QUÉ HACER PARA QUE PROSPERE LA OBRA DE DIOS
Esdras 5:8.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Ebenezer” de la col. San José Tecoh, de Mérida, Yuc; el día sábado 10 de Mayo del 2014; a las 19:30 horas; en el marco de su ¿? aniversario.
INTRODUCCIÓN: Damos gracias a Dios por este aniversario que Dios ha permitido ver a esta congregación “Ebenezer”, sin embargo, no nos detendremos solamente a celebrar el pasado sino que nos dispondremos a mirar el futuro de la obra de Dios en este lugar. Permítanme comenzar con un poco de historia para presentar el mensaje de este momento. Los judíos fueron llevados cautivos por Nabucodonosor a Babilonia alrededor del año 586 a.C, lugar donde estuvieron por un poco más de 70 años. Mientras tanto, en Jerusalén donde vivían antes, el templo fue destruido, los muros de la ciudad también destruida habiendo sido quemadas sus grandes puertas, y muchas viviendas de la ciudad sufrieron también devastación. Sin embargo, cuando los persas dominaron a los babilonios, su rey Ciro, decretó que los judíos pueden regresar a Jerusalén (a varios miles de kilómetros) y reconstruir sus viviendas, su templo, y sus muros. Lo que es común en muchos casos, no hicieron falta los enemigos de la obra de Dios que quisieron detener el trabajo que se hacía desde el decreto de Ciro hasta la época de varios reyes posteriores (Edras 4:4-10).
Nuestro texto de inicio para este mensaje (Esdras 5:8) contiene parte de las palabras de una carta informe imparcial que Tatnai[1] y Setar-bozani (representantes del rey persa Darío que gobernaban en las satrapías cercanas a Jerusalén), le enviaron al rey Darío, acerca de los avances y problemas que estaban teniendo los judíos en la reconstrucción de todas su ciudad. Afortunadamente no juzgaron ni impidieron la edificación de Jerusalén sino que dijeron las cosas tal como estaban aconteciendo tomando en cuenta las declaraciones de los mismos interesados en reconstruir Jerusalén. Pero lo que quiero resaltar de aquella carta es que decía: “Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos” (Esdras 5:8).
¡Qué informe más alentador!, y ¡qué comprometidos más ejemplares! “…la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos”, y a pesar de la oposición. De la misma manera, aunque finalmente Dios es quien ha dado, da y dará el crecimiento a esta congregación Ebenezer (1 Corintios 3:6,7), el trabajo a realizar también está en nuestras manos, en las manos de los miembros de esta congregación. Pero surge la pregunta: ¿cómo le hicieron estos judíos para que la obra de Dios que estaba en manos de ellos prosperara? Al encontrar las respuestas que ahora voy a compartir con ustedes pensé en titular este mensaje de la siguiente manera: ¿QUÉ HACER PARA QUE PROSPERE LA OBRA DE DIOS?
Los siguientes textos bíblicos que les compartiré en este mensaje, nos enseñan los requisitos que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de Dios bajo su responsabilidad progrese. / ¿Cuáles son esos requisitos para que debemos cumplir para que la obra de Dios bajo nuestra responsabilidad progrese? / Permítanme compartirles los siguientes requisitos que cumplieron los judíos de Jerusalén que les sirvió para progresar la obra que sacaron adelante.
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El primer requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
I.- NO TE QUEDES DORMIDO DE ÁNIMO, SINO LEVÁNTATE.
¿Cómo comenzó todo? La historia del caso nos dice que: “Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén” (Esdras 1:5). Lo que estas palabras están diciendo es que cuando no tuvieron ninguna iniciativa o ningún movimiento para hacer algo a favor de su propia comunidad, ellos se encontraban DORMIDOS, no con los ojos físicos, sino de ánimo o de espíritu. Sin embargo, este mismo texto nos dice que habiendo sido despertados por Dios “se levantaron […] todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios…”. Gracias primeramente a Dios quien los despertó, pero gracias a ellos también que dejaron ser despertados, y “se levantaron […] para subir a edificar la casa de Jehová,…”.
