SOLAMENTE SOMOS COLABORADORES DE DIOS, Por: Diego Teh.

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SOLAMENTE SOMOS COLABORADORES DE DIOS

 1 Corintios 3:1-9.

  Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Cristo es el Camino” de la col. Chuminópolis, de Mérida, Yuc; el día domingo 18 de Enero del 2015, a las 11:30 horas.

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   INTRODUCCIÓN: El apóstol Pablo, mientras estaba en la prisión escribe una epístola a los creyentes de la ciudad de Filipos, y les comenta que “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad.  /  Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones;…” (Filipenses 1:15,16).  Qué actitud más inapropiada de aquellos cuya motivación es la envidia, la contienda, y la falta de sinceridad, para hacer cualquier servicio en nombre de Dios.  No entendieron estas personas cuál debe ser la mejor motivación y actitud con las que se debe predicar el evangelio.   En otra iglesia local, en la época del apóstol Juan, hubo hombre llamado Diótrefes cuya actitud es descrita de la siguiente manera: “…Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.  /  Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” (3 Juan 9,10).  Sentirse el primer lugar en la iglesia, hablotear neciamente como si uno todo lo supiera, hablar maldad premeditadamente contra los hermanos,  no recibir a otros hermanos en la iglesia, prohibir que se hagan las cosas que sí deben hacerse, y expulsar a los que se esfuerzan a trabajar para el extendimiento del evangelio, son actitudes que Diótrefes practicaba las cuales no son del agrado de Dios.

   En la primera epístola a los Corintios encontramos que el apóstol Pablo les indica que se ha enterado que dentro de los diversos desórdenes que ellos vivían, se dio el caso de que tan pronto habían creído, ya habían formado inmediatamente por lo menos cuatro grupos internos, en el que cada grupo decía: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1 Corintios 1:12).  Para corregir esa actitud, el apóstol Pablo les explica que en realidad todos somos de Cristo quien no se encuentra dividido bajo representación de personajes.  En nuestro texto bíblico para este mensaje, cuando el apóstol Pablo les escribe diciéndoles que “SOMOS COLABORADORES DE DIOS”, de manera implícita les da a entender que todos los siervos de Dios que proclaman el evangelio no son más que colaboradores de Dios sino SOLAMENTE COLABORADORES DE DIOS.  /  ¿Cuáles son las razones por las que todos los que proclaman el evangelio solamente somos colaboradores de Dios?  /  Observando algunas frases y versículos relevantes a este tema en este capítulo tres, encontraremos algunas de tales razones.

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   La primera razón por la que todos los que proclamamos el evangelio solamente somos colaboradores de Dios, es:

I.- PORQUE SOLO SERVIMOS PARA QUE OTROS CREAN.

   El apóstol Pablo, primeramente para corregir a los Corintios de su sentimiento divisionista, les explica que un carácter divisionista en la iglesia es solamente evidencia de que siguen siendo carnales, o sea que siguen apegados a las costumbres humanas propias de los que no someten sus deseos e intereses a la voluntad de Dios, pues les dice: Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:4). Pero luego de hacerles esta importante observación en la que tendrán que trabajar para corregir su mentalidad acerca de la naturaleza de la iglesia, les hace otra observación en el que les deja bien claro lo siguiente: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor” (1 Corintios 3:4,5).  Aquí les deja claro que tanto Pablo como Apolos, y lo mismo aplica en cuanto a Cefas, solamente fueron “servidores por medio de los cuales habéis creído”, por lo que no hay en ellos ningún mérito que los haga merecedores de ser considerados como fundamento independiente cada uno del otro a los cuáles se les tenga que seguir partidariamente, pues solamente fueron “servidores”.  Fueron “servidores” para que los Corintios conocieran el mensaje del evangelio que les trajo a sus vidas la salvación que les fue concedida por Cristo quien había pagado los pecados de ellos también en Jerusalén, y no por los “servidores” quienes solamente anunciaron el evangelio según el trabajo y esfuerzo muy particular que cada uno de ellos hizo para que los Corintios creyeran aquella buena noticia que les traía soluciones espirituales a su vida también pecaminosa.  Esto nos indica que nadie es dueño o manipulador de la iglesia, sino solamente servidores.

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   La segunda razón por la que todos los que proclamamos el evangelio solamente somos colaboradores de Dios, es:

II.- PORQUE SERVIMOS POR MEDIO DE DONES CONCEDIDOS.

