ASPECTOS IMPORTANTES DE LA PAZ DE DIOS
Romanos 5:1; Filipenses 4:6,7.
Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Siervos de Jesús” de Celestún, Yucatán; el día domingo 07 de Diciembre del 2014 (2do. domingo de adviento), a las 19:00 horas.
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INTRODUCCIÓN: El ser humano fue creado para vivir en paz con Dios, con paz en su propio corazón, y en paz con sus semejantes, pero desde que el pecado alcanzó su vida comenzando con el primer ser humano, inmediatamente lo primero que se rompió fue su paz con Dios, luego se deterioró su paz consigo mismo, y luego su paz con sus semejantes; y desde entonces, un alto porcentaje de los seres humanos no han podido vivir totalmente en paz.
Sin embargo, las personas que verdaderamente obedecen a Dios y confían en las promesas de Dios, pueden experimentar la paz de Dios en su vida, y pueden decir como en un salmo dijera David: “En paz me acostaré, y así mismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). David, fue hombre que era constantemente perseguido para matar tanto por traidores demasiado cercanos a él, como por enemigos extranjeros, sin embargo, él, cada día, sea durante el día o durante la noche, vivía con una paz de origen divino. Como David, cada persona puede sentir paz, la paz de Dios en su vida como resultado de su confianza y obediencia a Dios, pues en el caso particular de los israelitas como David, Dios les había prometido que si eran obedientes a él, pase lo que pase: “…Yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante…” (Levítico 26:6), y fue su confianza en esta promesa de Dios lo que lo hacía vivir en paz.
Hoy que estamos celebrando el segundo domingo de adviento, el enfoque de esta ocasión es la paz que fue anunciada por los profetas (Cf. Isaías 52:7), y por los ángeles que confirmaron a los pastores de Belén, el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo cuando dijeron: “¡Gloria a Dios en las alturas! / y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). Es la paz que Jesucristo ha querido que todos sus discípulos tengamos en el corazón, y que un día les anunció personalmente a los que fueron sus apóstoles, diciéndoles: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da…” (Juan 14:27).
Los textos bíblicos apostólicos (Romanos 5:1, y Filipenses 4:6,7), que usaré como fundamento para este mensaje, nos enseñan que la paz de Dios tiene un orden de funcionamiento en la vida de los creyentes. / ¿Cuál es el orden como funciona la paz de Dios en la vida de los creyentes? / Permítanme explicarles cuáles son los aspectos de este orden de funcionamiento de la paz de Dios en la vida de un creyente.
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El primer aspecto del orden como funciona la paz de Dios en la vida del creyente, es que:
I.- COMIENZA CON LA JUSTIFICACIÓN.
Es posible que alguna persona piense que para comenzar a tener paz en su vida, lo primero que tiene que hacer es acudir a una iglesia. Otra persona quizá piense que para comenzar a tener paz en su vida tiene que llorar profunda y amargamente para desahogarse de sus penas. Otras personas quizá piensen que para comenzar a tener paz en sus vidas necesitan salir de la dura situación económica por la que están pasando. Y otras personas quizá piensen que para comenzar a tener paz en su vida necesitan acudir a terapias esotéricas para sincronizar y armonizar su espíritu con el universo.
Las Sagradas Escrituras nos enseñan que la verdadera paz llega a la vida del ser humano, no por medio de esfuerzos religiosos o eclesiásticos, ni por medio del desahogo, ni por medio de las finanzas, ni por medio de lo esotérico, sino por medio de la justificación, pues el apóstol Pablo, le dice a los Romanos que “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Pero, ¿qué es la Justificación? Según el Catecismo menor de Westminster en su respuesta 33 la define de la siguiente manera: “La justificación es un acto de la libre gracia de Dios, por el cual él perdona todos nuestros pecados y nos acepta como justos delante de él: mas esto solamente en virtud de la justicia de Cristo, la cual nos es imputada, y que recibimos por la fe únicamente”. Toda esta definición y especialmente el texto bíblico de Pablo a los Romanos nos dan a entender que la paz llega a la vida no por medio de esfuerzos humanos, sino por medio de la justificación, que no se gana, sino que es un acto “de la libre gracia de Dios”, y que tiene que ver no principalmente con las preocupaciones de nuestra vida cotidiana sino con el perdón de “todos nuestros pecados”, los cuales solamente se obtienen “por la fe […] por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Por eso, mis amados hermanos, si hace falta alguna vez, paz en la vida de alguno de nosotros, reconozcamos que la causa de esa carencia es el pecado, y que solo la fe en Cristo, puede hacer que a cambio de esa fe, Dios otorgue la verdadera paz que todos necesitamos. Y si alguno de ustedes no ha podido iniciar la experiencia de la paz primero para con Dios, y luego para consigo mismo, primero tiene que creer salvadoramente en Cristo, quien va a aplicar en usted un dictamen legal y divino, que se llama justificación, y así usted comenzará la mejor experiencia de paz en su vida. Es en la justificación y solamente en este acto legal de parte de Dios, que puede usted comenzar a sentir la paz de Dios en su vida.
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El segundo aspecto del orden como funciona la paz de Dios en la vida del creyente, es que:
II.- CONTINÚA CON LA ORACIÓN.
