¿QUÉ CLASE DE RELACIONES HUMANAS QUIERO TENER?
1 Samuel 18:1-5; 20:1-42; 23:15-18.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la iglesia “El Divino Salvador” del Centro, de Mérida, Yucatán; el día domingo 06 de Julio del 2014, a las 11:00 horas.
http://www.diegoteh.com/bosquejos/audiodelossermones/140706queclasederelacioneshumanasquierotener.mp3INTRODUCCIÓN: Hoy, como ha sucedido en ocasiones anteriores, tengo el privilegio de comenzar una nueva serie de sermones que se estará predicando aquí en la iglesia durante todas las mañanas y tardes de todos los domingos de este mes de Julio, que se ha titulado: FORTALECIENDO LAS RELACIONES HUMANAS. Cada día nos vemos envuelto en todo tipo de relaciones humanas como las que se dan en la familia, en el trabajo, con los amigos, con gente desconocida, así como también con gente de nuestra misma fe cristiana. Aunque sin duda alguna, a estas alturas de nuestra vida cristiana ya deberíamos haber mejorado nuestras relaciones humanas, sin embargo una y otra vez se nos presentarán retos nunca antes enfrentados por lo que deberíamos buscar implementar o fortalecer en nuestra vida y carácter, los principios que nos ayudarán a tener una mejor conducta en nuestras relaciones humanas.
Les voy a narrar el resumen de un cuento que el predicador Dwigth Moody utilizó para hacer comprender una problemática esencial en las relaciones humanas. Su cuento trataba de un jovencito que vivía en un bosque. Un día creyó escuchar la voz de otro chico, allá a lo lejos. Gritó – ¡Hola! ¡Hola! – y la voz le respondió – ¡Hola! ¡Hola! – El jovencito no sabía que se trataba del eco de su propia voz, y entonces comenzó a gritar insultos que eran contestados inmediatamente. Después de un rato, entró a su casa y le contó a la madre que había un muchacho muy malo en el bosque. La madre, que comprendió lo que ocurría, le dijo que le hablara bondadosamente al joven para ver si le respondía del mismo modo. El chico salió de nuevo, hizo el experimento, y encontró que sus palabras de cariño eran contestadas de la misma manera”[1]. De manera similar, el efecto del eco es también una realidad en el ámbito de la relaciones humanas, pues muchas veces la manera como somos tratados es el efecto de la manera como hemos o estamos tratando a las personas. Por eso en este mensaje y los demás que escucharemos sobre las relaciones humanas, tendrán su enfoque no en los errores de los que no nos tratan bien sino en la actitud correcta que nosotros debemos asumir para que nuestras relaciones humanas tengan resultados favorables.
En nuestra historia bíblica acerca de la relación humana de amistad que se dio entre Jonatán y David, aprendemos cómo debe ser la clase de relaciones humanas que debemos tener con quienes convivimos en la familia, el trabajo, la vecindad, la iglesia, etc. / ¿Cómo debe ser la clase de relaciones humanas que debemos tener hacia los demás? / Observando en nuestro texto bíblico la amistad que se dio de parte de Jonatán hacia David aprenderemos cómo debe ser la clase de relaciones humanas que debemos tener hacia los demás.
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La primera clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
I.- BASADA EN LA ADMIRACIÓN DE LOS DEMÁS.
El contexto de las buenas relaciones humanas que se dio entre Jonatán y David, inicia “…cuando David volvía de matar al filisteo (a Goliat), (entonces, sigue la lectura) Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. / Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén. / Y aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 17:57,58; 18:1). Lo que aquí es evidente es que ese ligamiento de alma, y ese amor como así mismo de Jonatán hacia David, se da gracias a que Jonatán había desarrollado en él una manera muy singular de mirar a las personas no por sus condenar sus errores sino por admirar sus virtudes. Jonatán primeramente queda admirado de las habilidades y valentía de David un jovencito que había aceptado y ganado el reto de Goliat, siendo aproximadamente 20 años menor que Jonatán, valor que ni Jonatán mismo, ni sus hermanos Abinadab y Malquisúa (1 Samuel 31:2) habían tenido para luchar contra el filisteo gigante. Fue una relación humana de amistad basada en la admiración de alguna virtud encontrada en la persona que ha sido conocida. Se trataba no de un afecto pasional u homosexual como mal interpretan algunos, sino del mismo afecto que siente un guerrero por otro guerrero cuando salen triunfantes de una guerra, similar al afecto que recibe un futbolista cuando anota un gol a favor, pues todo su equipo emocionado y afectivamente le abraza, le besa, le palmea la espalda, y a veces se le arrojan todos encima.
