EL DESAFÍO DE TRABAJAR PARA CRISTO RESUCITADO, Por: Diego Teh.

EL DESAFÍO DE TRABAJAR PARA CRISTO RESUCITADO.

Jueces 6:7-16; y 1 Corintios 15:21-58.

Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo de resurrección 21 de abril 2019, a las 09:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.

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Fue más breve que lo habitual por la presentación de la cantata: ¡Cuán Grande Amor!, de John W. Peterson, por el coro “Ebenezer” e invitados, cuya duración es de 50 minutos aproximadamente.

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Este sermón corresponde al número 17 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.

   INTRODUCCIÓN:  Desde que Dios creó al ser humano, según el relato del Génesis: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15).  Es decir, una de las funciones humanas sería trabajar, y por cierto no solamente seis días a la semana, sino siete días a la semana.  Los siete días se trabaja para la gloria de Dios.  Solamente que 6 días deben ser para los trabajos a través de los cuales recibimos el sustento personal y para la familia, con lo que también ayudamos a nuestro prójimo prestándole nuestro servicio. Pero, un día entero, uno de cada 7 días, al que comúnmente llamamos día de descanso, para nosotros no el séptimo sino el primero de cada semana, o sea el domingo, lo dedicamos total y exclusivamente para Dios.  Según nuestra Confesión de Fe de Westminster, dice al respecto que: “Este día de reposo se guarda santo para el Señor, cuando los hombres después de la debida preparación de su corazón y arreglados con anticipación todos sus asuntos ordinarios, no solamente guardan un santo descanso durante todo el día de sus propias labores, palabras y pensamientos acerca de sus empleos y diversiones mundanales; sino que también dedican todo el tiempo al ejercicio de la adoración pública y privada, y en los deberes de caridad y de misericordia”[1].

   El libro del Éxodo nos presenta un cuadro inicial de los israelitas sometidos a trabajar bajo esclavitud del reinado de un faraón egipcio.  En ese contexto, Dios envía a Moisés su profeta para que le dijera al faraón en no menos de diez ocasiones que dejara ir a los israelitas al desierto para que ellos le adoren o le sirvan.  Por fin, por la mano poderosa de Dios se llevó a cabo la libertad de los israelitas, pero muy pronto, en el desarrollo de la narración del libro del Éxodo, leemos que los israelitas se encontraban otra vez trabajando, pero ahora para Dios su libertador. Cuando Dios liberta ya sea de la esclavitud social, o ya sea del pecado, es para hacer al ser humano un esclavo o siervo pero de Él, porque Él va a poner al ser humano a trabajar para los propósitos de Él (de Dios); por eso, el mismo apóstol Pablo dice acerca de los creyentes: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, …” (Romanos 6:22a).  Esto vale la pena, porque diferente a la esclavitud social de los tiempos apostólicos, y diferente a la esclavitud del pecado, ser siervo de Dios es un privilegio y no un perjuicio contra nuestra libertad, sino que en servir a Dios uno encuentra la realización de su vida. La razón de ser “hechos siervos de Dios” al creer en Jesucristo, es porque Dios nos quiere ver trabajando para sus sublimes propósitos que tienen trascendencia eterna.

  Basado en nuestro texto de 1 Corintios 15, ahora les voy a predicar que: El que verdaderamente cree que Jesucristo resucitó, también trabaja para él de MANERAS muy distintivas. / ¿Cuáles son las MANERAS muy distintivas de trabajar para Jesucristo, de parte de quien verdaderamente cree que él resucitó? / En los versículos 21 al 58, el apóstol Pablo hace una exposición de algunas MANERAS distintivas de trabajar para Jesucristo como evidencia de que uno cree que él verdaderamente resucitó; pero en este mensaje, por el tiempo destinado a la cantata que se va a presentar en este momento, solamente voy a enfatizar una sola manera.

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   La primera MANERA distintiva de trabajar para Jesucristo, de alguien que verdaderamente cree que él verdaderamente resucitó, es:

I.- COMO SI CADA DÍA FUERA EL ÚLTIMO.

