LO QUE TE PIERDES CUANDO NO VAS AL CULTO, Por: Diego Teh.

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LO QUE TE PIERDES CUANDO NO VAS AL CULTO

 Juan 20:19-29.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Siervos de Jesús” de Celestún, Yuc; el día sábado 26 de Abril del 2014; a las 18:30 horas; a una semana después del domingo de resurrección.

 

    INTRODUCCIÓN: En la escuela se nos pasa lista, en la sociedad de padres de familia se nos pasa lista, en las reuniones ordinarias de negocios de toda asociación a la que pertenecemos se nos pasa lista. No hay institución debidamente constituida que no haga pase de lista a sus miembros.   Incluso en la iglesia a usted se le pasa lista en las reuniones congregacionales cuando hay elecciones de oficiales, y cuando se tiene que tratar asuntos de vital importancia.  En las reuniones de las organizaciones de la iglesia, en las del Honorable Consistorio, en las de la Honorable Junta de diáconos se hace pase de lista.  Y hasta en el cielo mismo (también llamado “La Nueva Jerusalén), habrá pase de lista porque “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27), y San Juan nos dice que: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15).   Así que el pase de lista es importante en todo lugar para que en la escuela el maestro sepa que enseñanzas han descuidado aprender sus alumnos; para que en las sociedades de padres de familia se vea quienes no supieron que acuerdos se tomaron; para que en las iglesias se vea qué oportunidades de adoración, edificación, y servicio han desaprovechado los creyentes, y entonces motivarlos a retomar sus deberes para con Dios.

    En nuestro texto observamos que el mismo día de la resurrección de Jesús (el primer día de la semana, o sea, domingo), cuando él visita sorpresivamente a los diez discípulos reunidos, San Juan hace un pase de lista con la mirada para indicarnos que Tomás no se encontraba entre ellos (Juan 2:1ss, 19ss) sino hasta la siguiente semana (también el primer día de la semana, o sea, también domingo) cuando Jesús los vuelve a visitar en el mismo lugar (Juan 20:26ss).   Pero, una enseñanza que se desprende de este episodio bíblico es que cuando un creyente no está presente en las reuniones de los discípulos, el creyente pierde privilegios divinos que los que están presentes sí reciben para su propia edificación espiritual.  // ¿Cuáles son los privilegios divinos que un creyente pierde cuando no está presente en las reuniones de los discípulos?  //  En este mensaje, y basado en nuestro texto bíblico, les presentaré algunos de los privilegios que un creyente pierde por no estar presente en la reunión de los discípulos, precisamente el día domingo, el día que los discípulos celebramos semanalmente la resurrección de Jesús.

    El primero de los privilegios que un creyente pierde al no reunirse con los discípulos el primer día de la semana (o sea, el domingo), es:

I.- LA BENDICIÓN QUE SE RECIBE EN EL CULTO.

   En la primera visita de Jesús a los discípulos, sus primeras palabras a ellos fueron: Paz a vosotros”, (Juan 20:19), y durante la misma visita se las repite una vez más diciéndoles “Paz a vosotros” (Juan 20:21).   Estas palabras son palabras de bendición que hacen su efecto en el corazón del ser humano que por los afanes de la vida se encuentra preocupado, desesperado, o confundido.   Los discípulos se encontraban confundidos tras no saber dónde estaba su maestro, sino solamente habían recibido por la mañana la noticia de que había resucitado; sin embargo para algo se habrán reunido aquella noche dominical.  Escuchar aquellas palabras eran más que un saludo, sobre todo cuando se dan cuenta que quien se las pronuncia es Jesús mismo.   El detalle a observar aquí es que quien se perdió estas palabras de bendición es Tomás, por no estar en la reunión de los otros diez discípulos.   A la siguiente semana, Jesús se presenta de nuevo entre los ahora once discípulos, ya con Tomás presente, y Jesús les repite la misma bendición: “Paz a vosotros” (Juan 20:26).

    El culto dominical de nuestra actualidad es igual en contenido.   Desde que usted llega no hace falta un hermano(a) que en nombre de Jesús le expresa a usted junto con un saludo de manos y/o de beso, un “Dios te bendiga”.  Estas palabras no son huecas ni inútiles, porque cuando el nombre de Dios es invocado por un creyente a favor de otro, Dios toma en cuenta tal divino y santo deseo, y si el oyente está en obediencia a Cristo, Dios hará efectiva sus bendiciones a favor de esta persona.  //  También como parte del culto, el pastor como ministro de la palabra y de los sacramentos, pronuncia al final del culto como despedida de la reunión, una bendición generalmente conocida como bendición apostólica o pastoral, que igualmente no son palabras huecas ni inútiles, cuya eficacia no depende del ministro que las expresa sino del nombre que es invocado: Del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.   //   Por lo general estas bendiciones se dan el día domingo, el día del Señor, el día que se espera que el creyente tenga en alta estima para dedicar a su Salvador y Señor, en reconocimiento de su resurrección.   Pero lamentablemente, pienso que no muchos, sino solamente algunos prefieren dedicar este día a sus conveniencias personales, a sus fiestas familiares, a sus recreaciones personales en la playa, en los festivales públicos, en los zoológicos, etc… menospreciando el valor de las expresiones de bendición que solamente podemos recibir en la reunión de los discípulos de Jesús.

