NO DEJES EL CULTO A DIOS POR OTRAS COSAS, Por: Diego Teh.

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NO DEJES EL CULTO A DIOS POR OTRAS COSAS

 Génesis 12:6-13.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Roca de la Eternidad” de la col. Díaz Ordaz, de Mérida, Yuc; el día domingo 29 de Junio del 2014, a las 11:00 horas.

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    INTRODUCCIÓN: Gracias a Dios por la tentación de esta mañana.   ¿Amén?   En este momento se está jugando el primer tiempo del partido mundialista México – Holanda, que debió dar inicio justamente a las 11:00 horas.   Los mexicanos apoyamos apasionadamente a la selección que hoy nos representa en el estadio brasileño contra los holandeses.  Deseamos ver a nuestra selección, ganar para pasar a la siguiente etapa; pero justo este es el momento establecido para adorar a nuestro Dios en esta congregación.  Muchos hermanos (aunque me parece que ninguno de esta congregación), en este momento habrán descuidado el tiempo de adoración dominical prefiriendo quedarse en casa con la familia o juntarse con los amigos para ver el partido.   Qué bueno que este día tuvimos ese dilema entre el futbol y el culto, pues ha sido nuestro termómetro para analizar si preferimos a Dios y a su culto, o si preferimos el deporte o cualquier otra cosa antes que a Dios.   Aunque si hoy usted está aquí presente, usted está demostrando que prefiere a Dios más que el futbol mundialista.   Usted puede decir como Asaf: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?  Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmo 73:25).   Aunque quizá quienes deberían escuchar este mensaje son los que no vinieron por preferir la pasión deportiva antes que la santísima pasión por el culto a Dios, sin embargo, aunque hoy usted está prefiriendo el culto a Dios, sirva este mensaje para fortalecer su fe y obediencia para que en futuras ocasiones ya sea por el mismo deporte o por cualquier otra circunstancia usted no deje de preferir a Dios antes que cualquier otra cosa.

    Basado en la historia de un error cometido por Abraham durante su peregrinaje, según nuestra lectura bíblica, no es correcto dejar el culto a Dios a cambio de otras cosas que desee nuestra reacción humana.  /  ¿Por qué no es correcto dejar el culto a Dios a cambio de otras cosas que desee nuestra reacción humana?  /   No es correcto dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, por las siguientes razones.

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   La primera razón por la que no se debe dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, es:

I.- PORQUE ES UN RECHAZO A LA PROMESA DE DIOS.

   Esta primera razón la observamos en que Abraham ya no tenía que ser más peregrino porque ya había llegado a la tierra prometida que desde su llamamiento Dios le dijo que le mostraría, pues desde Harán, junto con su sobrino Lot “salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron” (Génesis 12:5d).   Aquí es donde debió establecerse para vivir y continuar su relación de adoración y comunión con Dios para que se cumplieran los propósitos de Dios en su vida, pero toma la mala decisión de irse hacia el Neguev donde nunca construyó altar alguno para adorar a Dios, y por si fuera poco, prefiere continuar su viaje hacia Egipto, lugar que no le pertenecía, donde tampoco se ocupó en construir un altar para adorar a Dios.   Lo que Abraham hizo al abandonar la tierra de Canaán, fue rechazar la promesa de Dios, de aceptar permanecer en el lugar donde Dios esperaba que él se estableciera para estar en comunión con Él.

    Esta actitud de rechazo de Abraham a la promesa de Dios, es similar a la actitud que se comete cuando los creyentes decidimos suspender el acudir al lugar que está designado como el lugar para encontrarnos con Dios para adorarle en compañía de otros creyentes.  Es igualmente un rechazo a la promesa de Dios cuando movido por nuestras pasiones deportivas, sociales, familiares, recreativas, etc… abandonamos el lugar convenido para el culto a Dios para preferir acudir a otro lugar que no sea para la adoración a Dios, no solamente en este día del partido mundialista entre México – Holanda, sino también en otras ocasiones cuando dejamos de acudir a la casa de Dios por otros intereses personales.   Por eso les animo a tener una convicción como la del autor del Salmo 84 que le dijo a Dios: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.  Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad” (Salmo 84:10).   La casa de Dios (el culto) es mejor que el cine, que la biciruta, que el zoológico, que el parque, que la playa, que el restaurante, que el viaje o paseo, y que el mismo partido de futbol de la selección mexicana en el mundial.

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     La segunda razón por la que no se debe dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, es:

II.- PORQUE ES UN RECHAZO A LA COMUNIÓN CON DIOS.

