PARA QUE NUESTRA FAMILIA CREA EN JESÚS
Hechos 16:11-40.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la cong. “Ebenezer” de la col. San José Tecoh, de Mérida, Yuc; el día domingo 04 de Mayo del 2014; a las 18:30 horas, en el culto de apertura de la semana del hogar cristiano.
INTRODUCCIÓN: Mathra Das era un hombre de Pakistán, de manera que él había adorado ídolos de barro. Su nombre significaba “esclavo de un dios”. Un día de Navidad otros de sus compatriotas que habían oído hablar de Cristo y habían comenzado a recibir las enseñanzas de él tuvieron una cena de Navidad. Mathra Das ayudó a pagar la comida de la misma manera que lo hicieron los demás; pero cuando comenzó el culto de adoración él se sentó a un lado sin tomar parte en nada. Después pidió a uno de los cristianos que le hablara más de aquella religión. Este hombre le dijo que él mismo no sabía mucho, pero le obsequió un Evangelio de Marcos en Gurmukhi. Das lo leyó. Después compró un Nuevo Testamento en Gurmukhi y lo leyó todo muy pronto. Con frecuencia iba para que un evangelista le explicara aquellas enseñanzas. Al poco tiempo dejó de emborracharse y después fue bautizado con toda su familia. En seguida tomó el nombre de Das Masih, que significa “esclavo de Cristo”[1]. ¡Qué hermosa historia de una conversión familiar a Jesucristo! Nos recuerda los casos registrados en la historia bíblica de la iglesia primitiva, como las de las familias de Lidia de Tiatira, y la del carcelero de Filipos, respectivamente. ¿Cómo le hubiera gustado a usted que desde el día que usted creyó también toda su familia haya creído salvadoramente en Jesucristo?, sin embargo, muchos de nosotros todavía tenemos familia que no ha experimentado el privilegiado beneficio de la salvación. En esta Semana del Hogar Cristiano que hoy estamos dando comienzo, nuestro objetivo será acercar a nuestra familia a Dios para que en Cristo también les llegue el beneficio de la salvación gloriosa. No se pierda los estudios y mensajes bíblicos que en esta congregación se estará impartiendo para ayudarnos a alcanzar este propósito.
En nuestro texto bíblico para este mensaje que ahora les presentaré se nos enseñan las actitudes propias que un creyente debe demostrar para con los demás miembros de su familia para que ellos también se interesen por experimentar la salvación en Jesucristo. // ¿Cuáles son las actitudes propias que debe demostrar un creyente? // A través del mensaje les iré explicando algunas de las actitudes que cada uno de nosotros debemos demostrar a nuestra familia para ayudarlos a que se interesen por su salvación.
La primera actitud que debemos demostrar para que nuestra familia crea en Jesús, según la experiencia de Lidia de Tiatira, es:
I.- FIDELIDAD EN EL SERVICIO A DIOS.
Un episodio en el ministerio del apóstol Pablo junto con Silas que se dio en la misma ciudad de Filipos es el caso de una mujer llamada Lidia, del cual San Lucas nos dice lo siguiente: “Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. / Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos” (Hechos 16:14,15). Son varias las cosas que se resaltan en este texto, primero que “el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía”. Lidia como a muchas personas, le gustaba ir a reuniones de oración, y también entendía la importancia de la adoración a Dios al grado de que ella en verdad “adoraba a Dios” pero todavía no había conocido lo que Pablo decía. Pablo no estaba dando clases de oración o talleres sobre adoración sino que estaba hablando acerca de Jesucristo como el camino de salvación. Así que ella creyó en Jesucristo para salvación y fe bautizada, al igual que SU FAMILIA. En segundo lugar resalta en el texto que ella con la intención de convencer a los apóstoles a que se quedaran con su familia en su casa a descansar y quizá a recibir los alimentos, les dijo y con toda razón: “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa”, entonces los apóstoles se sintieron “obligados” (convencidos sin excusa ni duda) a quedarse con ella y su familia. Ella se autodescribe como fiel a Dios, y los apóstoles reconocen en ella no solamente presunción sino una real fidelidad a Dios. Un detalle importante es que se puede ser fiel al Señor bajo cualquier circunstancia. Lidia era una persona trabajadora que se había visto en la necesidad de dedicarse al comercio, pues era “vendedora de púrpura”, se había visto en la necesidad de salir de su propia ciudad “de Tiatira” e irse a vivir en Filipos. No sabemos si su familia ya era dueña de la casa donde vivían o era rentada, pero este panorama de su mudanza y trabajo nos dan luz para comprender que era una madre de familia luchadora para sacar adelante a su familia, pero a pesar de todo era una mujer fiel a Dios dedicada a la oración y a la adoración con otros creyentes, y ahora ya era salva por la fe en Jesucristo, e inmediatamente al compartir esa fe salvadora con su familia también ellos creyeron y se bautizaron, gracias primeramente al poder de la gracia irresistible de Dios, pero también gracias al ejemplo de fidelidad de Lidia a Dios en medio de su familia.