    Amados hermanos, valoremos la importancia de anhelar la bendición de Dios que nuestros hermanos invocan a nuestro favor cuando nos reunimos como iglesia para dar culto a nuestro Dios; valoremos la importancia de recibir la bendición que nuestros hermanos ministros de la palabra y de los sacramentos expresan a favor de nosotros cada vez que acudimos a la casa del Señor en los momentos de culto.   No descuide usted su asistencia a la reunión de los discípulos, andando en el día del Señor, como Tomás, lejos de la reunión de los creyentes, porque eso hace que usted se pierda las palabras de bendición que se expresan a nuestro favor para nuestra edificación en la fe.

    El segundo de los privilegios que un creyente pierde al no reunirse con los discípulos el primer día de la semana (o sea, el domingo), es:

II.- EL GOZO DE TENER A UN JESÚS QUE ESTÁ VIVO.

   San Juan nos dice lo siguiente: “Y cuando les hubo dicho esto (la bendición), les mostró las manos y el costado.   Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Juan 20:20).   Qué precioso resultado en la vida de un ser humano que a veces la vida solamente le causa problemas y tristezas.  No hay duda de que se encontraban tristes por no tener físicamente a Jesús entre ellos, pero el poder ver a Jesús vivo recién resucitado, en medio de ellos, era de esperarse que se regocijaran.   Pero el problema estuvo con Tomás quien en vez de estar presente con los discípulos y regocijarse juntamente con ellos, ¿quién sabe en dónde andaba, y con quiénes?   En vez de regocijarse con los demás, se pasó ocho días de dudas, hasta que por la gracia de Jesús, se le aparece a Tomás para ayudarlo a eliminar sus dudas aunque sea primero por la evidencia y no por la fe.

    El día de hoy, como en cada reunión nos reunimos ante Dios, ante Jesús nuestro Salvador, porque creemos que él está vivo, que él no quedó atrapado ni por la muerte ni por el sepulcro.   Nuestro corazón no puede quedar agobiado, deprimido porque hay un motivo real: Jesús está vivo, no es un dibujo solamente en un papel, no es solamente un muñeco de yeso llamado “El Divino niño”, no es un Jesús presentado todavía clavado sobre una cruz.   Amo presentar una cruz sin Jesús crucificado porque él no está en una cruz.   Él vive y ese es nuestro gozo.

   Amados hermanos, Jesús nuestro Salvador y Señor, está vivo.  Aunque es verdad que su presencia le acompaña a usted a dondequiera, también es cierto que él se hace presente en las reuniones de cada iglesia local, de cada grupo grande o pequeño para recibir la honra, gloria, poder, y alabanza que él merece recibir.  Pero el hecho de reconocer que Jesús realmente vive, y que realmente está presente en nuestro corazón y en el culto, es motivo de gozo y regocijo profundo que da esperanza a nuestra vida, porque como dice aquel antiguo estribillo: “No puede estar triste un corazón que tiene a Cristo”, pues aún en las adversidades más inoportunas que nos afligen, desde lo más profundo de nuestro ser donde Cristo mora y reina, aflora el gozo porque Cristo nuestra esperanza vive.

    El tercero de los privilegios que un creyente pierde al no reunirse con los discípulos el primer día de la semana (o sea, el domingo), es:

III.- LA COMISIÓN DE SER MISIONEROS DE JESÚS.

   San Juan nos relata que después de haberlos bendecido dos veces en aquella primera visita de Jesús, luego les dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío.   Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:21b, 22).   El motivo de la visita de Jesús no fue solamente para bendecirlos con palabras, ni solamente para edificarlos con su presencia real entre ellos, ni solamente para darles el Espíritu Santo y sus dones, sino para comisionarlos a extender su glorioso evangelio dotándoles de las herramientas divinas para cumplir eficazmente sus labores.  Esto no lo podrían hacer si no reciben el poder del Espíritu Santo.  Jesús les recalca que él fue el enviado, o sea, misionero de Dios, y que ahora, los discípulos son enviados, o sea, comisionados como misioneros de Jesús, pero Tomás por no estar reunido con los discípulos se perdió en su primera oportunidad esta preciosa comisión que ni aún los ángeles del cielo han sido privilegiados para proclamar a Jesús.

    Amados hermanos, un discípulo, por no acudir a la reunión de la iglesia los domingo y otros días, se pierde los avisos de la iglesia (que deben ser no intereses personales sino los de Jesús), los cuáles nos informan los deberes a los cuáles somos enviados durante los días siguientes después del culto. Menos mal si el hermano que quizá por fuerza mayor no pudo ir al culto se interesara por averiguar que avisos o comisiones se dieron a la iglesia, pero por lo general ni averiguamos, y lo peor es que muchos no tienen ni siquiera el deseo de ser comisionados para hacer algo.   Jesús vivo y presente en el culto, tiene esa función de comisionar una y otra vez al adorador para ir de nuevo y seguir haciendo discípulos.