Jonatán no tuvo la mentalidad de sentirse mayor de edad que David pensando que psicológicamente no son compatibles en sus intereses; tampoco tuvo la mentalidad de sentirse el príncipe hijo del rey que no tenía por qué amistarse con el hijo de un simple siervo llamado Isaí; tampoco tuvo la mentalidad de sentirse el candidato al heredero que no tenía por qué relacionarse con un muchachito que lo único que sabía era cuidar ovejas y usar piedras para matar osos y leones; tampoco tuvo la mentalidad de sentirse un hombre de ciudad que no tenía por qué amistarse con un jovencito de una casi insignificante aldea llamada Belén. Jonatán descartó todas esas maneras de pensar que todavía son los principios erróneos de muchas personas que no ajustan sus conductas al evangelio de Jesucristo que nos enseña que “cada cual […] que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,…” (Romanos 12:3). Por eso nuestras relaciones humanas deben basarse en parte en la admiración de los demás, y no en la exaltación de lo que pudiéramos o pretendamos ser.
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La segunda clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
II.- BASADA EN EL RESPETO PROFUNDO.
En nuestro texto bíblico se nos relata que desde el primer momento que Jonatán conoció el amor que David tenía por Dios y su pueblo al defenderlo de los filisteos: “lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Lo que esta descripción indica es que Jonatán no trató a David como a él mismo no le hubiese gustado que fuese tratado, sino que lo trató como a él mismo le hubiera gustado que sea tratado. Jonatán estaba tomando en cuenta que la vida de un hombre como David era mucho más valiosa que la de él mismo porque había sido capaz de enfrentar en nombre de Dios a un filisteo gigante enemigo del pueblo de Dios, cosa que ni Jonatán mismo se ocupó en hacer. Esta actitud de Jonatán fue una de respeto profundo, tal como debe darse en todas las relaciones humanas.
Esto de tratar a los demás con respeto profundo es uno de los temas principales tratados en toda las Sagradas Escrituras. Toda persona temerosa de Dios desde la época de Moisés como en la época de David y aún en la época de nuestro Señor Jesucristo, sabía acerca de este deber hacia las relaciones humanas. Nuestro Señor Jesús en su época hizo una predicación al respecto dirigido a las personas que antes de ser respetuosos miran a la gente solamente para juzgarlos equivocadamente y en consecuencia menospreciarlos. Conocemos esta enseñanza como la regla de oro de las relaciones humanas, y dice así: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Esto significa amar como a sí mismo, tratar a las personas como nos gustaría ser tratados, es decir, de manera respetuosa. Las epístolas del apóstol Pablo enfatizan también esta actitud de respeto que especialmente los que somos creyentes en Jesucristo debemos manifestar hacia los demás, pues nos dice: “Vuestra gentileza (amabilidad, respeto) sea conocida de todos los hombres…” (Filipenses 4:5).
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La tercera clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
III.- BASADA EN LA GENEROSIDAD INCONDICIONAL.
Un siguiente detalle que observamos en el texto bíblico es que “Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte” (1 Samuel 18:4). Jonatán ya tenía conocimiento de que este jovencito ya era el nuevo ungido de Dios para sustituir a Saúl en el trono. Jonatán por amor a la investidura que Dios le había otorgado a David quiso ser la persona que tendría el privilegio de otorgarle aquellas ropas, espada, arco y talabarte para que David tuviera los primeros instrumentos comunes a un rey y guerrero de aquella época, pues lo único que poseía hasta ese momento era su saco pastoril, zurrón, y honda que usaba para su trabajo de atender las ovejas de su familia.
