ZONA MATRIMONIOS, ¡ZONA DE ESPERANZA!
Romanos 15:13; Génesis 17:15-17; 48:1-11.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la iglesia. “El Divino Salvador” de la Col. Centro, de Mérida, Yucatán; el día domingo 31 de Agosto del 2014, a las 11:00 horas; durante el culto de Acción de Gracias, por el primer aniversario del ministerio “Zona Matrimonios” de la iglesia local.
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http://www.diegoteh.com/bosquejos/audiodelossermones/140831zonamatrimonioszonadeesperanza.mp3INTRODUCCIÓN: Un refrán popular dice: “La esperanza es lo último que se pierde”, sin embargo muchas veces la esperanza es lo primero que la gente cree ya haber perdido. Muchas veces, psicólogos, pastores, y consejeros familiares, escuchamos a personas decir: “Mi matrimonio ya no tiene esperanza”, pero afortunadamente cuando acudimos a Dios, tenemos buenas noticias, pues desde que Jesucristo vino a este mundo, todas las cosas buenas que requiere el corazón humano para la vida cotidiana personal o familiar, ya están disponibles de manera no escasa sino abundante. Al respecto, dice el apóstol Pablo: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13). De estas breves palabras apostólicas podemos hacer por lo menos cinco importantes observaciones. En primer lugar, observe usted que San Pablo describe que Dios es “Dios de esperanza”, por lo que no hay razón para que usted piense que no tiene solución lo miserable e infeliz de su vida personal, familiar, o matrimonial que está viviendo en este momento. En segundo lugar, observe usted que “gozo y paz”, dos grandes dones para el corazón y la vida social, son los beneficios que se obtienen en el Dios de esperanza. En tercer lugar, observe usted que la cantidad de ese gozo y paz que se obtiene en Dios es otorgado no de manera limitada sino hasta que “os llene”, por lo que si usted siente o se da cuenta de que le falta alguno, ambos, u otros de esos dones divinos en su vida, recuerde que en Dios hay abundante y suficiente esperanza. En cuarto lugar, la gracia de Dios que usted ya ha conocido, tiene la finalidad de que “abundéis en esperanza”, es decir, que si los problemas que empañan la vida llegan inevitablemente a un creyente, en Dios aún hay más esperanza y de manera abundante, por lo que usted no tiene por qué descartar buscar en Dios la solución de su(s) problema(s). Y en quinto lugar, observe usted que la esperanza que usted necesita no viene de un poder humano, de ningún consejero, pastor, iglesia, o ministerio sino del “poder del Espíritu Santo”.
Hoy, como iglesia elevamos nuestra acción de gracias por el primer aniversario del ministerio “Zona Matrimonios” porque como se nos indicó brevemente en la reseña de este ministerio, no ha sido en vano el trabajo realizado durante este primer año. A través de este ministerio, todos aquellos matrimonios que se han acercado a sus reuniones, han recibido el beneficio espiritual de experimentar un cambio que nunca pensaron que sería posible, no porque el ministerio los transforme, sino porque el ministerio “Zona Matrimonios” está siendo un instrumento en las manos de Dios. Eso ha motivado que el mensaje de este momento lleve por título: “ZONA MATRIMONIOS, ¡ZONA DE ESPERANZA!”, porque toda iglesia y todo ministerio debería tener esta característica de compartir la esperanza que proviene de Dios. Y aprovecho, animarle a usted a que se acerque a las reuniones y estudios bíblicos de Zona Matrimonios para tomar provecho para su vida personal y para que su matrimonio aprenda, recuerde, o implemente la guía de Dios, y entonces comience a recuperarse, o a mejorar en cuanto a las cosas que han estado deficientes en su matrimonio quizá desde hace ya mucho tiempo, porque sí hay esperanza, y porque sí hay en esta iglesia un ministerio que está disponible para ayudarle a usted y a su matrimonio.
Por eso, en este mensaje voy a compartirles la verdad de que “el Dios de esperanza” tiene maneras muy particulares para dar solución a los problemas de cualquier área de la vida, como la del matrimonio, aunque los problemas parezcan o sean realmente graves. / ¿Cuáles son las maneras particulares como “el Dios de esperanza” da solución a los problemas de sus hijos? / Según varios relatos del libro del Génesis, a los que haremos una breve observación y análisis acerca de cómo fue la intervención de Dios en la vida de los patriarcas Abraham y Jacob, les compartiré dos de las maneras particulares como “el Dios de esperanza” da solución a los problemas de sus hijos.
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La primera manera sorprendente como “el Dios de esperanza”, da solución a los problemas de sus hijos, es:
I.- A VECES, HASTA QUE HAYAN PASADO MUCHOS AÑOS.