Pero, aunque la causa de la falta de paz, es el pecado, y eso tiene sus efectos principales directamente en el corazón; sin embargo sus alcances tienen que ver con las cuestiones secundarias como las preocupaciones por la vida diaria, que también alteran el grado de paz que es una realidad en el corazón; pero para tales preocupaciones que turban el corazón, también hay una solución que no es la justificación, sino la oración; pues el apóstol Pablo enseñó a los Filipenses que “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. / Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Para tener bajo control los afanes de la vida, y que no sean los afanes los que controlen nuestra vida, debemos poner siempre en las manos de Dios nuestras peticiones en vez de vanamente afanarnos. El texto nos dice que Dios no quiere ver que un hijo suyo no le quiera hablar para decirle que se encuentra en problemas que lo afanan turbando la paz de su corazón, sino que Dios quiere conocer nuestras peticiones.
A través de toda las Sagradas Escrituras, tenemos multitudes de afanes (preocupaciones) que fueron superadas gracias al recurso de la oración que Dios ha provisto a sus hijos, y gracias a que Dios inclina sus oídos para recibir la oración que se le eleva, y gracias a su misericordia que finalmente termina concediendo la solución que se le ha presentado por medio de la oración. Por ejemplo un rey llamado Asa, preocupado porque el ejército del enemigo que estaba listo para atacar al pueblo de Dios tenía más de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y Asa solamente tenía medio millón y ochenta mil soldados más, entonces oró a Dios diciéndole: “Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre” (2 Crónicas 14:11), y el enemigo terminó vencido (vv. 12,13). El Dios de Asa, es el mismo Dios nuestro que sigue respondiendo de la misma manera. Haga usted la prueba, pídale la solución por sus afanes, y recuerde la promesa de Jesús, que “todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8; Lucas 11:10). De esta manera, usted seguirá disfrutando la paz de Dios por medio de la práctica de la oración, quien le concederá a usted las soluciones de sus problemas cotidianos.
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El tercer aspecto del orden como funciona la paz de Dios en la vida del creyente, es que:
III.- PERMANECE EN EL CORAZÓN.
Ocasionalmente he escuchado a personas decir que cuando van a un templo, que por el hecho de solamente estar dentro del edificio, sienten una profunda paz en sus almas, pero que al salir del edificio y estar en su casa u otro lugar, no tienen paz en sus vidas. Pero eso no es la paz de Dios, sino solamente un efecto sicológico transitorio, basado en la experiencia de un prejuicio que ha sido erróneamente alimentado en el conocimiento, pensando que Dios es más efectivo en un edificio que directamente en el corazón. La paz de Dios, no es una paz temporal, sino que es una paz que una vez recibida, permanece en el ser humano. Tener la paz de Dios, tampoco significa que jamás se tendrá problemas, sino que esos problemas que llegarán se podrán enfrentar no desde la óptica humana de la desesperación, sino desde la óptica de la confianza en que Dios actuará para producir en nuestra vida, los mejores resultados que hacen falta en nosotros. Cuando una gracia de Dios llega a la vida de una persona, esta gracia llega para quedarse. Y es así como ocurre con la paz de Dios. Y lo más hermoso de esta paz divina es que opera primeramente en el corazón, el lugar donde más peligrosamente actúa el pecado y sus efectos.
El apóstol Pablo nos enseña acerca de la paz de Dios, diciendo: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Cuando dice: “guardará”, expresa un sentido no de algo momentáneo u ocasional, sino de algo permanente que va a estar ocurriendo en el corazón y en los pensamientos, en otras palabras, en todo el ser, siendo así una paz completa y permanente. Con razón Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da…” (Juan 14:27). Claro, porque la paz que se hace y obtiene de los convenios que se hacen en todos los niveles de organización en este mundo, siempre serán temporales, falibles, e ineficaces; pero la paz de Dios que se obtiene a través de Jesús, no es “como el mundo la da” sino que es eterna, infalible, y eficaz.
Amados hermanos, demos gracias a Dios porque El no empieza algo en nosotros y lo deja a medias sino que desde que comienza un proceso en nuestra vida, siempre la perfeccionará para nuestro beneficio, hasta que llegue el día cuando vuelva Jesucristo y recibamos la máxima y definitiva expresión de ese perfeccionamiento.
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CONCLUSIÓN: Pues, mis amados hermanos, que este mensaje sirva para orientarnos a buscar siempre la paz de Dios que permanece en el corazón humano. Que esta temporada de adviento nos sirva de preparación para que la cercana navidad que llegará no la celebremos con un enfoque simplemente social como nos propone nuestra cultura humana, sino que la celebremos con profunda acción de gracias a Dios quien por medio de su hijo Jesucristo, quien hasta el día de hoy en los seres humanos está “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20); una paz que comienza con la justificación, que continúa con la oración, y que permanece en el corazón.
Estimado oyente (y lector), no basta con solamente saber cómo funciona la paz de Dios en la vida del ser humano, pero por lo menos, en este momento, usted ya escuchó que la paz de Dios no se experimenta por cualquier medio que el ser humano crea que le va a dar paz. La paz verdadera solamente es por medio de Jesucristo. Y en este momento, que usted está escuchando (o leyendo) este mensaje basado en la palabra de Dios, y que ha estado en búsqueda de paz en su vida, lo invito a que ponga un alto a sus búsquedas en fuentes que no proporcionan paz verdadera, y que reconozca que usted necesita creer en la obra redentora de Jesucristo, en quien cuando una persona pone su fe en él, además de ser justificado, comienza a tener paz primeramente para con Dios (Romanos 5:1), y luego seguirá experimentando esa paz divina en todas las áreas de su vida. ¿Verdaderamente quieres tener paz en tu vida espiritual, personal, familiar, social, etc…? Cree que Jesucristo te acepta tal como eres, y hará de tu vida una vida perdonada, salva, y con paz verdadera.
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