¿QUÉ HACER PARA SER SALVO?, Por: Diego Teh.

QUÉ HACER PARA SER SALVO.

.Deuteronomio 33:28-29;

Hechos 16:27-34.

.Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 31 de marzo 2019, a las 18:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Este sermón corresponde al número 13 de la serie: SERMONES EVANGELÍSTICOS.

   INTRODUCCIÓN: No se sorprendan por esto. En realidad, el perdón de todo pecado, no depende de cuán realmente arrepentido nos demostremos a Dios.  En realidad, la salvación no depende de nada interno de una persona, ni de nada externo que practique la iglesia como la aplicación del bautismo, la asistencia a los cultos, el estudio de la biblia, la práctica de la oración, la ministración de la cena del Señor, etc… sino que tanto el perdón como la salvación dependen solamente y exclusivamente DE LA GRACIA DE DIOS, lo cual es bien explicado por el apóstol Pablo a los romanos cuando les dice que Dios dijo a Moisés que: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. / Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:15,16).  Sin embargo, para que esa gracia o misericordia de Dios se efectiva para salvación en un pecador, hay REQUISITOS establecidos que uno debe cumplir, no como salido de nuestra propia naturaleza, sino que auxiliado por la misma gracia de Dios se genera en el pecador la capacidad de poder cumplir con tales requisitos, de tal manera que nada es obra del hombre sino todo es obra de Dios.

   En nuestra lectura de Hechos 16:27-34, se narra el caso del carcelero de Filipos que estuvo a punto de quitarse la vida al despertar al darse cuenta que las puertas de la cárcel estaban abiertas. Todo esto ocurrió mientras él dormía profundamente, tan profundo que ni supo del terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel, abrió todas las puertas, y las cadenas de todos los presos se soltaron.  Él se quiso quitar la vida, porque pensó que todos los presos habían escapado, y que por ello seguramente lo ejecutarían por sus superiores, quizá por orden del emperador.  Era de noche, y sin luz, que no pudo darse cuenta que allí estaban todos los presos. Los apóstoles Pablo y Silas que eran dos de los presos en aquellos momentos le dijeron: “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (Hechos 16:28).  Quizá había sido un escéptico que no creía en el poder del Dios y del Cristo del evangelio que Pablo y Silas llegaron a predicar a los filipenses. Pero, al dar se cuenta de lo ocurrido tras el terremoto, y al ver la bondad que le favoreció al no huir ninguno solo de los presos, y menos los apóstoles Pablo y Silas, Dios estaba generando en el carcelero para que su corazón fuese abierto a la fe necesaria en el Cristo que predicaban los apóstoles.  Es por eso que el carcelero, sin que nadie le presionara a hacerles alguna pregunta de fe a los apóstoles, él solito se acercó a ellos preguntándoles: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Esta pregunta es la que ha sugerido tanto el título como el contenido de esta predicación.

   Basado en el contexto del carcelero, la respuesta de los apóstoles, y la decisión tomada por el mismo carcelero, lo que ahora les voy a predicar es que: La salvación eterna de una persona es efectiva cuando cumple con los REQUISITOS establecidos por Dios. / ¿Cuáles son los requisitos establecidos por Dios, que una persona debe cumplir para que su salvación eterna sea efectiva? / La historia del caso del carcelero de Filipos, nos presenta los REQUISITOS que tuvo que cumplir, y por ello su salvación eterna se hizo efectiva.  Esto es lo que también debe cumplir todo aquel a quien Dios por su gracia le dé la capacidad, como al carcelero, de desear ser salvo.

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   El primer REQUISITO establecido por Dios que una persona debe cumplir para que su salvación eterna sea efectiva, es:

I.- RECONOCERSE PERDIDO Y SIN ESPERANZA.

   En realidad, su proceso de salvación no comenzó con la decisión que tomó después de recibir la respuesta a su pregunta que los apóstoles le dieron, pues el proceso de la salvación de una persona comenzó desde la eternidad cuando Dios quiso elegir a las personas que Él se propuso salvar dentro de todos los seres humanos.  Sin embargo, hay un momento en la experiencia de los ya elegidos de Dios, en el que tanto por las circunstancias externas, así como por la condición interna del mismo corazón, uno comienza a darse cuenta que se encuentra en un estado insoportable de vida, en la que su vida ya no es vida, y necesita el auxilio que nunca ha podido ni podrá encontrar en ninguna persona o institución humana.

