EL DESAFÍO DE RECIBIR DIGNAMENTE LA CENA DEL SEÑOR.
Éxodo 12:1-11; y 1 Corintios 11:17-34.
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Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 2 de junio 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Este sermón corresponde al número 19 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.
INTRODUCCIÓN: Creo que todos tenemos muy claro que el fundamento para celebrar la gracia de Dios con el sacramento de la santa cena, es porque según San Lucas, Jesús lo instituyó cuando al ofrecer el pan de la pascua a sus discípulos, les dijo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19); y que según Pablo a los Corintios, Jesús al compartir la copa con sus discípulos, les dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:25b). Por eso, compartimos sacramentalmente la conocidísima santa cena o cena del Señor.
Sin embargo, en las iglesias del siglo I, hubo una práctica generalizada que no procedió de un mandamiento ni institución sacramental de Jesucristo, pero no por ello estuvo mal, ni estaría mal si alguna iglesia de la actualidad lo llegase a practicar. Se le llegó a conocer técnicamente como el Ágape, pero popularmente se le conoció también como el festín del amor, que consistía en que cada quien podía llevar comida, o bien se podía cooperar para hacer una sola comida para todos. Debido a que el culto el primer día de la semana era la celebración de la resurrección de Jesús, los fundamentos de esta celebración Ágape o del amor, era que Jesús resucitado comió con sus discípulos como lo hizo con los dos caminantes a Emaús con quienes según San Lucas “… estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio” (Lucas 24:30); y como lo hizo en la ocasión cuando se le apareció a siete de sus discípulos en el mar de Tiberias, donde ellos habían estado intentando pescar toda la noche si pescar nada, pero por una orden de Jesús inmediatamente, según San Juan, pescaron ciento cincuenta y tres grandes peces (cf. Juan 21:11), y entonces Jesús recién resucitado les dijo: “Venid, comed” (Juan 21:12a).
Pero, en muchas iglesias, pero generalmente por falsos creyentes, aunque también por algunos sinceros creyentes, aquel Ágape o festín hacían de ello una ocasión para cometer abusos que no corresponden a la fe cristiana. Cuando el apóstol Judas Tadeo escribe su epístola hace mención de este problema ya ampliamente conocido pues se daba prácticamente en muchas iglesias. Él escribió: “Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente[1] con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados” (Judas 12). Esto es lo que también estaba ocurriendo en la iglesia de Corinto.
Hay que distinguir que el ágape o festín del amor no es lo mismo que la santa cena, sin embargo, con o sin ágape (esto es lo que hoy les voy a predicar:), los cristianos debemos evitar CONDUCTAS INAPROPIADAS para recibir dignamente la cena del Señor. / ¿Cuáles son las CONDUCTAS INAPROPIADAS que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor? / Basado en 1 Corintios 11:17ss, voy a predicarles acerca de algunas de estas CONDUCTAS INAPROPIADAS. Aunque la amonestación de no tomar la santa cena indignamente, se da a partir del versículo 27, antes de este versículo, San Pablo ya ha mencionado alguna de estas indignidades como CONDUCTAS INAPROPIADAS, como por ejemplo en los versículos 20 al 22.
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La primera CONDUCTA INAPROPIADA que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor, es:
I.- EL OLVIDAR LA NECESIDAD DE UNIDAD DE LA IGLESIA.
Observen nada más como el apóstol Pablo les exhorta diciendo: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. / Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. / Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? …” (1 Corintios 11:20-22a). El ágape, era más bien, como un preparativo para luego recibir la cena del Señor, sin embargo, la conducta que demostraban con el ágape, era suficiente para dejar bien claro y evidente qué es lo que ellos pensaban. Una de las razones porque desde que Jesús instituyó la santa cena, desde entonces se utiliza un solo pan y no dos, una sola copa y no dos ni más, es porque ello representa un solo Cristo, y una sola iglesia pues no hay dos ni más. La santa cena es una expresión de la unidad espiritual inquebrantable de la iglesia. Por eso, la santa cena en ningún lugar se celebra de manera individual y privada, y en todas las iglesias se ha tenido qué hacer a la hora convocada, cuando todos los que se propusieron asistir ya están presentes.
