EL DESAFÍO DE HACER TODO CON AMOR
Salmo 119:97-104;
1 Corintios 12:31; 13:1-13.
.Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 30 de junio 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán, en el marco de una Acción de Gracias por la graduación de estudiantes de todos los niveles.
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Este sermón corresponde al número 24 de la serie: DESAFÍOS PARA LA IGLESIA, basado en la Primera epístola de San Pablo a los Corintios.
INTRODUCCIÓN: El apóstol Pablo antes de hacer una gran explicación en 1 Corintios 13 acerca de la preminencia del amor aun sobre los dones y mejores dones que un creyente pueda poseer, dice: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31). Y es entonces que comienza a mostrar lo importante que es el incluir amor en todo lo que un cristiano hace para Dios y para otras personas. Y al concluir su explicación acerca de la preminencia del amor, San Pablo enfatiza: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).
A la luz de la palabra de Dios, si en la vida cotidiana hacemos cosas extraordinarias, y aun si gracias a nuestra relación con Cristo servimos impresionantemente a la causa del evangelio con el poder de los dones espirituales que recibimos, aun con todo ello podríamos no agradar a Dios ni a nuestros semejantes, si no usamos el don mayor y más excelente del que no estamos desprovistos, sino que especialmente los hijos de Dios ya lo poseemos.
Hoy que nos ha correspondido leer el texto bíblico que enfatiza la excelencia y grandeza del don del amor, lo que en resumen voy a predicarles es que: Por RAZONES prácticas, el amor es el don más excelente y mayor entre todos los dones de Dios que nos capacita para hacer todo con amor. / ¿Cuáles son estas RAZONES prácticas por las que el amor es el don más excelente y mayor entre todos los dones de Dios que nos capacita para hacer todo con amor? / Basado especialmente en 1 Corintios 13, pero también en su contexto inmediato, les compartiré algunas de las RAZONES que expone el apóstol Pablo.
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La primera RAZÓN práctica por la que el don del amor es el don más excelente y mayor que nos capacita para hacer todo con amor, es:
I.- PORQUE CON ELLO EVITAMOS LA HIPOCRESÍA.
Si hay algo que Jesús reclamó en su tiempo a los fariseos es la hipocresía. En Mateo 23, duran una sola predicación, Jesús, no menos de 7 veces se tuvo que dirigir a los fariseos para diciéndoles: “escribas y fariseos, hipócritas” (Mateo 23:13,14,15,23,25,27,29); a quienes les hizo ver de qué manera eran hipócritas. Y en todos los casos, tuvo que ver con hacer algo, sin amor hacia el prójimo e incluso hacia Dios mismo. De todas las amonestaciones que Jesús les hizo a los fariseos, les comparto esta en la que les dijo: “Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23). Solamente con esto, queda claro que hasta cumplir solamente con las cosas propiamente de la fe en Dios que tienen que ver con adorarle y obedecerle a Él, si ello no se hace con amor al mismo tiempo a Él y al prójimo, aquello que uno hace no es suficiente para agradar a Dios.
En 1 Corintios 13, el apóstol Pablo, resaltando lo valioso y poderoso que es el solo hecho de tener fe en Jesucristo y en lo que Dios puede hacer por medio de nuestra vida, explica: “y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 12:2b). Esto lo dice, con el fin de que cuando ejercemos la fe, los cristianos no seamos al mismo tiempo hipócritas por falta de amor. Lo que hacemos como obra de nuestra fe, sea al mismo tiempo obra de nuestro amor. El amor, es el don más excelente y mayor que nos capacita para hacer todo sin hipocresía.
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La segunda RAZÓN práctica por la que el don del amor es el don más excelente y mayor que nos capacita para hacer todo con amor, es:
II.- PORQUE CON ELLO EVITAMOS EL PROTAGONISMO.