   Después de decir: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído”; afirma lo siguiente diciendo: “y eso según lo que a cada uno concedió el Señor” (1 Corintios 3:5).  Esta explicación es importante porque deja bien claro que nadie puede tener el record de que lo puede hacer todo en la obra de Dios.  Es por eso que a cada quien el Señor concede dones particulares para realizar la tarea de proclamar a Cristo en palabra y acción.  El Nuevo Testamento en pasajes como Romanos 12, 1 Corintios 12, Efesios 4, y otros presentan un promedio de veinte dones espirituales con los cuáles los creyentes somos dotados para el ministerio de proclamar a Cristo.  En otras palabras, con cada don espiritual ministrado de una manera particular por alguien que ha recibido un don específico se logran conversiones específicas a Cristo, que no tendría el mismo resultado con el don que otro creyente posee. Por ejemplo, algunos se han convertido a Cristo tras asistir a conciertos cristianos, conversión que no se dio durante el tiempo que previamente habían asistido a alguna iglesia donde un pastor le predicaba la palabra.   Otros han escuchado cientos de predicaciones grabadas y no se han convertido a Cristo, pero tras escuchar a un humilde predicador en una pequeña iglesia, se han convertido a Cristo.   Otros han entregado su vida a Cristo no por los sermones ni humildes ni elocuentes de algún predicador, sino por mensajes que encontró providencialmente en alguna página del internet.

    El evangelista presbiteriano David Ruiz, en un retiro para seminaristas que organizó en Dzidzantún, Yucatán, el Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo, me comentó en 1991, que tuvo el privilegio de pastorear durante solamente cuatro años una iglesia presbiteriana en el que se dio cuenta que sus predicaciones no daban más resultado que la conversión de unas cuántas personas. Pero previamente a su pastorado había predicado en estadios en el que personalmente había observado a grandes cantidades de personas manifestar convertirse a Cristo, por lo que el evangelista decidió dejar el pastorado y dedicarse a ser evangelista, ministerio en el cual es más productivo.   Él me dijo, si un grupo de hermanos trabaja para llenar un estadio, yo me encargo de predicarles la palabra, y el Señor bendice con grandes resultados mi trabajo evangelístico. Actualmente ha predicado en casi todos los países de América Latina, y en algunos países de Europa, teniendo como resultado la conversión de miles de personas a Cristo.  Esto es posible, gracias a que Dios le concedió el don de ser evangelista, pero eso no lo hace más que solamente colaborador de Dios, porque el resultado de su trabajo depende no de su currículum ni de su experiencia sino de un don concedido por Dios.

    Amados hermanos, en otras palabras, lo que quiero decir con esto es que cada uno de nosotros, solamente colabora eficientemente en la obra del Señor según el don que ha recibido, pero no puede hacer lo que corresponde a otro don.  Dios ha puesto limitaciones en nosotros para no atribuirnos las bendiciones de la gracia como si nosotros fuésemos los autores, lo que evidencia que solamente somos colaboradores de Dios haciendo solamente lo que se nos encomienda.  No somos los autores de las bendiciones espirituales, ni podemos hacer de todo en la obra del Dios, sino solamente somos “servidores” que ministramos según el don o los dones que hemos recibido del Señor.

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   La tercera razón por la que todos los que proclamamos el evangelio solamente somos colaboradores de Dios, es:

III.- PORQUE EL QUE HACE LO MEJOR DE LA OBRA ES DIOS.

   Es importante observar la parte activa de los siervos de Dios en el ministerio de proclamar el evangelio y al mismo tiempo establecer una iglesia local, pues dice el apóstol Pablo: Yo planté, Apolos regó” (1 Corintios 3:6a), actividades que requieren de mucho esfuerzo, compromiso, y trabajo incansable; sin embargo, a pesar del mucho esfuerzo, compromiso, y trabajo que implica plantar y regar (evangelizar perdidos y pastorear la iglesia), el mismo apóstol explica: “pero el crecimiento lo ha dado Dios.  /  Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios 3:6b,7).  Esta es la clave de lo que les estoy explicando.  Por más que la evangelización y el pastoreo de la iglesia implique mucho que hacer para los siervos de Dios, de ninguna manera eso significa que hemos hecho la mejor obra, pues la mejor obra no es la nuestra sino la que Dios hace en el corazón de los seres humanos para que se conviertan a Cristo, y la que Él mismo hace en los creyentes para que se unan a una iglesia local para edificarlos, capacitarlos, y enviarlos a seguir proclamando el evangelio.

