EL DESAFÍO DE OBTENER LA SABIDURÍA DE DIOS.

EL DESAFÍO DE OBTENER LA SABIDURÍA DE DIOS.

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Éxodo 31:1-11; 1 Corintios 2:1-16.

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Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 27 de enero 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Este sermón corresponde al número 4 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.

   INTRODUCCIÓN:   Muchos de nosotros los cristianos, evidentemente no tenemos la suficiente sabiduría de Dios, y se nota en nuestras palabras, en nuestras decisiones, y se hace más evidente en nuestros errores. Sin embargo, nos parece que somos sabios, y defendemos a capa y espada lo que pensamos, decimos, y decidimos. Quizá en nuestro esfuerzo de decidir bien, usamos una escasa sabiduría que finalmente solo es un esfuerzo que sale de nuestra propia opinión que no es la sabiduría de Dios.  Con respecto a esto, dice el apóstol Pablo a los romanos: No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos 12:16). Muchas veces pensamos que tenemos toda la razón, y que decimos y decidimos con sabiduría, pero lamentablemente no es la de Dios, sino como bien dice el apóstol Pablo, solamente es nuestra propia opinión.  Pero, como cristianos no debemos ser sabios en nuestra propia opinión, sino sabios en y con la sabiduría de Dios.

  En el mensaje anterior de esta serie, basado en 1 Corintios 1:18-31, enfaticé que Cristo es “poder de Dios”, aunque en el versículo 24 del capítulo 1, el apóstol Pablo añade un atributo más de Dios, personificando ambos atributos en Cristo, diciendo que Cristo es: “poder de Dios, y sabiduría de Dios”.  Pero al pasar en el capítulo dos, el apóstol Pablo enfatiza más cosas acerca de la sabiduría de Dios, no solamente con respecto a su personificación en Cristo, sino también con respecto a las maneras de cómo el creyente en Jesucristo puede obtener para su propia vida la misma sabiduría de Dios. La sabiduría de Dios no está reservada solamente para unos cuantos creyentes, sino que está disponible y accesible para todos los hijos de Dios.

   Por eso ahora, basado en 1 Corintios 2, lo que hoy les voy a predicar es la buena noticia que: el creyente puede obtener la sabiduría de Dios solamente si toma las DECISIONES necesarias. Este es el desafío de hoy. / ¿Cuáles son las DECISIONES necesarias que el creyente debe tomar para poder obtener la sabiduría de Dios? / La enseñanza del apóstol Pablo, nos presenta algunas de las DECISIONES necesarias que el creyente debe tomar para obtener la sabiduría de Dios.

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   La primera decisión necesaria de tomar para obtener la sabiduría de Dios, es:

I.- QUERER SABER DE CRISTO.

   En los primeros dos versículos de este capítulo dos, el apóstol Pablo le dice a los Corintios: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. / Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo” (1 Corintios 2:1,2).  Cuando el apóstol Pablo les dice a los Corintios que en una visita anterior a ellos: “no fui con excelencia de palabras o de sabiduría”, no está diciendo que no tenía sabiduría de Dios, sino lo que está indicando es que no usaba de la sabiduría humana basada en la filosofía griega de aquellos tiempos, lo cual el apóstol Pablo no ignoraba, sino que podía armar discursos bien elaborados con ese tipo de sabiduría con el fin de persuadir a los oyentes que busquen a Dios, pero Pablo no usó de esta habilidad o tipo de sabiduría humana porque no incluye el conocimiento de Cristo.

   Pero, hace una relevante afirmación con el que expresa que había tomado una determinación apropiada y relevante para obtener sabiduría de Dios.  Sus palabras fueron: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo”.  En otras palabras, quería “no saber… cosa alguna sino a Jesucristo”, porque él había descubierto que Jesús era nada menos que “sabiduría de Dios”, y que era el medio esencial y fundamental para aprender la sabiduría de Dios.  Obviamente, el paso más esencial que se debe hacer primero, es creer en Jesucristo como el Hijo de Dios, y como el único y suficiente Señor y Salvador de los elegidos de Dios.  Pero, cuando el apóstol habla de este deseo de saber más de Jesucristo, él ya había dado el primer paso de creer en Jesús.  Ahora, solamente estaba poniendo en práctica su interés de crecer en la sabiduría de Dios.