La Biblia nos presenta los peligros de no querer despertar y levantarse a hacer algo para el bien personal y de otros. Por ejemplo: 1) ¿Qué le sucedió a Sansón quien mientras dormía quizá soñaba con sus conquistas gracias a la fuerza extraordinaria que Dios le había dado? Mientras dormía le cortaron el cabello y perdió el mismo poder que Dios le daba (Jueces 16:15-21). 2) ¿Qué le sucedió a Saúl quien mientras dormía quizá se deleitaba viendo en sueños a sus enemigos caer bajo sus pies? Mientras dormía, David le cortó un pedazo de la orilla de su manto! (1 Samuel 24:3,4). 3) ¿Qué le sucedió a Jonás quien mientras dormía en un barco huyendo a donde Dios no le había mandado? Los tripulantes se burlan de él diciéndole: “¿Qué tienes dormilón?” (Jonás 1:6). Y aunque quizá soñaba disfrutar de unas espléndidas vacaciones en el puerto de Tarsis, acabó en el vientre de un gran pez por desobediente. 4) Jesús mismo nos dice en una de sus parábolas que un hombre que “sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (Mateo 13:24,25). De haber estado despierto, posiblemente el enemigo no habría podido sembrar cizaña. Estos son los creyentes que trabajan un poco y se duermen, y tras ese descuido vienen las consecuencias para la obra que abandonan.
Amados hermanos, levántense todos del sueño que afecta para el progreso de la obra de Dios que Él ha puesto en las manos de ustedes. ¿Cuál es la iniciativa, o participación actual de usted en la obra de Dios? Yo creo que usted no está dormido porque el haber creído en Jesucristo ha sido el momento en el que usted despertó de su sueño; pero todavía no se ha levantado de la hamaca o de la cama por la flojera del espíritu o ánimo. Usted necesita levantarse para unirse a la visión y misión de esta congregación.
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El segundo requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
II.- NO TE QUEDES SIN OCUPAR TU LUGAR, SINO PARTICIPA.
Relacionado con el desarrollo de la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén, leemos en el libro de Nehemías capítulo 3 que dada la naturaleza del trabajo a realizar, todos los varones jefes de familia tomaron un tramo para reconstruir. En otras palabras, cada uno ocupó su lugar. Todos ellos son los que habían sido despertados de ánimo por Dios, que ahora estaban ocupando un lugar para hacer algo por el bien de su comunidad, reconstruyendo en este momento el muro y las puertas de la ciudad.
Un caso que llama la atención es el caso de un hombre llamado Salum del cuál dice Nehemías: “Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén, él con sus hijas” (Nehemías 3:12). Aun siendo gobernante de medio Jerusalén, y aun no estando obligadas sus hijas a realizar ese tipo de trabajo, allí estaban voluntariamente comprometidos, ocupando un lugar en el trabajo (aunque no les tocaba a las hijas) para que la obra que estaba en manos de ellos fuese prosperada.
Amados hermanos, esta congregación tiene grandes necesidades de apoyo no tanto de gente que venga a prestarles apoyo, sino de que ustedes mismos ocupen su lugar (no me refiero al lugar en las bancas) sino en el servicio de la enseñanza, de la visitación, de la predicación, de la consejería, del ornato, de la limpieza, del servicio a los necesitados, de la oración, y una amplia de necesidades que no son los ajenos y extraños que deben hacerlo sino los de esta propia congregación. Sean también como Salum quien junto con sus hijas hicieron las cosas más por decisión voluntaria que por obligación. No cuestionó si aparece el nombre de sus hijas en la lista o no, sino simplemente vio la necesidad, y con toda su familia pusieron ¡manos a la obra! Pero, más que imitar a Salum, imiten a Jesucristo quien viendo nuestra gran necesidad espiritual vino a este mundo a realizar el trabajo necesario para nuestra salvación. Él ocupó el lugar de usted para pagar los pecados que usted iba a cometer; ahora solamente le toca a usted ocupar el lugar en la obra de Dios para prosperar la obra que está encomendada en las manos de usted.
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El tercer requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
III.- NO ESPERES QUE TODOS SE INVOLUCREN, SINO TRABAJA.
Es lamentable observar que en cualquier trabajo no todos se involucran aunque se trate de la misma obra de Dios. Nehemías nos relata acerca de los tecoitas que también ocuparon su lugar en la obra, “…pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor” (Nehemías 3:5b). Qué buen ejemplo de estos tecoitas que no se sentaron a esperar que sus líderes comiencen a ser ejemplo en el trabajo que había qué hacer. Es más, creo yo, que ellos mismos hicieron y con todo amor por la obra, la parte que “sus grandes” no quisieron hacer.
Es lamentable que de quienes pudieron esperar más, de “sus grandes”, es quienes menos dieron y quienes menos hicieron. Y no se trataba de los pobres que bien podían justificar su falta de recursos para aportar en tan grande obra, ni se trataba de los débiles que bien podrían también justificar que se encontraban enfermos o discapacitados para realizar tan demasiada y cansada labor; sino que fueron los “grandes”, los jefes, las autoridades, los representantes, los pudientes, que no apoyaron la obra. Sin embargo, la buena noticia es que los tecoitas no se dejaron arrastrar por el mal ejemplo. Se dieron cuenta que no tenían que esperar hasta que todos quieran, pues quizá nunca se iba a dar ese ideal, sin embargo, entendieron que a pesar de los que no quisieran, ellos tenían que hacerlo, y así lo hicieron, y “sus grandes” jamás apoyaron.
