JESÚS LO CAMBIÓ TODO, Por: Diego Teh.

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JESÚS LO CAMBIÓ TODO

Romanos 5:12-21.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la iglesia. “El Divino Salvador” de la Col.Centro, de Mérida, Yucatán; el día domingo 03 de Agosto del 2014, a las 18:00 horas.

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http://www.diegoteh.com/bosquejos/audiodelossermones/140803jesuslocambiotodo.mp3

     INTRODUCCIÓN:    Ralph David Abernathy (1926-1990), personaje quizá no muy conocido y recordado como Martín Luther King, quien en su época fue un gran líder en los Estados Unidos a favor de los derechos civiles de los afroamericanos, como Luther King también fue pastor bautista[1].  En una ocasión promoviendo el movimiento de defensa que encabezaría, dirigió un mensaje a los cristianos que les predicaba, diciéndoles: “Los cristianos deben estar listos para un cambio porque Jesús fue el que realizó el mayor cambio en la historia”[2].  Y tenía mucha razón en que Jesús fue quien realizó el mayor cambio en la historia, y que los cristianos son los primeros en experimentar ese cambio, y procuramos que ese cambio siga efectuándose en más seres humanos.   Aunque las palabras de Abernathy tiene que ver con el contexto del efecto que debe producir la fe cristiana en el amor hacia el prójimo sin importar el color de su piel; es cierto también que Jesús fue quien realizó el mayor cambio en la historia de la humanidad, en el contexto de la historia de la salvación para la solución al problema de las consecuencias del pecado correspondiente a cada ser humano.

    El texto bíblico que hemos leído para este mensaje nos describe que Jesús realizó cambios a favor de la salvación en la historia de los pecadores elegidos para solucionar en ellos las consecuencias del pecado.  //  ¿Cuáles son esos cambios a favor de la salvación en la historia de los pecadores elegidos que Jesús realizó para solucionar las consecuencias del pecado?  //  En este mensaje les explicaré algunos de esos cambios que Jesús realizó en la historia de los pecadores cuyos resultados son reales en la vida de usted como creyente.

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   El primer cambio que Jesús realizó en la historia de los pecadores elegidos para solucionar las consecuencias del pecado, es que:

I.-  CAMBIÓ LA CULPA QUE ESTABLECE LA LEY POR LA GRACIA.

   El apóstol Pablo quería que los romanos entendieran bien que Jesús cambió la historia de la culpabilidad de los pecadores.   Primero les informó de una ley que ellos desconocían, la ley de Moisés, que más bien era la ley de Dios, por lo que les explica que: … la ley se introdujo para que el pecado abundase;…” (v. 20), pues aquella ley de Dios solamente hacía y hace hasta el día de hoy que sea más evidente que todos los seres humanos son culpables de pecado.  Eso no quiere decir que antes de la ley dada a través de Moisés no hubo pecadores, pues les dejó bien claro que también “…antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado” (v. 13), solo que con esto último lo que les estaba afirmando es que la función de la ley de Dios es culpar de pecado a toda persona.

  Pero como San Pablo quería que entendieran más la gracia de Dios, les explica también lo siguiente: “mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;” (v. 20).   Esta es la buena noticia: que Jesús ha cambiado la culpabilidad que establece la misma ley de Dios por la gracia de no ser contado como culpable, dando Jesús a cada persona que creyera en él un nuevo estado espiritual llamado estado de gracia, en el cual el pecador arrepentido es visto por Dios como libre de culpa, gracias a que Jesús con su muerte pagó por la culpa de todos y cada uno de aquellos a quienes quiere salvar.   Al respecto dice San Pablo: Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos LA GRACIA y el don de Dios POR LA GRACIA de un hombre, Jesucristo” (v. 15).   Esta gracia a la que se refiere el apóstol Pablo con estas palabras, es explicada como abundante (v. 15) y como sobreabundante (v. 20), porque aun habiendo suficientes elementos para probar e inculpar de pecado con la ley de Dios a cada persona, Jesús por medio de su muerte logra que cada creyente no reciba el castigo que se merece por su pecado sino que al contrario reciba la salvación que no se merece.