   Por ejemplo, el carcelero, después del terremoto, dice la narración de los versículos 27 y 28, que “Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. / Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (Hechos 16:27-28). La circunstancia del terremoto, fue su momento para darse cuenta que, si sus suposiciones de que los presos a su cargo ya se habían escapado, entonces se encontraba en esta vida totalmente en serios problemas en el que le pudiese costar la vida por supuesta negligencia en su trabajo.  Era, tanto así, que el carcelero quiso quitarse la vida: “sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido” (v. 27).  Ese fue su momento, cuando este hombre se dio cuenta que se encontraba perdido y sin esperanza, y no sabía que hacer más que quitarse la vida; aunque en primera instancia estaba pensando que no tenía salvación de su posible problema de ser sentenciado a muerte.  Aunque por la pregunta que él hizo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30), pregunta que hizo a pesar de que le habían dicho que ninguno de los presos había huido, implica que surgió en su corazón una preocupación especial que no era solamente salvarse de la muerte o cárcel por lo menos que sus autoridades le pudieran aplicar, por no haber cuidado a los presos; sino que ahora su preocupación de salvación era por la eternidad de su vida.  Este es el tipo de salvación, la eterna, que hoy también esta iglesia queremos compartir con usted.

   Estimado oyente, lamentablemente, cuando el ser humano pasa por una mala experiencia de la vida, y cuando uno no sabe qué hacer, uno toma decisiones equivocadas, especialmente cuando no tenemos a alguien que nos pueda orientar de manera sabia y oportuna.  Esa es la razón por la que muchas personas, en vez de solucionar sus problemas, la han empeorado.  Pero, este podría ser el primer paso apropiado camino a la obtención de la salvación que va más allá de solamente la solución de los problemas actuales.  Esos problemas, que nos hacen sentir como que no hay ninguna esperanza para nuestra vida, no es porque no haya esperanza, porque sí lo hay.  El sentimiento de no tener esperanza, solamente es el aviso de nuestro corazón, de que nuestra condición espiritual se encuentra perdida, y que debe buscar la solución correcta que sí la hay.  Si usted siente que las circunstancias le tienen angustiado, desesperado, y sin esperanza, usted está siendo llamado por el evangelio de Dios para encontrar en Jesucristo la esperanza real y totalmente satisfactoria para su vida, no solamente en el presente, sino también para la eternidad en la que un día todos tendremos que llegar, pero que si encontramos ahora a Jesucristo, nos salvamos de que nuestra eternidad sea el infierno ardiente, y entonces será el cielo glorioso de Dios.  Pero, ahora, lo primero que usted debe hacer es reconocerse perdido y sin esperanza, para que pronto la salvación eterna sea efectiva en su vida. ¿Se reconoce usted perdido y sin esperanza de ser recibido en el cielo de Dios?

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   El segundo REQUISITO establecido por Dios que una persona debe cumplir para que su salvación eterna sea efectiva, es:

II.- CREER EN EL SEÑOR JESUCRISTO.

   Ahora, que el carcelero supo que su peor circunstancia no era el ser encarcelado, ni el ser ejecutado de muerte por presunta negligencia de trabajo, sino que su peor circunstancia era que se encontraba sin salvación de ir a la condenación eterna del mismísimo infierno ardiente, por eso preguntó: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Pablo y Silas, los dos apóstoles presos en aquella cárcel precisamente por causa del evangelio, le respondieron al carcelero su pregunta. Fue una respuesta muy sencilla, pero precisa.  Según el versículo 31: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31).  Este es el segundo requisito que usted debe cumplir: Creer “en el Señor Jesucristo”.

   Quizá no le fue tan fácil tomar la decisión justo en ese instante de escuchar la respuesta, por lo que los apóstoles, según el versículo 32, primeramente y probablemente allí mismo en la cárcel: “… le hablaron la palabra del Señor a él, …” (Hechos 16:32a), y fue así como entonces, inmediatamente creyó “en el Señor Jesucristo”, pues la misma narración, nos relata que durante esa misma noche del terremoto, el carcelero: “se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:34b).  No sé cómo es que esa misma noche, el carcelero sacó de la cárcel a Pablo y a Silas, no sé si bajo cadenas se los llevó a su casa, pero es en su casa donde esa misma noche (cf. v. 33), los apóstoles les hablaron “la palabra del Señor” también “a todos los que estaban en su casa” (Hechos 16:32b). Los de su casa también creyeron en el Señor Jesucristo, e igualmente por eso fueron todos salvos de la condenación eterna.  Eso es lo que usted hoy también necesita, juntamente con toda su familia. ¿Quiere usted creer en Jesucristo para ser salvo de la condenación eterna, y en consecuencia para tener entrada al cielo de Dios? Este es un requisito de Dios que nadie se puede saltar. ¿Cuántos de los presentes en esta reunión que nunca antes habían tomado la decisión de creen en Jesucristo, ahora mismo quieren tomar esta decisión?

