EL DESAFÍO DE SER RESPONSABLES CON NUESTRA LIBERTAD, Por: Diego Teh.

EL DESAFÍO DE SER RESPONSABLES CON NUESTRA LIBERTAD.

Jueces 6:1-10;  1 Corintios 8:1-13.

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Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 17 de marzo 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Este sermón corresponde al número 11 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.

   INTRODUCCIÓN:  Nuestra libertad tiene límites. Quizá alguna a vez durante nuestra niñez, tuvimos disponible una paletita de dulce que queríamos chupar sin importarnos que frente a nosotros estaba nuestro amiguito, entonces nuestra madre nos dijo que no deberíamos chupar aquella paleta, porque si no había otra paleta para invitar al niño que tenemos junto a nosotros, no deberíamos chupar el nuestro frente a él.  La idea nos resultaba no muy agradable, pero es así como recibimos educación de que hay cosas que realmente no tiene nada de malo hacerlas, como el chuparse una paleta de dulce que legítimamente es nuestra, y siendo dueños de ella, somos libres para chuparla, sin embargo, hay límites. Por ejemplo, por educación, no debemos comer algo frente a alguien a quien no vamos a poder convidarle porque no tenemos otra paleta, galleta, fritura, o lo que sea, para darle; aunque el que tenemos, legítimamente sea nuestro, porque lo conseguimos con nuestro dinero.  Así también, hay muchas cosas, que los adultos hacemos, en el contexto de nuestra fe cristiana, somos libres de hacerlo, pero nuestra libertad tiene límites mis amados hermanos.  Este es el tenor de las palabras del apóstol Pablo en nuestra lectura de 1 Corintios 8, especialmente en las palabras del versículo 9 que dice: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9).

   Un caso concreto en Corinto, era que mucha de la carne que se vendía en la ciudad era de los animales sacrificados a los ídolos en templos paganos.  ¿Era malo comer la carne? Era malo si uno sabía que era de la sacrificada a los ídolos. No era malo, si uno no sabe que era de la sacrificada a los ídolos; y si en realidad no era carne sacrificada a los ídolos.  Así que, en la mayoría de los casos, uno es libre de comerla.  Pero, si el débil, al mirar a algún creyente comer carne, piensa que el creyente está participando de la idolatría, san Pablo dice: “si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (1 Corintios 8:13).  Hay libertad, pero hay responsabilidad para que la libertad no sea tropiezo al hermano débil. Somos libres de hacer lo que no es malo hacer, pero con el cuidado de que nuestro actuar no sea tropezadero, especialmente para los que el apóstol Pablo describe como “los débiles”, los mismos creyentes que se encuentran en la iglesia que no son maduros o fuertes para entender las licitudes de nuestra libertad cristiana.

   Basado en el texto bíblico de 1 Corintios 8:1-13, lo que en resumen les voy a predicar es que: Somos responsables de respetar los LÍMITES de la práctica de nuestra libertad en Cristo. / ¿Cuáles son los LÍMITES de los que somos responsables de respetar en la práctica de nuestra libertad en Cristo? / El apóstol Pablo en 1 Corintios 8:1-13, nos presenta algunos LÍMITES que somos responsables de respetar dentro de la práctica de nuestra libertad en Cristo.

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   El primer LÍMITE que somos responsables de respetar dentro de la práctica de nuestra libertad en Cristo, es que:

I.- NO DEBEMOS DAR MAL EJEMPLO QUE ANIME A OTROS A PECAR.

   El apóstol Pablo, después de decir: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9), inmediatamente les pone un ejemplo muy práctico entre ellos de cómo se puede hacer tropezar a un débil.  Tropezar, en este caso, es por causa de lo que uno hace, alguien sea animado a pecar, tomando él la decisión de hacer lo que es indebido por haber visto que un creyente haga algo que realmente no es incorrecto, sino correcto, pero que él interpretó como algo involucrado con lo incorrecto.  El caso que San Pablo les pone como ejemplo, es: “Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?” (1 Corintios 8:10).

