ACTITUDES INADECUADAS ANTE LA REALIDAD DE LA RESURRECIÓN DE JESÚS
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Varios textos.
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Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Ebenezer” de la colonia San José Tecoh, de Mérida, Yucatán; el día domingo de resurrección, 05 de Abril del 2015, a las 18:30 horas.
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INTRODUCCIÓN: Hablar de resurrección era un tema apologético en la época de Jesús allá en Israel. Precisamente, ese era el tema que mantenía divida en dos grandes sectas a la religión del judaísmo. Los saduceos fueron una de las sectas que negaban que pudiese haber alguna resurrección. Desde el día de la resurrección de Jesús, tanto por parte de los saduceos que de por sí no creían en la resurrección, como de los fariseos que se hicieron enemigos del ministerio de Jesús, como de las autoridades civiles que gobernaban en Jerusalén en ese tiempo, inventaron y se encargaron de divulgar que no era cierto que Jesús había resucitado, sino que a pesar de que unos guardias custodiaron su sepulcro, el cuerpo fue robado. Otros quienes desde ese día vieron a Jesús realmente vivo, inventaron que en realidad no murió sino que solamente sufrió un desmayo, del que horas después pudo incorporarse como si nada hubiese sucedido. Todo ello con tal de desacreditar la realidad de la resurrección de Jesús. Otros, posteriormente, con tal de negar la resurrección han inventado que quienes creyeron haberle visto vivo, solamente estuvieron alguna alucinación, argumento que es también incongruente debido a que en diversas ocasiones, y a diversas personas y hasta a grupos números se les presentó, y es improbable una alucinación grupal. Otros, todavía han inventado que Jesús tenía un gemelo que solamente él sabía y que después de su muerte, el gemelo fue el personaje que los discípulos y la gente comenzaron desde entonces a confundir con Jesús.
Pero, en este día que celebramos con toda nuestra fe que Jesús resucitó, vamos a observar a través de diversos textos relatados por los evangelistas Marcos, Lucas, y Juan, que aún las personas que estuvieron más apegadas a Jesús como un grupo de mujeres así como por los mismos apóstoles, a pesar de las enseñanzas que escucharon directamente de Jesús, fueron influenciadas por la filosofía de que es imposible que haya resurrección. Eso propició que aun los que fueron discipulados por Jesús, demostraran actitudes inadecuadas ante la realidad de la resurrección de Jesús. / ¿Cuáles fueron tales actitudes inadecuadas que surgió en estas personas que habían sido discipuladas por Jesús? / Observemos algunas de tales actitudes inadecuadas, reflexionando al mismo tiempo, cómo podemos nosotros evitar caer en tales actitudes,
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La primera actitud inadecuada que debemos evitar consiste en:
I.- OLVIDAR LO QUE SE HA APRENDIDO (o NO QUERER APRENDER BIEN).
La historia nos relata específicamente que tres mujeres: María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, fueron al sepulcro con especias aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús, pues como buenas judías no lo hicieron desde la tarde de la sepultura, porque tuvieron que guardar el día de reposo por lo que a primera hora del amanecer del día que ya no era de reposo, fueron para el fin funerario de ungirlo. Pero en el camino, siendo ellas tres mujeres únicamente, se preguntaban “…¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” (Marcos 16:3). Por el solo hecho de haber comprado las especias aromáticas para el ungimiento del cuerpo, estaban dando por sentado que allí acabó la carrera de Jesús, a pesar de haber escuchado que en varias ocasiones Jesús mismo habló de su resurrección. No se imaginaban la sorpresa que les aguardaba, pues camino a los sepulcros ellas seguían pensando en que Jesús seguía encerrado en la tumba y estaban preocupadas en cómo remover la piedra. No se nos relata que estuviesen platicando ni siquiera hipotéticamente: ¿Y qué tal si ya resucitó? Sus pensamientos en aquella mañana no podían imaginar el glorioso acontecimiento de la resurrección del Hijo de Dios.
Amados hermanos, en estas mujeres vemos reflejada la debilidad del entendimiento y convicción humanas, aun cuando una y otra vez escuchamos las mismas verdades que se nos enseñan y recuerdan en la iglesia. Esto nos conduce a considerar la importancia de vivir lo que hicieron los primeros creyentes que tuvieron que perseverar en la doctrina de los apóstoles (Cf. Hechos 2:42). Esto implica que debemos aprender la doctrina, que tenemos que repasarla de nuevo, que tenemos que recordarla nuevamente, para que se vaya consolidando en nuestro conocimiento, y así en los momentos necesarios y cruciales de nuestra vida, actuemos congruentemente con lo que sabemos. No tenemos por qué vivir en el desencanto de haber sabido y aprendido algo, y no estar seguros de que aquella verdad se cumplirá con toda seguridad.
