TRANSMITAMOS LA FE A LOS HIJOS CON PERSISTENCIA
Deuteronomio 6:1-9; 2 Timoteo 1:3-5.
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Elaborado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, para predicar el domingo 13 de octubre 2019, a las 11:00 horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Este sermón corresponde al número 2, de la serie: POR TUS HIJOS, Y LOS HIJOS DE TUS HIJOS (Isaías 59:21).
INTRODUCCIÓN: Cuando leo, la historia de Timoteo, me impacta leer que su madre doña Eunice (cf. 2 Timoteo 1:5), descrita por San Lucas como “una mujer judía creyente” (cf. Hechos 16:1), se encargó de transmitirle la fe, tal como a ella se la trasmitieron por su madre doña Loida. Cuando el apóstol Pablo conoce a Timoteo en una ciudad llamada Listra, le conoce como “discípulo” (cf. Hechos 16:1), y lo más relevante, es que “… daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio” (Hechos 16:2). Tiempo después de haber sido compañeros en llevar juntos el evangelio a otros lugares, finalmente Timoteo se quedó en una y luego en otra ciudad como pastor de iglesias. En aquellos tiempos, San Pablo le escribe dos cartas. En la segunda carta, reconociendo la influencia que su madre doña Eunice, y su abuela tuvieron en él para transmitirle la fe; y recordando haber visto a Timoteo derramar lágrimas en la labor misionera y pastoral, le dice: “… sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; / deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; / (e inmediatamente le dice:) trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2 Timoteo 1:3b-5). Pablo tuvo el privilegio de conocer la fe no fingida de doña Eunice, mamá de Timoteo; y de doña Loida, mamá de doña Eunice; quienes por su fe no fingida entregaron su servicio a la causa del evangelio, sin importar si por ello tenían que sufrir y llorar. El apóstol se dio cuenta que Timoteo, seguía esa misma fe no fingida, que sin duda conoció del ejemplo y práctica de su mamá, y de su abuela. ¿No le gustaría a usted transmitir la fe a sus hijos, y a sus nietos, para que también sean como usted, creyentes y discípulos de Jesucristo?
En la actualidad, para tener hijos con una fe no fingida, se necesita que padres y madres vivan y transmitan la fe de manera persistente con la enseñanza y con el ejemplo a sus hijos. No hay duda de que transmitir la fe no es una tarea fácil, sin embargo, no es imposible. Es por eso que, en el mensaje de este momento, lo que voy a predicarles es que Los padres cristianos persisten en transmitir la fe a sus hijos, aprovechando todos los MOMENTOS. No solamente lo intentan una vez, o solamente algunas veces, sino de manera persistente, aprovechando para ello todos los momentos. / ¿Cuáles son los MOMENTOS que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos? / Basado en nuestro texto bíblico de Deuteronomio 6, y en el contexto de la transmisión de la fe de Loida a Eunice, y de Eunice a Timoteo, les voy a compartir acerca de algunos de estos MOMENTOS.
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El primer MOMENTO que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos, es:
I.- ESTANDO EN TU CASA.
No hay mejor momento y lugar para transmitir la fe que “estando en tu casa”. Los padres israelitas de la primera generación que fueron liberados de Egipto, según la instrucción que recibieron en el desierto cuando todavía no había ni siquiera tabernáculo o templo para que se reunieran a adorar, ello eran los primeros responsables de amar a Dios. Por eso, en la instrucción registrada en Deuteronomio 6, con respecto de amar a Dios, leemos que Moisés les dijo: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” (Deuteronomio 6:6). Luego, este deber de aprender y practicar amar a Dios, no debe ser solamente asunto del corazón de una persona adulta con la responsabilidad de ser padre e incluso madre, sino que la siguiente instrucción que se les dio a aquellos padres de familia fue: “y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, …” (Deuteronomio 6:7a).
Moisés no les dijo que esperaran que se construyera el tabernáculo, y que se constituyera en el tabernáculo sacerdotes, levitas, u otros maestros para que cada día de reposo llevaran a sus hijos para ser enseñados; sino que allá en sus casas, que en ese tiempo era solamente tiendas de campaña que instalaban en el desierto, y luego la desarmaban para llevar a instalar a otros lugares. Pues, estando allí aún en aquella improvisación de casa, papá principalmente, pero también mamá, ambos tenían que hablarles a sus hijos acerca de la fe necesaria para amar a Dios.
Amados hermanos, en la actualidad ese principio sigue vigente. “Estando en tu casa”, es el mejor lugar donde los padres tenemos que enseñar la fe a nuestros hijos. No es justificable dejar de hacerlo, y esperar que solamente el domingo llevemos o traigamos a nuestros hijos a la escuela de formación cristiana de la iglesia, porque cuando mucho, la iglesia solamente invierte menos de dos horas en instruirlos. Lo que la iglesia enseña es bueno, pero no es suficiente en el tiempo dedicado a cada hijo de familia; en cambio bajo la responsabilidad de “estando en tu casa”, usted si puede ser persistente las veces que sean posibles y necesarias para repetirles incansablemente, aunque sea la misma enseñanza. La casa es el mejor lugar que provee los momentos necesarios para transmitir la fe. Solamente se requiere que los padres aprendan y vivan la fe. Tienen qué saber cómo trabajar esta transmisión de fe a los hijos.