   El detalle específico aquí planteado por el apóstol es de un creyente “sentado a la mesa en un lugar de ídolos”.  Para empezar, “el lugar de ídolos”, se refiere a un templo pagano donde los adoradores idólatras podían quedarse a consumir la carne que les corresponde o que compraban.  Ellos tenían la libertad de invitar a cualquier persona para convidarle de su alimento según ellos santificado por sus falsos dioses; por lo que hasta los creyentes en Cristo eran invitados por sus amistades a comer con ellos.  ¿Era malo comer aquella carne? En realidad, si era ofrecida a los ídolos, no debería ser comido por un cristiano.  Peor, era de dudar, que hubiese en venta en el templo pagano, carne no sacrificada a los ídolos.  Por eso, un cristiano, no tenía que estar “sentado a la mesa de un lugar de ídolos”.  Así que si un “débil”, o sea, nuevo creyente, ve allí a un hermano supuestamente maduro, de más experiencia en la fe cristiana, ¿qué va a pensar el débil?  Que el que se supone es un cristiano maduro, está participando de la idolatría, o que no es malo estar allí.

   En el capítulo 10:27-29, San Pablo lo explica mejor diciendo: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir (este caso, al parecer no se trata de ir a un templo pagano, sino quizá en una casa), de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. / Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; NO LO COMÁIS, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. / La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?” (1 Corintios 10:27-29). ¿Era malo comer carne?  La carne como carne, NO.  Pero, si uno como cristiano sabe que era de un sacrificio ofrecido antes a ídolos, entonces, uno no debe comerla (cf. v. 28).  Pero, si esto ocurre, no en la casa del incrédulo donde bien podría tratarse de una carne no ofrecida a ídolos, sino que ocurre justamente “en la mesa en lugar de ídolos”, obviamente, todo mundo sabe que era carne ofrecida a los ídolos, aunque uno pueda excusarse de que le hayan dado de comer carne especial no sacrificada, no sería suficiente para convencer la mente del débil.  Entonces, así uno estaría dando un mal ejemplo que podría animar a pecar a quienes con mucho esfuerzo están comenzando en la fe cristiana, o a quienes con mucha dificultad todavía están intentando asimilar la fe cristiana.  Poco tiempo atrás, en el primer concilio que la naciente iglesia tuvo en la ciudad de Jerusalén en el que estuvo presente el apóstol Pablo, uno de los acuerdos fue que los cristianos no deberían comer las carnes sacrificadas a los ídolos.  Parece que el primer lugar donde surgió este problema fue en la iglesia de Antioquía de Siria, en toda Siria y en toda Cilicia, porque a ellos primeramente se les notificó por carta acerca de este acuerdo conciliar.  En Hechos 15 relata toda esta cuestión.  Un extracto de la carta decía: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: / que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:28-29). Por eso es que el apóstol Pablo, con toda seguridad les instruye a los Corintios, diciéndoles: NO LO COMÁIS.

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   El segundo LÍMITE que somos responsables de respetar dentro de la práctica de nuestra libertad en Cristo, es que:

II.- NO DEBEMOS SER CAUSA DE QUE ALGUIEN SE PIERDA EN EL PECADO.

   El apóstol Pablo dice en el versículo 11: Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió” (1 Corintios 8:11).  El problema principal que los Corintios tenían, dado su trasfondo cultural griego, es que glorificaban el conocimiento.  Por el conocimiento solían envanecerse.  Era su mal hábito cultural.  Pero en el cristianismo, el apóstol Pablo, desde el primer versículo cuando aborda el asunto de la libertad cristiana y la problemática de los débiles, les dice: “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1).  Con todo el conocimiento aun de las verdades de Dios que toda una iglesia o un creyente en particular pueda tener, podría ser, con todo ello la causa de perdición de un hermano débil.  Aunque el problema en sí, no es el conocimiento, sino la falta de amor que puede haber cuando toda una iglesia o un creyente en particular quiere actuar más por el conocimiento que por el amor, lo que vendría a ser una especie de legalismo religioso.  Por eso el apóstol Pablo, desde el inicio, les explica que contrario al envanecimiento por causa del conocimiento, “el amor edifica”.

