LO QUE NO ES EL AMOR FRATERNAL, Por: Diego Teh.

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LO QUE NO ES EL AMOR FRATERNAL

Lucas 14:12-14;  Romanos 12:9-10a.

 Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Roca de la eternidad” de la col. Díaz Ordaz, de Mérida, Yuc; el día domingo 21 de Diciembre del 2014 (4to. domingo de adviento), a las 18:00 horas.

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   INTRODUCCIÓN: Cuando nos ha tocado hacer una fiesta personal o familiar, y ofrecemos refrigerios, almuerzos, o cenas, ¿a quiénes invitamos?  Solemos invitar a los familiares, a los amigos, a los que nos ofrecieron su ayuda para nuestro evento, a la iglesia, y por si acaso al pastor de la iglesia.   Esa es nuestra costumbre, pero si le pidiéramos a Jesús un consejo para que nos sugiera acerca de a quiénes podríamos invitar, le escucharíamos decir las siguientes palabras que dijo en una ocasión mediante una parábola: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.  /  Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;  /  y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:12-14).  Una lectura superficial de estas palabras de Jesús, nos podría hacer pensar ¡qué mala idea de Jesús!, porque no conocemos personas que hagan un festejo semejante el día de hoy.  Pero estas palabras de Jesús, tienen una enseñanza muy importante para todo aquel que se considera discípulo de Jesús.   Quiero aprovechar que hoy, cuarto y último domingo de adviento, en las iglesias que siguen el calendario litúrgico, se predica acerca del amor de Dios, y voy a predicarles un tema que está estrechamente ligado al amor de Dios.   Para ello, voy entonces a relacionar estas palabras de Jesús con una frase de las palabras del apóstol Pablo a los romanos que dicen: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal;…” (Romanos 12:10ª), y a partir de ambos textos quiero exponerles el mensaje de hoy que intitulé LO QUE NO ES EL AMOR FRATERNAL.  Pero hago la aclaración que el amor fraternal no solamente aplica para nuestros festejos sino para el trato en toda ocasión hacia nuestros hermanos en la fe.

    Nuestros textos bíblicos ya citados como base para este sermón nos presentan en conjunto una serie de descripciones acerca de lo que es y de lo que no es el amor fraternal.  Aunque para el propósito específico de esta predicación, solamente haré una breve exposición acerca de lo que no es el amor fraternal.  /  Entonces, ¿qué no es el amor fraternal?  /  En este mensaje les compartiré algunas de las descripciones que están enseñadas en dichos textos acerca de lo que no es el amor fraternal.

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   La primera descripción de lo que no es el amor fraternal, consiste en que:

I.- NO ES LA CONVIVENCIA SOLO PARA SENTIRSE EN AMISTAD.

   Primero, es conveniente hacer las siguientes preguntas: ¿Es lo mismo amor que amistad?  La respuesta es no.  Una simple convivencia ¿significa que es la práctica de amor fraternal?  Tampoco, pues cualquier agrupación de personas pueden convivir en edificios, en vecindarios, colonias, pueblos, etc…, sin que necesariamente se amen en sentido fraternal.  El amor fraternal del que nos habla las Sagradas Escrituras no es la interacción de personas debido solamente a que son afines en sus gustos, personalidad o costumbres similares, pues esto únicamente es una cuestión de amistad que no es el amor fraternal del cual nos habla el apóstol Pablo.  Si alguien tiene amistad con alguna persona, eso es bueno, sin embargo, los amigos nosotros los escogemos porque vemos en ellos alguna personalidad, intereses, problemas, y hasta gustos similares a los nuestros; pero cuando se trata de amar fraternalmente, no podemos escoger a quien amar y a quien no, sino que es nuestro deber expresar sin reserva alguna el amor de Dios a través de nosotros a todos aquellos que también como nosotros profesan espiritualmente la fe en Jesucristo.   Así es como se aplica la orden apostólica: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal;…”.   Eso es lo que Jesús quería que entendieran los oyentes de su parábola cuando les dijo: “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos,…” (v. 12), pues hacerlo así no necesariamente es una expresión de amor fraternal, sino que puede ser nada más que una expresión de solamente amistad o solamente afinidad.   Por supuesto que no hay nada de malo en tomar en cuenta a los que son amigos personales y que sin duda son verdaderos amigos a quienes también se les puede amar fraternalmente, pero no debe ser confundida la simple amistad o la simple afinidad con el amor fraternal que no excluye a ningún hermano porque este tipo de amor va más allá de solo amor amistoso, pues el amor fraternal tiene su fundamento en el amor incondicional de Dios y debe demostrarse no selectivamente hacia algunos hermanos sino que debe incluirse y demostrarse a todos aquellos que por la fe en Cristo son real y verdaderamente nuestros hermanos.

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    La segunda descripción de lo que no es el amor fraternal, consiste en que:

II.- NO ES LA GENEROSIDAD SOLO PARA CONSEGUIR ALGÚN BENEFICIO.