   Para explicar más este asunto de recibir un beneficio que no se merece, les voy a relatar acerca de un hombre que después de regresar como veterano de Vietnam compró un convertible último modelo.  Una mañana, aun usando su uniforme de la armada, se dirigía en su automóvil por una estrecha calle de Oklahoma (en Estados Unidos de América).   Decidió averiguar cuánta velocidad podría sacarle a su automóvil, por lo que lo aceleró al máximo.  Justo cuando llegó a la cima de una pequeña loma, alcanzó la velocidad máxima.  Y allí, justo en la cima, sin ser visto hasta que ya era demasiado tarde, se encontraba un policía con radar.   Cuando por fin aquel hombre pudo detener su automóvil a un poco más de una milla, se quedó allí sentado con su licencia de conducir en la mano esperando que el policía lo alcanzara y se acercara a él.  ‘¿Tiene idea de lo rápido que estaba conduciendo?’, le preguntó el policía.  ‘No exactamente’, le replicó aquel automovilista un tanto avergonzado.  ‘Ciento sesenta y tres millas por hora’ (poco más de 263 kilómetros por hora), contestó el policía.   Pero el veterano no esperaba lo que a continuación le diría el policía también conocedor y aficionado de los automóviles deportivos: ‘¿Le importaría que le echara una mirada al motor?’, preguntó.  Según el testimonio del pastor de quien supe esta historia, más o menos media hora más tarde los dos hombres terminaron bebiendo café en un negocio cercano, haciendo el pago del café no el infractor sino el policía.   Este infractor del tránsito solía decir que si el oficial pagó el café en aquella ocasión y bajo las circunstancias en las que se conocieron como autoridad e infractor correspondientemente, eso era gracia, porque el hombre no recibió una multa sino al contrario recibió un beneficio que no debió recibir[3].

    Amados hermanos, así es la gracia.  Usted y yo deberíamos seguir cargando con nuestra culpa pecaminosa porque no tenemos manera de librarnos de ella, pero Jesús al morir en la cruz, como dice el himno “Venid, cantad de gozo en plenitud”, de T. M. Westrup, que acerca de Jesús puntualiza: “él nos libró de culpabilidad”.   Gloria a Dios porque Jesús cambió nuestras culpas con su gracia a nuestro favor.

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   El segundo cambio que Jesús realizó en la historia de los pecadores elegidos para solucionar las consecuencias del pecado, es que:

II.-  CAMBIÓ EL JUICIO DE CONDENACIÓN POR LA JUSTIFICACIÓN.

   Para entender esta hermosa realidad leamos las palabras del apóstol Pablo que dicen:  Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación” (v. 16).   De estas palabras observemos tres cosas:

    Primero, que “el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación”.  Solamente por haber desobedecido la orden de no comer del fruto de un árbol, bastó para que Dios enjuiciara a todos las partes involucradas en aquel “un solo pecado”, por lo que vino para las mujeres, para los hombres, para la tierra, y para la raza animal de serpientes, una condena personalizada y aplicada justamente por la soberana justicia de Dios.

    Pero en una segunda observación a nuestro texto nos damos cuenta que primero dice que “con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó” (el don se refiere a la gracia de Jesucristo), pero ¿qué es lo que con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó?   La respuesta es que “un solo pecado” desató juicio para condenación, y lo más lógico que Dios debió seguir aplicando es que por cada pecado más debió haber un nuevo juicio en el que inevitablemente el ser humano saldría condenado.   Pero Jesucristo a pesar de haber aumentado el ser humano sus pecados llegando a ser “muchas transgresiones” no se interesó en seguir enjuiciando al ser humano sino que decidió cambiar el juicio y condenación que debemos merecer, cambiándolo por el don de su gracia que al respecto nos dice el apóstol Pablo, que: “el don vino a causa de muchas transgresiones”.

    Y finalmente observamos en nuestro texto que “el don vino […] para justificación”.   En vez de juicio para condenación, Jesús cambió la historia del pecador trayendo “el don” (la gracia) “para justificación”.   En otras palabras lo que Jesús cambió fue que ya no habrá juicio que condene al pecador que acepte el don de Jesucristo, sino que para tal pecador hay y habrá “justificación”, o sea, que es y será declarado absuelto de pecado y libre de condenación.