   Pero, ¿cuál era el conocimiento que los estaba envaneciendo, olvidándose de aplicar el amor necesario hacia otros, principalmente los que son sus propios hermanos en la fe?  El conocimiento que habían aprendido quizá de las enseñanzas del mismo Pablo, es el que les recuerda en los versículos 4 al 6, diciéndoles: sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. / Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), / para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios” (1 Corintios 8:4b-6a).  El énfasis que el apóstol les da es que: “sabemos”.  Seguramente aprendieron de los salmos 115:4-8 y 135:15-18, “que un ídolo nada es en el mundo”, y es totalmente cierto.  Esto es un buen y verdadero conocimiento.  Y quizá aprendieron de Deuteronomio 6:4 que dice: “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”, pues Pablo les confirma que efectivamente saben “que no hay más que un Dios”: otro buen y verdadero conocimiento.  Ahora, por ese conocimiento, ellos pensaban que, si “un ídolo nada es en el mundo”, entonces nada malo ni bueno le ocurre a la carne que se sacrifica en honor a ellos, pues los ídolos cualesquiera que fuesen, no son nada en realidad, sino solamente objetos inanimados que ni bendicen ni maldicen.  Entonces, los creyentes Corintios pensaban que por ese conocimiento eran libres de comer cualquier carne.  No les importaba si eran vistos por débiles creyentes en quienes todavía no había este conocimiento, y sin el menor afecto de amor por ellos, eran capaces de ir a los templos paganos a comer con los idólatras e incrédulos, afectando así la débil fe de los creyentes que lentamente crecen en la gracia y en el conocimiento.

   Estos cristianos faltos de amor que se gloriaban en su conocimiento, no tomaban en cuenta que sí había algo pecaminoso en el comer aquella carne sacrificada a los ídolos, no por algún efecto espiritual sobre la carne, sino porque, aunque no lo parezca, ello representa un rechazo al sacrificio redentor de Cristo.  En los tiempos del nacimiento de la iglesia, Dios ya no recibía más sacrificios de animales, como los recibió durante los 15 siglos anteriores; pero aquellos sacrificios que recibía, eran solamente representaciones de la obra redentora que Cristo personalmente vino a llevar a cabo con su propio sacrificio, y que con su muerte se dio por finalizado el sistema de sacrificios para Dios.  Entonces sacrificar, aunque a un ídolo, aunque a algo que no existe como la personalidad y poder del ídolo, implicaba una negación del sacrificio de Cristo el único y verdadero sacrificio aceptable.  Entonces, tanto paganos, pero más los cristianos, no tenían motivo para recurrir a comer de aquellos vanos sacrificios, aunque era cierto que no comunicaban a nadie ninguna gracia, ni alguna maldición, sin embargo, el acto contradice y rechaza la obra de Cristo.

   Cuando el apóstol Pablo dice que por el conocimiento de un creyente: se perderá el hermano débil por quien Cristo murió” (1 Corintios 8:11), no se refiere a la idea de que el “hermano débil” pierda su salvación, sino que, con perdición en este contexto de palabras, se refiere al pecado de regresar por su propia debilidad o inestabilidad en la fe, a practicar el pecado del cual fue antes rescatado por la gracia del Señor, o incluso a practicar un nuevo pecado que antes no cometía, pero que ahora vio que algún creyente que se estima es maduro, le dio el mal ejemplo, de hacer lo que no se debe hacer.  Pero, no por esto el débil se ha perdido por toda la eternidad.  Además, al afirmar el apóstol que el “hermano débil” es una persona “por quien Cristo murió”, entonces, no se trata de su perdición eterna, pues por quienes Cristo murió, su muerte y el efecto de su salvación es totalmente efectiva y eficaz de tal manera que ninguno “por quien Cristo murió” va a perderse; de otra manera de nada serviría la muerte de Cristo.  El “hermano débil”, se perderá en la comisión de pecados, pero si él es “por quien Cristo murió”, aunque haya sido “débil”, no permanecerá en dicho pecado, sino cuando alguien le amoneste, demostrará arrepentimiento para volver al camino del Señor, y lo hará con toda sinceridad.

