EL DESAFÍO DE USAR LOS DONES ESPIRITUALES
Éxodo 35:30-35; 36:1; y 1 Corintios 12:1-31.
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Elaborado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, para predicar el domingo 23 de junio 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Este sermón corresponde al número 23 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.
INTRODUCCIÓN: No hay creyente en Jesucristo que poseyendo en su vida al Espíritu Santo de Dios, no tenga por lo menos un don de su Espíritu Santo. Es más, a muchos creyentes, el Espíritu Santo nos provee más de un don a la vez, un conjunto de dones que juntos son útiles para llevar a cabo alguna obra específica. Pero es probable que hay algunos, si es que no muchos, que no saben que poseen dones espirituales, y lo que sería peor es que quienes sabiéndolo no lo usen para los fines que Dios espera. Entre los Corintios, llegó a suceder que no usaban para la obra de Dios los dones espirituales que habían recibido, y en muchos casos ni siquiera sabían que tenían dones espirituales. Es por eso que en el capítulo 12 de la primera epístola de Pablo a los Corintios, les dice: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios 12:1). Por eso, en esta predicación, pretendo animar a quienes teniendo varios o por lo menos un don del Espíritu Santo, y que no lo están usando, lo usen para servir a Dios en los objetivos de su obra que a nosotros nos ha sido encomendado. Para este fin, titulé la predicación de este momento, como: EL DESAFÍO DE USAR LOS DONES ESPIRITUALES.
Lo que específicamente les voy a predicar en este momento es que: Todos los creyentes en Jesucristo, para compartir el evangelio, debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo. / ¿Por qué todos los creyentes debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo para compartir el evangelio? / A través de 1 Corintios 12, el apóstol Pablo nos enseña las RAZONES por las que todos debemos usar los dones espirituales para compartir el evangelio.
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La primera RAZÓN por la que debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo, para compartir el evangelio, es:
I.- PORQUE TODA OBRA DE DIOS NECESITA DONES DEL ESPÍRITU.
Según nuestra lectura de Éxodo 35, Moisés explica a los israelitas cómo Dios hizo aptos a dos hombres, uno llamado Bezaleel, y el otro Aholiab. Con respecto, a estos dos, les dice: “Mirad, Jehová a nombrado a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; / y lo ha llenado del Espíritu de Dios, …” (Éxodo 35:30b-31a). Lo que en esta frase importa no es de quién es hijo, ni a qué tribu pertenece, sino los detalles que describen, primero que Bezaleel fue “nombrado” por Jehová, y segundo que “lo ha llenado del Espíritu de Dios”. Y, además, dice de Bezaleel, pero al mismo tiempo con respecto de Aholiab: “Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab, hijo de Aisamac, de la tribu de Dan; …” (Éxodo 35:34). Igual, en este dato, lo que menos importa es de quién es hijo, y de qué tribu es, sino lo que importa es el comunicado de que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13), haciendo que una persona que nunca ha sido maestro de algo, ahora quiera y se proponga “enseñar”. Desde luego, que esta decisión no nació de sí mismos sino del don que les fue entregado por Dios mismo.
Esto es lo que también ocurre con nosotros los cristianos cuando somos llamados a la salvación. Recibimos, lo que el Nuevo Testamento llama ser: “llenos del Espíritu Santo” (cf. Hechos 2:4; 4:31; 6:3; 13:52). Esto viene a ser como nuestro nombramiento a una labor qué tenemos que realizar en la actual obra redentora de Dios. En el caso de Bezaleel, esa llenura del Espíritu de Dios, consistió “en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éxodo 35:31b), para hacer una gran diversidad de trabajos necesarios para la construcción del tabernáculo que Dios ordenó que se hiciera para su adoración. Aunque para Bezaleel y Aholiab, fueron dones especiales para llevar a cabo trabajos materiales que van desde diseños hasta invenciones, fue necesaria la provisión de los dones correspondientes. Igualmente, a nosotros, es el mismo Espíritu de Dios quien nos provee los dones espirituales que poseemos todos los cristianos para llevar a cabo tanto los trabajos materiales como los trabajos propiamente espirituales necesarios en la obra de Dios que esencialmente tienen el objetivo de guiar a otras personas para conectarse con Dios y edificarse en él por medio de Jesucristo para adorarle y servirle.