Querer saber de Cristo, como dice el antiguo himno: “Quiero de Cristo más saber”, es la decisión necesaria para recibir más sabiduría de Dios, pues quien decide saber de Cristo y más de Cristo, aprende en él a no pensar según opinión humana personal, sino con la sabiduría de Dios que se aprende de él.

   Amados hermanos, a todos nos gusta aprender y saber muchas cosas que sin duda son conocimientos, inteligencias y sabidurías comunes útiles para llevar a cabo trabajos y decisiones cotidianas, sin embargo, no debemos descuidar el proponernos como dice el apóstol Pablo, no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo”, pues Cristo es “sabiduría de Dios”.  Esta es la clase de sabiduría que el cristiano necesita, pues en cuanto a la sabiduría humana, desde los tiempos del profeta Isaías, unos 700 años antes de Cristo, Dios dijo: “… porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14b).  Esto es lo que cita el apóstol Pablo a los Corintios cuando les dice: “Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos” (1 Corintios 1:19); porque Dios no quiere que usemos de sabiduría humana sino de su sabiduría divina y especial.  No es en vano que en la iglesia estudiamos: LA VIDA DE JESUCRISTO, y que por varios años hemos estado sabiendo de su persona y ministerio.  Muchos estudiantes de ese curso han obtenido y están obteniendo en Jesús la sabiduría de Dios que antes no tenían y la están aplicando a su vida.  Usted también, aproveche saber de Cristo en toda oportunidad al leer la biblia, al asistir a un estudio bíblico, al escuchar una predicación, pues saber de Cristo es el secreto para tener más sabiduría de Dios.

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   La segunda decisión necesaria de tomar para obtener la sabiduría de Dios, es:

II.- QUERER APRENDER DEL ESPÍRITU.

   Ahora pasamos a observar los versículos 4 y 5, donde el apóstol Pablo explica: y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, / para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres” (1 Corintios 1:4,5). ¿Qué es esto de la “demostración del Espíritu”?  Una traducción más práctica del versículo 4, dice: “Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo” (1 Corintios 1:4; NTV).  Esto es “demostración del Espíritu”, es confiar “en el poder del Espíritu Santo” de que él hará el resultado esperado de la palabra de Dios.  El predicador tiene que confiar en que el Espíritu Santo va a sembrar la sabiduría de Dios en el corazón del oyente, y no él como predicador.  No depende de su homilética, ni de su hermenéutica, ni de su exégesis, ni de su oratoria, y de ningún otro arte de la comunicación, sino del Espíritu Santo.  La razón de no depender de estas estrategias humanas, lo dice en el versículo 5, que según la Nueva Traducción Viviente, dice: “Lo hice así para que ustedes no confiaran en la sabiduría humana sino en el poder de Dios” (1 Corintios 1:5; NTV).

  Ahora, pasamos a los versículos 12 y 13 donde el apóstol Pablo describe una ventaja que tenemos las personas que hemos creído en Jesucristo cómo nuestro único y suficiente Señor y Salvador.  Al respecto, dice: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, / lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:12,13).  En estas explicaciones del apóstol Pablo, hace la aclaración de que la predicación y enseñanza del evangelio que él y otros predicadores hacían ante multitudes, así como de manera personal (léalo en el versículo 13), eran: “palabras… que enseña el Espíritu” (v. 13). En otras palabras, el maestro de la sabiduría de Dios no es el señor predicador, pastor, o maestro cristiano que está a la vista de los oyentes, sino el Espíritu de Dios.

   Según nuestra lectura en Éxodo 31:1-11, cuando Dios llamó a Bezaleel y a Aholiab, para dirigir la construcción del tabernáculo de adoración de los israelitas, Dios mismo dijo de Bezaleel: lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, / para inventar diseños, para trabajar en oro,…” (Éxodo 31:3,4); y luego dijo de Aholiab: “yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado” (Éxodo 31:6). Observen ustedes que aun para inventar diseños, y aun para trabajar, se necesita sabiduría de Dios; y aun cuando se trata de algo mandado a hacer por Dios, con más razón se necesita sabiduría de Dios.  Y quien hace la labor de llenar la mente de sabiduría, en los llamados de Dios es el Espíritu de Dios.  En la actualidad es el mismo Espíritu eterno y Santo de Dios que pone la sabiduría de Dios en los creyentes en Jesucristo, por lo que debemos dejar que él sea nuestro Divino Maestro.