   Mientras Abraham estaba en la tierra prometida, por “el encino de More” donde se le apareció Jehová, y luego entre las ciudades de Betel y Hai, él edificó en ambos lugares un altar para adorar a Dios, y así estar en comunión con Dios pero cuando decide ir hacia el Neguev, y luego hacia Egipto, ya no hizo más un altar en tierra ajena, pues dejó de interesarle la comunión con Dios.  En otras palabras al abandonar aquella tierra santa, y aquellos altares que representaron la presencia de Dios y la comunión de Abraham con Él, Abraham estaba rechazando o dando la espalda a la importancia de tener comunión con Dios.   Abraham dejó los altares que había construido en plena tierra prometida donde se le había aparecido Dios mismo para que allí se mantuviera en comunión con Él, y prefirió ir en búsqueda de un mejor lugar según su ideal personal; sin embargo en su astucia y búsqueda personal solamente encontró hambre, peligros, llegando al grado de ser un mentiroso en tierra ajena ante el Faraón y sus príncipes.  Todo por rechazar mantenerse en el lugar donde debería estar para mantenerse en comunión con Dios.

   Esta actitud de Abraham, nos recuerda la actitud de los discípulos cuando Jesús les había dicho: “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Mateo 26:41), pero en vez de velar y orar se pusieron a dormir.   Prefirieron su sueño y descanso que la comunión con Dios para enfrentar los momentos que estaban a punto de llegar.   Yo creo que si se hubieran puesto a orar, Pedro no hubiera caído en la tentación de sacar su espada para cortar la oreja de Malco, el siervo del sumo sacerdote; creo que todo el conjunto de apóstoles no hubieran caído en la tentación de huir cada uno para donde pudo tras haber sido arrestado su Maestro Jesús; creo que si hubiesen dedicado tan solo parte de una hora, sus tentaciones no les iban a controlar a ellos.  De manera similar, cuando un creyente que debería dedicar tiempo para la adoración a Dios, y en el preciso momento lo deja para preferir otra cosa que no sea la comunión con Dios, esa actitud significa un rechazo deliberado a la comunión con Dios.  Y a falta de esa comunión necesaria con Dios, irán apareciendo poco a poco o de lleno, las consecuencias negativas en nuestras vidas.

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   La tercera razón por la que no se debe dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, es:

III.- PORQUE ES UN RECHAZO A LA PROVIDENCIA DE DIOS.

   Luego que Abraham dejara la tierra prometida y los altares de adoración a Dios, y se estableciera en el Neguev (al sur de la tierra prometida), dice la historia que: “Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra” (Génesis 12:10).   En vez de regresar del Neguev hacia los altares en la tierra prometida donde bien pudo haberse puesto en comunión con Dios para solicitar su ayuda, prefirió irse a Egipto, todavía más lejos del lugar de su encuentro con Dios.   La tierra prometida era un lugar conocido como “tierra buena y ancha, […] tierra que fluye leche y miel” (Exodo 3:8,17), pero en vez de clamar a Dios para que allí mismo Dios le manifestara su providencia, se va más hacia el Sur hacia territorio del Neguev.  Luego la situación espiritual de Abraham se agrava más, pues cuando en el Neguev no le va nada bien sino que el hambre aumenta más, en vez de considerar regresar a la tierra prometida, a los altares de Dios, decide irse todavía más lejos hacia Egipto.  Qué tremendo rechazo y abandono hizo Abraham a la provisión de Dios.

    El culto a Dios es un momento no solamente para darle a Él la gloria sino también para que nuestras vidas sean edificadas, consoladas, y fortalecidas en el poder de Dios para seguir triunfando en la vida para la gloria de Dios.  El apóstol Pablo escribió a los Corintios: “…Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación…” (1 Corintios 14:26).   El culto a Dios en el lugar convenido es el lugar de la provisión divina para el fortalecimiento de nuestra vida espiritual, que dejarlo solamente por un deseo como el deporte u cualquier otra cosa terrena, también es un rechazo a tal provisión de Dios.

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   La cuarta razón por la que no se debe dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, es:

IV.- PORQUE ES UN RECHAZO A LA TRANSFORMACIÓN DE DIOS.

