SOLO JESÚS NOS HACE “MÁS QUE VENCEDORES”, Por: Diego Teh.

SOLO JESÚS NOS HACE “MÁS QUE VENCEDORES”.

Josué 1:1-9; y Romanos 8:28-39.

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Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el jueves 18 de abril 2019, JUEVES DE COMUNIÓN, a las 19:30 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Este sermón corresponde al número 06 de la serie: SOLO JESÚS.

   INTRODUCCIÓN:  Si hay alguien que nos quiere acusar a los escogidos de Dios, es el enemigo de nuestras almas. Si hay alguien que quiere que usted y yo seamos condenados al castigo eterno, es el enemigo de nuestras almas.  Pero, desde hace casi 2000 años cuando Jesús el Hijo de Dios, murió, ganó el perdón eterno para todos los que crean en él.  Cuando el diablo quiera acusarnos, le dirán: Aunque los acuses, sus pecados ya están perdonados, gracias por tomarte la molestia.  Cuando el diablo quiera gestionar nuestra condenación, le dirán: Ya Jesús pagó la culpa de ellos. Ninguna condenación hay para los que creen en él.

   Nuestro enemigo el diablo, especialmente para nosotros los creyentes en Jesucristo, no tiene ni tendrá ninguna victoria sobre nosotros.  De manera muy enfática, en nuestro texto bíblico, el apóstol Pablo, con el conocimiento de que ya nada puede dejarnos mal delante de Dios, nos dice que nosotros: “somos más que vencedores”, pero añade que lo “somos”, “por medio de aquel que nos amó” (Romano 8:37). ¿Quién es ese “aquél que nos amó”? Es Jesús.  Lo que entonces está diciendo es que por medio de Jesús es que “somos más que vencedores”. ¿Qué significa que “por medio de él” somos más que vencedores? ¿Cuál es la participación de Jesús para que “por medio” de él seamos “más que vencedores”?

   En el mensaje de hoy les voy a predicar lo siguiente: Las obras redentoras de Jesús hacen que sus discípulos seamos “más que vencedores”. / ¿Cuáles son las obras redentoras de Jesús que hacen que sus discípulos seamos “más que vencedores”? / Basado en nuestro texto bíblico de Romanos 8:28-39 voy a exponerles cuáles son las obras de Jesús que nos hacen más que vencedores.

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   La primera obra de Jesús que hace que sus discípulos seamos “más que vencedores”, es:

I.- SU MUERTE.

   En los versículos 33 y 34, argumentando que los escogidos de Dios, aunque sean acusados por el diablo mismo, no serán procesados por la justicia de Dios, y por lo tanto tampoco serán condenados, el apóstol Pablo, inmediatamente explica la razón la cual es porque: “…Cristo es el que murió” (Romanos 8:34a, en la frase que está después de la pregunta).  La muerte de Jesús, tiene una excelente eficacia para los que somos escogidos de Dios. Los escogidos de Dios, somos los que cuando fuimos o somos llamados por el evangelio de Jesucristo, aunque quizá por un tiempo no simpaticemos con el evangelio, finalmente respondemos llenos de fe en la persona y obra de Jesús.

   Luego, como dicen los versículos 29 y 30, se va cumpliendo en nosotros, el plan de Dios para hacernos totalmente salvos de toda condenación, pues después que Dios llama, también justifica, y finalmente glorifica.  En ningún momento Dios interrumpe el proceso de salvación que Él mismo diseñó para los que aceptan el santo evangelio de Jesucristo.  Este plan de salvación de Dios que resulta ser la mejor victoria para los que ahora somos discípulos de Jesús es totalmente eficaz, por la muerte de Jesús, por la cual no hay cosa alguna que impida nuestra salvación.  Así, que la muerte de Jesús es la obra redentora que nos hace más que vencedores.

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   La segunda obra de Jesús que hace que sus discípulos seamos “más que vencedores”, es:

II.- SU RESURRECCIÓN.

   En el mismo versículo 34, después de afirmar que “…Cristo es el que murió”, inmediatamente el apóstol Pablo hablando de Jesucristo, añade: “más aun, el que también resucitó”. (Romanos 8:34b).  La resurrección de Jesús también tiene una excelente eficacia para hacernos “más que vencedores”. ¿Quién por sí solo ha vencido al poder de la muerte?  Aunque eventualmente, hemos escuchado testimonios de personas quienes, tras haber sido declaradas clínicamente muertas, han vuelto a la vida; este volver nuevamente a la vida no es una vida procedente de sí mismos, sino que siempre procede del único Creador y dueño de la vida que es Dios.

   En el caso de Jesús, siendo no solamente hombre sino también Dios al mismo tiempo, estaba en sí mismo el poder divino de volver nuevamente a la vida por sí mismo. Es por eso que su resurrección, es la evidencia de que Jesús tiene poder aun sobre la muerte misma.  Por lo tanto, otro de los beneficios destinados para nosotros los creyentes en Jesucristo, es que, aunque nos llegue el cumplimiento de la sentencia de nuestra muerte por causa del pecado, y aunque nuestro cuerpo mortal llegase a corromperse en la tumba, en el crematorio, en el mar, o en el mismo polvo de la tierra, eso no será nuestro fin, sino que por la resurrección de Jesús, dice el mismo apóstol en el versículo 11 de este mismo capítulo 8, que: “el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).  Es así como podemos entender que, por la obra redentora de Jesús de haber resucitado, también nosotros sus discípulos “somos más que vencedores” aun sobre la muerte y sobre muchas cosas y circunstancias.  Su resurrección es nuestra garantía.