    El cuarto de los privilegios que un creyente pierde al no reunirse con los discípulos el primer día de la semana (o sea, el domingo), es:

IV.- LA FE QUE VIENE POR EL OIR DE JESÚS.

   San Juan nos relata que los diez discípulos le dijeron a Tomás, “Al Señor hemos visto”, pero tan lamentable fue su respuesta que demuestra incredulidad, pues según Juan Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, NO CREERÉ” (Juan 20:25).   Aquí podemos observar que los demás discípulos no tuvieron que pasar por esta situación de poner en duda lo que era una realidad, pues reunidos en el día correcto, en el lugar correcto, y en la hora correcta fueron privilegiados para que físicamente fueran testigos de esta agradable experiencia que Tomás por andar quién sabe en dónde, no pudo disfrutarlo.  Para quienes no tengan el privilegio de verlo, la regla es que con solamente oír de Jesús deberían creerlo, pues eso hace que en ellos, y en este caso también a nosotros, funcione la fe y no la vista, como dice el apóstol Pablo a los Romanos que “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Romanos10:17), pero Tomás prefirió usar la vista y el tacto, mas no la fe, generándose en sí mismo una fuerte duda acerca de la realidad de la resurrección de Jesús.

    Amados hermanos, la palabra de Dios todavía tiene muchas cosas que se deben solamente creer porque no es el momento de poder ver su cumplimiento real, sin embargo hoy estamos más informados que las promesas de Dios en el pasado siempre se fueron cumpliendo al pie de la letra.  Este proceder fiel de Dios de cumplir sus promesas debe ser nuestro motivo para no decir como Tomás “si no viere… no creeré” (Juan 20:25), pues el método de Jesús es “no te he dicho que si creyeres, verás…” (Juan 11:40).  Crea usted y luego verá que es cierto.  No hay fraude.   Toda la palabra de Dios es “Palabra fiel y digna” (1 Timoteo 1:15).   No se pierda usted las enseñanzas que semanalmente se dan y que giran en torno a Cristo.   Son las enseñanzas que usted debe creer.   No se las pierda por andar fuera del compañerismo de los creyentes, pues mientras otros crecen en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, usted solo iría acumulando dudas en su cabeza y corazón desorientados.

    El quinto de los privilegios que un creyente pierde al no reunirse con los discípulos el primer día de la semana (o sea, el domingo), es:

V.- LA ADORACIÓN QUE SE DEBE DAR A JESÚS.

   San Juan nos dice que en la segunda visita de Jesús a los discípulos reunidos, ahora con Tomás presente, Jesús le dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27), cosa que no creo que Tomás se haya atrevido a hacer después de tal amonestación, pero lo que importa en este momento es que Tomás respondió con palabras de adoración a Jesús, diciéndole: “¡Señor mio, y Dios mío!” (Juan 20:28).   Esto pudo haberlo hecho desde la semana anterior, pero se perdió el privilegio por andar fuera del compañerismo de los discípulos.

    El culto dominical es el momento de adoración en el que Jesús resucitado, recibe la adoración de todos aquellos que le reconocen como su Salvador, Señor, y Dios.  Esto debe ser una acción continua del discípulo.  Esto demanda una responsabilidad de considerar en alta prioridad el convertirse en un fiel y comprometido adorador, pues finalmente ese es el interés de Dios en los seres humanos que han conocido su evangelio de salvación por medio de Cristo.   Él está buscando adoradores (Juan 4:23,24).

    Amados hermanos, no hay tarea más sublime que podamos realizar en esta tierra como la de adorar.  Es un deber que debe ser ofrecido de manera continua, que si se descuida una y otra vez, la persona que actúa así, pierde oportunidades de santificación y su vida espiritual se va debilitando, y lamentablemente cambia a su Salvador por otras cuestiones que deberían hacerse en otros momentos de nuestra vida.  Por nada del mundo debe un creyente dejar de ser un adorador.

   CONCLUSIÓN: Quiero concluir con dos pasajes de la biblia que nos recuerdan la importancia de reunirse los hijos de Dios para nuestra adoración.  El primer pasaje es el que nos indica que debemos hacerlo con un deseo ferviente y gozoso como los judíos que por motivos fuera de su voluntad se vieron impedidos de hacerlo por mucho tiempo, y nos testifican lo siguiente: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” (Salmo 122:1).  El segundo pasaje es el que nos indica que en cada reunión de los hermanos juntos y en armonía “…allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Salmo 133:3b).  Reunirse con los discípulos (con la iglesia) el día del Señor, el domingo, el primer día de la semana, no es en vano, porque hay bendiciones que debemos anhelar con todo nuestro ser.

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