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La segunda actitud inadecuada que debemos evitar consiste en:
II.- PERDER LA ESPERANZA EN DIOS (o NO ESPERAR EN DIOS).
Ahora la escena es otra. Ya había avanzado el día de la resurrección. Dos discípulos caminaban rumbo a una aldea llamada Emaús, cuando de repente se encuentran platicando con un supuesto desconocido. Uno de estos viajeros se llamaba Cleofas, quien hablando de Jesús al supuesto desconocido, le dice: “…nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lucas 24:21). Estos dos discípulos viajeros ya habían escuchado comentarios acerca de la resurrección de Jesús, pero la verdad es que no lo creyeron, por lo que le manifestaron a su compañero de viaje que los que eran sus discípulos se sentían defraudados, pues su esperanza en él para redimir a los israelitas ya es imposible de que se cumpla, pues ya además hace tres días que Jesús murió. ¿Qué esperanza? No hay. Obviamente estos dos discípulos, como probablemente otros más, esperaban que Jesús sea un mesías político que organizaran un reino y un ejército que expulsara a los romanos del territorio judío e israelita. A pesar de la instrucción intensiva, dedicada a tiempo completo, y de primera mano directamente por Jesús mismo; crearon erróneamente sus propias expectativas.
Amados hermanos, la esperanza en Dios no consiste en querer que Dios haga lo que nosotros queremos y esperamos que ocurra. No se trata de buscar solamente lo que personalmente nos conviene. La verdadera esperanza consiste en dejar que Dios haga lo que quiere hacer en este mundo y en nuestra vida para librarnos por medio de su Hijo, de su propia ira, y de la condenación eterna. La verdadera esperanza consiste en que la gracia de Dios nos conceda la salvación y la de nuestros seres queridos, esperanza que debemos anhelar; y consiste también en esperar el regreso de nuestro Señor Jesucristo para llevarse a su gloria celestial a todos los que en todos los tiempos fuimos llamados a la gracia salvadora. Amados hermanos, ninguno de nosotros piense como Cleofas, como si Dios no estuviera haciendo en nuestras vidas lo que debe estar ocurriendo. Aunque a veces no nos percatamos de ello, Dios está trabajando en nuestras vidas para que la realidad del reino de Dios lo experimentemos ahora y en la eternidad.
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La tercera actitud inadecuada que debemos evitar consiste en:
III.- DUDAR DE LO QUE HA SIDO COMPROBADO (o NO CREERLE A DIOS).
Por la noche del mismo día de la resurrección de Jesús, sucedió que Jesús se mostró a sus discípulos, pero la historia según Juan es que Tomás (uno de los discípulos) no se encontraba en el lugar donde los demás estaban reunidos. Cuando los 10 que vieron a Jesús resucitado se lo testifican a Tomás, diciéndole “Al Señor hemos visto” (Juan 20:25a), pero él les dijo: “…Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25b). Como les dije al principio, la fe de los judíos estaba dividida en la época de Jesús, en creyentes de la doctrina de la resurrección y en incrédulos de esa doctrina. Al parecer Tomás estaba fuertemente influenciado por los que no creían en la realidad de una resurrección, por lo que tiene que razonar y reaccionar de la manera que lo hizo ante los demás que habían comprobado que Jesús estaba vivo nuevamente. La misma duda de Tomás, sugiere que él era uno de los que estaban tan seguros que Jesús no había sufrido un desmayo, sino que efectivamente se murió, así que por eso le fue difícil creer que Jesús estaba vivo, por lo que para él no había nada mejor que comprobarlo con sus propios ojos, dedos, y manos, en caso de que fuera cierto. Aunque una semana después pudo comprobarlo, sin embargo Jesús le dijo a Tomas que son “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Amados hermanos, Dios ha establecido por medio de su Palabra revelada, las cosas que deben ser creídas en cuanto a Él, y su obra en el presente, en el futuro, y en la eternidad. Muchas cosas solamente tenemos que creerlas. Dios no ofrece pruebas por anticipado, sin embargo, a través de las Escrituras conocemos a Dios como un Dios que todo lo que ha pedido que se crea, finalmente se cumple, entonces deducimos que Dios es fiel a su propia palabra. Para Dios no es aceptable una actitud de duda hacia sus promesas, pues el pide que creamos que Él es fiel, y su fidelidad está fuera de toda duda. Evitemos dudar de todo aquello que Dios dice que así es o que así será.