Amado hermano, si usted quiere que su familia responda a la fe salvadora en Jesucristo, ahora que usted es creyente: hermano demuéstrele a su esposa que usted es fiel a Dios, hermana demuéstrele a su esposo que usted es fiel, padres demuéstrenle a sus hijos su fidelidad a Dios, hijos demuestren a sus padres su fidelidad a Dios, por qué es necesario demostrar fidelidad a Dios para hacer nuestra parte de guiarlos a Jesucristo, pues si no hay fidelidad a Dios en nosotros no puede haber buen testimonio que puedan desear experimentar. Mis amados hermanos, no son fieles cuando prefieren quedarse en casa o ir a cualquier otro lugar a hacer cualquier otra cosa sin justificación aceptable cuando es hora de ir a la adoración o de ir a algún servicio de visitación; no son fieles cuando prefieren cambiar la adoración por una o dos horas más en el comercio que por la gracia de Dios tienen para ganarse el pan de cada día. Esos malos ejemplos de no ser fieles solamente producen esposos, esposas, padres, e hijos que amarán cualquier otra cosa menos a Jesucristo ni a su iglesia, entonces usted seguirá pensando que es un creyente que quiere ganar a su familia para Cristo, pero en realidad no los está usted guiando a Cristo. Mejor ahora que todavía es tiempo, cambie de actitud, siendo fiel en el servicio a Dios.
La segunda actitud que debemos demostrar para que nuestra familia crea en Jesús, según la experiencia del carcelero de Filipos, es:
II.- DESEO DE QUE SEAN SALVOS.
En la misma ciudad de Filipos, ocurrió que un carcelero mientras “cuidaba a los presos” (pero se había dormido muy profundamente) ocurrió un terremoto que ni cuenta se dio, y hasta pudieron huir todos los presos, menos Pablo y Silas. El carcelero se quiso suicidar pero los apóstoles le pidieron que no se haga ningún mal, entonces el carcelero “… sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? / Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. / Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. / Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. / Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:30-34).
También en esta historia del carcelero es importante observar varios detalles, primero que los habitantes de Filipos no tenían conocimiento de Dios y sus leyes, eran gente que solamente sabían de las religiones de los griegos. Ese era el perfil del carcelero al igual que la de su familia. Sin embargo cuando el carcelero conoce el buen testimonio de estos apóstoles y del milagroso terremoto, decide inmediatamente esa misma noche cambiar su fe en los dioses griegos a la fe en el verdadero Dios mediante Jesucristo. En segundo lugar, al parecer esa misma noche (pues quién sabe a qué hora sucedió lo del terremoto) los apóstoles “le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”, pero también quién sabe a qué distancia de la cárcel estaba su casa y cómo se logró reunir la familia a esa hora, pero es evidente que hubo un vivo interés del carcelero de compartir a Jesucristo con su familia, pues “en aquella misma hora de la noche, […] se bautizó él con todos los suyos”. Y luego toma la iniciativa de llevar a los apóstoles a su casa no sé si a un desayuno o a un almuerzo, el día siguiente pues solamente se nos dice que “les puso la mesa”, pero “se regocijó con toda su familia de haber creído a Dios”. Todo esto ocurrió de la noche a la mañana siguiente. Nunca lo esperaron en sus vidas. La gracia de Dios sorprendió favorablemente a toda la familia. Ellos decidieron verdaderamente renunciar a toda la influencia religiosa pagana que les rodeaba en Filipos a cambio de la gloriosa salvación, primeramente gracias a Dios, pero gracias también a un creyente que quiso compartir inmediatamente con toda su familia su experiencia de salvación en Cristo.
Amados hermanos, cada uno de nosotros para alcanzar a los miembros todavía no creyentes de nuestra familia, debemos preocuparnos por compartirles inmediatamente a Cristo. El carcelero lo hizo la misma noche que él creyó, no esperó ni siquiera que amaneciera pensando en que les importunaría durante su descanso y sueño de esa noche. Él consideró urgente compartirles de Cristo. De la misma manera, usted debe preocuparse por hablarle personalmente a su familia, o invitar a alguien que se acerque a su familia para llevarles el mensaje de salvación. Para que la familia de usted crea es necesario que usted les comparta la experiencia de su salvación ya sea personalmente o con la ayuda de otros creyentes. El carcelero siendo los primeros minutos de su fe no pudo hacerlo por lo que fueron los apóstoles quienes “hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”. Si usted no puede ahora, o no puede solo; busque apoyo, siempre hay muchas personas dispuestas a hacer este trabajo de proclamar a Cristo para la salvación de los miembros de nuestras familias.
CONCLUSIÓN: Hay otras actitudes que podemos considerar demostrar a los miembros de nuestra familia para ayudarlos a guiarlos a la fe salvadora en Jesucristo; sin embargo, en esta ocasión basado en nuestro texto que leímos al principio, solamente les compartiré estas dos actitudes. Comience usted, o refuerce con estas dos actitudes prácticas lo que ahora usted está haciendo por su familia. Deseo de todo corazón que en un futuro cercano algún miembro más de su familia se esté bautizando e integrando a la iglesia local de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
[1] Ilustración tomada en: http://cebei.wordpress.com/2008/12/11/500-ilustraciones/, Ilustración N° 392.
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