Pero, en Corinto, en cuanto a su manera de comer el ágape, fueron amonestados por San Pablo, quien les dice: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. / Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; …”. Al comer adelantándose, uno está olvidando la unidad de la iglesia. Si esa es su mentalidad cuando se entiende que se están preparando para recibir la cena del Señor, entonces, en realidad no estaban listos sino todavía indignos para recibir la cena del Señor. Es por todo esto que de entrada el apóstol Pablo les dice que: “no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor” (1 Corintios 11:17b). Y parte de “lo peor” que hacían, es precisamente su descuido con respecto a la unidad; por eso el apóstol les señala lo siguiente: “Pues, en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones” (1 Corintios 11:18). En su preparación para recibir la cena del Señor, era evidente que sus mentes y conducta reflejaban divisionismo antes que amor por la unidad de la iglesia.
Debido a la importancia de tener siempre presente el valor de la unidad de la iglesia, la instrucción del apóstol Pablo concluye insistiendo en lo siguiente: “Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. / Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio” (1 Corintios 11:33-34a). Es por eso que, en algunas ocasiones, con respecto a la cena del Señor, yo digo: reciba usted del pan y de la copa, y manténgalo en sus manos hasta que todos tengamos, y entonces participaremos juntos. Esto es un recordatorio de la importancia de la unidad representada por un solo pan y una sola copa, en un solo momento.
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La segunda CONDUCTA INAPROPIADA que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor, es:
II.- EL OLVIDAR EL CARÁCTER SAGRADO DE LA CELEBRACIÓN.
En la última frase del versículo 21, el apóstol Pablo señala dos de los problemas principales que ocurrían desde la celebración del ágape, que era un preparativo para pasar a la cena del Señor. San Pablo señala dos faltas de la siguiente manera: “y uno tiene hambre, y otro se embriaga” (1 Corintios 11:21b).
Aunque la comida común no era en realidad nada sagrado o sacramental, sino simplemente común como cualquier otra comida, para los corintios acostumbrados de la idolatría y paganismo común de su entorno, no veían mal el ir al ágape solamente por la comida, pero en ello demostraban la realidad de su corazón egoísta que solamente se ocupaba de sí mismos. Esto es lo que Jesús reprobó en Capernaum de Galilea cuando mucha gente le siguió un día después de que Jesús multiplicó cinco panes y dos peces, con los que alimentó a más de 5,000 personas. A ellos les dijo: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. / Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre” (Juan 6:26-27).
Otros no veían mal embriagarse en aquellos ágapes, y luego tomar la cena del Señor. Por eso San Pablo les dice: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. / Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga” (1 Corintios 11:20-21). Afortunadamente, hoy no tenemos este problema en nuestras iglesias, pero esto nos enseña que debemos estar preparados en santidad para recibir dignamente la cena del Señor.
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La tercera CONDUCTA INAPROPIADA que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor, es:
III.- EL MENOSPRECIAR A LA GENTE POBRE DE LA IGLESIA.
En cuanto a esto, podemos observar lo que San Pablo señala a los Corintios a partir de la segunda pregunta del versículo 22. Ahora les pregunta: “… ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo” (1 Corintios 11:22b-e). Tiene razón el apóstol cuando les ha dicho que si tenían hambre “¿no tenéis casas en que comáis y bebáis?”, porque en la casa uno puede comer lo que uno quiera si lo tienes, pero en la reunión de la iglesia donde están presentes los pobres también amados por el Señor, uno no puede darse el lujo de comer delante de ellos sin tomarles en cuenta. Por eso, les tiene que corregir diciéndoles: “… ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo”.
Con esta observación del apóstol Pablo, uno no puede desarrollar un corazón egoísta contra el hermano pobre y así acercarse a recibir la cena del Señor, especialmente con aquel que habiendo sido alcanzado por la gracia de la salvación de Dios se ha unido formalmente a la iglesia. San Pablo nos diría: “¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo”. Y Jesús mismo nos dice desde ahora, antes que nos lo diga en la eternidad: “en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40), y “en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mateo 25:45). El apóstol Pablo, nos recuerda que los pobres son la imagen de la pobreza de Cristo, tal como les dice acerca de Jesús a los mismos Corintios en su siguiente epístola: “que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
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La cuarta CONDUCTA INAPROPIADA que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor, es:
IV.- EL NO PROBARSE O EXAMINARSE A SÍ MISMOS.
Desde luego que las tres conductas anteriores inapropiadas, no son las únicas conductas inapropiadas que debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor. Es por eso que San Pablo, deja abierto a todos los creyentes, la necesidad de un auto examen de conciencia, diciendo en dos ocasiones, la primera al principio del versículo 28, y la segunda en al versículo 31, diciendo: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo” (1 Corintios 11:28a); y “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (1 Corintios 11:31).
