PERMANECED EN MI AMOR
Jeremías 2:1-13; Juan 15:1-13.
.Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 22 de diciembre 2019, a las 18:00 horas, en la congregación “Unidad en Cristo” de la colonia Morelos Oriente, de Mérida, Yucatán.
Este sermón corresponde al sermón # 8, de la serie: JESÚS MOTIVO DEL ADVIENTO.
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INTRODUCCIÓN: Este es el último culto (no del año), sino de la estación de adviento que como cada año consiste en los 4 domingos anteriores al recordatorio de la navidad. Hemos recalcado que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, al igual que su inminente regreso, son motivos de esperanza, de paz, y de gozo. Y el día de hoy corresponde enfatizar la importancia del amor de Dios para nuestros corazones tan necesitados de este afecto divino que no se puede encontrar en ninguna otra fuente o mediación sino solamente en la persona de Jesucristo el unigénito Hijo de Dios.
Para este culto y mensaje, el texto bíblico que usaré para predicarles es el que hemos ya previamente leído en el santo evangelio según San Juan 15:1-13. Específicamente ocuparé los versículos 9 al 13, en los que San Juan cita las palabras de Jesús diciendo a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. / Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. / Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. / Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. / Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:9-13). Estas palabras no se pronunciaron por un profeta, ni mucho antes ni siquiera en la víspera de la navidad de Jesús, sino por Jesús mismo a más de 33 años después de su nacimiento, durante la noche de su última cena de Pascua con sus discípulos, como a un par de horas antes de ser arrestado para al día siguiente ser crucificado. Sin embargo, en el contexto de nuestro adviento y navidad litúrgicos, tiene para nosotros un mensaje importante.
Basado especialmente en la frase: “permaneced en mi amor” (Juan 15:9), que nuestro Señor y Salvador Jesucristo dijo, y en el contexto de palabras que usó al decirlo, lo que ahora les voy a predicar es que: Para poder permanecer en el amor de Jesús se requiere asumir diversas RESPONSABILIDADES. / ¿Cuáles son las diversas RESPONSABILIDADES que se requiere asumir para poder permanecer en el amor de Jesús? / Tomando en cuenta los versículos del contexto inmediato de estas palabras de Jesús, les compartiré acerca de las siguientes RESPONSABILIDADES.
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La primera RESPONSABILIDAD que se requiere asumir para poder permanecer en el amor de Jesús, es:
I.- RECONOCER QUE JESÚS ES EL MEDIADOR DEL AMOR DEL PADRE.
Lean el versículo 9, y observen que Jesús dijo: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9). En estas palabras se puede apreciar una cadena de afecto divino que comienza con el amor de Padre quien tiene amor hacia su Hijo Jesucristo. Luego, el amor que Jesucristo ha recibido de su Padre celestial, lo extiende a los que son sus discípulos, a los que creen en él, pidiéndoles que permanezcan en su amor que evidentemente procede del corazón de Dios el Padre. Jesús se constituye de esta manera en el único mediador del amor del Padre celestial hacia los seres humanos, amor que, en ninguna otra fuente ni medio puede ser encontrado por el corazón humano, porque solamente se encuentra en Jesús el Hijo de Dios. Y cuando un pecador, ha conocido este amor de Dios, Jesús desea que nadie se haga un lado de su amor. Él requiere que uno permanezca en su amor.
Ahora, observen que cuando Jesús dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; …”. Lo que está diciendo es que Jesús está siendo totalmente fiel en transmitir el afecto que ha recibido de su Padre celestial. Que no ha cambiado ni en lo más mínimo, la manera cómo Dios le ha amado a él. En el pasado, después del pecado cometido por Eva y Adán, Dios con todo derecho lo que hizo fue sacar a sus criaturas pecadoras del Edén donde Él manifestaba su presencia. Pero, en los cielos, Dios el Padre seguía amando sin límites a su Hijo a quien un día enviaría a la tierra donde los pecadores humanos necesitarían de su amor.
La noche de la última cena anual de pascua de Jesús con sus discípulos, Jesús les dijo a sus 12 discípulos, no solamente para ellos, sino que así había procedido durante los 3 años y medio anteriores que anduvo con ellos predicando el evangelio del reino de los cielos; y sin duda que lo dijo también para la gente de los siglos posteriores incluyéndonos a nosotros también e incluso a los que han de existir de aquí hasta el día que él vuelva a la tierra. Jesús les dijo aquella noche mientras cenaban: “… el que a mi viene no le hecho fuera” (Juan 14:6). El ser humano que fue corrido del Edén por pecador, ahora es recibido por el mismo Dios, pero por medio de Jesucristo quien en la eternidad siempre recibió el amor del Padre.
Amado oyente, usted tiene que reconocer que Jesús es el mediador del amor del Padre celestial. Que es a través de Jesús que usted recibe el amor de Dios. Si usted cree esto acerca de Jesús, entonces lo que usted está haciendo es permanecer en su amor, porque usted no estará intentando conseguir por otros medios el amor de Dios, pues en Jesucristo usted encuentra el máximo amor de Dios.
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La segunda RESPONSABILIDAD que se requiere asumir para poder permanecer en el amor de Jesús, es:
II.- GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE JESÚS.