Ocasionalmente escuchamos o leemos por los medios de información que algún manager abusó de los derechos de la persona que representa. Algunos de estos managers se quedan con la mayor parte de los ingresos obtenidos por las habilidades, ventas, o contratos de sus representados. Jonatán estaba en la posición legal para cometer tales abusos hacia David, pues pudo haber querido sacar provecho de las habilidades de este joven, pues finalmente solamente era un siervo hijo de otro siervo; pero prefirió honrarlo con sus bienes personales. Lo que podemos observar es que esta relación humana de profunda amistad no comenzó por interés de algún beneficio personal sino al contrario comenzó con la actitud de querer beneficiar a David justamente con las cosas que más tarde necesitaría.
Esta clase de relaciones humanas basadas en la generosidad incondicional nos recuerda el amor de Jesucristo hacia nosotros quien “por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Igualmente esta clase de relaciones humanas basada en la generosidad nos recuerda que así debemos tratar a los demás, pues se nos enseña en la palabra de Dios que: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. / Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10), no por interés sino por generosidad incondicional, pues los creyentes debemos ser “ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir…” (1 Timoteo 6:18b,19a).
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La cuarta clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
IV.- BASADA EN LA FIDELIDAD TOTAL.
Una lectura completa de 1 Samuel 20 nos ayudará a entender con lujo de detalles, el principio de la fidelidad total en las relaciones humanas. Muy pronto el rey Saúl, papá de Jonatán le manifiesta su disgusto porque entre Jonatán y David haya una buena relación de amistad. La historia nos lo narra de la siguiente manera: “Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre? / Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir. / Y Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho? / Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David. / Y se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira, y no comió pan el segundo día de la nueva luna; porque tenía dolor a causa de David, porque su padre le había afrentado” (1 Samuel 20:30-34). No cabía en el pensamiento de Saúl que otra persona aunque fuese designada por Dios mismo, le quitara el trono que había estado ocupando, aunque en realidad él mismo mereció perderlo. Quería acabar con la vida de David, y como su hijo Jonatán era muy amigo de David, Saúl comenzó a agredir a su propio hijo arrojándole una lanza para herirlo y hacerlo desistir de aquella amistad. Pero el resto de la historia nos relata que Jonatán fue totalmente fiel en su amistad con David tanto en los buenos como en los malos momentos, prefiriendo enfrentar la lanza de su propio padre que romper un lazo de amistad con un amigo que valía la pena por su marcada confianza en el Dios verdadero.
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La quinta clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
V.- BASADA EN EL SERVICIO CONSTANTE.
A través de todos los pasajes bíblicos que hablan de esta relación humana de amistad que se dio entre Jonatán y David, y en el que se describe la actitud adoptada especialmente por Jonatán, podemos observar que hay un servicio muy activo y desinteresado de por medio. Además de que ni las agresiones de Saúl hicieron desistir a Jonatán de su amistad fiel con David, lo encontramos luego movilizándose para todos lados, por ejemplo: yendo a encontrarse con David en el campo cercano donde estaba escondido, para llorar con él y despedirlo para que David huyera de Saúl (1 Samuel 20:35-42), y en otra ocasión Cuando David había huido hasta un monte en un desierto lejano llamado Zif, y luego en un lugar llamado Hores en el mismo desierto, Jonatán fue hasta allá para encontrarlo, y dice el texto bíblico que: “Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios” (1 Samuel 23:16). Este fortalecimiento de mano mencionado en este versículo se trataba de alguna provisión de alimentos para su amigo. Esta actitud nos indica lo importante que es el servicio constante en las relaciones humanas con quienes convivimos.
A nosotros los creyentes en Jesucristo se nos enseña también a implementar esta cualidad en nuestras relaciones humanas, pues se nos indica en la palabra de Dios: “…servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13), y también se nos indica que “No nos cansemos, pues, de hacer bien; […] según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9,10). Adoptando una actitud de servicio hacia los demás estaremos fortaleciendo nuestras relaciones humanas.
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La sexta clase de relaciones humanas que debemos tener es la que está:
VI.- BASADA EN LA CORTESÍA VOLUNTARIA.