    Como un intento de aclarar un poco más esta verdad, les voy a relatar lo que le sucedió a un niño que se llamó Pedro.   Él era un niño inquieto, por lo que le causaba muchos problemas a su maestra en el salón de clases.   Llenó de borrones la páginas limpias de su manual de trabajo y le dificultó mucho a la maestra corregir los ejercicios.   Llegó el día cuando los padres de familia visitarían las aulas para observar los trabajos de los alumnos.   Ese día Pedro acompañó a sus padres durante su visita a la escuela.   Cuando estaban por llegar a su aula, casi no quería entrar.   Sus padres se adelantaron y él escuchaba con ansiedad fuera del aula mientras que sus padres hablaban con la maestra.   Finalmente sin poder resistir más, entró en el aula y comenzó a observar los trabajos de sus compañeros.   ¡Su manual de trabajo estaba lleno de borrones!   Se sintió muy mal y avergonzado.   Pero cuando lo vió, notó que solo tenía páginas limpias.   Ninguna tenía garabatos.   Cuando ya se retiraban sus padres, le preguntó a la maestra, una creyente ejemplar, qué había sucedido.   Ella contestó: “Corté todas las páginas echadas a perder, porque quiero ayudarte.   Olvidaré lo que ha pasado y consideraré como si nunca hubieras cometido un error o actuado mal”.   El niño quedo muy impresionado por el espíritu amoroso y a la vez justificante de su maestra[4].

    Amados hermanos, así es como funciona la justificación de Dios “como si nunca hubiera usted cometido un pecado” es usted declarado justo gracias a que Jesús cuando se hizo como uno de nosotros fue justo delante de Dios.  Lo justo de Jesús es aplicado al pecador “como si nunca hubiera usted cometido un pecado”, y así entonces el pecador tiene una vida nueva.   Así es como Jesús cambió el juicio por la justificación por lo que el apóstol explica lo siguiente:Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (v. 18).

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   El tercer cambio que Jesús realizó en la historia de los pecadores elegidos para solucionar las consecuencias del pecado, es que:

III.-  CAMBIÓ LAS REALIDADES DE LA MUERTE POR LA VIDA ETERNA.

   Ahora vamos a centrar nuestra atención en los versículos 12, 17, y 21 los cuales  nos presentan una descripción acerca del hecho real de que la muerte fue cambiada por Jesucristo por la vida eterna.

    En el v. 12 leemos lo siguiente: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.   En estas palabras observamos que luego de afirmar que “el pecado entró en el mundo por un hombre” afirma también que “por el pecado (entró) la muerte” y en consecuencia “la muerte pasó a todos los hombres”.   La muerte por el pecado al que se refiere San Pablo y toda la Escritura consiste primeramente en muerte espiritual quedando el ser entero del pecador (alma y cuerpo) separado de toda relación de comunión con Dios, que no puede ser restaurado por ningún esfuerzo que proceda del mismo ser humano.   Esta muerte espiritual es una realidad tan inmediata que desde el momento que comenzamos a existir aun antes de nacer ya estamos muertos (entiéndase como separados por el pecado) y sin capacidad propia para podernos relacionar con Dios.   Luego la muerte por el pecado consiste también en muerte física que ocurre cuando el alma se separa del cuerpo y nuestro cuerpo tiene que ser llevado al panteón.  Esta es una realidad por la que inevitablemente después del pecado de Adán todos los seres humanos tenemos que pasar como parte de los castigos temporales y terrenales.  Finalmente la muerte por el pecado consiste también en muerte eterna, el cual se da solamente en aquellos que no aceptan a Jesucristo como la solución de Dios, pues quedan muertos (separados) de Él y su gloria eterna, al ser enviados al lugar de tormento eterno.

    En el versículo 17 leemos también lo siguiente: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.   Aquí, lo que observamos es que si Adán echó a perder nuestra existencia trayendo la muerte espiritual y física como sentencia sobre todos los seres humanos, hay también una buena noticia acerca del gran cambio que Jesús realizó a favor de nosotros, eso sí no automáticamente a favor de cualquiera sino solo para “los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.   ¿Cuál es ese cambio?   Las palabras que están al centro de este versículo nos lo explica con toda claridad cuando dice acerca de los pecadores que “mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo”.   Entonces lo que está diciendo el apóstol Pablo es que gracias a Jesucristo, la muerte tanto espiritual como física ya tiene solución, la muerte ya fue vencida, pues Jesucristo la cambió por vida espiritual, también física, y también eterna para el pecador desde él mismo momento que él venció a la muerte mediante su propia resurrección.