Ahora, observen el versículo 10, donde san Juan relata que Jesús dijo a sus discípulos: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:10). Con estas palabras, Jesús habla de guardar sus mandamientos como condición para permanecer en su amor, pero no como condición para obtener de él vida eterna, sino como resultado de ser agradecidos por su amor que uno ya tiene por haber recibido de él la vida eterna. En estas palabras, Jesús argumenta que la manera como él mismo permanece en el amor de su Padre celestial, es guardando los mandamientos de su Padre. En estas mismas palabras también argumenta que para permanecer en su amor, es necesario guardar sus mandamientos.
Pero, ¿cuáles son los mandamientos de Jesús? Si leyéramos los evangelios y conforme los vayamos leyendo apuntamos las frases en las que expresó sus mandamientos encontraríamos muchos de ellos. Investigando en el internet, me encontré un libro titulado: 120 mandamientos de Jesús. En diversas páginas de la red se encuentran publicadas sin comentario alguno esos 120 mandamientos[1]. Le recomiendo que intente buscar dicho libro, pero más vale la pena leer los evangelios con el objetivo en mente de encontrar específicamente sus mandamientos.
Cuando Jesús dice que: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”, no está diciendo que debemos obedecer los mandamientos de la ley como requisito para tener vida, sino que, por haber creído, ahora hay que obedecer los mandamientos que comunican amor a los demás, no para ganar vida eterna sino para compartir el amor de Dios que por medio de Jesús ha llegado a la vida de los que ya somos sus creyentes. Esto es permanecer en su amor.
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La tercera RESPONSABILIDAD que se requiere asumir para poder permanecer en el amor de Jesús, es:
III.- PONER EN PRÁCTICA EL AMOR CON NUESTROS SEMEJANTES.
Cuando a Jesús en una ocasión un fariseo intérprete de la ley le preguntó “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? / Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. / Este es el primero y grande mandamiento. / Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. / De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40). Entre todos los mandamientos de Jesús, estos dos son los más relevantes, pues en ellos él resume no solamente los Diez Mandamientos de Dios dados a los israelitas en el monte Sinaí uno 1500 años antes de él, sino también los más de 120 mandamientos de Jesús revelados en su santo evangelio. Ponerlos en práctica, como ya he dicho en el punto anterior, es necesario no para ganar el amor de Dios ni su salvación, sino para expresar respuestas de amor a Dios, y actitudes de amor para con nuestros semejantes. Esto es lo que para Jesús significa permanecer en su amor.
Siguiendo el texto de Juan 15, Jesús les recuerda lo esencial del primero y segundo mandamientos, los cuales les estuvo enseñando durante los años de su ministerio para que ellos llegasen a ser buenos discípulos de él. Sus palabras en esta ocasión, fueron: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12). Aquí Jesús presenta un detalle que me parece relevante. El mandamiento de Jesús que consiste en amar para poder permanecer en su amor, ordena que debe ponerse en práctica: “unos a otros”. Este detalle, sin descartar que debemos practicar el amar a nuestros semejantes en general, también debemos practicarlo con quienes están más cerca con nosotros. Sin duda que esto representa más intencionalidad y más esfuerzo, pero con los más cercanos a nosotros es con quienes perfeccionamos nuestra práctica de amar.
Amados hermanos, el apóstol Pedro, por ejemplo, en su primera epístola enfatizó a los creyentes hombres y mujeres casados: “…sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; / no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 3:8-9). Quien hace esto en el matrimonio, y en otras relaciones humanas interpersonales, es quien permanece en el amor de Jesús, porque haciendo esto se guarda su mandamiento de amor. Y en la iglesia, este amor de “unos a otros” se pone en práctica entre hermanos en la fe como el apóstol Pablo dijo a los Efesios: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. / Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32), o como dijo a los Colosenses: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; / soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12-13). Haciendo esto es como permanecemos en el amor de Jesús, porque el fundamento de este amor reflejado hacia los demás es el amor de Jesús, igualito a como él nos ha amado primero.
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CONCLUSIÓN: Amados oyentes, hoy es el último domingo de adviento en el que se enfatiza la importancia de vivir el amor de Dios en nuestras vidas mientras esperamos el regreso de Jesucristo, y como una preparación que debemos tener en nuestros corazones para recordar litúrgicamente el nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Que el recuerdo de su nacimiento, sea para nosotros tanto en este adviento como en los 12 días de la temporada de navidad del 25 de diciembre al 5 de enero, nadie se pierda recibir y experimentar el amor de Jesús. Y si usted experimenta este amor divino en su corazón, compártalo con otras personas, especialmente a quienes para usted son más cercanas como la familia y los hermanos en la fe, y así, usted estará permaneciendo en el amor de Jesús.
Recuerden, no hay más mediador del amor del Padre celestial que Jesucristo mismo. Él es el único por quien el amor de Dios llega a la vida del ser humano que le recibe y que cree en él. Y recuerde que es importante guardar sus mandamientos los cuales, aunque sean más de 100, se pueden resumir en amar a Dios, pero también al prójimo, especialmente con los que tenemos una relación familiar y en la fe.
Que Dios ayude a cada uno de nosotros a permanecer en el amor de Jesús.
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[1] https://electricitymexico.weebly.com/blog/120-mandamientos-del-senor-jesus
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