Volvemos al caso de los fariseos. En la ocasión que Jesús enseñó a sus discípulos a orar, primero les dijo: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; …” (Mateo 6:1a). Este es el problema de mucha gente, que al hacer algo, lo único que quiere es que sea vista por los demás. Y luego, una de las instrucciones que dio a sus discípulos con respecto a la oración, fue la siguiente: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; …” (Mateo 6:5ab); o sea, hay que evitar hacer hasta las cosas propias de la fe cristiana solamente para ser vistos. El cristianismo y sus obras son para dar testimonio, y obviamente uno va a ser visto y lo que hacemos será conocido y sabido por otros, pero no es que intencionalmente queramos llamar la atención para que la gente centre su atención en nosotros, a tal grado que no puedan mirar el amor de Dios en lo que hacemos. En el caso de las oraciones, obviamente, hay oraciones que tienen que ser públicas, como las que hacemos en nuestros cultos, pero la finalidad no es la intención de querer “ser vistos”.
Entre las parábolas usadas por Jesús en sus enseñanzas, en una ocasión usó una que tiene que ver con la oración de los fariseos, la cual relató así: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; / ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano” (Lucas 18:11-12). Este hombre solamente quería ser visto mientras oraba, y que la gente sepa quién es él. Solamente quería hacer protagonismo que demuestra que lo que él hacía incluso para Dios, no era con amor ni por amor. Pero, en el mismo templo donde este fariseo hizo su oración estaba un publicano haciendo también su oración, del cual dijo Jesús: “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 8:13). Este sí no hacía protagonismo para llamar la atención. La conclusión de Jesús fue: “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 8:14). El protagonista solamente es una persona que se enaltece, y si aun en su oración hay enaltecimiento por su protagonismo, este no alcanza justificación, sino que la consecuencia de su propia conducta lo hará ser finalmente un hombre humillado. Es por esto que ningún cristiano debe hacer protagonismo en todo lo que hace, porque eso indica falta de amor, desagrado a la voluntad de Dios.
Según San Mateo, casi tres años después de haber enseñado Jesús a sus discípulos a orar no para ser vistos, se volvió a referir a los fariseos en una de sus predicaciones ante mucha gente que le escuchaba, diciendo: “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; / y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, / y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí” (Mateo 23:5-7). Obviamente, una actitud de hacer algo para ser visto, no está cargado de amor.
En 1 Corintios 13, el apóstol Pablo, recalca que la actitud de hacer algo solamente para ser visto, es una evidencia del sobrado egoísmo de una persona, y le notoria falta de amor, y por lo tanto no cumple con lo esperado por Dios. Por ejemplo, San Pablo, ilustrándolo en primera persona, dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. / […] / Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:1, 3). Hasta las más aparentes heroicas acciones de alguien que piensa que las hace por devoción a Dios, aun cuando finalmente sus acciones resulten en beneficio de otras personas, si tales acciones no fueron hechas con amor, Dios no se agrada de lo que hemos hecho. Lo mismo puede ocurrir cuando usamos los dones que Dios nos da para llevar a cabo su obra como iglesia. Un don usado sin amor, no cumple bien su propósito. Es por eso que el apóstol concluye el capítulo 12 diciendo: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31), refiriéndose al amor excelente del amor. Nuestros hechos no son para hacer protagonismo haciendo que la gente centre su atención en nosotros, sino en expresar amor en todas las cosas que hacemos, porque hacer así es lo que agrada a Dios.
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La tercera RAZÓN práctica por la que el don del amor es el don más excelente y mayor que nos capacita para hacer todo con amor, es:
III.- PORQUE CON ELLO EVITAMOS EL ENVANECIMIENTO.
