Joel 3:10; RV60). No es que ellos eran o serían realmente fuertes, pues su triunfo en el rescate de sus compatriotas cautivos, y su triunfo sobre sus enemigos que les estaba siendo prometido, no dependería de ellos mismos sino de Dios. Es en ese momento que los débiles pueden decir que son fuertes, porque el poder de Dios es dado a ellos, porque Dios es el Dios que fortalece a los débiles que se reconocen débiles. Es el Dios que exalta a los humildes, y que humilla a los que se exaltan. Y Dios cumplió con su pueblo este plan de rescate y de derrota sobre los enemigos de su pueblo.
Pero, este poder de Dios es dado a los hijos de Dios para cualquier circunstancia en la que tengamos que enfrentar desde responsabilidades hasta adversidades y demás problemas, no siendo capaces de enfrentarlas si no contamos con el poder de Dios. Un caso más en la biblia de cómo Dios reviste de poder al débil, es el caso de David que siendo un jovencito ni siquiera con edad suficiente ni entrenamiento para ir a la guerra. Siempre se había dedicado a cuidar las ovejas de su familia, pero le tocó llevar alimentos a sus hermanos que se encontraban en una guerra contra los filisteos. Al llegar se entera que nadie de todos los israelitas quería enfrentar al gigante Goliat quien los estaba ofendiendo y desafiando a una lucha uno a uno. Goliat tenía la fama de ser invencible. David, sintiendo un profundo celo por el nombre de Dios, siendo un débil muchacho se propone enfrentar al gigante, y pide hablar con el rey Saúl, explicándole lo siguiente: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, / salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. / Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. / Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (1 Samuel 17:34-37). Y efectivamente venció al gigante que nunca antes había sido vencido en alguna batalla. Aquí también podemos notar que David, un simple y débil jovencito encontraba fuerza y poder en Dios para el desempeño de su trabajo, y encontró también la fuerza y poder en Dios para enfrentar a un peligroso enemigo.
Todos los que nos reunimos en esta iglesia del Señor, también necesitamos el poder de Dios para la realización de nuestros trabajos cotidianos, para cumplir nuestros deberes para con la familia, pero también para llevar a cabo nuestra misión como iglesia. ¿Está de acuerdo usted que necesitamos el poder de Dios? Por eso en este momento les voy a predicar que: El poder de Dios está disponible y garantizado por CONDICIONES muy sencillas para todos los que creen en Jesucristo, y quieran recibir su poder. / ¿Cuáles son estas CONDICIONES muy sencillas, pero garantizadas? / Nuestro texto de 1 Corintios 1:18-31, nos presenta cuáles son las CONDICIONES muy sencillas pero garantizadas para recibir el poder de Dios.
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La primera condición muy sencilla pero garantizada para recibir el poder de Dios, es:
I.- CONOCER LA PALABRA DE DIOS.
Una de las verdades que el apóstol Pablo explica específicamente en el versículo 18 es que: “… la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18). Los hijos de Dios encontramos que la palabra de la cruz, o sea, el evangelio, pero en realidad toda palabra de Dios revelada tanto en los libros de la Ley, como en los libros históricos, como en los libros poéticos, proféticos, los evangelios, y las epístolas “es poder de Dios”.
Tiene razón el pastor John Piper que dice: “Sumérgete en la Palabra de Dios, la Biblia. Es casi seguro que no serás lleno del poder del Espíritu Santo si no estás lleno de la Palabra de Dios. ¿Por qué pienso esto? Hechos 1:8 y Lucas 24:48 enseñan que el poder es dado para un testimonio efectivo, y nosotros testificamos principalmente con la Palabra de Dios. No hay razón para pensar que Dios encenderá la pólvora de su Espíritu si tú no cargas tu rifle con el proyectil de la Palabra. Si quieres el poder del Espíritu Santo en tu vida, si estás cansado de ser una débil réplica de los no cristianos comunes, entonces cambia tu rutina y sumérgete en la Palabra de Dios. Léela, piensa en ella, memorízala, úsala”.
Amados hermanos, una de las causas de falta de poder en nosotros, es precisamente por la falta de lectura y aprendizaje de la palabra de Dios. Pero, cuando uno se deleita en la palabra de Dios, dice el salmo 1 que esa persona “todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:3d). La palabra de Dios está en su experiencia, y eso le empodera para lograr las metas que se propone siempre y cuando estén apegadas a la voluntad de Dios. Así que hermanos, conocer la palabra de Dios mediante su lectura, estudio, memorización, y aun el escuchar su predicación es el desafío que tenemos que cumplir para recibir el poder de Dios. No es una condición difícil, es sencilla, y garantiza que usted va a recibir el poder de Dios. No tendrá poder de Dios, sino lee la palabra, si no la escucha cuando es leída o predicada, si no la memoriza. La palabra de Dios también llamada: evangelio, “es poder de Dios” (Romanos 1:16), poder que todos necesitamos para enfrentar las adversidades de esta vida, así como también para recibir las bendiciones celestiales que necesitamos para la encaminarnos a la eternidad.