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La cuarta actitud inadecuada que debemos evitar consiste en:
IV.- DEJAR LA VOCACIÓN POR OTRO INTERÉS (o NO SERVIR A JESÚS).
Una actitud inadecuada es la que demostró el apóstol Pedro. La narración según San Juan, dice así: “Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada” (Juan 21:3). La actitud comenzó con la inquietud del apóstol Pedro, quien es evidente que no tenía una simple preocupación por lo que desayunarían o almorzarían al día siguiente, sino que había un problema más profundo en su corazón y pensamientos. La preocupación tiene que ver con que Jesús su Maestro, ya no estaba con ellos para enseñarles y comisionarlos a las brigadas de predicaciones del reino de Dios en ciudades y aldeas. Jesús, ya resucitado solamente se aparecía a ellos, los saludaba, bendecía, instruía, comisionaba, etc… y se retiraba hasta la siguiente semana, en un lapso de poco más de cinco semanas, por lo que Pedro y los demás se dieron cuenta que el liderazgo del grupo ya no era igual que antes, así que Pedro fue el primero en decidir “Voy a pescar”. Y los demás apóstoles fueron convencidos también, uniéndose a la iniciativa de Pedro, pues le dijeron “Vamos nosotros también contigo”. Tanto a Pedro, como a su hermano Andrés, y a los demás apóstoles, cuando fueron llamados por Jesús, les fue dicho: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19; Marcos 1:17). Fue claro que Dios les había llamado a una nueva vocación que demanda dejar su antigua vocación, es por eso que aquella noche, Dios tomó el control para que no pescaran absolutamente nada mientras seguían enfrascados en sus pensamientos ambiciosos. Jesús, les demostró que él tenía el control de todo cuando les dijo que tiraran la red del lado izquierdo de la barca, cosa que habían hecho una y otra vez durante la noche, sin resultado alguno, pero ahora milagrosa e inmediatamente pescaron 153 peces, al grado que la red estuvo a punto de romperse. Yo creo que Dios hizo que aquella red se deteriorara para que estos hombres desistieran de seguir dedicados a la pesca. La red podría ser el peor distractor de su llamado de pescar hombres para el reino de Dios.
Amados hermanos, cada uno de nosotros hemos sido llamados a una gloriosa vocación sin igual en este mundo, que consiste en proclamar el reino de Dios por medio del evangelio de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Estoy seguro también de que no todos los que son llamados a la fe, son llamados a dejar sus trabajos para dedicarse al cien por ciento a esta gloriosa tarea, sin embargo, estoy seguro de que en cada comunidad de creyentes y/o discípulos Dios ha llamado a personas que consagren totalmente su vida al servicio de la proclamación de reino de Dios. Es probable que a más de uno de los que estamos hoy en este culto son llamados para un servicio completo en la obra de Dios, teniendo que dejar su trabajo actual; aunque no todos son llamados a dejar sus trabajos. Es probable que más de uno no está teniendo éxito en lo que hace actualmente porque Dios está en el control para indicarles que no están en el lugar correcto, sino que deberían estar en la vocación ministerial del reino de Dios; aunque no siempre la falta de éxito en los negocios o trabajo, es la evidencia de que estás siendo llamado al ministerio consagrado a tiempo completo. Estoy seguro que si tales `personas llamadas a la vocación del ministerio, reconsideran dejar todo (como los apóstoles, cf. Mateo 4:20; Marcos 1:18), Jesús mismo se encargará de suplirles para el sustento de cada día, tal como les proveyó de ciento cincuenta y tres peces a los apóstoles.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, de la experiencia de las Marías junto con Salomé (Marcos 16:1ss), hemos aprendido que es importante proponernos con toda seriedad ocuparnos en el aprendizaje inteligente de la palabra tomando en cuenta la importancia de cada verdad de Dios. De Cleofas y su acompañante (Lucas 24:21) hemos aprendido que Dios no hace justo lo que nosotros deseamos sino solamente lo que va de acuerdo a su único plan elaborado desde la eternidad que consiste en conducir a sus elegidos a la fe salvadora y a la eternidad celestial. De Tomás (Juan 20:25) hemos aprendido que tenemos que luchar en contra de la influencia de las falsas doctrinas que abundan en nuestro entorno que niegan las verdades de Dios, y que por lo tanto debemos creer TODO y solamente lo que Dios dice en su Palabra. Y de Pedro junto con los demás apóstoles (Juan 21:1ss), hemos aprendido que no debemos ser rebeldes al llamado de Dios, sino que debemos si es necesario, dejar todo para dar todo nuestro tiempo y servicio al reino de Dios.
Amados hermanos, Cristo vive, tengamos las mejores actitudes para con él.
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