FAMILIAS POR GENERACIONES AL SERVICIO DE DIOS, Por: Diego Teh.

FAMILIAS POR GENERACIONES AL SERVICIO DE DIOS

Josué 24:11-15; Hebreos 12:18-29.

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Elaborado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, para ser predicado el domingo 27 de octubre 2019, a las 10:00 horas, en el culto de acción de gracias de la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán, por su 133 aniversario.

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Este sermón corresponde al número 4, de la serie: POR TUS HIJOS, Y LOS HIJOS DE TUS HIJOS (Isaías 59:21).

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   INTRODUCCIÓN: En nuestra lectura de la epístola apostólica dirigida a los hebreos, encontramos una explicación acerca de muchas razones por las cuales vale la pena pertenecer a la iglesia de Jesucristo.  Una de estas razones, es porque al pertenecer a la iglesia, por ello se considera que ya hemos recibido el reino inconmovible de Dios, y en consecuencia positiva somos animados a servir a Dios.  Las palabras apostólicas para esto, nos dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28).  Todo lo que se espera de los que somos creyentes en Jesucristo es que: “sirvamos a Dios”.  Es lo mismo que encontramos en las palabras de Josué animando a la segunda generación de israelitas que recibieron la tierra prometida de Canaán, posteriormente reino de Israel, a quienes les dijo: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).

   Estas palabras de Josué para los israelitas de su tiempo, también tienen aplicación para nosotros los creyentes en Jesucristo que en la actualidad nos reunimos en esta amada iglesia que el día de hoy rinde su acción de gracias por cumplir 133 años de haber sido establecida en esta ciudad.  En todo este tiempo ha habido familias que dejaron un legado de fe y servicio a Dios que hasta el día de hoy continúa en sus tataranietos, bisnietos, nietos, e hijos.  Deseamos que las familias que apenas son la primera, segunda o tercera generación de creyentes en su familia, puedan redoblar sus esfuerzos con el favor de Dios para que sus descendientes sigan sirviendo a Dios en las generaciones venideras.  Esto es importante.  En lo personal doy gracias a Dios que, por primera vez en toda la historia de mi familia, llamó a mis padres, y ahora soy creyente de segunda generación porque mis padres se esforzaron a encaminarme en la fe, e igualmente con mi esposa trabajamos para que nuestros hijos sean la tercera generación de mi familia que sirva a Dios.  Ojalá, cada uno de los que nos reunimos en esta iglesia trabaje en su familia para que lo que hagamos hoy por el temor de Dios en nuestra familia tenga fruto de servicio a Dios dentro de 100, 200, y hasta 500 años más adelante.

   Pero, siguiendo las instrucciones apostólicas y de los tiempos de establecimiento de los israelitas en la tierra prometida, lo que hoy les voy a predicar es que: Las familias de la iglesia deben asegurarse de que todos sus miembros sirvan a Dios, en dos TIEMPOS generacionales. / ¿En cuáles dos TIEMPOS generacionales, todas las familias de la iglesia deben asegurarse de que todos sus miembros sirvan a Dios? / Mediante un análisis del contexto de la decisión de Josué y el pueblo de Israel, en el que toman la decisión de servir a Dios, les compartiré acerca de estos dos TIEMPOS generacionales.

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   El primer TIEMPO generacional en el que todas las familias de la iglesia deben asegurarse de que todos sus miembros sirvan a Dios, es:

I.- EN NUESTRA GENERACIÓN ACTUAL.

   Lo que ahora les quiero resaltar es la decisión personal de Josué cuya declaración a la segunda generación de israelitas libres de la esclavitud egipcia, fue: “… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15). Decidió servir no a los dioses egipcios, ni a los dioses de los amorreos, sino al único Dios vivo verdadero, pero decidió involucrar a los de su casa, esto incluye a su esposa y a sus hijos que, para ese entonces, no eran niños menores, sino que ya eran señores mayores de edad.  Pero, aun así, él influyó en sus vidas para que junto con él sirvieran al Dios que los sacó de Egipto.  Es por eso que otras traducciones como la DHH y la NVI, en vez de casa, bien dicen: Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor” (DHH, NVI); la TLA dice: “Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios” (TLA); la NTV dice: “Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor” (NTV).  Esta decisión de Josué, indica que la voluntad de Dios es que todas las familias que forman parte de su pueblo deberían estar comprometidas a servirle en el tiempo que Dios les ha permitido la gracia de vivir juntos.  No importa si las demás familias no querían servir a Dios, él y su familia se comprometieron a servirle.