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La segunda condición muy sencilla pero garantizada para recibir el poder de Dios, es:
II.- SER LLAMADO POR CRISTO.
El apóstol Pablo les explica a los Corintios: “nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; / mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, …” (1 Corintios 1:23,24). Noten ustedes el énfasis que hace con respecto a los que no encuentran tropiezo en “la palabra de la cruz”, es decir, los verdaderos creyentes. Él apóstol dice en el versículo 24: “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios”. Lo más relevante a observar aquí es que Cristo mismo es el “poder de Dios”, pero en realidad Cristo y su correspondiente poder realmente no es para todos, sino “para los llamados”. Y los llamados son aquellos que después de escuchar la palabra de Dios, responden aceptando que Cristo sea su salvador, y le invitan a que él venga a morar en su corazón.
Amados oyentes, es probable que entre los que hoy están presentes en este culto, no tenga a Cristo en su corazón porque no le haya invitado. Si es el caso de usted, y ahora se da cuenta que su vida no está caracterizada por el poder de Dios en usted, lo que entonces le hace falta Cristo en su corazón. ¿Está hoy usted dispuesto a invitarle que tome lugar y posesión en su corazón para qué él, como “poder de Dios”, comience a fortalecerle a usted en todas las áreas débiles de su vida? Dios es quien le está haciendo a usted en este momento el llamado para comenzar una vida llena del poder de Dios. ¿Hay alguno entre nosotros que hoy quiere iniciar una vida con “Cristo poder de Dios”? Este es el desafío que Dios le está haciendo hoy a usted. No la deje pasar por alto, pues solamente en Cristo usted va a encontrar poder para la vida, y poder para luchar contra el pecado que aleja de Dios.
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La tercera condición muy sencilla pero garantizada para recibir el poder de Dios, es:
III.- RECONOCERSE COMO LO DÉBIL DEL MUNDO.
El apóstol Pablo finalmente explica que: “… lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios 1:27b). De entrada, todos somos débiles, y bajo esa condición espiritual prevista por Dios desde la eternidad, nos escogió para darnos de su fortaleza. Dios escogió a los débiles, porque quien se siente fuerte, no estará dispuesto a recibir el poder de Dios. Como dijera nuestro Señor Jesucristo con respecto a los que se sienten bien. Él dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
Y el poder de Dios, en caso de que hubiere un mínimo de poder en Dios, lo cual no es así, dice el apóstol Pablo que “… lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25b). Es por eso que Dios le dijo a Josué cuando lo llamó a una comisión especial: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5). Pero, su poder es para los que se reconocen débiles, que no se sienten superiores, o superdotados de capacidades. Esos, están destinados a temporalmente hacer de las suyas, pero finalmente Dios les humillará, porque Dios “exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra” (Salmo 147:6).
Amados hermanos, reconozcamos que somos débiles pecadores, y busquemos siempre en Dios nuestra fortaleza, como David al reconocer que era nada menos que un debilitado pecador, y decía: “Jehová es la fortaleza de mi vida” (Salmo 27:1b).
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CONCLUSIÓN: Mis amados hermanos, si alguno de los presentes no cuenta con el poder de Dios, puede acceder a ello aceptando el llamado de salvación de Cristo. Hoy mismo usted debe aceptar el llamado de Dios, creyendo en su Hijo Jesucristo. Él le dará el poder para todos los aspectos de la vida, pues como ya he enfatizado más o menos a media predicación, que: “Cristo [es] poder de Dios”. Por otra parte, si usted no siente el poder de Dios en su vida, entonces cerciórese de que usted no se está creyendo tan fuerte por sí solo y no está buscando el poder de Dios. Deponga usted su presunta autosuficiencia, pues no es más que un pecador débil por causa del pecado que necesita recurrir a Cristo creyendo en que él es la fuente de salvación y poder para el creyente. Además, no tenga en menos la palabra de Dios que usted tiene en la biblia impresa, o incluso de forma digital. Son el medio de poder para los que creemos en Cristo, pues sus palabras nos acercan siempre a Cristo la fuente del poder de Dios.
Diga el débil: Fuerte soy, porque cree en Cristo, y porque lee y experimenta con su obediencia la bendita y santa palabra de Dios.
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