Uno de los problemas que adoptan algunas, si es que no muchas personas, es el envanecimiento por causa de algo. Envanecerse, es adquirir y poner en práctica un sentimiento de orgullo o vanidad. En la primera epístola del apóstol Pablo a los Corintios, hay una alerta con respecto a la adquisición de conocimiento. Hoy que es un día en el que públicamente los que se gradúan en algún nivel de estudios, dan gracias a Dios, juntamente con nosotros, por su notable progreso en la adquisición de conocimientos y competencias, es importante que lo hagan y se mantengan así, con un profundo sentido de humildad. Crecer en conocimiento tanto acerca de Dios como acerca de los estudios que realizan en la escuela, no es malo sino todo lo contrario. Lo malo es que uno se sienta y se demuestre envanecido, e incluso por ello menosprecie a otros por causa de su distinguido conocimiento. San Pablo, le llama envanecimiento a esta actitud. A un grupo de cristianos de Corinto que demostraban envanecimiento solo por haber aprendido algunas verdades de algunas doctrinas del evangelio, les dijo: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica. / Y si alguno se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debe saberlo” (1 Corintios 8:1b, 2). El apóstol se refiere al envanecimiento, u orgullo, o vanidad que el conocimiento podría generar en el corazón de un estudiante o de un discípulo, como algo que es contrario al amor, porque el envanecimiento de una persona no edifica ni a otros ni a uno mismo, sino al contrario daña a la misma persona convirtiéndole en una persona con un carácter frío hacia los demás. Estimados estudiantes, que a ninguno de ustedes les sorprenda el envanecimiento.
En 1 Corintios 13 también hay un ejemplo acerca de esto en el versículo 2, después de la frase que es más eclesiástica que dice: “Si tuviese profecía”; la frase que sigue que está conectada con el “Si” del principio, y que está más relacionada con cuestiones de conocimiento, dice: “y (si) entendiese todos los misterios y toda ciencia, […] y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2). Esto puede darse con respecto a conocimientos que adquirimos no solamente en las escuelas de nuestro sistema educativo nacional en cualquier nivel, sino también puede darse con respecto al conocimiento de la gracia de Dios que aprendemos tanto en nuestros devocionales personales, como en las aulas de nuestra Escuela de Formación Cristiana. Hay cristianos que se envanecen hasta con el conocimiento de Dios que aprendemos en la misma iglesia. Eso, es el resultado de una falta de cultivo del don del amor que Dios ha derramado en nuestros corazones.
Amados estudiantes, pasantes, y hasta ya titulados, tengan cuidado que por el conocimiento que ustedes ya tienen, que no menosprecien a otros, y con lo que saben no eviten servir a los que no saben o no pueden hacer lo que ustedes ya saben hacer. Eso sería falta de amor. Sean humildes. Tengan cuidado de no envanecerse, porque si lo que uno hace expresa amor, según 1 Corintios 13, al final del versículo 4, dice que el amor “no se envanece” (1 Corintios 13:4). Y retomando, lo que hemos leído en 1 Corintios 8:1b, el amor “edifica”, construye la vida de otras personas como la de nuestra familia, de nuestra iglesia, y de la sociedad en la que vivimos.
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CONCLUSIÓN: Para ir concluyendo. Un escritor, aunque no cristiano, dice: Es bello entregar el amor a la mujer amada, al amigo querido, al trabajo que te apasiona, a las plantas a las que cuidas, a la comida que haces, a los animales que cuidas; en definitiva, entregar amor a Dios sobre todas las cosas…[1] Pero, nosotros los cristianos, debemos tener mucho más la convicción práctica de querer intencionalmente compartir amor en todo lo que hacemos, porque no estamos abandonados a ingeniarnos cómo expresarlo, pues es una realidad que el amor de Dios, “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5).
Hoy, todos los que estudian, o que se están graduando de todos los niveles académicos, todos los que trabajan, y hasta los que solo viven para su hogar, y todos los creyentes dotados de dones espirituales en esta iglesia de Dios, cultivemos la práctica de expresar amor con nuestras palabras y con nuestros hechos, comenzando con nuestra propia familia, y luego hacia los demás, no sea que seamos hallados amando a otros, pero no amando a nuestra propia familia. Sería la peor hipocresía, protagonismo, y envanecimiento de nuestra vida. Seamos como Jesús lleno de amor por la humanidad y por nosotros en particular.
Y como un detalle final, quizá tomando en cuenta que los varones somos menos expresivos de amor, el apóstol Pablo, entre las palabras finales de su primera epístola a los Corintios, dirigiéndose específicamente a los varones cristianos, dice: “… portaos varonilmente, y esforzaos. / Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16:13b, 14). Así que hacer todo con amor es también nuestro desafío cristiano.
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[1] Ventura, Pla; Vivir sin amor…; http://www.facundocabral.info/rincondepla-texto.php?Id=347 (Quinto párrafo).
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