SI LA PREDICACIÓN NO FUNCIONA EN TI, Por: Diego Teh.

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SI LA PREDICACIÓN NO FUNCIONA EN TI

Hechos de los Apóstoles.

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la cong. “Roca de la Eternidad” de la Col. Díaz Ordaz, de Mérida, Yucatán; el día domingo 24 de Agosto del 2014, a las 18:00 horas.

http://www.diegoteh.com/bosquejos/audiodelossermones/140824silapredicacionnofuncionaenti.mp3

    INTRODUCCIÓN: A través de las Sagradas Escrituras tenemos casos de personas que con tan solo escuchar una sola predicación de la palabra de Dios, o en ocasiones aún antes de acabarse la predicación de aquel momento, ya se daba una manifestación de que aquella palabra predicada estaba en los oyentes produciendo resultados espirituales como el arrepentimiento, la confesión de pecados, y la consagración de la vida al servicio de Dios.   Sin embargo, también tanto en aquellos tiempos bíblicos, como en tiempos posteriores, y hasta en la actualidad, hay personas que aunque escuchan un mínimo de 50 predicaciones anualmente, y otras escuchan aún hasta 100 predicaciones anuales en promedio, pero sus vidas no se ven lo suficientemente transformadas, sino que sus vidas siguen iguales y en algunas personas hasta son peores que antes, mientras que otras personas están siendo moldeadas por la misma palabra del Señor.  ¿Qué es lo que ocurre?  ¿Acaso es la palabra que no tiene poder para transformar, o cuál es el problema?

    A través de una reflexión acerca de diversos episodios de la historia narrada en el libro de los Hechos de los Apóstoles podemos observar que la predicación de la palabra de Dios que funciona en unos, lamentablemente no funciona en otros.  /  ¿Cuáles serían las razones por las que la predicación de la palabra de Dios no funciona en algunos?  /  Observando tres historias de dicho libro, podemos darnos cuenta de tres razones por las que las predicaciones no funcionan en la vida de algunos creyentes.

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   La primera razón por qué la predicación de la palabra de Dios no funciona en algunas personas, es:

I.-  POR NO TENER INTERÉS EN LA VIDA ETERNA.

   El primer caso en el libro de los Hechos de los Apóstoles que voy a presentarles, es el de los judíos de Antioquía de Pisidia, el cual se relata de la siguiente manera: “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.  /   Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.  /  Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites” (Hechos 13:48-50).   Una de las expresiones que sobresale en el verso 48 acerca de los gentiles de aquella ciudad es que “creyeron los  que estaban ordenados para vida eterna”.   En cambio acerca de los judíos que era a quienes prioritariamente se les llevó el mensaje del evangelio, lo que hicieron fue que “instigaron” a personas claves, y “levantaron persecución”, y “expulsaron” a Pablo y Bernabé de aquella ciudad.  Este marcado contraste de actitudes entre gentiles y judíos, resalta que los primeros tuvieron interés por la vida eterna, y los judíos no tuvieron interés por la vida eterna.   Cuando el versículo 48 describe el proceso de interés de los gentiles, se nos dice que primero oyeron (“oyendo esto”), luego se regocijaron, luego glorificaron la palabra, y finalmente se nos dice que “creyeron”; o sea, que primeramente tuvieron interés en el mensaje de vida eterna que se les predicaba, y como resultado creyeron en aquel mensaje.   Se requiere en verdad, interés por la vida eterna para que una persona quiera escuchar y gozarse de la predicación de la palabra del Señor, y entonces se pueda producir en su corazón el resultado espiritual necesario por haber escuchado una predicación evangélica.

   En una ocasión durante el ministerio de Jesús, estuvo de visita en la casa de sus amigas Marta y María, casa también de su amigo Lázaro.  Jesús consideró en aquella ocasión que era necesario dedicar un tiempo para compartirles a ellas, un poco de sus enseñanzas.  Resulta, entonces, que mientras Jesús les enseñaba, Marta decidió que no le interesaba más escuchar a Jesús, sino que le interesaba más el ponerse a trabajar en la casa.  Finalmente, Jesús le dijo: ”Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.  /  Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:41,42).   Por eso las enseñanzas aun directamente del mismo Jesucristo no funcionaron en ella, simplemente porque no le interesó nada sobre la vida eterna.  Poco tiempo después, cuando su hermano Lázaro muere, y Jesús les visita de nuevo, y acuden juntos a la tumba de Lázaro, Jesús pidió a los judíos que estaban allá por el sepulcro, que quitaran la piedra que tapaba la tumba de Lázaro, pero la primera en reaccionar incrédulamente fue precisamente Marta quien le dice a Jesús: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días” (Juan 11:39b).  La respuesta inmediata de Jesús fue: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40).  Es evidente que por no haber querido escuchar las enseñanzas de Jesús, y por no haberle interesado a ella aprender sobre la vida eterna o sobre el poder de Dios aun sobre la muerte, en ese momento no funcionó en ella todo la dedicación que Jesús había hecho por adoctrinarla, pues reaccionó como una incrédula, simplemente porque no le interesaba lo que le enseñaban.  No era problema del Maestro, sino era problema de la persona que no tenía interés en la enseñanza.

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   La segunda razón por qué la predicación de la palabra de Dios no funciona en algunas personas, es:

II.-  POR ACEPTAR SOLAMENTE LO QUE A UNO LE CONVIENE.