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La segunda RAZÓN por la que debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo, para compartir el evangelio, es:
II.- PORQUE TODOS TENEMOS POR LO MENOS UN DON ESPIRITUAL.
En los versículos 7 al 11, podemos observar que en el versículo 7 al comenzar a describir cómo el Espíritu Santo entrega sus dones a los creyentes, dice: “Pero a cada uno…”. No dice: Pero a algunos, sino dice: “a cada uno”. Y en los siguientes versículos, a partir del versículo 8, describiendo esta dádiva especial que cada uno recibe, dice: “a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría”, y luego comienza a usar la expresión: “a otro”. A partir de la segunda parte del versículo 8 dice: “a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu” (1 Corintios 12:8b). Pasando al versículo 9, en dos ocasiones usa frase “a otro”, diciendo: “a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu” (1 Corintios 12:9). Y, en el versículo 10, en cinco ocasiones usa la expresión “a otro”, diciendo: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas” (1 Corintios 12:10).
En el versículo 11, concluye diciendo: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11). Con estas palabras enfáticas y repetitivas, “a cada uno”, “a este”, y “a otro”, el apóstol Pablo reafirma que todos los creyentes reciben o recibimos por lo menos un don espiritual para usar según las necesidades específicas que Dios sabe se necesita cubrir en cada lugar donde se tiene que llevar a cabo la ministración del evangelio, y la salvación de personas. Eso sí, no es el don que uno quiera o el que más te guste, sino “como él (como Dios) quiere”. Lo que nos debe quedar claro es que no hay creyente que no esté dotado de algún don espiritual. Usted no puede decir que no puede hacer nada para la gloria de Dios, pues todos somos dotados de algún don espiritual. Y aunque todos tengamos cada quien por lo menos un don espiritual, no hay sobrecupo de dones, sino todos los dones de todos los creyentes, son al mismo tiempo necesarios para lograr que la obra de Dios sea edificada en cada lugar donde haya una congregación de creyentes. En este caso, son necesarios los dones de todos y “cada uno” de nosotros que formamos parte de esta amada iglesia. Usted tiene qué descubrir y cultivar el desarrollo de su don; y aquí estoy junto con otros hermanos para ayudarle a descubrir su don o sus dones espirituales.
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La tercera RAZÓN por la que debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo, para compartir el evangelio, es:
III.- PORQUE CON LOS DONES HACEMOS EFICAZMENTE NUESTRO MINISTERIO.
Cuando Dios llama a una persona para salvarle de la condenación eterna, al mismo tiempo, idéntico como ocurre en las instituciones, Dios hace un nombramiento a cada hijo suyo para llevar a cabo una contribución de trabajo, aunque uno no tenga conocimientos previos acerca de ese trabajo, pero cuando esta persona se proponga hacer el trabajo que le es encomendado, este lo hará de manera efectiva y eficaz por que Dios le llena con su Espíritu Santo con las capacidades necesarias. Esto fue lo que sucedió con los apóstoles, especialmente con Pedro y Juan, quienes, mientras predicaban que no hay otro nombre bajo el cielo en el cual uno puede ser salvo, sino solamente en el nombre de Jesús, según lo relata San Lucas, que la gente: “viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13).
Cuando alguien intenta imitar con sus propias ideas, imaginaciones, invenciones, innovaciones, la realización de algo que se supone es para favor de la obra de Dios, sin tener el correspondiente don de Dios, tal proyecto está destinado al fracaso. No puede ser prosperado por Dios. Pero, cuando Dios provee los dones espirituales necesarios, hasta la persona que aparentemente no cuenta con el perfil y que nadie lo acredita para ello, su labor será exitosa en lograr beneficios para la obra de Dios.
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La cuarta RAZÓN por la que debemos usar el don o los dones espirituales que hemos recibido del Espíritu Santo, para compartir el evangelio, es:
IV.- PORQUE CON LOS DONES FORTALECEMOS NUESTRA UNIDAD.