Desde luego que nadie después de auto examinarse va a resultar inocente, siempre habrá una condición de nuestra naturaleza pecaminosa que estará causando alguna indignidad, sin embargo, la razón por la que el apóstol Pablo hace esta indicación es para evitar ser juzgados primero por los ojos y pensamientos de los demás, pero también por el juicio de nuestro Señor Jesucristo. Pero, para no caer en juicio delante del Señor, la decisión más oportuna que uno puede hacer es el de confesar nuestros pecados, y entonces ser perdonados, y así ya no habrá más juicio que uno tenga que esperar. Entonces, uno ya queda listo para recibir la cena del Señor. Es por eso, que en los cultos, y no puede faltar en un culto de comunión, se da un tiempo de oración de confesión de pecados, en el que cada quien, previo auto examen de su vida, puede hacer sus propias confesiones personales de pecado. Así que nadie debe recibir la cena del Señor sin probarse o examinarse a sí mismo, para darse cuenta que siempre hay algo o muchos pecados que tenemos que confesar. El propósito de esta observancia no es alejar a los creyentes de la mesa del Señor, sino prepararles para recibir digna y correctamente la cena del Señor.
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La quinta CONDUCTA INAPROPIADA que los cristianos debemos evitar para recibir dignamente la cena del Señor, es:
V.- EL NO DISCERNIR EL CUERPO DEL SEÑOR.
El apóstol Pablo, a los Corintios cuya conducta se hacía indigna de recibir la cena del Señor, muy claramente les dice: “Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (1 Corintios 11:29). En esta parte no voy a hablar de cómo funciona el juicio que menciona el apóstol Pablo, sino del discernir o no “discernir el cuerpo del Señor”. ¿Qué significa esta expresión? Una manera de ayudarnos a entenderlo es consultando lo que dicen otras traducciones también en español acerca de este versículo.
La Traducción en Lenguaje Actual, dice del “no discernir el cuerpo del Señor” que es participar de la cena del Señor: “sin darse cuenta de que se trata del cuerpo de Cristo” (TLA); la versión Dios Habla Hoy, dice que es recibir la cena del Señor: “sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor” (DHH). Estas traducciones en su conjunto, indican que se trata de “darse cuenta” o “fijarse” nuevamente no del pan ni de la copa ni de su contenido, sino de que Cristo dio su vida por nosotros los pecadores arrepentidos y ahora creyentes. Si no hay tal reconocimiento, al grado de que uno solamente come por comer, o bebe por beber, entonces no hay discernimiento de lo que el pan y la copa representa. Participar de esta manera, también es inapropiado, y a la vez indigno.
Otro significado de la expresión: “sin discernir el cuerpo del Señor” al recibir la cena del Señor, según la versión Palabra de Dios para Todos, es comer y beber: “sin considerar a los que forman el cuerpo del Señor” (PDT). Es lo que ya hemos observado, en parte, con respecto al no menospreciar a los pobres de la iglesia, y a todos los que se congregan en la misma iglesia.
Amados hermanos, recibir la cena del Señor no es solamente comer por comer, y beber por beber, y no tener ni sentido ni decisión de unidad en la asistencia, en la fraternidad, en el servicio, y en la misión de la propia iglesia a la que uno pertenece. Hay que estar meditando en la realidad de la presencia de Cristo acompañando el sacramento, e igualmente hay que recordar que los demás son parte de nuestra vida y familia, al ser nosotros uno con ellos, y ellos uno con nosotros, por el amor de Cristo.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, tanto el ágape o comida de amor, como la santa cena instituida por nuestro Señor, debían por aquellos cristianos del siglo I, y todavía deben ser practicados por nosotros en la actualidad para edificación personal como para edificación de otros. Por eso el apóstol Pablo, concluye su instrucción diciéndoles: “no os reunáis para juicio” (1 Corintios 11:34a). Celebrar la gracia de Dios debe ser una experiencia sagrada y edificante, pero solo lo será si uno lo hace con la conducta apropiada (1) con respecto al interés genuino de unidad de la iglesia, (2) con respecto a reconocer el valor sacramental de la cena, (3) con respecto al trato justo y con amor hacia los pobres de la iglesia, (4) con respecto al examinarse a uno mismo, y (5) con respecto al discernir el cuerpo de Cristo.
Por todo esto, cada creyente debe procurar que su experiencia en cada culto, en cada oportunidad de recibir la cena del Señor, sea una experiencia de “lo mejor”, y no “de lo peor”. Que en vez de que uno califique para juicio, uno sea edificado y fortalecido con la presencia de Cristo.
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[1] Deshonestamente, sin recato. Con cinismo, descaradamente. https://www.bibliatodo.com/Diccionario-biblico/impudicamente
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