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El segundo MOMENTO que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos, es:
II.- ANDANDO POR EL CAMINO.
Con respecto de transmitir la fe a los hijos con persistencia, y después de que Moisés les ha dicho: “y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, …”, les añade: “y andando por el camino” (Deuteronomio 6:7b). En el contexto de esta instrucción en el que los padres se encontraban en el desierto, pues obvia y necesariamente padres e hijos iban a algún lugar y regresaban de nuevo a casa, generalmente juntos. Moisés les insistía que aun habiendo hablado con sus hijos en casa acerca de la fe, también lo tenían que hacer “andando por el camino”. Cuando décadas y siglos después los israelitas ya establecidos en la tierra prometida, ya no tenían que andar mucho “por el camino”, aun así, las ocasiones cuando tenían que andar juntos para un viaje o una salida en las calles del pueblo o de la ciudad, los padres tienen que hablarles de la fe, aunque tengan que repetirles algo que ya habían hablado con anterioridad.
Amados hermanos, en la actualidad, y en nuestro contexto, cuando nuestros hijos son menores, no siempre estamos mucho tiempo juntos fuera de casa. Los niños van a la escuela; papá y a veces hasta mamá se van al trabajo, y los niños regresan a casa o en casa de algún familiar o vecino, bajo cuidado de otra persona. Los adolescentes, y los jóvenes, pues dependiendo de las distancias y las condiciones de seguridad, ya andan solos de casa a la escuela y de escuela a casa, mientras los padres solamente ocasionalmente los encuentran “por el camino”. Pero, aun así, es posible hacer algo para persistir en transmitirles la fe “andando por el camino”. Ahora, dependiendo de la edad, los hijos generalmente llevan consigo un teléfono móvil, al que podemos llamarles en momentos apropiados para estar pendientes de la vida espiritual de ellos; e incluso podemos enviarles un texto bíblico, un devocional, un consejo nuestro pero centrado en Dios, para instruirlos en seguir la fe en Dios. Esto es querer persistir en transmitir la fe a los hijos, adaptados a las formas modernas de hacerlo “andando por el camino”.
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El tercer MOMENTO que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos, es:
III.- AL ACOSTARTE.
Después de haber explicado Moisés a la primera generación de israelitas del desierto, que deberían enseñar a sus hijos la fe de amar a Dios, “estando en tu casa, y andando por el camino”, ahora les añade: “y al acostarte” (Deuteronomio 6:7c). La instrucción implica que no importa si durante el día ya sea en la casa o en el camino, uno ha cumplido el deber de hablarle a los hijos acerca de Dios, pero “al acostarte” no puede omitirse el tener qué hacerlo. Por otra parte, si por alguna razón extraordinaria, pero no de negligencia, y más si por negligencia, uno no habló durante el día con sus hijos acerca de Dios, “al acostarte” no debe desaprovecharse este momento. Un padre que no lo haga ni siquiera en este momento, está cometiendo una grave falta contra sus hijos al no demostrarles ningún poco de interés por la vida espiritual de ellos, negándoles el conocimiento de la fe en Dios y en su Hijo Jesucristo, fe que vale la pena conocer y experimentar. Un día transcurrido sin Dios en la boca de un padre para edificar con la fe a sus hijos, no es poca cosa perdida, sino una vida abandonada a los embates de la vida, de la adversidad, del pecado, de la muerte, y de la condenación.
Amados hermanos, si tienen la oportunidad de cenar juntos, aprovechen ese momento de leer y compartir con la familia, aunque sea una frase, un versículo, un párrafo, un capítulo, o hasta una historia bíblica. Aprovechen hacer, aunque sea una oración juntos, mejor si todos los reunidos pudiesen orar en cada ocasión. Aprovechen cantar, aunque sea un estribillo o un himno para adorar a Dios, o para enfatizar una verdad que debe ser creída por cada miembro de la familia. Nadie debe dormirse sin haber cada día tenido un encuentro con Dios por medio de su palabra y de la oración a Él. No está demás saber que los padres deberíamos orar, de preferencia sentados, de rodillas, o de pie, menos acostados, antes de ir a la cama o la hamaca. Esto es bueno enseñarlo también a nuestros hijos para que usen la fe para encomendarse a Dios.
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El cuarto MOMENTO que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos, es:
IV.- CUANDO TE LEVANTES.