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   El tercer LÍMITE que somos responsables de respetar dentro de la práctica de nuestra libertad en Cristo, es que:

III.- NO DEBEMOS HERIR LA DÉBIL CONCIENCIA DE OTRO HERMANO.

   Lo que ocurre cuando abusamos de nuestra libertad en Cristo, ocurre lo que el apóstol Pablo dice en el versículo 12: “De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis” (1 Corintios 8:12).  Lo primero que ocurre al causar alguna herida en la débil conciencia de un hermano o al mismo tiempo de muchos hermanos en la fe, es que pecamos “contra los hermanos”, pero ¿saben qué implica pecar “contra los hermanos”?  El apóstol termina su explicación diciendo que: “contra Cristo pecáis”.  Una herida, sobre todo si es intencional, es finalmente pecado contra Cristo.  Por lo que sería una contradicción que, en el uso de nuestra libertad en Cristo, terminemos pecando contra él. No puede ser.  Debemos respetar el límite de que nuestra libertad cristiana no resulte en pecado u ofensa contra nuestro hermano, porque entonces Cristo se da por ofendido.

   Hay un tipo de conciencia que es la conciencia cauterizada la cual es insensible al pecado, por lo que no se preocupa por ello.  Es una conciencia que pocas veces pone en alerta de que uno está haciendo lo que es malo.  Pero, hay otro tipo de conciencia que es la que menciona el apóstol Pablo en el versículo 12, al que le llama “débil conciencia”.  Este tipo de conciencia, es muy sensible, que rápidamente se hiere, que reacciona sintiéndose culpable hasta por cosas que no son culpas.  Muchos hermanos, tiene este tipo de conciencia, por lo que somos responsables de no herirles su “débil conciencia”.  Por lo que cuando conscientemente o aún si involuntariamente inducimos a algún hermano a que haga lo que él sabe y entiende que es pecado, herimos su débil conciencia.  Por eso el apóstol Pablo dice en otros capítulos, como el 6 y el 10, que: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen” (1 Corintios 6:12), y “Todo me es lícito, pero no todo conviene” (1 Corintios 10:23).  La razón por la que no todas las cosas lícitas convienen, es precisamente porque pueden herir la conciencia del débil, y mejor es no ejercerlas, porque si las ejercemos y hiere a algún hermano, el pecado se vuelve doble.  Por eso, el apóstol Pablo dice en el versículo 12m según la Traducción en Lenguaje Actual: Si tú eres la causa de que tu hermano, debido a la debilidad de su fe, haga algo que él considera malo, entonces estás pecando contra tu hermano. Pecar contra tu hermano es como pecar contra Cristo” (1 Corintios 8:12; TLA).

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   El cuarto LÍMITE que somos responsables de respetar dentro de la práctica de nuestra libertad en Cristo, es que:

IV.- NO DEBEMOS USAR NUESTRO DERECHO SI ESO AFECTA A OTROS.

   Con respecto a esto, el mismo apóstol Pablo escribió a los Corintios que él estaba determinado a renunciar a lo que él mismo y cualquiera de nosotros podría entercarse en defender que es nuestro derecho, porque lo compramos o lo vamos a pagar con nuestro dinero, y no se lo pedimos ni regalado ni prestado al que nos ha de mirar.  Las palabras del apóstol a este respecto, fue: “Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (1 Corintios 8:13).  La Traducción en Lenguaje Actual dice acerca de lo mismo: “Por eso, si la comida hace que mi hermano peque, jamás volveré a comer carne, para no hacerlo pecar” (1 Corintios 8:13; TLA).  Él estaba dispuesto a renunciar su derecho.