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   El tercer REQUISITO establecido por Dios que una persona debe cumplir para que su salvación eterna sea efectiva, es:

III.- INTEGRARSE A LA COMUNIÓN DE LOS SALVOS.

   Un detalle igual de importante, es que la salvación es tan efectiva que no comenzará a ser efectiva hasta que uno muera y uno vaya a la eternidad, ni habrá que esperar hasta el día que Cristo vuelva, lo que podría ser hasta mucho tiempo después de la muerte de cada uno de nosotros.  Es efectiva desde ahora, porque en otros muchos textos de la palabra de Dios, por ejemplo, en el de Efesios 2:8, donde también Pablo hablando de la salvación les dice a los efesios: Porque por gracia sois salvos”, que en palabras más sencillas lo que quiere decir, es: “Dios los salvó por su gracia” (NTV). Las palabras: “Sois salvos”, o sea, que: “los salvó”, es algo que ya ocurre y se garantiza desde ya en el presente a los que creen en Jesucristo; aunque es igual de cierto que será hasta el final de los tiempos que se conocerá en los cielos quienes entrarán en la salvación, pues hay quienes no entrarán al cielo eterno de Dios, porque realmente no cubrieron el requisito establecido por Dios de creer “en el Señor Jesucristo”; pues solo pensaban incorrectamente que eran salvos y no los eran.

  Él carcelero ya fue salvo por creer en Cristo. Su familia ya fue salva por creer en Cristo.  ¿Ahora qué sigue?  La segunda parte del versículo 33 dice: y en seguida se bautizó él con todos los suyos” (Hechos 16:33b). El bautismo es la señal y aceptación de que un creyente desea unirse a la iglesia, la comunión de los salvos.  Aunque en Filipos parece que todavía no había establecida una iglesia, toda esta familia quisieron ser los primeros miembros de la iglesia, por lo que no dudaron en bautizarse.  Aunque el bautismo no es lo que salva, porque la respuesta de los apóstoles a la pregunta del carcelero, no fue: Bautízate y serás salvo, sino que claramente fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”; sin embargo, los que creen se bautizan y se unen a la iglesia, pues los que no se unen a la iglesia, no son tomados en cuenta entre los salvos, pues solamente en la iglesia están los salvos.

   Así, que estimado oyente que, en este momento, usted está creyendo en Jesucristo, tenga en cuenta que una de las cosas que usted tiene que hacer también como parte del proceso de su salvación es bautizarse si es que no ha sido antes bautizado, y unirse la iglesia.  Usted no puede ser un creyente independientemente de la iglesia de Dios, porque Dios diseñó una sola iglesia, o más de una. Si uno que se considera creyente no se reúne con la iglesia, entonces cualquier lugar en el que este se encuentre que no sea la iglesia, no está dentro del proceso de acompañamiento de los salvos hacia la eternidad. Para eso sirve la iglesia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  Este también es un requisito de Dios que nadie que está en pos de la salvación puede darse el lujo de hacerlo a un lado de su vida.

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   CONCLUSIÓN: Amados oyentes, hoy cada uno de los presentes, como aquel carcelero de Filipos, debe tener claro qué es lo que debe hacer para ser salvo. No tiene que pensarlo tanto, usted necesita creer en Jesucristo como el Señor y Salvador de su vida, sino algún día cuando menos lo espera, usted ya no estará en este mundo, pero inmediatamente se encontrará en una nueva realidad eterna que no será el cielo sino el infierno. Esta es la peor desgracia que a usted le ocurriría, pero que afortunadamente usted lo puede evitar creyendo en el Señor y Salvador Jesucristo.

   Ya todos los que creen en Jesucristo, les animamos a que no descarten de su vida la importancia de unirse a la iglesia de Jesucristo. Es el único lugar donde Dios pone y preserva a los creyentes para llevárselos en el día final a su eterna gloria y presencia.  Dios no tiene otro lugar, institución, u organización aquí en esta tierra donde ponga a los que creen en su Hijo.  Solamente es en la iglesia.  Usted que ahora ha creído en Jesucristo, esperamos que siga congregándose en este lugar, donde estamos en disponibilidad de apoyarle a usted para que crezca en el conocimiento de los beneficios y responsabilidades del ser una persona salva.

   Dios bendiga a todos…

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