Y finalmente, Moisés explicando a los israelitas acerca de la importancia y necesidad de enseñar a los hijos a amar a Dios, o lo que es lo mismo, de transmitirles la práctica de la fe “estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte” añade un cuarto momento que es: “y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7d). La persistencia está indicada en esta instrucción que no contempla que la fe se comience a vivir hasta que llegue el medio día o hasta que se termine el trabajo del día, o hasta que todos hayan bien descansado por la tarde, sino justamente antes de comenzar cualquier labor del día, pues muy claramente le hablar de Dios con los hijos debe ocurrir “cuando te levantes”. Papá y mamá tienen esta responsabilidad delante de Dios para con sus hijos.
Amados hermanos, por las mañanas, antes de que la familia comience sus quehaceres del día, papá o mamá no deben perderse el momento u oportunidad de acercar a sus hijos a Dios. Esto requiere mucha disciplina porque esto responsabiliza no solo a papá y a mamá, sino también a los hijos a despertar y levantarse no esperando justamente el último minuto para salir de casa o para comenzar alguna labor; y responsabiliza a cada quien a no quedarse durmiendo cuando los demás ya se han levantado e incluso salido de casa para irse al colegio o al trabajo. Todos deben levantarse, pues de lo contrario, si cada quien se levanta cuando se le pegue la gana, ningún padre o madre obedientes a Dios podrán iniciar su día con una fe que se transmita hacia los hijos. Padres e hijos, deberían no desvelarse innecesariamente por cosas vanas, sino dormirse a tiempo para no tener problemas con el despertar y levantarse; pues si uno no duerme a tiempo, siempre escucharemos que padres o hijos digan que quieren dormir, aunque sea: “5 minutos más”, a pesar de que ya pasó la hora en la que debieron despertar y levantarse. Los padres deben estar atentos desde la noche anterior, que sus hijos no tengan problemas para levantarse a tiempo para comenzar juntos el día con Dios.
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El quinto MOMENTO, aunque quizá CIRCUNSTANCIA que los padres cristianos deben aprovechar para persistir en transmitir la fe a sus hijos, aunque quizá con dificultad, es:
V.- CUANDO TU CÓNYUGE NO ES CREYENTE.
Un detalle relevante acerca de la transmisión de la fe a los hijos, es que es un deber no solamente de los hogares donde padre y madre son personas de fe. Si solo el padre, o si solo la madre, es profesante de la fe, pues la parte creyente es la responsable de transmitir la fe a su(s) hijo(s). San Lucas describe que cuando San Pablo conoce a Timoteo, lo describe como “hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego” (Hechos 16:1b). El caso de doña Eunice casada con un griego que parece ser que ni siquiera fue simpatizante de la fe de ella, no es un ejemplo a seguir para las muchachas cristianas que aceptan una relación de matrimonio con un no creyente. Esto, seguro que no hizo fácil la vida de fe de doña Eunice, además de que no todas las mujeres llegan a desarrollar una capacidad exitosa de vivir bien su propia fe, y de encaminar en la fe a sus propios hijos, aun siendo creyentes.
Los griegos, eran generalmente discípulo de las filosofías griegas, y por ello, desinteresados de la fe en el Dios verdadero de los Israelitas (cf. Hechos 16:1), a menos que verdaderamente se hayan convertido al santo evangelio. Parece ser que la situación del matrimonio de doña Eunice, no fue la de un marido griego convertido, aunque si su esposo ya era convertido, fue ella que como madre creyente supo transmitir la fe a su hijo. Esta transmisión debió haber sido con persistencia; es decir, no solamente le habló de la fe en Dios una sola vez o solamente algunas veces, sino que incansablemente durante la niñez de Timoteo, usó todos los momentos y recursos necesarios para decirle, guiarle, y ser ejemplo de fe para él. Claro que sí se puede. Por eso, san Pablo en su segunda carta enviada a Timoteo, le dice también: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; / y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:14-15). Esto fue a lo que su madre le encaminó para transmitirle la fe.
Amados padres y madres que tienen hijos cuya madre o padre ya no está presente en el hogar, o que ni siquiera simpatiza con la fe en el evangelio de Jesucristo; o que simplemente porque el cónyuge de usted, aun conociendo la fe, no se interesa en transmitir la fe a sus hijos; ánimo, que sí es posible cumplir con este deber de transmitir la fe que usted ha conocido. No se den por vencidos o vencidas, al no tener todavía el gozo de ver a sus hijos apropiarse de la bendita fe gloriosa y salvadora. No hay mejor tarea que persistir bajo estas circunstancias, en ayudar a sus hijos a entregar sus vidas a la fe y servicio de Dios.
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CONCLUSIÓN: Amados padres de hijos del pacto, no olviden persistir en transmitir la fe a sus hijos, porque no es cosa automática ni de solamente una o algunas veces, es una tarea de todos los días “… estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7). Nuestros hijos deben conocer a Jesucristo como su Señor y Salvador, y recibir toda la instrucción necesaria para dedicarse a servirle. No hay mejor tarea que uno pueda lograr que sus hijos crean en Jesucristo, y sirvan a Dios. Amados hermanos, que nadie deje de ser persistente.
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