   Es evidente que quienes en su momento no fueron intencionales en enseñar con el ejemplo que como familias debían servir al verdadero Dios que los había liberado de Egipto, fueron los mismos padres.  Ellos fueron los que dieron el mal ejemplo a sus hijos de servir a dioses falsos extraños a la vista de Dios. Tan pronto habían salido, se quejaron de Dios ante Moisés, diciéndole: “Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud” (Éxodo 16:3).  Otro poco tiempo después: todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; / y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éxodo 32:3-4).  Y en los años siguientes, incluso hicieron suyos, a dioses falsos de las ciudades que conocieron a su paso rumbo a la tierra prometida.

  Pero, aun si eso hubiese ocurrido también con nuestros padres que en su momento no nos hayan enseñado a servir a Dios porque ni ellos supieron ni aprendieron a servirle, ahora que nosotros ya hemos tenido conocimiento del evangelio de Jesucristo, somos una generación que ahora mismo debe asumir esta responsabilidad por nosotros y nuestros hijos.  En el caso de la segunda generación de israelitas libres, cuyos padres no fueron ejemplo para ellos, en un momento de reflexión cuando fueron exhortados a tomar la decisión correcta, tomaron en su actualidad la decisión correcta respondiéndole a Josué: “Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses” (Josué 24:16).  Esto es lo que debemos decidir nosotros también. Eso fue lo que también lo que Josué entre una nueva generación decidió con respecto a su familia, que él y su familia servirán a Dios (DHH, NVI, TLA, y NTV).

   Amados hermanos, como ahora, el pueblo de Dios, ya no es solamente los israelitas de la antigüedad, sino tanto ellos como los creyentes en Jesucristo que pertenecen a la iglesia de Dios, las familias de la iglesia deben estar al servicio de Dios.  Si como familias de la iglesia sirviéramos a Dios como se debe, tendremos una iglesia mucho más próspera en su trabajo en la obra de Dios.  Tal como Josué promovía que cada familia de Israel sirviera a Dios no solo personalmente sino como familia, también en la iglesia de Jesucristo desde sus comienzos como hasta el día de hoy, se espera el mismo compromiso con Dios de parte de todos los miembros de cada familia cristiana.  Esta iglesia, aun habiendo cumplido 133 años de existencia en esta ciudad, necesita familias verdaderamente comprometidas ahora mismo para servir a Dios.

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   El segundo TIEMPO generacional en el que todas las familias de la iglesia deben asegurarse de que todos sus miembros sirvan a Dios, es:

II.- EN NUESTRAS SIGUIENTES GENERACIONES.

   Los padres de toda esta segunda generación de liberados de Egipto murieron todos durante los 40 años que estuvieron en el desierto sin haber entrado a la tierra prometida.  Durante los 40 años de peregrinación en el desierto, como ustedes ya han escuchado, casi toda aquella primera generación de israelitas, no fue nada obediente delante de Dios, sino que una y otra vez demostraron rebeldía en contra del Dios que los había liberado de la dura esclavitud de mano de los egipcios. No pensaron en su actualidad, que sus hijos estarían aprendiendo de ellos un mal ejemplo que ellos seguirán cuando sean grandes.  Y eso fue lo que ocurrió.  Sus hijos, segunda generación de israelitas salidos de Egipto, habiendo ya entrado a la tierra prometida, hicieron como sus padres, pues en vez de servir al Dios que los libertó, adoptaron para su adoración a los falsos dioses de los anteriores moradores de aquellos lugares de la tierra de Canaán, además de que también servían a los falsos dioses que ellos y sus padres conocieron en los años de travesía en el desierto, e incluso en Egipto.  Muchos años después, todavía seguían apegados a ellos.  El caso de ellos es solamente una breve reseña de la desinteresada actitud de padres que no pensaron en la importancia de transmitir la vocación de servicio a la generación de sus propios hijos, para que sirvan al Dios que les había dado libertad.