   Muchas veces, tenemos que renunciar a nuestro derecho con el fin de edificar principalmente al débil en la fe.  Por eso, con respecto a esta misma idea, en el capítulo 10, el apóstol Pablo dice también que: “todo me es lícito, pero no todo edifica. / Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Corintios 10:23b-24); por lo que si lo que consideramos es nuestro derecho, afecta espiritualmente a otros, y ello no les edifica, entonces lo mejor es que debemos renunciar a nuestro derecho de hacerlo.  No se trata de nuestro “propio bien, sino el del otro”.  Tenemos que activar nuestra actitud de humildad para que esto funcione.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, por la naturaleza del tema, ha sido extensa esta exposición. Ahora que prácticamente he concluido con la parte homilética del sermón, ahora solamente quiero exponer algunas aplicaciones.  ¿En qué consistía la libertad cristiana de los Corintios?  Todos ellos fueron libertados por el evangelio de Cristo, principalmente de la idolatría, de la fornicación, y de otros pecados.  Añ saberse libres de aquello, sus conciencias altamente sensibles no les permitía regresar ni siquiera solo para estar presentes y mirar, y menos para practicar, lo mismo a lo que antes estuvieron esclavizados.  Es algo similar a lo que ocurre en nuestro contexto con quienes fueron rescatados de la sensualidad de los bailes, pero ahora que han venido a la fe en Cristo, sus conciencias de personas libres por Cristo no les permite ni siquiera escuchar cumbias o música no sacra aunque sea en los cultos y aunque tengan letras bíblicas, porque les recuerdan su pasada manera de vivir, lo cual no les es edificante.  ¿Está mal el hermano que piensa así? No lo está, en cuanto su intención es no volver a su antigua manera pecaminosa de vivir; por lo tanto, no debemos herir su débil conciencia, aunque sabemos que la música en cuanto consiste en sonido y tiempo, son la combinación de elementos creados por Dios.  Pero, mientras tanto el débil no tenga este conocimiento, tenemos que cuidar y respetar su conciencia, no exponiéndole a lo que antes fue la causa de su rechazo a Dios. Igualmente, si decidimos entrar a un bar, aunque no nos pongamos a beber, fumar, o bailar, pero si de repente un hermano de paso cuya vida pasada sin Cristo, estuvo perdido en esos lugares, y nos llegase a ver allí; en realidad, aunque nosotros no estemos haciendo lo impropio, igual, habremos también herido su débil conciencia.

   Quizá todos nosotros conocemos a hermanos que en los tiempos que vivió sin Cristo, sus pasatiempos eran el circo, el deporte, los partidos de béisbol, futbol, etc… de los cuales la biblia no tiene ninguna prohibición explícita acerca de todo ello.  Antes, se pasaban los domingos en los partidos u otros lugares y eventos, pero ahora, prefieren adorar a Dios en su día consagrado para ello, entonces, por eso no debemos herir su débil conciencia, invitándole a ir a un partido, a una convivencia social el día y horarios que se debe dedicar a la adoración de nuestro Señor, porque si se supone que nosotros estamos creciendo en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor (cf. 2 Pedro 3:18), no deberíamos hacer eso, porque para nosotros ahora nuestra prioridad en el día del Señor es la adoración a Dios, y no nuestros pasatiempos, ni deportes, ni recreaciones que antes fueron las causas de alejarnos de Dios.  Por lo que, si inducimos intencionalmente a un hermano, o si un hermano nos ve o se entera de que nosotros allí vamos o estamos en el día del Señor, seguramente habremos por ello herido también su débil conciencia, lo que no habrá sido una buena actitud de nuestra parte; porque se supone que él fue rescatado de allí, pero ahora resulta que nosotros los maduros estamos allí.  Es por eso que nuestra libertad en Cristo, amados hermanos, tiene LÍMITES, y debemos ser responsables con nuestra libertad.

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Recomiendo la lectura TOTAL de los siguientes artículos (es necesario leer los 4):

1.- CÓMO USAR TU LIBERTAD CRISTIANA SABIAMENTE: DIOS Y LAS ÁREAS GRISES.  Por: Miguel Núñez.

2.- ENTENDIENDO EL CONCEPTO DE LA LIBERTAD CRISTIANA.  Por Miguel Núñez.

3.- ¿SANTIFICACIÓN O LEGALISMO? Por Miguel Núñez.

4.- PRINCIPIOS DE SABIDURÍA EN EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD CRISTIANA. Por Miguel Núñez.

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