   Amados hermanos, la clave de todo esto, está en los predicadores sino en los oyentes que debemos dejar ser enseñados por el Espíritu Santo, no escogiendo lo que nos conviene oír y aceptar.  Entonces, cuando escuchamos una predicación de la palabra de Dios, como está ocurriendo en este preciso momento, el Espíritu Santo está sembrando en nuestra mente la sabiduría de Dios para que no sigamos pensando según nuestra “propia opinión”, pero debemos aceptarla no por las explicaciones del predicador, sino por las palabras tomadas directamente de la Santa Biblia, la cual es la palabra de Dios que el Espíritu Santo siembra y aplica en la mente del creyente.  Es esto que Dios quiere cuando el apóstol Pablo les dijo a los romanos: transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2a).  Tenemos que querer y dejar ser enseñados por el Espíritu de Dios, dejando nuestra terquedad de seguir pensando como humanamente estamos acostumbrados a pensar, y así obtendremos la sabiduría de Dios.

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   La tercera decisión necesaria de tomar para obtener la sabiduría de Dios, es:

III.- QUERER SER COMO CRISTO.

   En el último versículo de este capítulo, después de las dos preguntas que contiene, dice el apóstol Pablo: “Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). ¿Sabía usted que “tenemos la mente de Cristo”?  Claro que sí.  Esta es la razón por la que entendemos las cosas de Dios que otros no pueden entender. Por el hecho de haber creído en Jesucristo, Dios nos dona la mente de Cristo, esto quiere decir que Dios nos capacita para pensar siempre sabiamente como Cristo, por lo que creer en Jesucristo no solamente significa la seguridad de nuestra salvación sino también la seguridad de una transformación a nivel de la mentalidad.   No se puede ser cristiano, y seguir aferrado a opiniones personales tradicionales o sociales que no corresponden al sabio pensamiento de Dios.

   En la epístola de Pablo a los romanos, él les dice que “… los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, [piensan] en las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5).  Evidentemente esta es la indicación de que un creyente, que es uno de “los que son del Espíritu”, de manera natural debe ser un sabio espiritual, y que cuyos pensamientos no son carnales sino espirituales.  Si uno no llega a este nivel de crecimiento espiritual en cuanto a la manera de pensar, entonces uno no es nada más que una persona carnal que no tiene ni conoce la sabiduría de Dios para su propia conducta ordenada.  Por otra parte, este mismo apóstol les dice a los mismos romanos: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29).  Esto es lo que Dios está haciendo con nosotros, y para ello nos ha dado la “la mente de Cristo” capacitándonos para pensar como él, y así nos vamos conformando a la imagen de él.  Y recordando que Cristo, es “sabiduría de Dios”, entonces, conforme vayamos pensando como él, iremos adquiriendo sabiduría espiritual y divina, la cual tanta falta nos hace para todos los aspectos de nuestra vida.

   Pero, amados hermanos, tenemos que querer ser conforme a la imagen de Cristo, sino nunca creceremos en semejanza a él, y nunca aumentará en nosotros la sabiduría de Dios.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, recuerden que la sabiduría de Dios no está escondida ni limitada para nosotros.  De hecho, ya hemos sido capacitados para obtener la bendita sabiduría espiritual de Dios, recibiendo inicialmente la mente de Cristo, mente que debemos alimentar con el conocimiento de Jesús, con el conocimiento del santo evangelio.  Si alguno de los presentes no tiene este bendito privilegio de tener la mente de Cristo, hoy mismo puede recibirlo por medio de creer en el Señor y Salvador Jesucristo, y después podrá almacenar en su nueva mente las enseñanzas de Jesús, dejando que el Espíritu Santo de Dios sea el Maestro de la sabiduría de Dios en usted, creyendo toda verdad de Dios que emana de su palabra.  Pero, recalco: Esta sabiduría de Dios hay que quererla, y en consecuencia hay que buscarla.  Salomón el hombre que pidió sabiduría a Dios, dice en una bienaventuranza proverbial: “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia” (Proverbios 3:13), es decir, hay que ser intencional en buscarla para hallarla.  Por su parte, el apóstol Santiago, indica también que la sabiduría se puede pedir a Dios en oración, pues en su epístola dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).   Este es el desafío de hoy para usted. Obtenga la sabiduría de Dios, y cada vez obtenga más sabiduría de Dios, 1) queriendo saber de Cristo; 2) queriendo aprender del Espíritu; y 3) queriendo ser como Cristo.  Que este sea el desafío de Dios para nosotros ahora como iglesia de Jesucristo.

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