    Amados hermanos, solamente somos privilegiados en colaborar con el aspecto externo de la gran obra que Dios está realizando directamente en el corazón de aquellos a quienes a determinado llamar por medio del evangelio predicado por la iglesia que ha sido ya salvada por los méritos de Jesucristo.  Nuestra colaboración no es de mucha magnitud en comparación con la magnitud y trascendencia de la obra de Dios, de quien se puede decir que hizo y hace todo por nosotros los pecadores.  Es por eso que nadie debe atribuirse la decisión de liderar un grupo que se convierta en antagónico dentro de la iglesia local.   Es por eso que nadie debe prestarse a ser parte de un movimiento en ninguna iglesia local para dividirla ni interna ni externamente sin estrategia que favorezca la misión de la iglesia.  Dios quiere dar el crecimiento de su iglesia universal y de la iglesia local, por lo que sería incongruente que una persona o un grupo de personas atenten en contra de tal crecimiento.  Dios nos libre de hacer tal cosa.

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   La cuarta razón por la que todos los que proclamamos el evangelio solamente somos colaboradores de Dios, es:

IV.- PORQUE NINGUNO ES MEJOR QUE SUS CONSIERVOS.

   Otra expresión del apóstol Pablo que tiene que ver con lo relevante que es Dios y lo no relevante que son los siervos de Dios que se ocupan en la proclamación del evangelio y en la consolidación de la fe de los creyentes, es cuando dice: “Y el que planta y el que riega son una misma cosa” (1 Corintios 3:8a).   En este caso, el apóstol está haciendo una distinción de ministerios: “el que planta y el que riega”, al mismo tiempo que se refiere a ellos como personas de quienes añade: “son una misma cosa”, lo que indica que a pesar de realizar cada quien tareas distintas, y que a pesar de que cada quien enfrenta dificultades propias de su respectivo ministerio, ninguno es superior que su consiervo quien también se ocupa de otro o del mismo ministerio “según lo que a cada uno concedió el Señor” (v. 5).   Ambos, “son una misma cosa”, solamente pecadores salvados por la inmerecida y sublime gracia de Dios, solamente personas que consagran su vida, tiempo, y servicio como colaboradores de Dios.

    Amados hermanos, razón tenía el apóstol Pablo cuando también enseñó a los Romanos lo siguiente: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno (Romanos 12:3).

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   La quinta razón por la que todos los que proclamamos el evangelio solamente somos colaboradores de Dios, es:

V.- PORQUE TRABAJAMOS EN LA PROPIEDAD DE DIOS.

   Para entender esta verdad es muy sencillo. Solamente observemos que en otra explicación que les da el apóstol Pablo, hay una triple recurrencia de la preposición “de”, lo cual indica posesión o pertenencia, pues les escribe lo siguiente: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios (primera mención de pertenencia que alude a los siervos de la iglesia que proclaman el evangelio, los cuáles son descritos como “de Dios”), y vosotros sois labranza de Dios (segunda mención de pertenencia que se refiere a los creyentes en general quienes están siendo tratados como una labranza que también es propiedad “de Dios”), edificio de Dios (tercera mención de pertenencia que hace referencia a los creyentes que en su conjunto están formando un edificio que se está construyendo con materiales divinos y que por eso lo hacen apropiadamente, también “de Dios”) (1 Corintios 3:9).  El trabajo de aquellos que aceptan ser colaboradores de Dios está entonces enfocado hacia la labranza de vidas, y a la construcción de vidas que por derecho divino no puede ser pertenencia de ningún ser humano, sino “de Dios” mismo quien no solamente es el Creador, sino también el Salvador de sus vidas por medio de la persona de su Hijo Jesucristo.

    Amados hermanos, ¡Qué gran privilegio para nosotros, ser colaboradores de tal empresa de Dios!, por lo que no siendo ni dueños, ni comisionistas, ni inversionistas no podemos reclamar algún derecho de autoridad o propiedad sobre lo que pertenece solo y totalmente a Dios.

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   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, hemos sido llamados para colaborar con Dios en el ministerio de proclamar el evangelio a los perdidos y para edificar al cuerpo de Cristo.  No debemos permitir que las personas nos tengan como lo máximo en la iglesia del Señor, porque estaríamos quitando a Cristo el lugar preminente que a él le corresponde, pues solamente somos colaboradores de Dios.  No debemos actuar como los que en época del apóstol Pablo predicaban a Cristo por envidia y contención, ni como Diótrefes quien se ostentaba como el principal de su iglesia local, sino que debemos también actuar como dice el apóstol Pedro: “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3), pues solamente somos colaboradores de Dios.

2 thoughts on “SOLAMENTE SOMOS COLABORADORES DE DIOS, Por: Diego Teh.

  1. Que buen material y muy buena explicación de lo que somo en Cristo, para que el que quiera gloriarse se gloríe. en el Señor.

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