Amados hermanos, lo mismo sucede en las iglesias de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Siempre hay hermanos que aun siendo oficiales de la iglesia o directivos de la misma, o aun siendo ministros de educación, evangelismo, relaciones, o recursos, (es decir, los “grandes”) nunca o solo a veces hacen lo que es necesario hacer en la obra de Dios que ha sido confiado en sus manos. Usted no se preocupe. Usted simplemente por amor a la obra de Dios, y por gratitud a su Salvador, esfuércese a ocupar su lugar y trabajar haciendo aun lo que ellos mismos no hacen.
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El cuarto requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
IV.- NO TE DESANIMES POR LAS CRÍTICAS: SINO SIGUE TRABAJANDO.
Ahora veamos qué sucedió contra esta gente despierta, levantada, ocupando su lugar sin esperar que los expertos comiencen a hacer algo para la obra. Nehemías nos dice que: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. / Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? / Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará” (Nehemías 4:1-3). Lo que aquí notamos es que no hizo falta las críticas 1) de que eran solamente unos debiluchos, 2) de que talvez nunca logren su objetivo de volver a adorar a su Dios en Jerusalén, 3) de que ni en un día ni en muchos días terminarían su proyecto de reconstrucción, 4) de que lo quemado y lo hecho polvo no iba a poder ser restaurado, 5) que no sabían hacer su trabajo pues solamente el peso de una zorra en el muro derrumbaría todo. Sin embargo, ellos no haciendo caso a las críticas, siguieron trabajando eso sirvió para que la obra que ellos realizaban fuese prosperada.
Pero afortunadamente es Dios quien escoge para su obra no a los más destacados, no a los más poderosos del mundo sino a los que parece que no son algo en la vida. Dice el apóstol Pablo a los Corintios: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; / sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; / y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, / a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29). No importa que le critiquen, porque está de por medio que Dios le ha elegido para una tarea muy especial para prosperar su obra. A nuestro Señor lo señalaron como pecador cuando no lo era, lo señalaron como comilón y bebedor de vino cuando no lo era por adicción o pecaminosidad (Mateo 11:19; Lucas 7:34), lo señalaron como farsante aun en la misma cruz cuando le dijeron que si en verdad era el Hijo de Dios que se bajara de la cruz y bajara a los demás (Marcos 15:29-32).
Amados hermanos, todo el que hace algo será criticado, y mientras más excelente sean sus opiniones, acciones, y aportaciones, más bajas y viles serán las críticas en su contra. Recientemente le pregunté a una persona[2] si siempre iba a la iglesia, y me llamó la atención su respuesta. Me dijo: “Pastor, tristemente he visto a muchos comenzar en la iglesia y después se van porque no soportaron los problemas, pero yo sigo allí”. Qué triste cuando son los mismos hermanos que se critican negativamente unos a otros, pues en vez de ayudar al progreso de la obra, solamente la paralizan. Espero que usted no sea de estos que no se dan cuenta de que en vez de construir solamente destruyen. Dios me libre y nos libre de ser este tipo de personas. Sin embargo, hermano(a) usted a pesar de los problemas y críticas que surgen en el interior de su congregación, usted siga trabajando para el progreso de la obra de Dios que Él ha confiado también en las manos de usted.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, toda la obra que debió hacerse en los muros de la ciudad de Jerusalén, no se había hecho después del gobierno de los emperadores persas desde Ciro hasta Darío (como 25 años en total); pero cuando cada miembro del pueblo de Dios que habitaba en esa ciudad y sus aldeas cercanas cumplió los requisitos antes mencionados, todo el trabajo se hizo en solamente cincuenta y dos días. Nehemías nos lo relata diciendo: “Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días” (Nehemías 6:15).
Por eso les dije al principio: “no nos detendremos solamente a celebrar el pasado sino que nos dispondremos a mirar el futuro de la obra de Dios en este lugar”. No miremos los fracasos y atrasos que hemos tenido en los años anteriores, e incluso no miremos ni siquiera los éxitos, porque pueden generar conformismo en nuestro ánimo. Miremos la obra que falta, y cumplamos los requisitos necesarios para que la obra de Dios encomendada a nosotros en este lugar no se estanque sino que prospere.
[1] http://www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/4332/tatnai/ Aquí se describe quién pudo haber sido Tatnai.
[2] Por prudencia, omito el nombre de la persona, así como la iglesia a la que pertenece.
Muy buena la enseñanza
Dios siga bendiciendo su ministerio Y familia