El día de hoy, en esta mañana, en uno de los diarios de nuestro estado, salió una publicación acerca de Francisca Garay Sánchez una madre que tiene una hija desaparecida, a quién busca desde hace más de 3 años. Esta madre angustiada, llorando, dijo ante los medios de comunicación: “No sé cuándo Dios me va a escuchar”, “Puedo estar hincada todos los días… y NO tengo una respuesta”[1]. Tres años le ha parecido a esta señora que de nada le sirve orar, que de nada le sirve Dios, que Dios no la escucha. Siéntase en libertad de orar por ella y por todas las personas que sufren por causa de un secuestro. Pero, a pesar de que esta madre agobiada piense en que por tres años transcurridos ya no tiene esperanza en Dios, la realidad con Dios es otra, pues la respuesta de Dios no siempre sucede en el tiempo que deseamos, pero puede ocurrir aunque hayan transcurrido 5, 10, 20, o 25 años o más.
Estoy seguro que ustedes conocen la historia de Abraham que fue llamado por Dios para ser fundador de una nación que sería el pueblo escogido de Dios, y que como fundador de ese pueblo, pues debería tener por lo menos un hijo, y lo ideal para que su descendencia creciera rápidamente es que tuviera muchos hijos. Pero había un problema, pues la edad de Abraham cuando fue llamado por Dios para ese propósito, tenía 75 años de edad, y su esposa Sara 10 años menos, y adicionalmente su esposa de por sí no podía tener hijos, pero Dios les promete dar un hijo. Ellos aceptaron el llamado de Dios y la promesa, pues decidieron viajar hasta donde Dios los quisiera llevar, a Canaán la tierra prometida. En su viaje peregrino, transcurrieron diez años cuando ellos ya tenían 85 y 75 años respectivamente, pero Dios no les daba el hijo prometido, porque todavía estaba formando la fe y la obediencia de esta pareja adulta. Ellos, tomaron la decisión de conseguir un hijo mediante la tradición de su cultura, de poder él tenerlo legítimamente con una de sus criadas, pero al hacer esto dejaron de poner su esperanza en Dios. Luego transcurrieron otros 15 años, y él ya tenía 100 años y ella 90, cuando Dios le llama de nuevo y le dice que el hijo prometido ya viene en camino. Era cuestión de esperar 25 años después de su llamamiento, y no 10 para actuar como si no tuvieran esperanza. ¡Qué vergüenza cuando se puede esperar el tiempo de Dios, y actuamos según nuestra desesperanza, como si no tuviéramos esperanza! Fue en aquella ocasión cuando Abraham expresó “¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir” (Génesis 17:17). Es evidente que Dios tenía esperanza preparada para ellos, aunque tenían que esperarla hasta 25 años después, porque Dios así lo había determinado para ellos, no importando si ya eran muy avanzados de edad. El apóstol que escribe a los Hebreos se refiere a este caso de Abraham cuando dice: “Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar” (Hebreos 11:12).
Amado hermano, no importa si usted lleva 25 años esperando o más, y los problemas antiguos de su matrimonio siguen igual, no importa si usted siente que ya está casi muerto, no importa si usted siente que ya no tiene caso, pues el Dios de esperanza puede dar solución a esos problemas y necesidades. La esperanza se obtiene hasta pasar la prueba de la paciencia, que es un requisito indispensable para el crecimiento espiritual y la santificación. Cada uno de nosotros estamos en ese proceso. Algunos están pasando esa experiencia a través del matrimonio, y hoy más que nunca es el momento de confiar en el tiempo del Dios de esperanza, quien tiene un resultado sorprendentemente favorable para usted.
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La segunda manera sorprendente como “el Dios de esperanza”, da solución a los problemas de sus hijos, es:
II.- A VECES, AUNQUE NO SE SABE SI HAY ESPERANZA.
Jim Binney, en su libro “El Ministerio del Matrimonio”, relata: “En una ocasión, cuando saludé a unos esposos que habían venido para recibir consejos, sus primeras palabras fueron: “¡Si esta semana no funciona, nos divorciaremos!” Ellos habían perdido toda esperanza. Pero cuando oré por ellos y pedí que Dios diera el agua viva de Cristo a sus almas sedientas, una transformación asombrosa ocurrió. Después de la primera sesión, en la cual se pusieron de espaldas y expresaron su ira, comencé a ver que se ablandaba aquella frustración e ira que cargaban. Al cuarto día de consejería, los vi por la ventana paseando juntos. Estábamos en otoño y los rayos del sol hacían resaltar el tono vivo, anaranjado, de los robles. La senda tenía un arco de ramas que formaban una catedral de luz con el cielo celeste en el fondo. Mientras iban caminando, ella tomó su mano. El hombre, en cambio, extendió su brazo para abrazarla. También la vi apoyando su cabeza sobre su hombro, y lloré. Estaba presenciando la sanidad de dos personas quebrantadas”[2]. Lo que este caso nos demuestra es que hay matrimonios que llegan a pensar que ya no tienen esperanza alguna de mejorar su relación matrimonial, sin embargo Dios tiene preparada la esperanza correspondiente para sus vidas, aunque ellos no lo sepan, sino hasta que sorprendentemente lo comienzan a disfrutar.