    En el versículo 21 leemos lo siguiente: “para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”.   Algo que se destaca nuevamente aquí es que el reino de la muerte para condenación llegó a su fin, siendo que el pecado ya no podrá imperar, sino que la gracia imperará aplicando en los creyentes la “vida eterna mediante Jesucristo”.

    Amados hermanos, esta vida eterna mediante Jesucristo a la que se refiere el apóstol Pablo consiste en la restauración espiritual que desde ahora ya se puede vivir aquí en la tierra, pues Jesús describió que la vida eterna no necesariamente se trata de prolongación de la vida, sino que consiste en conocer desde ahora a Dios y a su Hijo Jesucristo (Juan 17:3) y esto es lo que los creyentes hemos iniciado ahora.    Luego, esta vida eterna mediante Jesucristo, es la que al final de los tiempos cuando Jesucristo vuelva, recibiremos mediante la resurrección en la que los creyentes recibiremos nuevos cuerpos que nunca más volverán a tener enfermedades, hambre, cansancio, dolor; con sentimientos y emociones perfectas por lo que ya no tendremos necesidad de llorar, entristecerse, etc…   Y finalmente esta vida eterna mediante Jesucristo es la que garantiza que por toda la eternidad los que fuimos creyentes en la obra de Jesucristo estaremos en las moradas celestiales junto a nuestro salvador sin tener más que pasar las infelices miserias de esta vida.    Esta vida eterna es otro gran cambio que Jesús realizó para beneficio de nosotros los pecadores, y por eso podemos decir como el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?   /  ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.  /  Mas gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:55-57).

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  El cuarto cambio que Jesús realizó en la historia de los pecadores elegidos para solucionar las consecuencias del pecado, es que:

IV.-  CAMBIÓ LA DESOBEDIENCIA POR LA OBEDIENCIA.

   Acerca de la desobediencia de Adán leemos que San Pablo dice: Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores” (v. 19), pero refiriéndose a Jesús, dice: “así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (v. 19).   Con estas palabras es suficiente para entender la gravedad de una sola desobediencia y cómo esta desobediencia afectó a muchos, por no decir a todos, aunque ese es su sentido.  El efecto fue que “los muchos (todos) fueron constituidos pecadores”, y desde entonces el ser humano siempre ha estado inclinado a que con más facilidad haga un mal que un bien, a que cada vez sea más capaz de hacer algo más perverso que antes.   En otras palabras “por la desobediencia de un hombre” cada ser humano se convirtió en un totalmente depravado incapaz de obedecer perfectamente los mandatos divinos.   Por eso San Pablo nos recuerda que: “No hay justo, ni aun uno; […] No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:1,12).    Pero afortunadamente esa depravación total e incapacidad de buscar y hacer el bien tuvo y tiene también solución, por eso San Pablo nos dice que: “así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”.   ¡Qué buena noticia!  Usted y yo podemos ser justos, pero no por sí mismos sino gracias a “la obediencia de uno”, es decir, de Jesucristo.   Jesús si pudo ser perfectamente obediente representando a los que no podemos serlo, y así su obediencia es aplicada a los que creemos en él como si nosotros mismos fuéramos los verdaderos obedientes.

    Amados hermanos, gracias a la obediencia tanto activa como pasiva de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, usted y yo somos vistos por Dios como hijos obedientes.   Este fue otro de los grandes cambios que nadie jamás pudo haber realizado sino solamente Jesucristo, con la finalidad de que podamos ser aceptados por Dios.   La obediencia de Jesús fue el cambio de nuestra desobediencia.  Gracias a Jesús por esta su actitud excelente que nos cambió la existencia presente y el destino eterno.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, el objetivo de este mensaje ha sido confirmarles que todo aquello que pesaba en nuestra contra fue cambiado totalmente solo por el don o gracia de Jesucristo, el único quien tenía el poder para eliminar toda sentencia que por causa del pecado pesaba sobre nosotros.   JESÚS LO CAMBIÓ TODO, no fueron nuestros méritos propios.   Proclamemos como dice el autor del himno Hubo quien por mis culpas muriera en la cruz, que “él cambió mis tinieblas en luz”.

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[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Ralph_David_Abernathy

[2] http://akifrases.com/frase/197486

[3]Ilustración adaptada, tomada de:  https://bible.org/seriespage/la-gracia-de-dios

[4] Ilustración tomada de: http://spanish.globalreach.org/spanish/images/S3231Es_07.pdf

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