   Al respecto de este punto, Jesús lo ilustra con su parábola acerca de aquel afortunado que desea hacer una fiesta para su boda, a quien él no le recomienda que invite a los que socioeconómicamente están en su mismo nivel, porque según Jesús: “no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado” (v. 12).   Igualmente no tiene nada de malo invitar a alguien del mismo nivel socioeconómico, pero no debe verse esa acción como un acto de purísimo amor fraternal, cuando la persona que se muestra generosa lo hace porque está esperando que muy pronto sea recompensada con otra invitación a cambio, en el que incluso probablemente pueda sacar mayor provecho.  El que se muestra cercano, amable, y levemente generoso, hacia aquel que tiene recursos financieros o incluso al que poco tiene, solamente con la intención de aprovecharse del otro, eso no es amor fraternal, sino abuso fraternal, pues el verdadero amor fraternal como lo enseñó el apóstol Pablo a los ancianos de Éfeso en Mileto, consiste en la práctica de “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35), y no en solamente acompañar a los hermanos durante el culto, ni en solamente saludarlos ocasional o aun constantemente, ni mucho menos en aprovechar obtener de ellos beneficios personales.  El amor fraternal implica compartir generosa pero incondicionalmente con nuestros hermanos en la fe, sirviéndoles y tratándoles con amor tal como Dios lo ha hecho con nosotros.

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    La tercera descripción de lo que no es el amor fraternal, consiste en que:

III.- NO ES LA CORTESÍA SOLO PARA APARENTAR AMABILIDAD.

   Es importante observar que cuando el apóstol Pablo habla del amor hacia los que son nuestros hermanos en la misma fe en Jesucristo, hay una profunda preocupación en él, de tal manera que lo expresa diciendo que “El amor sea sin fingimiento” (Romanos 12:9).   Casi cualquier virtud cristiana puede ser fingida.  Se puede fingir tener fe, se puede también fingir tener amor, pero en el momento crucial cuando se ponen a prueba estas virtudes que provienen de Dios, se hace evidente si en verdad son auténticas o si solamente son fingidas.  Cuando se evalúan los resultados se llega a conocer la realidad.  El mismo apóstol Pablo, cuando recordaba a su joven discípulo Timoteo quien derramaba lágrimas por causa del servicio a Cristo, en una ocasión le escribió diciendo que le traía a la memoria no solamente sus lágrimas sino “la fe no fingida que hay en ti” (2 Timoteo 1:5).  De la misma manera, temprano o tarde se llega a conocer si hay verdadero amor en los creyentes hacia sus demás hermanos o si solamente fingían amor para aparentar su amabilidad como lo hacen los que verdaderamente aman en nombre de Cristo.

    Desde el principio del capítulo doce de su epístola a los romanos, el apóstol demuestra su preocupación en cuanto al trato que se le debe dar a todos los hermanos en la fe, pues en el versículo tres, les dijo: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3).  ¿Se imagina usted que en la iglesia hayan personas que tengan “más alto concepto de sí”?  Tales personas mirarían a los demás creyentes como gentes insignificantes, como personas de una clase inferior; pero en cambio ellas, se sentirían como las personas que tienen derechos sobre los demás, por lo que en un momento dado estas personas no pueden practicar el amor fraternal, y si se vieran obligados a practicarlo, fingirían amar a sus hermanos, pues al dar el lugar de respeto y honra que los demás deben recibir lo harán solamente como una cortesía para aparentar su amabilidad, aunque en lo profundo de su corazón no lo hacen por ni con amor porque su “concepto de sí” no es sano.   A cada persona que se siente así, el apóstol les exhortó diciendo “…cada cual que está entre vosotros, […] piense de sí con cordura”, y les añadió las palabras “El amor sea sin fingimiento”, y se las enfatizó con las palabras “Amaos los unos a los otros con amor fraternal;…” para que corrijan su actitud de tal manera que no finjan amor hacia los hermanos, sino que realmente vivan con el amor digno de un hermano a otro hermano debido a que ambos han recibido de Dios la misma gracia y la misma fe.

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    CONCLUSIÓN: Amados hermanos, hoy la palabra de Dios nos ha orientado para ser más considerados hacia nuestros hermanos, para que no seamos selectivos acerca de a quiénes si y a quiénes no incluiremos en tenerlos como hermanos con quienes compartir el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones.  Un hermano en la fe es más que solo un amigo, pues es uno como nosotros que también ha recibido misericordia y gracia de Dios, y que se encuentra en las mismas condiciones salvíficas que nosotros, por lo que debemos unos a otros en nuestra total iglesia local, amarnos como hermanos hijos de un mismo Padre que nos ha adoptado como hijos suyos.

    También es importante recordar que un hermano en la fe no es un siervo para nuestro favorecimiento, pues no es alguien que ha sido llamado para ser nuestro esclavo, de quien hemos de aprovechar su posición en Cristo, sino que un hermano en la fe es aquel a quien no él sino nosotros debemos amarle fraternalmente mediante nuestro servicio, y cuidado, dándonos primeramente nosotros a favor de él para su edificación en la fe y en el servicio a Dios.

    Además debemos considerar que Dios espera que cada uno de sus hijos seamos auténticos practicantes de su voluntad, y que ninguno sea hallado en falsedades o fingimientos.  Dios no quiere ver a nadie que profese la fe en su Hijo Jesucristo, que solamente finja practicar el amor fraternal, pero en el fondo aborrezca a su propio hermano a quien de frente le finja amor pero a sus espaldas haga lo contrario.

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