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   La tercera obra de Jesús que hace que sus discípulos seamos “más que vencedores”, es:

III.- SU REINADO.

   Después de explicar que, aunque seamos acusados aun por el diablo mismo, no seremos condenados, porque “…Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó”, añade otra explicación que tiene que ver con parte del proceso redentor que Jesús hace a nuestro favor.  El apóstol dice de Jesús que él es “el que además está a la diestra de Dios, …” (Romanos 8:34c).  Después de que Jesús hubo cumplido total y eficazmente su muerte expiatoria o redentora, Dios quien plenamente estaba unido a su naturaleza humana, le resucitó.  Pero, Jesús no podía quedarse en la condición solamente de resucitado, así que Dios le hizo regresar como Dios y hombre, dos naturalezas en una sola persona al lugar de donde originalmente procedió antes de hacerse hombre.  Regresó al cielo.  Regresó al cielo, pero no para enajenarse de nuestro destino, sino que, al llegar al cielo fue exaltado por Dios mismo para ocupar el lugar que de por sí le corresponde, el sentarse a la diestra de Dios.  Allí se encuentra hasta el día de hoy como el Soberano divino y eterno.

   La Biblia describe a Jesús sentado no en una silla, no en una banca, ni en un block, ni en el parque, ni en la calle, ni en algún otro lugar común, sino que está sentado en un trono (cf. p. ej. Apocalipsis 4:2,3,9,10; 5:7,13: 6:16: 7:10,15).  Y él mismo, en el mensaje que envió a la iglesia de Laodicea, por medio de la revelación que le dio al apóstol Juan, dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).  Su reinado desde el trono celestial, es también parte de la obra redentora de Jesús a nuestro favor, porque desde su trono gobierna, rige, e impide que nada en el mundo, o del cielo mismo, ni del infierno, ni de cualquier otro lugar del universo, atente contra la seguridad de nuestra eterna salvación.  “Somos más que vencedores”, porque él reina desde su trono celestial, totalmente a nuestro favor, y en contra de sus enemigos y los nuestros.

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   La cuarta obra de Jesús que hace que sus discípulos seamos “más que vencedores”, es:

IV.- SU INTERCESIÓN.

   Después de decir que Jesús ahora está a la diestra de Dios”, el apóstol Pablo hace una indicación bastante relevante, diciendo de Jesús que él es “el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34d).  La muerte de Jesús fue tan eficaz para la cancelación de nuestra antes segura condenación eterna, e igualmente fue tan eficaz y suficiente para el perdón una vez para siempre de todos nuestros pecados cometidos antes de creer en él; y también es totalmente eficaz para el perdón de los pecados que cometemos ahora que hemos creído en él.  Pero, además de toda la eficacia de su muerte, ahora estando a la diestra de Dios, mientras él reina desde su trono celestial, él realiza por nosotros una obra especial que se llama intercesión.

   Un solo pecado, como les ocurrió a nuestros primeros padres, a Eva y a Adán, es suficiente para meternos en condenación.  Un pecado nuestro es igual de grave como fue el de nuestros primeros padres, e igualmente, hace que merezcamos condenación.  Pero, ahora, no es necesario que Jesús muera una y otra vez por nuestros pecados. Lo que ahora Jesús hace, para que cada pecado que cometemos también sea perdonado sin que haya necesidad de que nosotros paguemos por ello, y sin que él tenga que volver a pagar por ello, y para que no seamos por ello condenados nuevamente, es interceder delante de Dios Padre.  Por la misma eficacia, validez, vigencia, suficiencia, y mérito de la muerte de Jesús, Dios el Padre nos perdona de todos los pecados que cometemos cada instante de nuestra vida, tan solo porque Jesús es quien lo pide por nosotros al Padre. ¿No es esto ser “más que vencedores” por la obra continua de intercesión de Jesús por nosotros?

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   CONCLUSIÓN: Para concluir voy a repasarles rápidamente todo lo que hoy les he predicado.  1).- Solo Jesús nos hace “más que vencedores” tan solo por su muerte.  Ninguna muerte de ninguna criatura puede darnos ni la más mínima victoria de la que Jesús nos da.  2).- Solo Jesús nos hace “más que vencedores” por haber resucitado, pues él es la vida, y la fuente de toda vida, por lo que aun si un día moriremos, por él seremos también divina y poderosamente resucitados.  3).- Solo Jesús nos hace “más que vencedores”, porque igual que antes, ahora desde su trono eterno y celestial, reina con toda su autoridad para librarnos de todo poder del maligno.  Él se encarga de que nada nos destruya.  4).- Solo Jesús nos hace “más que vencedores” por su ministerio actual de intercesor permanente, intercediendo al Padre celestial para que todo pecado sea perdonado porque para eso murió eficazmente.

   Estimado oyente, ¿le gustaría a usted ser este tipo de personas que, por medio de Jesús, se vuelven personas “más que” vencedoras tanto en la vida presente como para la vida de la tan cercana eternidad que nos espera?  ¿Le gustaría a usted que no haya culpa, que no haya diablo, que no haya pecado, ni nada que le impida acercarse al Padre celestial?  Eso es posible, solamente si usted decide creer en Jesucristo como el único Señor y suficiente Salvador de su vida.  Hoy es el día para que usted le diga a Jesús: Señor Jesús, quiero ser “más que vencedor” sobre el pecado, sobre mi adicción, sobre mis problemas.  Acepto que tú seas mi Señor y Salvador.  Entra en mi corazón, y toma el control de mi vida desde ahora y para siempre. Amén.

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