   Cuando finalmente Abraham se encontraba más lejos del altar, su realidad pecaminosa se agravó mucho más.  El hombre que fue llamado para ser bendición a las naciones (cf. Génesis 12:2), no estaba dejando que las operaciones divinas en su vida le hicieran un hombre de bendición para los demás, sino que guiado por su astucia muy pronto se encontraba planeando cómo diseñar sus mentiras, decidiendo decir en Egipto que Sara solamente era su hermana y no su mujer con tal de salvarse él de la muerte.   Todo esto es consecuencia de dejar el lugar de la presencia de Dios, de dejar el lugar de adoración a Dios, de dejar el lugar de la provisión de Dios, y de ir a donde Dios no le había dicho que fuese.

    Las personas que en devoción personal o en culto congregacional buscan a Dios no es porque sean más santas que quienes no lo hacen, sino porque en ese momento en el cuál hay un encuentro intencional y profundo con Dios, desean que sus vidas sean transformadas o santificadas.  Desean recibir de Dios el poder necesario para poder rechazar el pecado que más los inclina a fallarle a Dios, a su familia, al prójimo, etc.   Pero cuando una persona que sabe lo débil que le resulta luchar en contra de sus propias tentaciones y debilidades espirituales, y aun así decide no acudir a su encuentro con Dios en adoración en el culto de la iglesia, esta persona está rechazando el ofrecimiento de Dios para transformar su vida, y en consecuencia esta persona permanecerá proclamando que es cristiano, que es salvo en Cristo, pero su conducta no siempre será apropiada y digna del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

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   La quinta razón por la que no se debe dejar el culto a Dios por otras cosas que desee nuestra reacción humana, es:

V.- PORQUE ES UN RECHAZO A LA DIRECCIÓN DE DIOS.

   Dios le había dicho a Abraham que lo llevaría “a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1c), pero después que le mostraron la tierra, él decidió no permanecer allí sino irse hacia el Neguev, y luego irse más allá hacia Egipto.   Irse hacia el Neguev era como demostrar alguna intención de volver a Ur de los Caldeos de donde Dios lo había invitado a salir, pues el Neguev es un territorio que partiendo desde Betel estaba relativamente rumbo hacia Ur, pero Dios no quería ver a Abraham en el Neguev, menos en Ur.   Luego el hambre de la región le hizo desistir de permanecer allí y dio la vuelta para viajar hacia el oeste del Neguev rumbo a Egipto donde logró llegar, pero Dios no lo quería allí tampoco.   Esa actitud de Abraham fue una demostración de que el corazón humano es capaz de rechazar la dirección de Dios en vez de preferir que su comunión nos marque la dirección que debemos seguir en la vida.

    Igualmente, cuando un cristiano evita acudir a la adoración por anteponer otros intereses antes que adorar a Dios, este cristiano también está rechazando la dirección de Dios que se recibe a través de la palabra leída y predicada en tales cultos.   La persona que rechaza la dirección de Dios es aquella que cuando es momento congregacional de adoración prefiere andar en el cine, en el restaurante, en estadio, de paseo con la familia, los amigos.   No es de extrañar que tales personas muy pronto reflejan en sus vidas una decadencia espiritual, y por lo general estarán sumidos en pecados o escándalos que dañan su vida personal, la de su familia, la de la iglesia, y aún la del buen testimonio para la proclamación del evangelio.

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   CONCLUSIÓN:   Para concluir con este mensaje, es interesante observar que tras toda la serie de rechazos que Abraham hizo acerca de las misericordias de Dios, finalmente corrigió sus malos procederes y emprendió su regreso hacia la tierra que abandonó y específicamente a los altares donde antes adoraba a Dios.   Dice la historia bíblica: Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot.   /  Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro.  /  Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai,  /  al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová” (Génesis 13:1-4).   Aunque en la actualidad ya no tenemos altares, porque ya no son necesarios porque ya no se hacen sacrificios como los del Antiguo Testamento, pues Cristo fue el sacrificio que puso fin aquel antiguo sistema de sacrificios; la enseñanza de esta historia es que no se debe dejar a Cristo y el culto a Dios por ninguna otra cosa terrenal, pues lo que Dios espera del creyente es que no abandone ni el lugar de su adoración, ni la adoración misma, ni el objetivo de la adoración que es dar a Dios la gloria que se merece, pues dejarlo de hacer es rechazar la gracia misma de Dios.

    En las próximas ocasiones que usted tenga una tentación como la de hoy que le motive a dejar el culto a Dios por cualquier cosa terrenal que tiene menos valor que adorar a Dios, recuerde que si usted cede, estaría rechazando a Dios, y que lo que Él espera de usted es que le dé en adoración toda la gloria que Él merece.

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