Lamentablemente hay creyentes que piensan como hipotéticamente lo ilustra el apóstol Pablo, quien, comparando con un cuerpo humano, el uso de los dones, dice que: “Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? / Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?” (1 Corintios 12:15-16). Estas personas piensan que no son parte de la iglesia, y aunque hayan recibido algún don de Dios, no lo usan para bendecir a otros creyentes, pues no sienten ser parte de los demás. Estas personas no están conscientes de la necesidad de unidad en la misión de la iglesia.
Hay también quienes piensan que los que actualmente están sirviendo con sus dones en la iglesia y por medio de ella, son todos los que deben estar al frente del liderazgo de servicio, por lo que los dones y ministerios ya están completos, y entonces por ello no hay necesidad de uno más, pero la realidad no es así. A estos dice el apóstol Pablo: “Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?” (1 Corintios 12:17). En toda iglesia como en esta, siempre hay cupo para complementar los dones y ministerios de los demás creyentes. A nuestra iglesia, en sentido metafórico, podría estarle faltando el ojo, o el oído. Podría ser usted que no ha querido hacerse miembro de la iglesia, o que no ha querido usar su don a favor de los demás. Si usted usa su don o sus dones en los proyectos, planes, y trabajos que tenemos como iglesia, usted estará fortaleciendo nuestra unidad.
En las iglesias (espero que no estén aquí) también hay personas, que arbitrariamente no aceptan que otros creyentes cuyas vidas están en orden, ejerzan los dones que han recibido para edificación de la iglesia. Obviamente, es necesario hacer las cosas “con orden” (cf. 1 Corintios 14:40), pero como explica el apóstol Pablo en el versículo 21: “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Corintios 12.21). Es una realidad que todos nos necesitamos mutuamente, por lo que no podemos excluir arbitrariamente a otros a quienes Dios les ha concedido algún don, a menos que estén bajo un proceso disciplinario de restauración. El no rechazar los dones espirituales de otros, es contribuir con la unidad del ministerio de la iglesia.
Amados hermanos, quienes piensan negativamente: Yo tengo un don, pero no lo voy a compartir en la iglesia; o que, la iglesia está completa y no necesita el don que yo tengo; o que, no queremos que alguien más venga a nuestra iglesia a hacer lo que sabemos hacer; no están enfocados en contribuir a la unidad con la que la iglesia debe realizar su misión. Y, cuando en una iglesia no se usan los dones espirituales, sino cada quien por su propio esfuerzo humano hace lo que le parece necesario hacer, la iglesia comienza a tener problemas que evidencian su falta de unidad; pero cuando los dones están activos, la iglesia fortalece su unidad en la realización de su misión, y entonces hay menos problemas, y más trabajo y resultados.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, desde que ha existido alguna obra de Dios que llevar a cabo, Dios siempre ha tenido que proporcionar sus dones para que sus hijos realicemos la tarea correspondiente. Fue verdad para los israelitas que recién liberados de Egipto pudiesen construir un tabernáculo estando en el desierto, y sigue siendo verdad para la obra de proclamación del evangelio que ahora llevamos a cabo como iglesia. Dios siempre provee los dones necesarios, y “cada uno” de nosotros debe haber recibido por lo menos un don, no para nuestro uso exclusivo, ni para conservarlo sin usarlo, sino para usarlo para la gran comisión que nos ha sido encomendada.
No hay mejor manera de ser efectivos y eficaces en el cumplimiento de nuestro ministerio si no es mediante el uso de nuestros dones, pues hacer o intentar hacer algo para la obra de Dios sin sus dones, estaríamos haciendo cualquier obra humana, menos la de Dios, por lo que sería un fracaso que no lograría alcanzar personas para salvación, ni cumplir la misión de Dios en general.
Igualmente, no olviden que según nuestra declaración de misión: Somos una iglesia que en unidad proclama el evangelio, etc…, por lo que, para fortalecer nuestra unidad, por favor, todos usemos los dones espirituales que hemos recibido. Nadie se excluya de usar sus dones para llevar a cabo nuestros ministerios como iglesia. La obra de Dios no es asunto de solamente algunos, sino como ya hemos visto por medio de la palabra de Dios, es asunto de “cada uno”.
Que el poder de Dios nos impulse a no ocultar el don o los dones de Dios que hemos recibido.
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