   El segundo caso también registrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles que voy a presentarles, es lo ocurrido con los filósofos epicúreos y estoicos de la ciudad de Atenas, Grecia, cuyo caso ocurre de la siguiente manera:   “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.  /   Y así Pablo salió de en medio de ellos.  /  Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos” (Hechos 17:32-34).  Lo que ocurrió en este caso, es que cuando los filósofos que pensaban a su manera, no estuvieron de acuerdo en la mención que el apóstol Pablo hizo acerca de la verídica resurrección de Jesús, interrumpieron el sermón al grado que Pablo tuvo que retirarse del lugar porque ya no le querían escuchar, excepto algunos.  Nótese que en los filósofos no funcionó la palabra predicada, precisamente por la actitud de burla, de menosprecio, y de falta de interés que había en ellos con respecto a la resurrección.  Sus mentes no estaban dispuestas ni siquiera a escuchar por cortesía para filosofar sobre el asunto.  Pero nótese el contraste con aquel Dionisio el areopagita, con Dámaris, y los otros cuyos nombres no se mencionan, que aunque el sermón no fue concluido en aquella ocasión, lo poco que se había predicado funcionó en ellos, como se describe en el versículo 34: “Mas algunos creyeron”.  No fueron selectivos en lo que querían escuchar, sino que aceptaron toda la verdad que les estaba siendo predicada.

   Hoy, quizá la gente de nuestro entorno es poco analítica, al grado que muchos escuchan doctrinas sean buenas o malas, e inmediatamente las creen, pues en medio de tanta doctrina neopentecostal, mucha gente no sabe distinguir la herejía de tales doctrinas, y caen con facilidad en el engaño doctrinal.  Sin embargo, yo he podido comprobar que aun con mis humildes predicaciones sobre el pecado, han habido personas que se me han enojado y retirado del culto en algunos lugares porque no les conviene escuchar la oportuna exhortación, y eso que yo ni sabía el pecado que ellos cometen.  He recibido quejas de que fue una indirecta para ellos, de que tenía algo contra ellos, y que mejor se los hubiera dicho en privado, pero la verdad es que yo no sabía nada sobre ellos.  Simplemente no les conviene escuchar que andan mal delante del Señor, por eso, cómo les va a funcionar las predicaciones que escuchan cada vez que sacan tiempo para asistir a un culto de la iglesia.

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   La tercera razón por qué la predicación de la palabra de Dios no funciona en algunas personas, es:

III.-  POR NO PRESTAR LA DEBIDA ATENCIÓN.

   Un caso más que también encontraremos en el libro de los Hechos de los Apóstoles es el caso de un joven llamado Eutico, cuyo caso se relata de la siguiente manera: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.  /   Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos;  /  y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto” (Hechos 20:7-9).  Creo que hay de caso a caso, pues no es lo mismo ser “rendido” por una causa de fuerza mayor como el cansancio después de un día de arduo trabajo, o por una enfermedad que nos está debilitando, a que intencionalmente no queramos escuchar lo que se lee de la palabra, lo que se predica, o lo que se enseña.   El caso de Eutico, no sabemos cuál haya sido la causa de haberse dormido, pero cualquiera que haya sido la causa, lo que nos queda evidente es que si no se presta atención a la predicación de la palabra de Dios, ¿cómo va a funcionar en una persona para que este crezca espiritualmente?, pues la palabra misma nos dice que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

    Alfredo Lerín, en uno de sus libros de ilustraciones, relata que un hombre agonizante dijo una vez, desesperado, al ministro de la iglesia a cuyos cultos había asistido por veinte años: “nunca oí un sermón.”  Y explicó que durante la predicación había estado haciendo planes para sus negocios[1].  ¿Cómo funcionaría la predicación de la palabra en una persona con una actitud como la de este hombre que no presta la debida atención a la predicación?   Quizá el caso de aquel hombre es un caso excepcional, que no ocurre en muchas personas, pero un problema actual es la falta de atención a la predicación por el uso inapropiado del celular durante el culto y durante la misma predicación.  Se ha detectado a jóvenes así como a adultos, jugando, mensajeando, revisando las redes sociales o el correo electrónico; todo esto causando distracción y en consecuencia falta de atención al objetivo del culto y a la meditación de la palabra de Dios que se lee y predica durante el culto.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, la palabra de Dios ocupa un lugar central en la vida de los creyentes, así como en el culto ocupa la misma centralidad; todo esto es con el fin de que todo ser humano o creyente que tenga un encuentro con la palabra de Dios sea santificado o transformado, para que bien delante de Dios, de su familia, de sus amigos, de otros creyentes, etc…  Es importante que cuando tengamos este privilegio, 1) manifestemos una actitud de interés por los valores eternos que Dios quiere que adoptemos en nuestra vida, 2) decidamos aceptar no solamente aquellas cuestiones que nos elogian sino aquellas que también reprenden, exhortan, o redarguyen nuestra vida por causa de algún pecado cometido, y 3) prestemos la debida atención para captar todo el sentido de cada predicación y no nos vayamos sin algo definido que debamos obedecer.  Nuestras vidas deben ser la muestra de que la predicación de la palabra de Dios funciona.

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[1] Lerìn, Alfredo; 500 Ilustraciones; Casa Bautista de Publicaciones, 17ma edición; 2004; Bogotá, Colombia.  Ilustración 195, Pp. 141,142.

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