En aquel primer momento del inicio de la relación amistosa entre Jonatán y David, no se puede apreciar mucho la cortesía de Jonatán, pero al paso del tiempo cuando se fortalece esta relación y Saúl el papá de Jonatán le andaba persiguiendo para matar, Jonatán interviene y se ingenia cómo encontrarse con él para decirle: “No temas, no te hallará la mano de Saúl mi padre, tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti” (1 Samuel 23:17). Tradicionalmente, según la costumbre de las monarquías, Jonatán debería ser el sucesor del rey Saúl; por lo que Jonatán debió sentir envidia y odio contra David, porque iba a sustituirle; pero como tenía la intención de ser su amigo y su asistente, se gozaba en saber que David llevaría la corona que él podría tener a la fuerza para adornar su propia cabeza; es más Jonatán hizo voluntariamente muchas cosas de su parte para asegurarse de que David logre ocupar en el momento de Dios el primer lugar en el trono que dejaría su padre Saúl. De manera cortés le dijo: “No temas, […] tú reinarás”, y así sucedió, pero lamentablemente Jonatán fue asesinado antes que David ocupara el trono, y nunca pudo compartir el trono con David.
Esa clase de relaciones humanas en la que voluntariamente una persona puede de manera cortés hacerse a un lado para ceder el paso a otro para alcanzar una meta, es lo que Dios también espera en nuestras relaciones humanas; pues la palabra de Dios nos enseña que; “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; / no mirando cada uno lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 1:3,4), pues luego se nos enseña que este fue el mismo sentir de Jesucristo hacia nosotros, un sentir de cortesía no mirando (Jesús) lo suyo propio, sino por lo de nosotros.
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CONCLUSIÓN: Voy a concluir contándoles un ilustración que John Calvin Maxwell utiliza en su libro Cómo ganarse a la gente. Hablando del factor: Disposición, para analizar si estamos preparados para las relaciones humanas, y explicando el principio que él llama: El principio del lente, relata lo siguiente: Un viajero que se acercaba a una ciudad grande preguntó a un anciano sentado junto al camino: – ¿Cómo es la gente en esta ciudad? – ¿Cómo eran allá, de donde usted viene? – preguntó el hombre. – Terribles –contestó el viajero–. Desconsiderados, deshonestos, detestables en todo sentido. – Ah -dijo el anciano–, esa es la clase de gente que va a encontrar en esta ciudad. Apenas acababa de irse el viajero cuando llegó otro a averiguar sobre la gente de esa ciudad. De nuevo, el anciano le preguntó cómo era la gente en el lugar que acababa de dejar el viajero. – Eran gente honesta, decente, trabajadora y generosa -declaró el segundo viajero–. Me dio tristeza dejar el lugar. – Pues esa es la misma clase de gente que encontrara aquí -respondió el anciano. Y comenta Maxwell, “la manera como vemos a los demás es un reflejo de nosotros mismos. Si soy una persona que confía en los demás, les veré como personas confiables. Si critico a los demás, veré a los demás como mis críticos. Si me intereso en los demás, les veré como gente compasiva. Su personalidad se trasluce cada vez que usted habla acerca de los demás e interactúa con ellos”[2].
Como dije al principio no se trata de que intentemos componer a las personas erradas en su manera de tratar a los demás, ni que esperemos que ellos sean los que primeramente tengan una buena actitud y un buen trato hacia nosotros; sino que nosotros debemos ser los primeros en mejorar nuestras buenas relaciones humanas hacia ellos y hacia todos. El problema muchas veces no son los demás sino nosotros quienes debemos mejor nuestras relaciones humanas y maneras específicas de tratar e interactuar con los demás, cultivando la admiración por los demás, el respeto profundo, la generosidad incondicional, la fidelidad total, el servicio constante, y la cortesía voluntaria; haciendo un lado todo aquello que nos ha influenciado a ver y tratar negativamente a los demás.
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[1] Moody, Dwight Lyman; Doscientas anécdotas e ilustraciones; Editorial Portavoz; Grand Rapids, Michigan, USA; Ilustración 2: EL ECO (adaptado).
[2] Maxwell, John Calvin; Cómo ganarse a la gente; Editorial Caribe, Inc; 13ª edición; 2004; Nasnville, TN, EUA; pág. 8.
Filip 4:4
Regocijaos en el Señor siempre.
Otra vez digo: Regocijados ?
V.5: Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El señor está cerca.
Observación: El señor siempre está cerca y pendiente de nosotros, porque vivimos
por fé y esperanza, en Cristo Jesús. Amen.
Tu servidor y pastor, Jesús Rincón F.
Muchas gracias por el texto bíblico y por la observación. Gracias a la cercanía de Cristo con nosotros, vivimos fieles en su servicio.