   En el tiempo de los jueces de Israel hay una historia muy linda con respecto a un hombre que, por amor a su familia y a su pueblo, arriesgó morir si era necesario para lograr un bien tanto para su familia como para su pueblo. Primero dice la historia que: “…sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. / Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. / Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. / De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián…” (Jueces 6:3-6).  Fueron 7 años bajo esta condición, que: “los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados” (Jueces 7:2, cf. v. 1).

   Pero, aquí viene lo relevante de la historia. Gedeón, un hombre trabajador y valiente que llegó ser uno de los jueces de Israel, quien viendo cómo los madianitas, los amalecitas, y otras tribus (cf. Jueces 7:12) al invadir su territorio les robaban todas sus cosechas, un día bajo riesgo de ser matado por los invasores, dedicó tiempo y arduo trabajo para esconder trigo. Al parecer, quizá mientras su padre Joás vigilaba, él: “estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas” (Jueces 6:11b).  Esto es estar dispuesto a hacer algo aun arriesgando la vida si es necesario. Es así como Gedeón arriesgando su vida trabajaba para su familia, y hasta para el bien de su pueblo.  Haciendo esto Gedeón, Dios envió a un ángel a decirle: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (Jueces 6:12b), “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (Jueces 6:16).

   Ahora, tomen nota de esto que dice el apóstol Pablo a los Corintios: “¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? / Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero” (1 Corintios 15:30-31).  Al decir el apóstol: “que cada día muero”, les estaba explicando a los Corintios que especialmente por predicar a Cristo resucitado, su vida al igual que la de todos aquellos que predicaban a Cristo, estaba en peligro de muerte.  Quienes los consideraban como fanáticos, locos e incluso como blasfemos, pero también por los resultados redentores que no les convenía a todos los movimientos de idolatría de aquellos tiempos, eran capaces de acabar con la vida de ellos, lo que intentaron no pocas veces con Pablo y sus consiervos de ministerio.  Así que el apóstol al concluir el día, aunque aquel día no le mataron, se da por muerto como si le hubiesen matado.

   Al estar vivo al día siguiente, entonces, era para él un privilegio volver a dedicar su tiempo y vida por la predicación de Jesucristo, por lo que cada día y a cualquier hora con peligro o sin peligro de muerte, no dudaba en explicarle a la gente que Jesucristo resucitó, y que él es el salvador de los pecadores.  Así que cada nuevo día en el que tenía que predicar a Cristo, lo hacía como si ese día fuese el último de su vida, pues no sabían en qué momento algún enemigo del evangelio podría acabar con sus vidas, pero si era necesario morir por Jesucristo estaba dispuesto a ello.  Es por eso que dice: “que cada día muero”, palabras que indican una entrega total de la vida para predicar a Cristo como si el día en curso sería el último de su vida.

   Es este tipo de personas como Gedeón y Pablo, trabajadoras y valientes, que Dios espera de aquellos que verdaderamente creen que su Hijo Jesucristo resucitó. La valentía, y el estar dispuesto a dar la vida por predicar el evangelio, es un distintivo de las personas creen que Jesucristo verdaderamente resucitó o fue resucitado como recompensa y evidencia de que su sacrificio fue aceptado por Dios para el perdón eterno de los pecados de quienes se arrepientan y crean en él. Fuimos creados para trabajar para los propósitos de Dios. Él nos ha hecho sus siervos. Cada día es una oportunidad y un privilegio de propagar el evangelio de Jesucristo quien vive para siempre.

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   CONCLUSIÓN:  Amados hermanos, hoy estamos presentes en este culto, no por tradición sino porque creemos que verdaderamente Jesús resucitó, y porque no desde ahora sino desde antes también estamos comprometidos con predicar el evangelio de Jesucristo quien resucitó y vive para siempre.  Solamente que, en este momento les recuerdo con este mensaje y con el texto apostólico de la palabra de Dios, que se requiere que proclamemos que Cristo vive para perdonar pecados, y para dar vida eterna con él a los que crean en él.  Nada nos debe impedir que prediquemos esto, aunque esto nos llegase a costar la vida.

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[1] Confesión de Fe de Westminster, Cap. 21, Parr. 8.

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