A Jacob, otro de los personajes de la Biblia, nieto de Abraham, le tocó la experiencia de perder la esperanza por culpa de unos hijos mentirosos quiénes trayéndole la túnica de José su hijo menor, manchada de sangre pero de animal, le dijeron mentirosamente que una mala bestia se lo había devorado y que no había quedado ni siquiera restos de su cuerpo. ¿Qué más podía hacer un padre ante semejante noticia? Sin embargo, pasaron más de 22 años cuando sus mismos hijos que le habían mentido se vieron obligados por las circunstancias a comunicarle a su padre que José todavía vivía, y tuvieron que llevarlo hasta donde él estaba, por lo que el libro de Génesis nos relata las palabras de este bendecido padre a su hijo: “Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia” (Génesis 48:11). Una mentira hizo que este hombre pensara que no tiene esperanza, una túnica con sangre que no era la de su hijo hizo que pensara que no tiene esperanza, pero en realidad, Dios sí tenía esperanza preparada para este hombre quien a pesar de ser ya anciano de días, tuvo la dicha de volver a ver a su hijo que había tenido por muerto. Ni sabía si tenía esperanza, pero el Dios de esperanza le sorprendió.
Hasta el día de hoy, el Dios de esperanza, siempre ofrece esperanza en cualquier área de la vida humana, incluyendo esperanza para los matrimonios que por diversas razones están con problemas graves que no saben cómo hallar la solución. Y como dice nuestro texto, esa esperanza, como todo lo que Dios da, es abundante. Usted no se arrepentirá si pone su esperanza en Él.
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CONCLUSIÓN: En otro caso relatado por Jim Binney, dice: “Una vez conocí a una mujer que era chispeante y vivaz a quien le encantaba hablar. Ella llegó a conocer a un hombre fuerte y callado. ¡Era perfecto!. Había encontrado a alguien que podía escucharla por horas y horas. Él, por el otro lado, se sentía feliz de no tener que hablar con nadie. Habían pasado veinticinco años cuando llegaron en busca de ayuda. “¡Jamás habla!”, ella se quejó. “Se queda sentado sin decir nada. Nunca sé lo que está pensando o cómo se siente”, dijo ella con angustia. “¡Ella no se calla nunca!” él interpuso. Siguió diciendo: “¡Habla de cualquier cosa! Jamás tenemos un momento de paz”. La misma cosa que los atrajo al principio, ahora, amenazaba con destruir su matrimonio[3]. Situaciones como estas también pueden surgir de manera inesperada en algún matrimonio, y pueden parecer una situación sin solución. En ocasiones suceden estos problemas aún en los matrimonios de los mismos creyentes que en un principio en todo están en armonía, pero que con el paso del tiempo las cosas van cambiando de manera negativa, pero también para casos como estos, la buena noticia es que hay esperanza en Dios para que las cosas vuelvan a ser mejores como antes. Si usted está pasando en su matrimonio, momentos y situaciones que nunca pensó que le sucederían a usted, le invito a acercarse primeramente a Dios por medio de Jesucristo, y luego al ministerio “Zona Matrimonios” de esta iglesia, donde usted aprenderá los principios bíblicos que le ayudarán a dar los pasos correctos para que la esperanza preparada por Dios para tener un mejor matrimonio, finalmente llegue a la vida de usted y su cónyuge.
Finalmente, felicito a al ministerio “Zona Matrimonios”, por este primer año de trabajo, que para la gloria de Dios han habido frutos en la vida de por lo menos once matrimonios, así como en algunas personas solas, que han sido ministradas por el trabajo de ustedes. Muchas gracias por haber enseñado durante este año: cómo mejorar la comunicación en el matrimonio; cómo manejar bien las finanzas para beneficio del matrimonio, de la familia, y de la obra de Dios; y de los otros temas que también estuvieron impartiendo. Cada estudio, cada conferencia, cada evento, fue una bendición, a menos que alguien no lo considere así para su vida. Les animo en el amor de Señor a que este segundo año que hoy comienza trabajen arduamente para mayores resultados en la vida de muchos más matrimonios. Que “el Dios de esperanza” ministre a través de ustedes a los matrimonios que esperan en Dios.
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[1] Diario ¡Por Esto!, Edición del 31 de agosto 2014, Mérida, Yucatán. (Portada: Sólo en versión impresa).
[2] Binney, Jim; El Ministerio del Matrimonio; BJU Press; Greenville, South Carolina, EUA; trad. Elizabeteh Mezón, et al; 2003; Pág. 16.
[3] Binney, Jim; El Ministerio del Matrimonio; BJU Press; Greenville, South Carolina, EUA; trad. Elizabeteh Mezón, et al; 2003; Pág. 14.
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