   Ahora, los hijos de la primera generación, o sea, los de la segunda generación, estaban siendo como sus padres que no hicieron lo correcto y necesario para que sus hijos se entreguen al servicio de Dios, y por ello se habían dedicado a servir a dioses extraños y falsos, ajenos a Dios.  Es por eso que la exhortación de Josué para ellos fue: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).  Si sus padres habían fallado en su deber, ellos no tenían por qué caer en el mismo error.  Cada generación, ya sea que haya o no haya recibido buen ejemplo e instrucción de sus padres en cuanto a servir a Dios, tiene que tomar la decisión de servir a Dios, y ser ejemplo para sus hijos e incluso nietos, para que las nuevas generaciones no se olviden de servir a Dios.

   Lo que observamos en la historia general de los israelitas es que cada generación de israelitas siempre tuvo dificultades y falta de voluntad para servir a Dios, sin embargo, siempre hubo personas y familias que sí sirvieron a Dios, y no a los dioses falsos.  Todo esto indica que se hace necesario que como padres de familia trabajemos con dedicación y entusiasmo para transmitir a nuestros hijos la fe en Dios para que no le abandonen con el paso del tiempo. ¿Cuál será la historia, la realidad, la espiritualidad de nuestra familia, de nuestros hijos y demás descendientes dentro de los próximo 40 años, 100, 200, o más años, cuando ya no estemos con ellos?  ¿Permanecerá para entonces, el fruto de nuestro trabajo de transmitir la fe ahora a nuestros hijos?  ¿Servirán a Dios por medio de la iglesia, siendo ellos también herederos de un reino inconmovible?

   Amados hermanos, qué interesante es la declaración que Josué hizo a la segunda generación de israelitas al decirles: “… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).  Esta debe ser la decisión de cada una de las familias que en la actualidad nos congregamos en esta amada iglesia. Así podemos esperar que, en los siguientes años de esta amada iglesia en sus nuevos aniversarios, o de otra iglesia a donde el Señor lleve a nuestros hijos y nietos, ellos también estén involucrados y comprometidos en servir a los propósitos y voluntad de Dios.  Trabajemos en nuestras propias familias para asegurarnos de que por lo menos, nosotros hemos cumplido con nuestro deber como padres creyentes en Jesucristo de enseñar a nuestros hijos a servir a Dios.  Es como Jesús hizo con sus discípulos, los preparó con sus enseñanzas y ejemplo, y luego les encargó que hicieran discípulos tal como él hizo con ellos.  Se aseguró que las siguientes generaciones predicarán su evangelio.  Igualmente, como padres que profesamos ser creyentes en Jesucristo, debemos asegurarnos que nuestras siguientes generaciones, servirán al Dios que nos ha librado de la condenación eterna y nos ha asegurado vida eterna.  Es nuestra responsabilidad de enseñar por lo menos y primeramente a nuestros hijos esta bendita realidad, y si está a nuestro alcance, también debemos enseñar a nuestros nietos a servir a Dios.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, al principio de su ministerio, en la ocasión de haber vencido la tentación que le hizo el mismo diablo que le pidió que se postre delante de él y le adore, le recordó al mismo diablo, una antigua Escritura que aplica también para los humanos, la cual dice: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10b).  Esto es lo que debemos hacer junto con nuestra familia en la actualidad, para que en el futuro nuestros hijos sepan también cómo enseñar a sus hijos a servir a Dios.

     Demos gracias a Dios porque hace 133 años, desde 1886, e incluso desde unos años antes, esta iglesia en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo ha brindado a quienes nos precedieron (quizá alguno de nosotros, tuvimos bisabuelos, abuelos, o padres que en esos años sirvieron a Dios en esta iglesia, o en otras que surgieron en otros lugares); y ahora nos brinda a nosotros también, espacio, oportunidades, opciones, y entrenamiento para servir a Dios no solamente de manera personal, sino juntamente con nuestras familias.  Jóvenes y señoritas, involúcrense con sus padres a servir a Dios; padres, apoyen a sus hijos a servir a Dios.  Que los siguientes años, décadas, y siglos de esta iglesia tenga la presencia de nuestra descendencia al servicio de Dios.  Y que ahora, nuestra decisión personal y familiar sea como la de Josué que dijo: “… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).

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